Para Daisy Granillo.
Te fuiste antes de tiempo.
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Era sábado 10 de Junio.
Apenas estaba saliendo el sol cuando alguien llamó a la puerta.
Silvia abrió con precaución y se topó de frente con Julio.
-Buen día –saludó el chico-. ¿Cómo te encuentras?
Silvia había dormido poco y las ojeras le resaltaban en el rostro.
-No muy bien.
-Puedo imaginármelo –respondió Julio-. Después de todo no te pudiste despedir.
Silvia supo que se refería a Mario, asintió y optó por cambiar de tema.
-¿Estás haciendo campaña? –preguntó intentando descubrir el motivo de su visita.
-Si –afirmó Julio-. Solo pase para ver cómo te encuentras y preguntarte si sabes algo de nuestros nuevos visitantes.
-¿Visitantes?
-Hay hombres vestidos de negro en el perímetro del Domo. Después de tanto tiempo han decidido volver. No son uniformes militares, tal vez es otra clase de agrupación.
-No sabía nada al respecto –contestó Silvia con honestidad.
Julio le arrojó una mirada sospechosa y sonrió con falsedad.
-Si ocupas que organice un grupo de rescate para traer el cuerpo de Mario, házmelo saber –ofreció.
-Muchas gracias pero no quiero poner a nadie más en peligro. Mario intentó ir por Iracendy y ve lo que ocurrió.
-Ya veo –dijo Julio-. Ten un bonito día.
Silvia observó al chico mientras se iba y cerró la puerta.
*
-¿Crees que sospeche algo? –preguntó Karely con prisa.
Silvia, Karely, Frida, Jonadan e incluso Erika, se habían reunido muy temprano en el antiguo salón de Iracendy.
-No hay motivos-. Silvia descartó-. Rabadán solo sabe que cayó al precipicio, no hay forma de que sepa algo más.
El día anterior se llevó a cabo una ceremonia de luto en nombre de Mario Derma. Silvia se reprochó un poco al haber confiado en Victoria Rabadán. Era claro que ella no había guardado el secreto y esa era la razón por la cual ya no la volvió a incluir en el tema.
-¿Qué hay de esos hombres que rodean el Domo? –preguntó Frida preocupada-. ¿Abran venido porque Mario logró salir?
-Aun no estamos seguros de eso –respondió Silvia un poco cansada-. Ayer no obtuvimos respuesta.
-Démosle un poco más de tiempo –defendió Karely-. Solo nos queda esperar. Si Mario logró salir, nos lo hará saber.
Los chicos intercambiaron indicaciones y se recordaron las mismas normas que debían seguir para protegerse entre todos.
El huevo reposaba en las manos de Jonadan, quien parecía maravillado con el objeto. Todos habían acordado que ese era un buen lugar para mantenerlo oculto.
*
Un par de horas más tarde, Erika caminaba rumbo al comedor. Todo este asunto del Domo la mareaba con intensidad y deseaba con muchas ganas poder estar tranquila. Jonadan estaba vivo, por la razón que fuese, así que ella no era una homicida. Su único deseo era pasar desapercibida mientras estuviera encerrada en esa escuela.
Solo que los acontecimientos recientes la posicionaban en el centro de todo; ella era una de las cuatro manos originales (el apodo fue cortesía de Frida), y junto con las cuatro manos nuevas y la supuesta Monarca, formaban un grupo que mantenía contacto directo con el Domo.
Ella solo quería ser una alumna común y corriente como los demás.
-Hola –saludó Julio.
Una alarma se disparó dentro de ella. Le habían advertido repetidas veces que Julio podría ser una amenaza para todos ellos y que debían mantenerse en vigilancia mutua.
-Hola –respondió sin muchas ganas.
-Estos días he estado preguntándome por tu estado, con eso de que Jonadan volvió.
-Estoy bien –dijo apresurando el paso-. Al parecer se trataba de una broma de mal gusto.
Hubo un momento en el pasado en que Erika le contó a Julio un fragmento del suceso con Jonadan. El chico pareció preocupado e incluso ofreció su ayuda. Ahora que Jonadan había regresado ileso, Julio confirmó sus sospechas de que Erika estaba siendo paranoica.
-Una mala broma –coincidió Julio.
Erika rio nerviosamente.
-Y al parecer se está repitiendo.
Julio se paró frente a ella cortando su vuelo.
-¿A qué te refieres? –preguntó la chica nerviosa.
-Me refiero a Mario. Ayer vi algo muy raro en la noche –comentó Julio dando un paso intimidante hacia ella-. Vi a Silvia en el perímetro del Domo. Miraba a lo lejos como si estuviera esperando a alguien.
-No entiendo-. La voz de Erika temblaba.
-Te preguntaré algo y quiero que me respondas con total sinceridad-. Julio tomó a Erika del brazo y paseo su dedo gordo por la cicatriz de quemadura-. ¿Mario está vivo?
La chica supo que estaba atrapada, el agarre de Julio era más que un gesto de pregunta, era una atadura. Ella no se iría de ahí sin darle respuestas. Temió por su vida.
-Si –respondió casi con un sollozo-. Creemos que está vivo.
*
Una voz despertó a Mario. La noche anterior se quedó en el granero hasta que la reunión terminó y se quedó dormido entre las sillas.
-El gobierno quiere la fuente de poder –dijo el Sr. Miranda al teléfono. Vestía de traje y daba vueltas por todo el granero. Mario se levantó y notó que el lugar estaba vacío.
-Si lo consiguen todo se termina –continuó diciendo-. Es de suma importancia que encuentres su ubicación.
La persona al otro lado de la llamada pareció decir algo desalentador porque el Sr Miranda se vio frustrado.
-No tenemos otra opción. Esa fuente de poder es la clave de todo. Si el gobierno lo encuentra no habrá forma de continuar con el plan.
El hombre de negocios se pasó la mano izquierda por el cabello.
-Sin el huevo dentro del Domo no los podremos liberar.
El Sr Miranda finalizó la llamada. Tomó un portafolio de la mesa del proyector y salió del granero con mucha prisa.
Mario asimilaba la conversación. Sin duda el Sr Miranda tendría muchas influencias, si no de qué manera se habría dado cuenta de la existencia del huevo. Además parecía tener un interés muy grande en mantenerlo dentro del Domo, Si el gobierno lo encuentra no habrá forma de continuar con el plan, había dicho. Sin el huevo dentro del Domo no los podremos liberar.
En ese momento Mario concluyó dos cosas; los Excavadores tenían el plan de liberar a los alumnos bajo el Domo; y para eso era necesario utilizar el huevo desde adentro.
Mario debía buscar la manera de volver al Domo.
*
Julio siguió a Erika entre los túneles y ahora se encontraban parados frente al oscuro precipicio. No había sido nada difícil lograr que cooperara, la chica era fácil de atemorizar.
-Es una locura –dijo el chico tras escuchar la historia del robot con cámara y la teoría de que Anáhuac era la salida-. Es imposible que esto sea la salida.
-Eso es justo lo que yo les digo. Ellos insisten en que tiene relación con el huevo
Supo que cometió un error en cuando lo dijo.
-¿El huevo? -preguntó Julio con ansias-. ¿El mismo huevo que escondían hace tiempo? ¿Dónde lo tienen?
-Yo yo no -Erika titubeó.
-Dímelo –insistió-. Dime donde lo tienen y te prometo que saldrás con vida de este lugar.
*
-No está lejos –prometió Itzel. Sus coletas se balanceaban en cada paso juguetón que daba.
-¿Estas segura que no estamos en el infierno? -preguntó Deneb a Iracendy con irritación-. Esa niñita está volviéndome loca.
-Es algo extraña –coincidió Iracendy- pero tiene todas las intenciones de ayudarnos.
Las casas lucían acogedoras y las calles rebosaban tranquilidad. Iracendy deseaba que las cosas fueran diferentes, le hubiese gustado que esa fuera la verdadera salida del Domo. Tristemente la pesadilla aun no terminaba.
Itzel siguió dando saltitos mientras las guiaba por el pueblo, se movía con ligereza demostrando su extenso conocimiento del lugar. Iracendy y Deneb la seguían muy de cerca.
-¿Nunca buscaste una salida antes? –preguntó Iracendy casualmente-. ¿O alguna forma de volver al Domo?
Itzel se detuvo un momento y giró su rostro. Por un momento, su rostro expresó un gesto de tristeza.
-No tiene caso –dijo con un tono algo escalofriante-. Ya todos somos fantasmas.
La chica se giró y agregó un tarareo musical a sus saltitos.
-Está loca –aseguró Deneb-. Tenemos que salir antes de que terminemos como ella.
Iracendy vio la ironía en esas palabras. Deneb había perdido la cordura cuando atacó a Michel con la lluvia roja, así que no era la persona adecuada para realizar ese tipo de comentarios.
-Encontremos a Mario –respondió en su lugar-. Y salgamos de este pueblo fantasma.
*
Rabadán estaba sentada en uno de los sillones de la sede de la Guardia. Era una de las pocas veces que estaba completamente inactiva. Un pequeño inconveniente había complicado las cosas con sus amigos y ahora parecían odiarla, así que ella estaba reflexionando un poco sus acciones por tomar.
No dejaría su candidatura como vicepresidente de Sociedad de Alumnos, era esencial obtener ese puesto para poder controlar los suministros bajo el Domo. Tendría que romper su promesa a Andrés sobre alejarse de Julio. Prefería verlo enojado y vivo, que satisfecho y muerto.
-Aquí estas- dijo Julio con brusquedad.
-¿Al fin vienes a planear la candidatura? –intentó acertar la chica-. ¿O vamos a seguir perdiendo el tiempo?
-No lo sé –respondió Julio molesto-. ¿Hasta cuándo me ibas a decir lo de Mario?
-¿Qué de Mario? –preguntó Rabadán irritada-. Ya te lo dije; murió en el precipicio.
Julio la miró fijamente.
-Así que no lo sabes –concluyó-. Y yo pensando que te habías convertido en la mejor amiga de Silvia.
-¿De qué hablas? –exigió.
-Mario no murió –respondió Julio con amargura-. O al menos creen que sigue vivo.
Le relató toda la historia que obtuvo a través de Erika y la chica fue abriendo los ojos cada vez más.
-Tiene sentido –comentó-. Tal vez por eso tenemos estos nuevos oficiales en el perímetro del Domo, ellos se dieron cuenta que alguien pudo salir.
-Lo que no entiendo, es que si ya encontraron la salida ¿qué están esperando para decírselo a todos?
-Hay algo más en la historia que no encaja –dijo Rabadán pensativa-. Si ellos se enteraron que alguien pudo salir, entonces pudieron enterarse de más cosas importantes.
Julio levantó la ceja.
-Es claro –evidenció la chica-. Ellos quieren ese huevo. El Domo es un suceso sin precedentes en el mundo, seguramente hay una guerra por el poder allá afuera. Y todos deben querer hacerse con él.
-Y esa podría ser la razón por la que no le han dicho a nadie más. Mario puede estar en peligro o incluso puede que estén pidiendo el huevo a cambio de dejarnos salir.
-Tenemos que obtenerlo –dijo Rabadán determinada-. Debemos ser nosotros quien tomemos esta decisión.
Julio quería salir del Domo sin duda, ya había estado a punto de morir en varias ocasiones y el juego dejó de ser divertido para él. Y que mejor manera que salir del Domo siendo el portador de su inigualable fuente de poder.
-Entonces empecemos –dijo emocionado-. Pide ayuda a Michel, que invente un rastreador de huevos o algo así.
Rabadán sonrió de lado y asintió.
Era hora de tomar el control.
*
El comedor estaba lleno. La mayoría de alumnos intentaba seguir con sus vidas y hacían las cosas comunes que estaban a su alcance. Una mesa estaba llena de porristas, que chismorreaban sin parar. Otra estaba llena de deportistas, sucios y sudados por un reciente partido amistoso. Como antes del Domo.
Solo que una mesa del rincón no abordaba temas comunes.
-Por algo volvieron –aseguró Karely-. No es coincidencia de hayan aparecido de jalón.
Silvia Marín, Karely Hernández, Frida Lechuga y Jonadan Majalca compartían alimentos en la mesa.
-¿Enviamos otro mensaje? –sugirió Frida.
-¿Y si los están interceptando? –dijo Karely.
-¿Para qué? Si esa es la salida tienen que dejarnos usarla.
-No creo que sea tan sencillo –comentó Silvia.
-Ni yo –apoyó Karely-. Lo analice toda la mañana y una posibilidad es que ellos quieran obtener el huevo.
-¿Por qué querrían el huevo? –preguntó Jonadan repentinamente interesado, era de los primeros diálogos que decía desde que se sentó.
-Es el corazón del Domo –recordó Karely-. No se me ocurre alguna otra cosa que estén buscando.
-En eso tienes razón –señaló Frida-. Todos parecen sospechosos y deseosos de encontrar algo dentro el Domo. No creo que estén interesados en los alumnos.
-No podemos darles el huevo -sentenció Jonadan.
-¿Y si tienen a Mario? –dijo Frida alertada-. ¿Y si quieren que les entreguemos el huevo a cambio de su vida?
-No siembres el miedo –regañó Karely-. Estas yéndote a los extremos.
-Bueno pero algo tenemos que hacer. Te toca decidir, Monarca.
Silvia se paralizó.
-Aun no lo sé.
-Dijimos que protegeríamos el huevo –recordó Jonadan-. No podemos simplemente entregárselo a unos extraños. Ellos no sabrían que hacer con él.
-Nosotros tampoco lo sabemos –respondió Karely-. Hemos intentado entender al Domo desde hace mucho y no logramos nada significativo. Tal vez es momento de poner el asunto en las manos de otras personas. Ya no quiero que la gente siga muriendo.
-Dime que no lo estás considerando –dijo el rubio en dirección de Silvia.
La pelirroja suspiró.
-No haremos nada por el momento. Aunque no podemos descartar la posibilidad de que Mario podría estar vivo y en peligro, tenemos que recibir un mensaje de su parte antes de saber qué hacer. Llegado el momento tomaremos la decisión.
-¡No! –reclamó Jonadan furioso-. ¡El huevo podría salvarnos!
-No salvó a mi novio –dijo Karely con tristeza.
-Ni a Nayomi –agregó Frida-. Ya no podemos confiar en que el Domo nos protegerá porque no es así.
-¡Están cometiendo una equivocación! –gritó Jonadan lo suficientemente fuerte para que escuchara todo el comedor-. ¡No saben lo que hacen!
El chico se levantó tirando la silla y salió del comedor empujando la puerta con enojo.
-LeyDonovan.