Saint caminaba con sus manos a la espalda sin poder dormirse, ya que estaba bastante desconcertado con todo lo que le estaba sucediendo con su protegido.
Durante días, este había estado comportándose muy raro y no lograba entender que ocurría, además de que su interés por el joven alfa estaba tornando a un matiz amoroso.
...-De verdad que no lo entiendo, ¿Desde cuándo acá me gusta todo de él?—habló molesto—....¿Y desde cuándo le agrada ese idiota de Kao?...dice estar interesado en mi y de buenas a primeras sale con él a cada paso.
El guardaespaldas chasqueó la lengua con fastidio mientras apretaba los puños, ya que no sabía el motivo exacto pero el solo creerlos revolocándose le hacía perder el Norte.
De repente, el omega detuvo sus pensamientos pues escuchó ruidos y voces procedentes del pasillo, así que sigiloso se acercó a la puerta pero no logró entender nada en claro, así que giró el pomo para ver que pasaba.
Eran más de las tres de la mañana y deberían estar todos dormidos en la mansión pero sin embargo, Zee era el que estaba haciendo ese escándalo.
—¿De dónde viene?, oh por Dios, ¿Y que hace ahí en el suelo?—susurró el castaño viéndolo.
—No podía dormir hip, mi vida es un infierno...mi padre es un maldito dictador hip...y-yo no quiero casarme hip, prefiero estar muerto hip.
Saint negó con la cabeza.
—Ande, no diga eso —habló nuevamente acercándose y ayudándole a levantarse—…venga, vamos o su padre se enterará de esto y pondrá el grito en el cielo.
El joven alfa sonrió y acto seguido levantando la mano para acariciar la cara de este.
—Siempre cuidas muy bien de mí, eres tan lindo hip...por eso me gustas tanto hip...me gustan tus ojos, me gusta tu pelo hip, amo tu sonrisa hip y me gust...
—Solo divaga porque está ebrio, ande camine—le interrumpió el castaño mirándolo fijamente—…no sabe ni dónde está.
El mayor ya incorporado, posó su cabeza en el pecho del omega y rompió a llorar.
—Jamás he dicho una verdad tan grande como esa hip...te amo, Saint y no entiendo porqué me odias tanto.
El omega suspiró con pesar.
—Yo no lo odio, jamás podría hacerlo.
Mientras echaban a andar, Saint intentaba no ceder ante la petición de su omega interior, el cual no dejaba de revolucionar sus hormonas desde que se había acercado al alfa.
-¿De veras?, hip... ¿N-No me odias, Saint?, hip.
—De veras...ande, vaya a descansar.
Tras llegar a la habitación del joven alfa, este lo dejó caer sobre la cama y comenzó a sacarle los zapatos, también los calcetines, para luego continuar con el resto de la ropa.
—Saint...te amo hip...te a-amo, no quiero casarme, yo no amo a Kao hip—balbuceaba Zee tumbado sobre su colchón.
Cuando el omega reparó en que el joven alfa ya tan solo tenía puesto el boxer, caminó hasta la cómoda para buscarle un pijama pero de pronto sintió un fuerte latigazo en su interior que lo hizo doblarse.
-Oh no joder...ahora no...no..no...
Saint notó como si un puñal le atravesara el estómago, así como también sintió como su piel comenzaba a arder en llamas y su interior se habría paso queriendo tomar el control.
—¿Qué me ocurre?, ¿Por qué ahora?
Su entrada entonces, empezó a lubricarse y sus piernas temblaron con una debilidad tan repentina, que apenas podía tenerse en pie.
—Oh no...mi celo...pe-pero no puede ser, todavía no es tiempo—susurró nuevamente con confusión—...es imposible, la medicación no debería permitirme estar así...tengo que irme de aquí ahora.
Este se giró con intención de marcharse cuanto antes y encerrarse en su habitación pero ya fue demasiado tarde pues al darse la vuelta, se topó con que el joven alfa estaba de pie frente a él y tenía la mirada oscura.
—Mío...mío...
—Zee yo...yo no...
El omega intentó moverse pero su cuerpo estaba totalmente paralizado, por las feromonas del alfa, el cual aspiró con fuerza el dulce aroma que el castaño guardaespaldas había comenzado a emanar, mientras salivaba sin control.
—Omega...mío...mío...
Como un animal salvaje acechando a su presa, Zee lo acorraló contra la pared y comenzó a besarlo con ansia, mientras que Saint intentaba entender que le estaba ocurriendo.
Eso nunca antes le había sucedido y estaba asustado pero también a nada de perder completamente el control sobre sí mismo, ya que el fuerte y atrayente olor de su protegido, junto a lo bien que se sentían sus besos, le causaba excitación.
El cuerpo del alfa dobló entonces su tamaño y acto seguido lo levantó en el aire y lo llevó hasta la cama, donde tras arrancarle el pijama, comenzó a lamer y besar en todos y cada uno de los rincones del hermoso cuerpo de Saint.
Zee era un alfa joven y viril y como tal, era incontrolable cuando sentía su celo, así que aún con su sistema lleno de alcohol, su instinto lo guió abalanzandose sobre el omega y olisqueandole el cuello entre gruñidos.
El omega ya totalmente enardecido, fácilmente abrió sus piernas y dejó que este también olisquease, lamiese y probase su caliente y lubricada entrada, a la que minutos después, el enfurecido alfa aproximó su erecta polla.
—Mío...mío...
Tras asentarse firmemente con sus fuertes brazos a cada lado de su desnudo guardián, este enterró su duro miembro en el interior y de un solo empujón.
Luego de eso, Zee gruñó a cada embestida que daba en la dulce entrada de Saint, el cual estaba tan sumido en la lujuria que dominaba su cuerpo, que dejó de sentir dolor alguno pues todo fue placer y ansias de más.
-Mío... Mío...
-Siii...Si soy tuyo, Solo tuyo, aaaah...
Cuando el alfa notó su nudo hincharse, este paró las embestidas pues sus colmillos comenzaron a crecer con la intención de marcar al omega mientras derramada su semilla.
Instintiva y furiosamente Zee soltó un fuerte rugido pero no pudo terminarlo, ya que unos fuertes brazos lo sujetaron por detrás, impidiendo que procediese a hacer la marca.
Aún así su semilla salió mientras el omega gritaba de dolor por los fuertes tirones de los dos alfas forcejeando, ya que William era el que estaba impidiendo que el lazo se formase.
—¡Sueltalo...¡apartate de él!, ¡Eso no debe pasar!—gruñó el veterano alfa intentando conseguir separar a los amantes—… ¡No puedes marcarlo, hijo!, ¡No lo permitiré!
Tras salir del omega, Zee se enfrentó a su padre furioso por haber intervenido en algo que solo concernía al omega y a él.
—¿Por qué?, ¿Por qué no puedo?, ¡Lo amo!, ¡Él es mi omega!—gruñó este empujando a su progenitor.
—¡Kao es la pareja que quiero para ti, no un simple guardaespaldas!—le respondió su padre también muy alterado—…¡vete!, ¡Vete ahora mismo de aquí, Saint!
Eso último, dirigido al omega, hizo que se levantase temblando y aún sintiendo su entrada palpitar tras la cópula y aunque no había sido marcado, su celo estaba presente por lo que gimió y lloró llamando a Zee.
El guardaespaldas intentó normalizar su respiración tras el intenso encuentro pero a pesar de años de entrenamiento, no lo conseguía pues jamás había estado con un alfay nunca se había sentido tan satisfecho, tan lleno y tan amado.
Zee lo miró, le sonrió y entonces se le acercó para cogerlo en brazos, a pesar de los gruñidos y advertencias de su padre.
—Tranquilo, Saint, estoy aquí... te amo, te amo.
Al ver eso, William soltó un feroz y gran rugido que hizo temblar las paredes.
—¡Si esto es lo que quieres, entonces ya no eres mi hijo!
Dicho eso, el veterano alfa caminó hasta la puerta.
—¡En la mañana ya no quiero veros aquí!, ¡Fuera de mi casa!, ¡Fuera los dos!, ¡Fuera!...
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