Sofía (Temática Lésbica)

By -nostxlgia__

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Sofía era, a simple vista, como una muñeca de porcelana, cuya delicadeza ocultaba la tristeza de su mirada pr... More

Sofía.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.

Capítulo 4.

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By -nostxlgia__

Septiembre.

-¡Sofía, mi niña!- Exclamó Cristiano al ver a la muchacha aproximándose a él con dos maletas grandísimas y una mochila.

-Hola papá- sonrió con timidez antes de darle un abrazo.

Cristiano observó a su hija de pies a cabeza, estaba mucho más alta que la última vez que se habían visto, la navidad anterior, si mal no recordaba. Podía apostar que medía más de un metro setenta y cinco, de hecho, Sofía medía un metro setenta y siete, o setenta y ocho, tal vez.

-¿Cómo estás, Cristiano?- Escuchó la voz de Pía tras él.

Volteó y observó a madre e hija, comparándolas. Sofía era alta como él, le sacaba más de una cabeza a Pía. Sin embargo, ambas se parecían a más no poder, la piel de Sofía era igual de pálida que la de su madre, su cabello era liso y castaño como Pía en su adolescencia. Y los ojos marrones brillaban con cierto halo dorado alrededor de la pupila por el reflejo de la luz, en eso si no se parecían, Pía tenía los ojos mucho más oscuros, mientras que él los tenía más de un color miel.

Sonrió con orgullo. Tenía una hija bellísima, más que la familia de Pía y la suya, y eso para él, como para cualquier padre, era un gran orgullo.

-Muy bien Pía, ¿y tú? Veo que bien acompañada- señaló a Marco con recelo.

-Ay Cristiano- soltó una carcajada. -¿Puedes dejar tu ironía para otro momento? Marco es mi esposo ahora y tú, como ya sabemos, eres el ex- sonrió. -Y el ex no controla mi vida.

-No te preocupes, dios me libre de controlar tu vida- rodó los ojos. -En fin, yo me llevo a Sofía a casa, tú y tu... Marido- carraspeó. -Todavía tienen que tomar otro vuelo.

|...|

Sofía observó su nueva habitación boquiabierta. Su padre se había encargado de redecorarla y prepararla para que fuese lo más cómoda y adecuada posible para una adolescente.

Había pintado las paredes de un gris muy sutil, había comprado cuadros de imitación de sus pintores favoritos. Había colgado una copia de Las Meninas de Velázquez en la pared frente a su escritorio, y una copia de La primavera y otra de Venus de Botticelli en la pared sobre su cama.

El escritorio, al igual que la cama y el armario, eran de una madera delicada color wengué. Le había comprado un ordenador de mesa bastante moderno y colgó de la pared una tv en una esquina adyacente a su cama. Justo en la pared frente a su cama había un espejo grandísimo con una cómoda vacía en la que ya sabía que guardaría su maquillaje y cosméticos.

Las manos de Cristiano comenzaron a temblar al ver que su hija no decía nada:

-Pensé que podría gustarte así, si no te gusta alguna cosa o quieres cambiarla puedes hacerlo, hay un Ikea cerca y...

-¡No, no, no! Está perfecta así- se acercó con vergüenza y le dio un abrazo. -Muchas gracias, papá.

Cristiano correspondió el abrazo con felicidad. Lo estaba logrando, iba a ser un buen padre, el padre que Sofía se merecía.

|...|

El instituto Laforet era mucho más grande que su instituto en Sao Paulo, también más antiguo, las paredes grises no combinaban para nada con las columnas carmín y el mosaico de la fachada estaba que casi se caía a trozos. Las rejas mojas frontales estaban demasiado oxidadas y chirreaban al abrirse.

Cristiano arrugó el ceño con molestia, no podía creer que le habían asignado a su hija tal instituto de mala muerte, habiendo escogido otros como opción prioritaria. El instituto Carmen Laforet era de mala fama, había oído muchísimos rumores y se negaba a que su hija estuviera allí.

-Bueno, entonces ésas son tus clases, ven, te acompaño a tu grupo, la primera hora ya inició- le indicó la mujer a su hija mientras la llevaba por un largo pasillo.

Cristiano suspiró con preocupación. Tan solo deseaba que a su hija le fuera bien en ese lugar.

Sofía, mientras tanto, entró al salón de clases con nerviosismo. Habían alrededor de veinte chicos más, además de la profesora, una mujer de mediana edad y de pelo rizado que la observaba con una sonrisa amable:

-Bienvenida, cariño. Toma asiento- le señaló un lugar vacío justo al medio de la clase.

Sofía avanzó con timidez hacia el lugar. Algunos pares de ojos curiosos la observaban de arriba abajo, aunque la gran mayoría la ignoraba. Solo un par de chicas la analizaban desde el fondo. Ella pudo sentir cómo mentalmente evaluaban sus jeans negros y su suéter de rayas negras y doradas. Iba bastante casual y su ropa estaba perfectamente planchada, luego de dar un vistazo general a sus compañeros, podía decir que, a pesar de ser muy sencilla, su vestimenta era la más elegante de entre todos.

|...|

Esa primera hora pasó más rápido de lo que habría pensado, el problema para ella había sido el conseguir el salón de la siguiente clase. Después de preguntarle a la profesora de la clase anterior, finalmente había logrado conseguir el salón de historia, en el segundo piso del edificio principal del instituto.

El Laforet era un instituto bastante viejo, poco arreglado, con las rejas de la entrada oxidadas y las paredes exteriores un poco despintadas, además de tener las columnas por dentro carcomidas y las mesas rayas de tinta de bolígrafo. Pero eso sí, era bastante grande, con tres edificios, una cancha de fútbol, un gimnasio y un estacionamiento hacia la parte trasera.

El siguiente gran problema de Sofía fue el encontrar un lugar vacío del salón en el que pudiera sentarse. Se había acercado a más de una persona para preguntarle si el lugar a su lado se encontraba vacío, pero la respuesta siempre había sido la misma: ya está ocupado.

Entre las risas ensordecedoras de sus compañeros, los codazos que se daban entre ellos, los empujones "amistosos", los chistes de mal gusto y las parejitas adolescentes besándose en el cambio de clase... Ella logro avanzar por el salón y observar cada lugar vacío en el que pudiera sentarse.

Finalmente pudo conseguir un lugar vacío al final de la clase, sin dudarlo se sentó y esperó. No pasó mucho antes de que la profesora de historia apareciera.

Sofía la observó con timidez, era una mujer alta, aunque no tanto como ella, su piel era muy pálida y su cabello era rubio ceniza, su esbelta figura se enmarcaba perfectamente con el traje azul marino que llevaba.

La mujer dejó su maletín sobre el escritorio para después sentarse sin prestarle atención a nadie. Sofía no pudo despegar los ojos de aquella mujer por un buen rato, era increíble como había llegado, se había sentado y había sacado sus apuntes sin siquiera observar a sus alumnos. Tenía un aura misteriosa y desinteresada, algo que a Sofía la hacía sentirse cohibida.

La mujer levantó la mirada y la observó con detenimiento, Sofía correspondió su mirada de manera silenciosa. Ambas sabían que era una nueva estudiante, pero como nadie se tomaba la molestia de presentarla, Sofía tampoco pensaba hacerlo, y aquella mujer no pensaba resaltar su presencia en su clase.

Fue por ello por lo que se limitó a mirarla con curiosidad durante toda la clase.

-Cate, ¿podemos tomarnos la clase libre hoy?- Se escuchó la voz de uno de la clase. La profesora simplemente negó con la cabeza mientras soltaba una leve risa. -Venga ya Cate, por favor, estamos empezando el curso, no pasa nada si hoy nos lo tomamos de descanso- insistió la voz.

-Dos cosas niñato- comenzó la mujer. Su voz era grave y profunda, la voz de una mujer completa y madura, hasta cierto punto llegaba a sonar intimidante. -La primera, soy doña Cate, no Cate. Soy vuestra profesora, no vuestra amiga- corrigió. -Y segundo, dejaros de tonterías y sacad los mapas que estábamos estudiando la semana pasada.

Sofía suspiró pesadamente, ella no tenía ningún mapa, ni siquiera los libros, recién llevaba dos horas en ese instituto y menos de cuarenta y ocho en ese país. Bajó la mirada con timidez y decidió que esperaría tranquilamente a que terminara la clase, quizás después podría pedirle a alguien los apuntes...

-Toma, no te preocupes por ahora si no entiendes lo que hacemos en clase. Ya luego te las irás apañando- sintió la voz de la intimidante doña Cate a su costado y pudo ver que sus dedos largos y delgados le extendían la fotocopia de un mapa de España.

-Gracias- susurró ella con cierto temor mientras tomaba el papel.

|...|

Al terminar la primera tanda de clases, Sofía no tuvo de otra más que bajar las escaleras hasta el patio inmersa en una ola de adolescentes ansiosos por salir. Unos corrían, otros se empujaban, algunos se gritaban y otros hasta se manoseaban entre los pasillos. Por otro lado, los profesores veían la situación de lo más normal y trataban de abrirse espacio entre la marabunta para poder bajar.

Entre pasillo y pasillo, incluso bajando los escalones, podía notar las miradas curiosas de sus compañeros de clase y sus chismorreos.

-Es muy alta ¿no? Podría ser modelo- murmuraba una.

-No creo que sea modelo, es muy delgaducha, además se ve borde y creída- murmuraba otra.

-Se ve bastante plana, no tiene gracia la tía esta- bromeaba un chico.

-Ni siquiera dijo su nombre... Ahora es cuando sale con que es muda o algo- bromeaba otra compañera.

-A mi me da igual esta chica, en plan, como si no está- sentenció otra.

Ella simplemente bajó las escaleras fingiendo que no escuchaba nada para después suspirar con pesadez, no iba a ser tan fácil como pensaba.

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