La noche mostraba sus colmillos a las presas de Whitechapel, Londres, el monstruo que estaba atemorizado al lugar también lo hacía con ella.
Caminado por las calles que recorría todas las noches, el caballero, un típico caballero londoniense, que si lo veías de lejos parecía ser de la alta sociedad, caminaba sin prisa por las calles, como si todo el lugar estuviera a su merced y voluntad sin saberlo.
Y lo estaba.
La figura negra que andaba por las calles de Londres se había metido por unos callejones, desapareciendo y volviendo a aparecer cuando las sombras estaban distraídas.
Nadie jamás hubiera querido cruzarse con él, porque marcaría el destino de todos con la muerte misma.
Claro, a no ser que tengas su misma naturaleza.
Londres estaba escondida debajo de una mesa, intentaba esconderse de las dos almas malvadas que rondaban sus calles en la noche, mientras todos rezaban para que sus familiares, amigos y hogares estuvieran a salvo de los dos monstruos que había nacido de la nada, hijos del mismo diablo, que estaban haciendo una masacre todas las noches.
Cada uno, con su marca personal en sus actos.
Era un duelo.
Un duelo entre los 2 asesinos, sin importar cuántas vidas se llevaban en el proceso.
Querían bajar al otro de su trono del terror y mandar en la zona, poseer el terror para ellos solos, esas almas, esas vidas, ambos lo querían para ellos mismos, difícil sería que ese duelo terminara pronto, y ambos esperaban pacientemente el ahuge de la guerra no declarada, pero que guerra era.
Al contrario de él, la otra figura caminaba por los barrios iluminados, sin pena ni prisa, con un lindo vestido blanco, parecía un ángel o un fantasma si lo veías de lejos, borrachos no tenían pena en acercarsele, claro, sin saber el destino que les aguardaba.
Él solo mataba prostitutas y gente corrupta, policías también.
Ella solo mataba borrachos y gente que había cometido actos contra las mujeres del lugar, acosadores, maridos que habían engañado a sus esposas, cosas similares, y su próximo punto era el destripador de Londres.
Estaba consciente de cómo la estaba retando, matando gente cerca de SU zona, y eso no le agradaba en absoluto, y esto, su rival, lo sabía muy bien.
Ella alertaba a las mujeres que veía vendiendo sus cuerpos para que pudieran protegerse, burlando así, y para esa noche, bastantes víctimas del destripador, quien poco a poco se hacía cada vez más sediento de abstinencia.
Esa misma noche, el 3 de octubre de 1888, luego de avisar a varias mujeres que un peligro estaba cerca de ellas y hacer otra vez un buen trabajo, algo toca su pie, una pequeña nota, cosa que la sorprende, jamás habían intercambiado palabra, solo signos y mensajes indirectos para el otro.
"Mí querida:
En esta gran noche de Londres nos encontramos rondando las calles, yo purgando las almas que lo merecen,y usted también.
Solo que usted, ahora, se está metiendo en mí espacio personal.
En lo que a mí me pertenece.
Le recomiendo apartarse ahora mismo si no deseas terminar igual que el resto.
Sería verdaderamente una pena que lo hiciera, pero, si no me dejas otra opción, me verás por tu camino, al final de este.
Le advierto, alejese y deje de jugar, porque conmigo, bella dama, no se juega.
Con cariño, J.T.R.
(PD:Vaya a la calle Moontbill, le dejé un bello regalo ahí, espero que lo disfrute tanto como yo)"
Leyendo con recelo, orgullosa de estarlo molestando así, sigue caminando por las calles de la única parte que se encontraba iluminada, aún, de Whitechapel, pensando en la nota, el nombre estaba cerca de ella, y lo sabía muy bien.
Pronto, sentiría los pasos detrás de ella, siguendola sin parar, poco a poco, acercándose ante la lentitud al caminar de la femenina.
Sin voltear a ver, para nada, nisiquiera un poco, se hecha a correr, sosteniendo su vestido para ser más ágil y no caer, aún con los pasos apresurados tras ella, quienes esperaban a ver qué recorrido iba a tomar.
Pronto el juego de "quien mataba primero" se había convertido en un "atrapadas".
Metiéndose entre las calles donde había bares frecuentados y callejones escondidos, en donde sabía que el hombre no iba a pasar desapercibido si pasaba, calles que ambos conocían cada piedra en el piso, logra perderlo, para seguir el camino hacía la calle que decía en la carta.
Jamás le había visto el rostro, solo sabía su Modus operandi y a quienes atacaba.
Acercándose a la calle y buscando en donde estaba el dichoso "regalo", el olor a putrefacción y a sangre era cada vez más fuerte, encontrando por fin, lo que se esperaba ver, el cadáver de una de las mujeres a las que había avisado, eso pasaba cuando no le hacían caso a sus palabras.
Con asco, mira bien el cadáver, si, era obra de su enemigo más profundo.
Pronto, sentiría como le tomaban con fuerza las manos frías y con fuerza trás la espalda,y un cuchillo en el cuello la dejaba sin posibilidades de tomar su arma personal, estaba atrapada.
-Mira con quién me encuentro aquí...veo que haz tenido un descuido, me sorprende de usted -la miraba, con la cabeza en su hombro, sin dejarla irse para nada- Viniste a meterte en la boca del Lobo, por lo que puedo ver.
-Sabía que vendría aquí, era evidente que me estaba invitando a venir...
-Supongo, por lo tanto, que sabe quién soy...
-Jack el destripador.
-¡Correct! -exclama el señor, alzando la voz- Y usted es la famosa asesina desconocida de Londres, que nombre tan largo le han puesto, ¿Estoy en lo correcto?
-Lo está...
-me llena de gratitud y alegría encontrarla aquí, veo que le gustó mí regalo, ¿no es cierto? Todo para usted, un caballero jamás se encontraría con una dama sin darle un presente, mí bella dama, vamos, no sea tan fría conmigo, me rompe el corazón en mil pedazos.
-Me sorprende que siga siendo un caballero cuando tiene un cuchillo en mi pescuezo -lo mira, la máscara de nuevo- no puede ser, yo estoy a cara descubierta y usted aún se cubre, que feos modales tiene, Jack el destripador.
-Y digo lo mismo que usted, Es de mala educación meterse en lo que le pertenece a otro...
De un rápido movimiento, que veía desprevenido, ahora tenía a la mujer frente a frente, amenazándolo en el abdomen con una daga igual a la de él solo que con una piedra preciosa de color amarillo, quitandole y tirándole la máscara al piso por su cuenta.
La escena era sacada de una novela fatídica o policial.
Ambos se amenazaban al otro con sus respectivas armas blancas, él, al cuello, y ella, al abdomen, tenían la vida del otro en la palma de sus manos, sin embargo, emanaban tensión.
-Usted y yo no somos diferentes en absoluto, me agrada. -le sonreía, como si de un solo movimiento no pudiera rajarle la carne.
-Creo que sabe bien que era mí próximo objetivo, tranquilamente puedo matarlo ahora mismo si quisiera...-
-Y no lo está haciendo, es sorprendente, estuvimos 3 meses en este duelo y aún ninguno ha terminado muerto, veo que tenemos algo en común, otra cosa más...
La dama mira confundida al caballero, ¿De que estaba hablando?
-Ambos nos atraemos mutuamente, ¿O va a negarlo? Secretamente estuvimos testeandonos por meses hasta este maravilloso momento que estamos compartiendo -con la mano libre,la tomaba con suavidad por la cintura, atrayendola aún más, el cuchillo no estaba apretando, aunque estaba preparado para cualquier tipo de arrebato sorpresa- me interesa conocerla mejor, nadie había sido comparado conmigo, pero usted lo ha logrado, me quito el sombrero ante ello -se retira el sombrero de la cabeza para volverlo a poner otra vez, sonriendo.
El caballero no era un hombre feo en absoluto, había notado sus cabellos color plata y su ojo marrón claro y el otro escondido por su monóculo extravagante, Además de que estaba bien vestido y perfumado.
-¡Hey! ¡Alto ahí,ustedes 2! -la linterna del oficial de policía que había sido alertado por los extraños movimientos y olores que no pertenecían al lugar los había sorprendido, a ellos y al cuerpo a escasos metros, estaban en problemas.
Tomandola rápidamente de la muñeca y separandola, se va corriendo con ella, quien intentaba seguirle el paso, jamás la habían perseguido aunque era tan buscada, simplemente no dejaba rastro y era cuidadosa, y él, bueno, estaba acostumbrado.
-Señor Jack, ¡despacio porfavor! -le grita, mientras más oficiales se sumaban a rodear el área, metiéndose en un callejón, de tantos, se acerca a la escalera exterior de un negocio, la ayuda a subir, apurandola, para ese punto estaba intentando no morir por la falta de aire.
Al llegar al techo, se pasa entre varios, teniendo que saltar algunas veces, en una brecha más amplia, el había pasado sin problema, ella dudaba, temerosa de caer.
-¡Porfavor apurese y salte! ¡Yo la ayudaré! ¡Venga! -le tiende la mano, siendo que poco a poco ya tenían la pista de por dónde se habían escapado.
Los dos podían e iban a terminar muertos si los encontraban.
Negando y alejandose, miraba alrededor, sus colores estaban tan manchados de cansancio y de terror, no le gustaba, necesitaba dejarla a salvo y estar a salvo él.
Podría haber y estar enojado por su metida de pata en sus asesinatos y víctimas, pero realmente le había tomado un cariño esencial a la mujer, quien solo quería proteger a las mujeres tan vulnerables de Whitechapel, el lugar donde la policía jamás hacía nada, menos, por ellas.
-¡No! ¡Me voy a caer! -negaba, buscando otra salida o lugar, al ver que no lo había, lo vuelve a mirar, aún la estaba esperando, con la mano extendida.
-¡Porfavor venga! Sé que no nos llevamos bien, ¡pero si no hacemos esto nos van a matar a ambos! La recibiré aquí, solo hágalo, ¡Lo la soltaré!
Viendo que no había ninguna otra salida, y tomando un fuerte respiro, la femenina hace el salto, con los ojos cerrados y aferrándose a lo que toca al pasar, al cuerpo de su propio enemigo.
-¿Ves? Lo hiciste muy bien...-le sonreía suavemente, mirándola con ternura, ni el sabía de dónde salía ese lindo trato- Pero debemos seguir corriendo, ¡venga!
Ambos habían corrido hasta que la policía les había perdido el rastro, llegando, para esconderse, al propio hogar del destripador.
Cansada por correr tanto, lo primero que la dama hace es recostarse en el sillón más cercano, exhausta, sorpresivamente, el dueño de la casa la había dejado e ido a preparar algo para beber, un té de tilo para calmar las palpitaciones de ambos.
-¿Sabes, Jack? No eres tan malo como pensaba...-lo mira, asomandose por el costado del sillón.
-Mmh, pensé que iba a matarme o tirarme de uno de los techos, usted tampoco es tan mala como pensé...-sirve 2 tazas y le acerca una, sentandose en la alfombra,a su lado- me hubiera gustado agradado conocerla en circunstancias normales.
-Puedes conocerme ahora...¿Realmente te llamas Jack?
Asintiendo con una pequeña sonrisa, la mira.
-¿Y usted? ¿Cuál es su bello nombre, mí bella dama?
-Eevelin, mi nombre es Eevelin, pero mí familia me llama Eve,es un gusto conocerte, Jack...-el hombre toma su mano y le planta un pequeño beso, como un caballero.
Como si no supiera todo eso desde antes, su nombre, cada familiar, cada apodo, donde vivía y sus rutinas.
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