Flash Back
Los meses habían pasado y desde unas semanas atrás podía ver el titulo colgado en la pared de su departamento. Sin embargo ahora no estaba en su actual hogar, estaba parado frente a la puerta de lo que fue su antiguo hogar. Se había ido de esta casa entre gritos y lágrimas, le había prometido a sus padres en aquel entonces que volvería con un título para demostrarles que él fue capaz y de la mano con el hombre que amaba para que supieran que era feliz.
De eso algunas cosas habían cambiado. Su madre había pasado a convertirse en un soporte importante, se había mudado a Estados Unidos por un nuevo trabajo y desde allí estaba constantemente visitando a su hijo y a Kunhang.
El día de la graduación en la Universidad de Michigan estuvo llorando de orgullo y ahora que había decidido viajar a Beijing para cumplir una promesa, fue la primera en apoyarlo pero por razones varias no quería volver a ver al padre de Dejun a la cara.
—Bueno, aquí... vamos —murmuró.
Presionó el dedo en el tablero del timbre escuchando la melodía hacer eco dentro de la casa. Hendery sostenía su mano sin intención alguna de querer desprender el contacto, esto era importante para su chico y sería la manera correcta de finalizar una etapa para empezar otra.
—¿No crees que tardan demasiado? ¿Y si no está en casa? ¿Y si ya no vive aquí?
Apenas dijo esas palabras el sonido del tablero captó la atención de ambos, una voz de mujer se escuchó del otro lado.
—¿Si? ¿Diga?
Dejun frunció el ceño, la mirada de Hendery era igualmente intrigada ¿Una mujer? no sabía como responder ante tal sorpresa pero la mano de su novio en la base de su columna lo incitó a abrir la boca,
—Dis... disculpe pero —preguntó por el nombre de su padre, el tono de su voz había temblado cuando su lengua lo dijo, había sido ya un par de meses que había dejado de hacerlo.
—¿Usted es Xiao Dejun? pase por favor —lo había dicho más rápido de lo habitual, evidenciando ¿Entusiasmo? ¿Preocupación?
Desde un botón dentro de casa activaron la apertura de la puerta exterior. Hendery abrió la rejilla para que el muchacho pasara primero, cuando la cerró tras su espalda se dio unos breves segundos más de tiempo para sostener su rostro y susurrarle que todo estaría bien, no permitiría que esto se transformara en una pelea o en algo que le hiciera daño, habían venido a cumplir una promesa, serían breves y se irían.
Asintió, besó sus labios con castidad y se volteó a la entrada de la casa cuando una mujer joven de rasgos latinos asomó su rostro y formó lo que parecía ser una sonrisa aunque, el brillo no llenaba sus ojos. Mas eso no fue lo que captó su atención, fue el uniforme clínico que traía puesto... para eso había varias opciones.
—No pensé que vería al único hijo del señor Xiao, es bueno que haya venido.
—¿Sucede algo?
Las cejas de la muchacha hicieron un pequeño gesto que desapareció al instante, se hizo a un lado para que entraran aunque su tono de voz y su forma de moverse cambió, había solemnidad, había calma.
—Supongo que no ha visto a su padre durante mucho tiempo, así que antes de ingresar a su habitación sería bueno que supiera un par de cosas —por instinto su mano se aferró a la de Hendery, la muchacha vio aquello y no hizo comentario alguno, no es como si estuviera en contra o algo por el estilo— él está incapacitado de conectarse con el medio externo.
—Dis... ¿Disculpa? —su voz, que siempre era suave, se tornó un poco más ronca esta vez.
La muchacha se mordió los labios, realmente no había visto a su padre hace mucho tiempo, las razones no las sabía ni era de su incumbencia, era una lástima.
—Señor Xiao, su padre sufrió un accidente cerebrovascular hace 7 meses, el hecho que fuera consumidor de tabaco y otro tipo de drogas, sumado a un historial familiar, no ayudaron mucho, la... lamentablemente fue llevado muy tarde al hospital por lo que es un estado irreversible, no se mueve, no habla, no está consciente...
Fin Flash Back
6 años después Beijing, China, Viernes 2 febrero 2029.
Algunos copos de nieve caían cadenciosamente desde el cielo hasta reunirse con todas las que formaban una gruesa capa blanca en el suelo. Miraba con atención hacia afuera desde la ventana de la sala de clases, los alumnos se habían retirado por lo que el silencio había regresado.
Pero no pudo, la vida le había negado restregárselo en la cara aunque a estas alturas lo consideraba una actitud innecesaria. Ese hombre había sido privado de salud y 3 meses después de descubrir Io que le había sucedido, había sido privado de la vida cuando falleció.
Suspiró ¿Le había afectado su muerte? en ese tiempo sí porque ya no había posibilidad de reconciliación, pero ahora miraba hacia atrás con otros ojos y sabía que no había rencor por su ignorancia, al menos él, Xiao Dejun, lo había perdonado.
—Quizás si te quedas más tiempo en esa posición podría dolerte el cuello después.
Al sentir su voz el corazón latió rápido como el de una pequeña ratita blanca. Sus ojos fueron de inmediato a la figura apoyada en el marco de la puerta, era increíble que a pesar de los 10 años que llevaban juntos como pareja se siguiera sintiendo torpe frente a él.
—Dery.
—Jun —avanzó hasta el muchacho de piel palida, se paró frente suyo, estiró las manos y ajustó mejor su bufanda. Su voz era tan baja como un susurro— estás temblando.
El menor miró hacia los lados y luego sonrió con picardía.
—Los alumnos y sus padres se fueron, quizás si utilizas algunos de tus métodos, el frío desaparezca.
Kunhang meneó la cabeza con una sonrisa, nadie podría pensar que aquel profesor de rasgos suaves y mirada inocente en realidad guardaba gustos particulares. Una pequeña mierda insaciable en la cama, un amante pasional que pedía por un poco más.
Su complemento perfecto.
—Todo lo que quieras cariño, pero —miró el reloj en su muñeca— ya son las 16, se hace tarde y no he almorzado por esperarte, yo ya estoy libre así que ven conmigo, vamos a comer por allí primero.
Después de dejar las cosas correspondiente en unas oficinas, Dejun se despidió de sus colegas antes de avanzar por los pasillos de la mano con Hendery Wong. A estas alturas muchos países no tenían prejuicios respecto a las relaciones del mismo sexo, bueno... siempre habría excepciones pero al menos podía caminar tranquilo por las calles con el hombre que amaba.
La vida había sido muy generosa en el tiempo que había transcurrido. Hendery había abierto otras 3 sucursales de su cafetería temática, 1 en Nueva York, otra en Montreal y hace poco en Beijing, su deseo era hacer una marca reconocida aunque sabía que le quedaban muchos años para lograr ese sueño en particular.
Almorzaron, pasearon por los parques e incluso tuvieron su pequeña mini guerra con bolas de nieve, pero sabían que no podían disfrutar eternamente, no habían preparado sus cosas, mañana salían antes del amanecer.
///
Lenta, muy lentamente pasó su dedo índice de la mano derecha por la parte superior de su tabique nasal hasta llegar a la punta de su nariz, luego continuó con las mejillas creyendo que no había una piel más suave en el mundo ni más perfecta que esa.
Suspiró y tembló, las emociones lo embargaban cada vez que estaba a su lado, describirlo con palabras precisas era una tarea complicada porque incluso él tartamudeaba un par de segundos antes de hablar.
¿Era posible estar enamorado a ese nivel? Secó sus lágrimas con discreción al mirar hacia el frente, eran las 6 de la tarde, todo estaba oscuro y afuera seguía nevando. Habían jugado creando muñecos de nieve como todos los demás solían hacerlo, pero se cansaba con más facilidad.
Sonrió, tan solo tenía 3 años.
—Ovejita —murmuró cálidamente contra su frente, escucharla suspirar somnolientamente lo hizo sentir el hombre más afortunado del planeta, no, de la existencia misma— ovejita, tenemos que preparar la cena.
—Papi mmmm —balbuceó un par de incoherencias hasta abrir lentamente sus ojos solo un poco— "quero" dormir más.
Yongqin empezó a reír porque la conocía, sus pucheros, la forma especial de pestañear cuando quería conseguir algo como si fuera un ángel, esa niña sabía que era su debilidad pero no, no iba a ceder a sus encantos. No esta vez.
El pelinegro abarcó su pequeño cuerpo dentro de sus brazos, hundió su rostro en su cabellera larga y ondulada color oscura para inspirar el aroma a colonia de bebé que traía. Suspiró, de verdad amaba a su hija.
—Si continuas con la siesta, papá cocinará brocoli todos los días y tú no quieres eso ¿Verdad?
La sola amenaza despertó de golpe a la pequeña que se movió inquieta entre los brazos de Ten para observarlo directamente a los ojos, no podía estar hablando en serio ¿O sí? Cuando se dio cuenta que la siesta sí había acabado, se colgó como monito a su cuello y torso para ser llevada hasta la cocina, allí podría jugar en una pequeña mesa preparada para ella con sus muñecas mientras el enorme hombre se encargaba de la comida.
Los dos eran una familia feliz.
Se volteó hacia una tabla donde se disponía a cortar la carne, estuvo tan ensimismado en ello que, cuando dos brazos lo rodearon y un rostro se enterró en la parte posterior de su cuello, supo que la tercera parte de su familia había llegado.
—Corderito —murmuró soltando el aire que había contenido en sus pulmones.
—Hueles a colonia de bebé mezclada con perfume de hombre, no sé como sentirme al respecto —susurró esbozando una sonrisa perezosa— nunca pensé que el papel de padre te quedara tan bien —su voz se tornó más grave.
—¡Papá "Yan"! —la niña, que había estado bajo la mesa recogiendo juguetes, saltó de allí estirando sus brazos, YangYang se agachó, la capturó contra su cuerpo como si abrazara un pequeño oso de peluche, besó su mejilla efusivamente y se irguió por completo.
Le hizo una señal a Ten de que se tomaría unos minutos con la niña, quería ducharla y colocarle la pijama para que cenaran más cómodos los tres en la mesa.
El ex demonio asintió repetidamente y se concentró en la comida dejando que la sonrisa bobalicona tomara control de su boca, la felicidad no cabía en su pecho, pequeños grandes logros que le decían que el Dios arriba allá en los cielos de verdad lo había perdonado. ¿Pero cómo llegaron a esto en 6 años?
Miró la mano que sostenía la cuchara y volvió a sonreír, una simple pero muy significativa sortija brillaba en el dedo anular como muestra de un matrimonio que se había llevado a cabo en Alemania hace 3 años. Los cercanos del muchacho que alguna vez tuvo en la universidad se mostraron sorprendidos cuando se enteraron por redes sociales que él mantenía una relación con quien llegó a ser el entrenador de baloncesto. De la reacción de NingNing no sabia, nunca más había aparecido en su vida.
Pero a ellos nada les importaba más que la prosperidad de quienes amaban y fue así que también pensando con la misma lógica del corazón, entablaron conversaciones importantes. ¿Llegarían alguna vez a formar una familia? En ese entonces, hace 3 años, YangYang tenia casi los 26 y el deseo de disfrutar la libertad era mucho más grande que otras cosas, disfrutar que vivía junto al hombre que quería, viajar, trabajar, entre otros placeres.
Sin embargo y quizás ante la ayuda de quienes en el más allá siempre favorecieron para que el demonio se quedara con él, YangYang empezó a considerar la idea cuando vio el brillo de Yongqin cada vez que mencionaba el tema.
—Mierda.
Masculló cuando una chispa de aceite saltó a su brazo, distraerse mientras cocinaba no era bueno pero no podía dejar de hacerlo. Dejó las verduras a fuego lento, se acomodó en un taburete y observó las fotografías en su teléfono.
Lee Myah era el nombre de su hija, una preciosa niña de ojos color miel chocolate, cabello ondulado y oscuro que llegaba hasta su cintura, nariz pequeña y la tez sumamente clara, era la descripción de lo que consideraba lo más lindo que había visto alguna vez, una dulzura que lo eclipsó cuando hace 2 años atrás decidió junto a YangYang visitar un orfanato y la vieron sentada en el suelo abrazando una oveja de peluche.
Lee Yongqin no estaba dispuesto a traer un niño al mundo con sus propios genes, aunque ahora era humano ¿Qué sucedía si traía un niño al mundo? ¿Vendrían algunas consecuencias de su pasado como demonio?
Adoptarla había tomado otro año, tiempo en el cual fueron considerados idóneos, papeleos y más papeleos que terminaron cuando firmaron ante un juez la custodia de, en ese entonces, Guinn Myah, una niña que había nacido en Georgia.
Media hora más tarde YangYang ingresó a la cocina de la mano de ella.
—¿Está todo listo? Terminaremos de colocar el mantel y los utensilios.
Cenaron y hablaron de cualquier cosa, aunque cada uno estuviera ocupado en su trabajo siempre buscaban la manera de guardar momentos sagrados, como la cena en familia.
—Muchos pacientes, enfocar sus problemas en encontrar soluciones es agotador pero gratificante —YangYang se había graduado como psicólogo, aunque pronto pretendía iniciar alguna especialización en niños.
—Guarda un poco de energía, aún tenemos que preparar el bolso, salimos temprano al amanecer.
La nieve afuera seguía cayendo pero el viento había cesado. Ellos disfrutarían con sus amigos el fin de semana en las costas del sur de Taiwán (dónde actualmente vivían) ¿Por qué no aprovechar estos pequeños momentos antes de partir?
Después de armar una maleta, de cepillarse los dientes y cepillar los pequeños de la niña, solo por hoy Myah se acomodó en el espacio que había quedado en los cuerpos de sus padres en tan enorme cama, el cansancio, una panza llena y el afecto de quienes se habían convertido en las personas más importantes en su vida, fueron desencadenantes perfectos para terminar profundamente dormida.
—Con ese pijama blanco en serio parece una ovejita —susurró YangYang tocando la punta de su nariz con un dedo.
Padre a los 28 años, una niña de 3 que empezaba a demandar mucha energía. Nada sonaba extraño en realidad cuando el hombre que estaba al otro lado de la pequeña figura había sido un demonio y que las cicatrices de su espalda eran la evidencia clara.
Era el futuro que no había esperado tener pero viviéndolo no imaginaba desprenderse de él.
—Sé que nos merecemos un tiempo a solas para disfrutar pero no dejo de sentir lástima pensando que vendrán a buscarla tan temprano en la mañana.
—Mis padres adoran a su nieta, creo que nos mandarían a 100 viajes con tal de tenerla en casa —dejó de observar a la niña para mirar al hombre que estaba al otro lado, sus ojos rasgados se volvieron más intrigantes, la boca formaba una línea simple— ¿Qué?
—Buenas noches, corderito —estiró su mano y besó el dorso de esta, luego se acomodó para que la niña estuviera apoyando el rostro sobre su camiseta en la zona donde latía el corazón que se había ganado siendo humano. Besó la frente de ella lleno de afecto— buenas noches... ovejita.
Al otro día.
Ropa suficiente, zapatos, cepillo de dientes. YangYang observaba el pequeño bolso de princesas de Myah para cerciorarse que todo estaba bien mientras el pelinegro a su lado colocaba la bufanda alrededor del cuello de ella y ajustaba su abrigo.
Los padres de YangYang ya estaban en camino y ellos prácticamente también estaban listos para salir, había un viaje que los estaba esperando.
—Apenas "pedo moveme" papi —hizo un puchero cuando estuvo lista. La temperatura a las 7 de mañana eran de 2 grados después de toda la nieve que había caído, la niña hizo el intento por mover los brazos o avanzar pero su desplazamiento era semejante al de un pingüino— mira, mira.
—Ten, esta vez estoy a favor de Myah, le cortarás la circulación de su cuerpo con tanto abrigo.
Tornando los ojos blancos, el aludido resopló y le hizo caso, a veces tendía a exagerar con el cuidado de la niña pero, como todo padre primerizo, había cosas que no sabía como llevar o actuar.
Cuando llegó la hora de despedirse, capturó su pequeño cuerpo contra el suyo y le susurró que se portara bien con los abuelos, que sus padres la amaban y que en caso de cualquier cosa siempre estaban a la distancia de una llamada.
YangYang hizo lo mismo observándola con devoción y una sonrisa boba, de haber pensado en la paternidad la imaginaba después de cumplir 35 o algo así, pero motivos de fuerza mayor lo llevaron a ceder a la petición de Ten. Con el tiempo se enamoró de la idea y más tarde cuando la pequeña ya era su hija, se enamoró por completo de ella.
—Realmente me haces sentir orgullosa cariño —murmuró Chengzuo antes de estirar su rostro para besar la mejilla de su hijo— es como si un bebé cuidara de otro bebé.
No tuvo tiempo de protestar, se enfocó en la manita que se movía hacia ellos en modo de despedida hasta que la puerta de la casa se cerró dejándolos absolutamente solos. Sintió el nudo en su garganta, eran maravillosas las diferentes formas de amar que tenía el humano.
Observó a Ten, este lo miraba intensamente como si fuera a devorarlo con sus ojos rasgados, como si el hecho de que la hija de ambos se hubiera ido, hubiese permitido que el ambiente tomara los matices sexuales que tan bien ambos sabían llevar. Jadeó, aquel honbre se acercó tras su espalda, inclinó la cabeza hacia atrás para sentir con mayor intensidad la respiración del ex íncubo.
Si, estaban excitados.
—No ahora, cordero... en 5 minutos nos están esperando —utilizó su mano para sostener la erección de YangYang, apretarla un par de segundos y deshacer el contacto cuando el muchacho se volteó para besarlo fogozo.
—5 días sin nada de nada, animal... —gruñó— me voy a volver loco ¿Es que ya no te provoco?
—Corazón, puedes ponerte una bolsa de basura encima y voy a estar tan caliente que no dejaría de pensar en ponerte en cuatro para follarte hasta que grites mi nombre —sus palabras rápidas, precisas y calientes, lo hicieron jadear—pero tengo un punto para no tocarte... solo espera y verás.
—Podrías utilizar un apodo mas masculino ¿No? —hizo un mohín, Ten se mordió la mejilla derecha por dentro para evitar reírse en su cara. ¡Amaba verlo tan necesitado de su cuerpo!— ¿No escuchas esta voz? ¿No has tocado una erección ya?
—Pequeña mierdita cachonda —utilizó su mano para darle una nalgada, ahora que Myah estaba con sus abuelos podía permitirse caricias más subidas de tono— sube la maleta al auto, esta vez conduciré yo.
///
—¡Bienvenidos a Diavolo! escucharon aquella voz gritar con efusividad desde la primera cubierta de aquel yate de 3 pisos.
Dejun sostuvo por instinto la mano de su mejor amigo, ambos se miraron con el ceño fruncido y luego volvieron a dirigir los ojos hacia la menuda figura del otro individuo de los mosqueteros, Jungwoo. Su sonrisa reflejaba la alegría que sentía en estos momentos y es que no todos los días inaugurabas un yate de lujo en la costa de Taiwán con el nombre de un antiguo club sexual.
Doyoung recibió a sus amigos en el muelle, todos vestían con abrigos largos para aislarse del frío aunque entre abrazos murmuraba que dentro estaba muy cálido. Hubo un atisbo travieso, algo que solo ellos como ex demonio comprendían y algo por lo que sonrieron antes de dar una breve mirada hacia sus "humanos".
—Que beneficioso tener un amigo con Yate —murmuró Dejun emocionado antes de tirar de la mano de YangYang y subir por la escalinata con la ayuda de un asistente.
El yate había sido adquirido por Doyoung para su novio como un regalo, pero ambos sabían que algo de esta envergadura era una fuente para crear recuerdos en alta mar junto a sus mejores amigos, también un reflejo de la buena situación económica que tenía después de hacer las inversiones correctas.
Con el paso del tiempo Kim Doyoung se había esforzado para hacerse un camino en la dura industria del modelaje, alguna vez le dijeron que no en una audición, otras muchas veces le dijeron que sí.
Hasta que un famoso diseñador lo eligió por su particular belleza andrógina para que firmara un contrato para ser el rostro de su marca de ropa, eso había sido el paso directo a una fama mayor.
Después de unos minutos recorrieron el yate por completo, habitaciones equipadas con camas tamaño King y LED de lujo, baños, cocina totalmente equipada, salón de cine, entre otros.
—Doyo me dijo sobre invertir en un yate —murmuró Jungwoo dentro de la cabina de mando, el reloj marcaba medio día— así que adquirimos clases de náutica hace mucho tiempo... como ven no es difícil pero uno debe estar preocupado de todos los detalles, antes que ustedes llegaran nos tomó un par de horas a nosotros tener todo listo, es nuestra primera vez navegando, ni siquiera dormí.
—¿Y por qué no contrataron a alguien para eso? —preguntó YangYang de brazos cruzados, no era mentira cuando decían que adentro todo estaba más cálido, aunque, a esta hora, el cielo se había despejado y el mar los rodeaba con aguas azules.
—Doyoung no quería, no en este viaje... de hecho ha estado particularmente extraño.
Dejun sintió sus mejillas arder cuando fue encajando las piezas, había creído que Hendery era el único que parecía haber entrado en un estado de celibato hace 1 semana cuando en realidad los otros dos ex íncubos estaban haciendo lo mismo. Estaba abrigado pero incluso de esa manera sintió un escalofrío martillear cada vértebra hasta temblar. ¿Y si...?
Abandonaron el tema cuando Doyoung los llamó por un intercomunicador para decirles que el almuerzo estaba servido en el comedor. Durante el resto del día disfrutaron cuando el yate avanzaba mar adentro, conversaron de forma distendida en la cubierta del tercer piso junto a los rayos de sol que parecían dejar solo como un sueño el paisaje blanco después de la nieve.
Aún así ninguno siquiera pensaba en desprenderse de la ropa lo suficiente como para quedar en traje de baño. Pero las horas avanzaron y la temperatura volvía a descender, la humedad salina se hacía más densa por lo que entraron justo cuando las primeras estrellas empezaban a divisar en el cielo del atardecer.
—Los niños no se me dan —apunto Jungwoo con un tenedor a YangYang mientras cenaban— pero Myah es un caso particular, esa niña fue creada para darme esperanzas de que no todos son una bola de mocos y lágrimas.
La sonrisa bobalicona e instantánea en el rostro de Ten provocó la risotada en la mesa, era imposible no sentirse lleno de cariño cuando escuchaba el nombre de su hija, para YangYang era imposible no sentirse enamorado cuando veía a su esposo en el plan de padre, la vida daba vueltas increíbles, vueltas que estaba agradecido que existieran.
—¿Ahora quieres ser padre también? —murmuró con suavidad Dejun pero con cierta malicia para verlo abrir su boca impactado.
—No estoy hecho para ser padre, apenas puedo alimentarme a mi mismo como para... —incluso sus orejas se tornaron rojas, Doyoung meneó la cabeza y sonrió a su plato.
—Nunca digas nunca, yo apenas me siento un adulto independiente —dijo YangYang con una sonrisa que hacían explotar sus mejillas—pero a pesar de todo di el paso y mírame, no puedo pensar en mi vida sin esa niña que me mira como si fuera su universo completo... aunque, si nunca quieres ser padre, también es una opción respetable como cualquier otra.
Jungwoo y Doyoung se miraron con ansiedad el uno al otro, no, un niño no estaba en los planes aún, aunque después de ver cómo un ex demonio temperamental de la envergadura de Ten, ahora brotaba amor y risas por los poros con una hija, creían que los milagros existían.
Hendery observó en silencio a su novio y la delicadeza con la que comía el trozo de carne. Había visto en vivo y en directo la dedicación que tenia con sus alumnos, la manera en la que cargaba en sus hombros a Myah y el solo hecho de imaginarlo en silencio observando un bebé en plan de padre, llamaba sus instintos de querer echar sus propias raíces.
Como su amigo también lo hacía.
///
—¿Vas a irte a dormir? —la voz ronca tras su espalda lo hizo saltar, Jungwoo pestañeó somnoliento pero despertó de golpe cuando vio a Doyo vestido totalmente de negro y apoyado en la puerta de la suite
— ¿Ya estás cansado?
—Yo... ehh —dubitativo mordió el pulgar de su mano derecha— llevo más de 24 horas sin dormir, ya casi es media noche...
—Hicimos este viaje para disfrutar —Doyoung repasó su lengua por el labio inferior observando al muchacho, había sido difícil contenerse. Avanzó hasta la figura de su novio y succionó su cuello hasta sentirlo jadear— adapté el salón principal —susurró— ponte ropa ligera.
Había introducido su mano en la ropa interior del coreano hasta provocarle una erección, luego lo soltó, le guiñó el ojo y desapareció. La mente de Jungwoo también empezó a encajar las piezas de las actitudes sospechosas hasta sonrojarse, momento en el cual prácticamente quitó su ropa desesperado para colocarse la que traía en la maleta.
Esto era en serio ¿Verdad? ¿Realmente lo repetirían?
Avanzó a pasos agigantados por dentro del yate para llegar al salón principal, mientras avanzaba podría haber apreciado los detalles de cuero blanco o madera que hacían de este un Yate lujoso, pero no, eran nimiedades cuando en su mente solo podía estar una idea candente.
Abrió la puerta y jadeó cuando vio la luz tenue del lugar. Ten estaba sentado en un sofá con ropa oscura, tanto como Kunhang y como Doyoung. Frente a ellos estaban Dejun y YangYang que tragaban saliva en silencio.
—Somos todos adultos en este yate, yo sé que ustedes también lo desean.
—Pe... pero ¿Cómo son las reglas ahora? —el coreano alcanzó a modular un par de palabras cuando se sentó al otro lado de YangYang.
Ten miró a su corderito, miró a los amigos de este y sonrió con lascivia, los tres retorcían sus dedos ansiosos, mierda. Si, lo anticipaban ¿Habían pasado 10 años desde la única vez que decidieron jugar de verdad?
—Las reglas es que no hay reglas —susurró Doyo— es que no hay límites... los tres —indicó el lado de ellos mismos— somos humanos pero tenemos un apetito voraz como cuando éramos demonios… en este espacio, en este momento, los permisos están concedidos cuando se trata de sexo.
—Yo quiero sugerir —levantó la mano Dejun con una pureza que jodió la mente de Kunhang, una pureza que no coincidía con los pensamientos que cruzaban su cabeza— yo quiero dar el primer paso...
Todos asintieron.
Con los ojos brillando de lujuria, Dejun miró a los ex demonios uno por uno pero luego giró el rostro hacia el lado donde su amigo Liu YangYang estaba sentado. Se paró, se sentó de rodillas con delicadeza para empezar a desabrochar uno por uno los botones de la camisa que el cordero llevaba puesta.
—De… Jun —jadeó Liu.
—Las reglas es que no hay reglas, amigo mío —susurró antes de inclinarse adelante y mordisquear un pezón.
Los ex demonios contuvieron la respiración pero fue Doyoung quien soltó un breve jadeo cuando Jungwoo se inclinó hacia el lado para empezar a besar los labios de YangYang de forma voraz. Las relaciones, esos cariños de profunda amistad al borde de la hermandad que se tenían los tres mosqueteros, se evaporaron en altamar.
El muchacho cerró los ojos y respondió el beso como si estuviera sediento, pero dejó de chupar el labio inferior de Dejun cuando Jungwoo arrastró caliente la boca por su abdomen.
Se atrevió a mirar hacia el frente, los demonios observaban el espectáculo con hambre.
—Un desafío de ex demonios contra humanos —confirmó Kunhang.
Jungwoo y Dejun apoyaron su rostro en el cuerpo de YangYang para cesar, por ahora, las caricias y observar a sus parejas. Asintieron.
—Esto se juega con varias personas —murmuró el modelo— Ten, necesito que te pongas de pie.
Sin cuestionamientos, aquel hombre se paró obedientemente sobre sus pies descalzos antes que Doyoung se sentara de rodillas frente a él y antes de bajar la cremallera de su pantalón, descenderlo por sus piernas y dejar que la malicia iluminara sus ojos.
—Separa un poco tus piernas, cariño —masculló Kunhang, Ten lo hizo, su altura descendió sólo un poco mientras creaba distancia entre sus pies, pudo sentir al rubio sentarse de rodillas por detrás— abre tu mente.
Jungwoo sabía que el juego debía mantenerse siempre caliente, así que empezó a chupar el lóbulo de la oreja derecha de YangYang mientras este buscaba lentamente la erección del coreano bajo la ropa interior.
El cordero metió la otra mano en la ropa interior de Jun pero sus dedos viajaron por la curvatura de su trasero para inmiscuirse en el pliegue y tocar su ano. Dejun jadeó y empezó a masajear con la mejilla la erección de su mejor amigo. Por el otro lado, Doyo llenó de besos cada centímetro de las piernas de Ten, estaba completamente enamorado de Jungwoo pero sabía admitir cuando alguien estaba bien.
—Provecho —susurró para si mismo, mordiéndose los labios cuando Ten sostuvo su propia erección y tocó con la punta de su glande los labios húmedos de este.
¿Qué era moral e inmoral en la situación? Todo y a la vez nada. En el mundo del sexo para los íncubos no había límites, ellos estaban hambrientos, ellos podían aceptar todo dentro de estas paredes porque se tenían respeto y admiración. Una persona normal podría encontrarlo aberrante, pero, una vez más, nada era normal en las 3 parejas ¿Quién se enamora de un demonio? nadie, excepto ellos ¿Quién se transforma por amor, siendo parte del legado de Lucifer? nadie, excepto ellos 3.
Abrió su boca voraz para que Ten lo follara hasta la garganta, tembló de deseo absoluto cuando sujetó con fuerza los cabellos casi blancos de su cabeza para enterrarse más y más.
—Nunca pensé que ver a mi novio ser follado por el tuyo fuera tan delicioso —Jungwoo chilló contra el rostro de YangYang— mierda amigo, tengo que besarte de nuevo.
—¿Qué esperas?
Asaltó la boca de Liu de nuevo sintiendo como este lo masturbaba con la mano caliente. Dejun sentía que explotaría de la excitación viendo el espectáculo que montaban al frente de ellos y necesitaba canalizarla. Sintió que su boca tenia saliva, era deseo, era el deseo animal de chupar algo cuanto antes.
Giró el rostro, bajó el boxer oscuro de YangYang y tragó el miembro hasta la garganta dejando que este acariciara su circunferencia trasera.
—Yo no me voy a quedar sin nada, maldita sea —masculló Kunhang. Se inclinó hacia adelante y se deleitó con la textura en su lengua de los pliegues del trasero de Ten, tembló de deseo cuando lo sintió gruñir desde lo más profundo de su pecho— es un honor para mí tocarte, amigo, lo digo en serio... disfruto esto.
Miró con fascinación el trasero musculoso y bien formado de Ten, lo amasó un par de veces y lo separó lo suficiente para chupar su cavidad trasera, incluso para gemir y sudar el pelinegro era masculino.
YangYang miró los ojos de Yongqin y este de vuelta, cada uno estimulado por sus amigos, cada uno temblando como animal.
—Te voy a follar cordero, te voy a follar tan duro que no vas a poder levantarte... mierda —masculló entre dientes.
—Siente esto, Yongqin —susurró fascinado Kunhang antes de chuparse un dedo e introducirlo al enorme hombre, sus tobillos temblaron tanto que se tambaleó pero la mano del modelo delante lo sujetó— cuidado campeón, estás descubriendo los placeres del punto G masculino.
—Hendery —masculló en respuesta.
Pero introdujo otro dedo y el gruñido brotó de nuevo, no le gustaban las etiquetas y bien sabía que en el sexo valía todo, pero nunca en su existencia había dejado que alguien se atreviera a meterle algo por detrás. No lo consideraba anormal, solo podía pensar en el placer.
—Podría metértela, probar algo nuevo... tenerte pidiendo por mi verga, al gran Ten, el demonio que nadie pudo dominar.
El aludido miró hacia abajo, Doyoung le pestañeó con fascinación teniendo hasta los testículos en su boca, estaba a punto de correrse.
—Chupas... chupas muy bien, Dios, Dejun —gimoteó YangYang desesperado, la imagen era tan pervertida que llegaba a disfrutarlo, el rostro húmedo de su amigo, sus mejillas sonrojadas y los gemiditos de puta que tenía mientras este tocaba su ano.
—YangYang, por favor... tú... tú.
La pelvis del coreano estaba inquieta moviéndose contra la mano de este. Sin inhibiciones, solo el libido de la carne tenía que ser el que dominase cada movimiento.
No lo pensó dos veces, se inclinó hacia el lado como pudo y empezó a chupar la erección de Jungwoo mientras este tiraba de su cabello y le susurraba que estaba haciendo todo bien.
—¡BASTA! —gritó Ten.
Cada uno se separó de lo que estaba haciendo y lo vieron con admiración cuando se quitó la camisa sobre su cabeza, los demás entendieron el mensaje, todos se desnudaron por completo en aquel salón.
—Voy a considerarlo en algún momento Kunhang —susurró Yongqin cerca de sus labios, ambos jadeaban— no te entusiasmes demasiado.
Doyoung se limpió las comisuras labiales con el líquido pre-seminal que había dejado su amigo en él, sonrió con fascinación, sabía muy bien.
Los ex demonios miraron a los humanos y no dejaron espacios de dudas para el siguiente movimiento.
Yongqin caminó directamente a Jungwoo, puso una mano en su hombro para que se sentara de rodillas y sin previo aviso metió su erección en la boca. Este jadeó con lo lleno que se sentía, sus ojos brillaron y su lengua tuvo vida propia.
—Maldita sea, chupas tan bien como tu novio, chupa más fuerte... pequeña puta coreana.
El siguiente fue Doyoung. ¿Qué importaba que Dejun fuese unos escasos centímetros más bajo que él cuando era más delicada que una flor? Lo empujó para que diera la cara al sofá, con las palmas en los cojines de cuerpo y su trasero quedara en el aire. Escupió el ya trabajado ano y metió su pene poco a poco estirando las paredes.
El muchacho lanzó un gemido al aire pero empujó más fuerte su trasero para que lo jodiera tanto como quisiera. Hendery se quedó parado mirando a Liu YangYang, el muchacho de cabello oscuro estaba empapado completamente pero sabía que aquel corderito católico pedía a gritos ser estimulado. ¿Quién era él para negarse a sus deseos?
Estiró la mano e hizo un gesto con el dedo índice para que se acercara. Como si estuviera bajo un hechizo, YangYang estiró los brazos, Hendery lo levantó en el aire hasta empotrarlo contra una pared, abrió sus piernas y se posicionó entre estas para introducir también lentamente su pene en él.
—Yo sé que querías esto, cariño —cuando entró en su trasero hasta el fondo, lo escuchó lloriquear de fascinación— te haces el valiente, el hombre rudo, pero en el fondo siempre vas a querer que te la metan así, lento, lento —cuando hablaba, lo penetraba con la misma calma, unieron sus frentes, el pecho de Liu subía y bajaba con una respiración frenética, Kunhang Io aprisionaba con sus pectorales— podría joderte tanto, correrme en ti...
—Hendery.
—Señor Wong para ti, insolente —estaba tan tentado de decirle cordero, pero sabía que era un apelativo que se había ganado del hombre que amaba, con sentimientos él no tranzaba.
Ten tiró del pelo de Jungwoo hacia atrás tan fuerte que lo sintió gemir de dolor.
—Voy a decorar tu linda carita —se inclinó, chupó sus labios para probarse a sí mismo y luego tomó su erección con firmeza.
No le costó expulsar semen sobre la frente, el tabique nasal, parte de sus mejillas y terminar gruñendo compulsivamente cuando volvió a meterlo en su boca para derramar el resto de semen, quería que se lo tragara, quería ensuciarlo para que supiera lo bueno que sabía.
—Traga, cariño, chupa... chupa, mierda
¡Jodida puta! lo succionaba como un profesional y eso no hacía más que encenderlo otra vez. Sí, podía tener orgasmos muy seguidos, gracias a la generosidad de Dios por no arrebatarle el apetito sexual.
Y mientras Jungwoo se masturbaba mientras bebía de Lee Yongqin, este miró hacia el lado y resopló caliente viendo a Dejun montando el miembro de Doyoung, luego giró la cabeza hacia atrás, Hendery exprimía el cuerpo de su pene viendo fascinado como algunas gotas de semen caían en alrededor del ano del corderito y no dentro.
—Lo hiciste muy bien, Jungwoo —lo besuqueó como recompensa, pero cuando este trató de abrazarlo y rogarle que lo penetrara, esto lo observó a los ojos pensando la situación— Bien...te lo has ganado.
La confianza era la base de toda relación, la satisfacción que concedía prestar tu cuerpo para que otro lo disfrutara, era enorme. Tanto ex íncubos como humanos sabían que ellos mismos trazaban los límites de su propia moral y que mientras hubiera respeto y admiración por el otro, podían tomar participación en estos juegos, cada uno confiaba en su pareja real, sabían que sexo era sexo y que una vez se cerraran las puertas del acto llamado orgía, volverían a verse con los mismos ojos hasta una nueva sesión.
¿Lo repetirían? Sí, mientras fueran hombres sanos y siempre cuando la pareja del otro estuviera presente.
Pero nada, absolutamente nada en este mundo se comparaba con la sensación de ser tocado por aquella entidad/ persona que estaba destinada para hacerte feliz dentro y fuera de la cama, ese otro que te hizo cuestionar tus propios límites y que tanto podías dar de ti para verlo feliz.
YangYang sintió como Yongqin llenaba de besos su mejilla empapada en sudor mientras sus manos acariciaban toda su espalda hasta descender hacia su trasero. La fuerza de penetración era precisa, los movimientos eran cadenciosos para que cada gemido brotara en el momento correcto.
—Te amo, corderito —jadeó con su aliento caliente contra su piel, estaban con los ojos cerrados — te amo.
Hacer el amor dentro de la madrugada, era lo que cada pareja estaba haciendo en la habitación designada del yate, en la privacidad de sus cuatro paredes. Con sonrisas, besos, caricias y la conexión especial que tenían.
—Yongqin —balbuceó girando el rostro para besarlo en los labios.
El aludido sintió la tensión del muchacho cuando se deshizo en un orgasmo. Suspiró, el cordero separó el beso y enterró el rostro en la curvatura de su cuello entregándose para que él continuara penetrándolo con gusto y paciencia hasta correrse también. La misma posición que habían usado tantas veces, la misma posición cuando YangYang siendo su alumno y en la época en que se odiaban,si, cuando empezó a frotarse sobre su muslo.
—Me habías dicho que no eras gay y mírate ahora bebé, terminaste casado con tu profesor de deporte —besuqueó su mejilla como si besara a un pequeño— ducha, ahora.
—¡Yongqin! Bájame ¡Bájame! —dijo con voz ronca pero entre risas.
—Me dejaste lleno de semen ¡A la ducha ahora!
Después de mucha agua, jabón y shampoo, se secaron el cuerpo, el cabello y se metieron en pijamas, pero fue YangYang quien le tiró una manta gruesa de polar y le indicó que subieran a la tercera cubierta del yate para mirar las estrellas.
El frío calaba hasta los huesos pero nada que unas cuantas ropas, mantas y chocolate caliente no supieran arreglar. Se sentaron en las reposaderas, abrazados para compartir el calor. El silencio del mar era increíble, el yate ni siquiera emitía ruido, las olas estaban en lo más mínimo de su nivel.
Miraron hacia el cielo donde la luna era la única que iluminaba, a su lado las estrellas titilaban, la contaminación de la ciudad no les permitían tener este tipo de maravillas. Eran las 4:30 de la madrugada.
—Gracias YangYang —murmuró después de un rato— porque me... hiciste conocer lo que era el camino correcto.
—Yongqin —dijo con la voz estrangulada.
—No, en serio... pienso en lo que fui, en lo que hice y no me siento orgulloso, pero luego te miro —lo hizo, giró el rostro para mirar los oscuros de su niño, a esta altura un hombre de 28 años— y me calmo, luego miro a Myah y vuelvo a creer que no soy lo suficientemente bueno para nuestra hija ¿Soy un buen padre? ¿Soy lo que ella merece?
Eran los miedos constantes con los que tendría que lidiar en adelante. Ten nunca había tenido padres dado su origen demoníaco, su única referencia eran los padres de YangYang. Había querido experimentar la paternidad porque tenía la necesidad de ver como crecía un humano desde pequeño.
—Eres lo mejor que Myah puede tener, incluso mejor que yo... no eres padre por coincidencia, de seguro son otras formas de demostrar que Dios nunca se equivocó con convertirte en humano también.
Dios le había dicho que tenía muchos propósitos que cumplir y no se había equivocado. Cuando Lee Yongqin abandonó su trabajo como entrenador donde YangYang jugaba, decidió vender por fin todas las pertenencias que adquirió siendo demonio para tener dinero suficiente e invertirlo ¿En qué? una organización sin fin de lucro que ayudara a los deportistas chinos que no recibían apoyo para participar en competencias, deportistas de todo tipo, incluso los paralimpicos.
Se había codeado con las personas para saber donde invertir su dinero y recibir así una fuente constante, pero también pedía ayuda de los grandes ricos. La otra parte del dinero la usó para comprar una casa donde vivir con YangYang, el lugar que se había convertido en el lugar de Myah también.
La ONG la manejaba otra persona, a quien le paga, él se hacía su propio sueldo trabajando como profesor de deportes en una escuela, esta vez un puesto que se había ganado de verdad.
—Tengo muchos miedos YangYang, dime que siempre estarás a mi lado.
—Lo estaré Ten, lo estaré siempre, por eso me casé contigo.
Yongqin sacó el teléfono que tenía a un costado, golpeó con su codo a YangYang para que observara, de fondo de pantalla estaban los tres. Myah riendo llena de pureza hacia el frente, por un lado YangYang besando su mejilla y por el otro lado Yongqin.
—Ustedes son mi familia —dijo con los ojos llenos de lágrimas— le agradezco al imbécil de Asmodeo haberse equivocado conmigo, ponerme sentimientos, hacerme a mí y mis amigos diferente...
—El amor es uno de los poderes más fuertes —secó las lágrimas de su esposo— Kun era la obsesión del demonio, eso no era amor, Asmodeo nunca lo experimentó.
Hubo un silencio tranquilo, el olor salino de las aguas marinas llegaron a sus pulmones. Yongqin acarició con un pulgar el rostro de su hija en la pantalla y tembló con un enorme nudo en la garganta.
—¿Tú crees que él busque una forma de atacarnos? ¿De vengarse?
—¿Qué es lo peor que puede hacer, Yongqin?
—¿Vengarse con nuestra hija? Fui un demonio, conozco sus intenciones ¿Te imaginas Myah cometiera el mismo error que el tuyo? Yo no podría permitir que se enamorara de un íncubo, ya nos salvamos de toda esa mierda... si me la arrebataran yo... mierda ni siquiera sé si pueda tolerar que tenga novio.
—Yongqin —YangYang lo abrazó por el cuello y unió sus torsos, a pesar de toda la ropa podía sentir su corazón latiendo con tanta fuerza, el corazón que se había ganado haciendo un sacrificio por amor. Besó sus labios hasta calmarlo, luego volvió a observarlo— si yo no hubiera cometido ese error, no estaríamos aquí diciendo lo mucho que nos amamos mientras nuestra hija debe estar durmiendo en la cama con sus abuelos esperando emocionada la visita de su tío Renjun... Yongqin —sonrió contra sus labios para que lo sintiera— te amo.
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"Levanta tus ojos" escuchó que le decía aquella voz oscura.
Al escuchar la orden de su amo obedeció de forma inmediata. ¿Su misión? ser el mejor incubo que Asmodeo hubiese creado, cumplir a cabalidad los preceptos, aumentar cada día sus víctimas sexuales y, por sobre todas las cosas, no cometer los mismos errores.
"Te he citado aquí porque debo darte una tarea, debo advertirte, debo ordenarte".
Aquel incubo admiró la forma de sus tan enormes alas negras dejar el rastro sobre la tierra. Inspiró, el olor y del calor del fuego del inframundo lo hacía sentir vivo, quería expresar pero no hablaría nada hasta que el gran Asmodeo se lo permitiera.
—Yo no puedo acercarme a la tierra con la libertad que quisiera, porque hay alguien que vigila a mis objetivos —recordó sus alas blancas y sus miradas de advertencia. Los estúpidos humanos no sabían que Kun siempre los cuidaba—pero tú eres poderoso, tú eres sin duda lo mejor que he creado.
—¿Incluso si solo tengo 6 años de existencia humana señor? —su apariencia era de un adulto humano de 25, era el íncubo "más nuevo" que existía, otro incubo de belleza natural.
—Tu cantidad de víctimas me complacen, en 6 años has matado más de lo que otros han hecho en miles, tu belleza atrae a las mujeres, eres... particularmente atractivo —sostuvo su barbilla— ¿Conoces a Lee Yongqin?
El íncubo levantó la comisura labial en forma de burla. Todos en el inframundo sabían quien había sido y quien era, todos sabían de la redención de él y sus amigos. Sonrió con sorna ¿Qué clase de patética criatura sobrenatural, gran favorito de Asmodeo, se atrevería a deshonrarlo?
—Lo conozco, mi señor y me disgusta su vergonzosa traición.
—Mira esto —dentro de una niebla negra, la imagen de una niña siendo abrazada por YangYang y Yongqin apareció, su pureza era repulsiva— su nombre es Lee Myah, una jodida humana a quien Ten adoptó... tu tarea es atacarla.
El demonio entrecerró los ojos, sus tareas eran muy específicas como criatura maligna, sabía para qué había sido creado y aunque había matado a cientos de mujeres sus preferencias no iban por ese lado.
—Me honra, mi señor, pero... no me gustan las pequeñas mierdas esas, apenas tiene 3.
—No, infeliz... —movió su tétrica mano de dedos curvados, la imagen de la pequeña había desaparecido para ser reemplazada por otra, la niebla era más abundante— cuando son menores tienen mayor protección, incluso los demonios más poderosos no pueden tocarlos pero... cuando cumplen la mayoría de edad pueden ser atacados.
El incubo escuchó atentamente pero sus ojos rojos estaban concentrados en la nueva imagen de la niebla, aquella niña con inocencia irritante se convertiría en una mujer que tendría de seguro una legión de humanos patéticos tras ella. Lee Myah a sus 18 años tendría su cabello ahora liso y oscuro hasta la cintura, ojos expresivos y brillantes, curvas perfectas y una sonrisa de oreja a oreja.
—¿Eres capaz de aceptar lo que te estoy pidiendo? Si fallas, si das un paso hacia el costado... —lo sostuvo del cuello, lo apretó viendo fascinado como sus uñas casi atravesaban su garganta— soy capaz de desaparecerte por completo ¿Entiendes?
—Entiendo por completo, mi señor.
La ira empezaba a tomar control del íncubo, no había nada más irritable que osaran poner a prueba su lealtad. Sus puños se llenaron de fuego, sus ojos aún más rojos, sus alas de preciosas plumas negras se elevaron en el aire trazando algunos rastros de niebla negra.
Asmodeo lo observó con admiración, sabía tener control de la ira, no iba a sublevarse a su amo, era de rasgos preciosos... sí, definitivamente era mejor que todo lo que había creado antes.
El demonio caminó por el inframundo con la mente en una sola cosa, iba a follar a unas cuantas humanas y seguir complaciendo para llegar a ser el favorito de quien lo había creado. Sin embargo, no podía dejar de pensar en la imagen de Lee Myah de 18 años ni el brillo de sus ojos, ni de sus labios.
Se convertiría en un par de años en algo inusual y... ¡No! Una víctima así no le afectaba, había follado cientos de mujeres que los humanos consideraban calientes. ¡MiIes en tiempo récord!
Por supuesto que no le afectaría en lo más mínimo cuando el momento llegase.
No, no lo haría, entonces ¿Por qué Dios sonreía junto al ángel Kun viendo la situación?
Porque tal vez....Asmodeo era lo suficientemente ciego y obsesionado como para darse cuenta que no había aprendido la lección, tal vez... tan solo tal vez, había cometido un cuarto error.
~~~~~FIN~~~~~
Y con esto doy por terminada esta preciosa adaptación 🥺
Muchas gracias a todos por leer y sobretodo a TrinidadVictoria por dejarme adaptar este pedazo de obra, recordar ir a darle apoyo a la obra original de mi parte!!^^
Tengo planeadas otras adaptaciones al TenYang por lo que estar atentos 👀✨
De momento ya está »I am your fan« en mi perfil, por lo que si os habéis quedado con ganas de leer más TenYang ya sabéis!!
Con todo esto dicho... Os quiero hierbitas, nos vemos💚✨