Kara:
Cuarto mes de embarazo.
La entrada de los 4 meses de embarazo estaba siendo un tanto caóticas, quizás por el simple hecho de que ninguna de las dos se atrevía a cruzar palabra alguna sobre la posibilidad de que alguno de nuestros bebés fuese ciego. Quizás fuese por mi culpa, quizás fuese por el hecho de que ella me miraba como si estuviese rota, quizás era porque no podía apartar de mi cabeza la simple idea de que, si no fuese por mi y mi maldito gen, ella no tendría que estar lidiando con esa mierda de incertidumbre que la estaba matando por dentro.
Muchas veces me vi tentada a pedirle perdón de rodillas, y se que es exagerado pensando en que apenas había pasado una semana desde que nos habíamos enterado de la presencia del gen; pero, cada vez que lo intentaba, ella me miraba tan rota, que lo único que podía hacer era bajar la cabeza y enrollarme entre sus brazos hasta que sentía que todos sus trozos dispersos se habían juntado.
En fin, el inicio de los 4 meses de embarazo no ha sido tan feliz como esperábamos.
-¿Qué quieres desayunar? - Le pregunté recostada a su lado, acariciando su barriguita apenas salida.- Puedo pedir que te preparen lo que quieras, incluso puedo preparar un poco de fruta.
-No tengo hambre.- Susurro cansinamente, casi como si le doliera decir eso.- Si quieres preparar algo para ti, yo ya veo que como cuando me levante.
Desde la consulta que ella no me gustaba prepararse su desayuno, prefería evitar que tomáramos desayuno juntas y eso no me gustaba en absoluto. No era de loca o incluso de aprensiva, pero es que la extrañaba, la extrañaba demasiado como para poder pensar racionalmente; la necesitaba, la necesitaba para que ella me dijese que no me culpaba, así como me culpaba yo misma, la necesitaba para que me hiciera fuerte una vez más.
-Okay.- Susurre negándose a soltarla, tirando suavemente de ella hasta tener su rostro de frente a mi.- Te amo.- Volví a susurrar como si fuese un secreto que nadie más debe saber.
Vi sus ojitos brillar, y me sentí imbécil por no estar enrollada entre sus brazos haciéndole el amor hasta que nuestros corazones, un poco rotos volvieran a reincorporarse y latir juntos. Tome su mejilla y la bese con amor, borrando por un segundo que mi subconsciente insistía en decirme que ella me culpaba tanto como me culpaba yo.
-Ve a desayunar, yo me iré a duchar.- Anuncio en el mismo tono parco que había utilizado desde que se levantó.
-¿Estás segura de que quieres ir a trabajar? - Creo que preguntar eso fue mi peor error, debí saberlo por la manera en la que ella me miró. Furiosa.- Puedo darte unos días libres para que descanses, estés en casa, que hagas cosas que quieras hacer.
-No necesito un trato especial.- Me cortó con brusquedad.- Soy tu empleada como cualquier otra, no tienes que darme un trato especial a menos que esté enferma y que te lleve mi justificación médica.
La mire extrañada.- No quiero darte un trato especial.- Jadee desconcertada y quizás un poco frustrada por el hecho de que me respondiera así, porque ni siquiera me respondía así cuando estaba enojada conmigo.- Yo...yo...yo solo quiero que te sientas bien, como mi novia.- Cada palabra parecía irritarle más.- Yo...yo...yo se que no quieres tratos especiales, pero eres mi prometida, además de verte en la empresa también te veo en casa y se cuando necesitas un descanso.
-No estoy enferma Kara.- Retiro las frazadas con fuerza, tirando todo para atrás, poniéndome de pie con violencia.- No necesito días libres, no necesito compasión y mucho menos necesito que intentes pensar por mi.
No podía creerlo, ella parecía estar tan furiosa por el solo hecho de que la quería ayudar, de que quería que toda esa mierda que crecía entre nosotras cada vez que intentábamos hablar de algo demasiado cercano a su embarazo. No quería esto, no quería que Lena se fastidiara de mí.
Me puse de pie con la misma violencia, sin importar que solo llevara unos boxers y un sujetador, me pare con frente a ella con furia, queriendo gritarle tantas cosas, queriendo pedirle perdón a gritos por ser quien arruinara todo, queriendo abrazarla y llorar por ser idiota, por ser una completa mierda, pero no pude.
-Yo solo...solo quiero cuidarte.- Sin querer mi voz se quebró.- Yo...yo quiero poder abrazarte sin sentir que te falle.
Un par de lágrimas cayeron sin poder controlarlas, fueron tan rápidas que incluso tuve que forzarme a borrarlas con rapidez, solo porque no quería verme más patética de lo que ya me veía, porque si, debía verme patética.
-Kara.- Ella dio unos pasos hacia mí, envolviendo sus brazos en mi cuello por primera vez en una semana.- No me has fallado.- Susurro en mi oído y mientras yo me quebraba entre sus brazos, ella me sostuvo.- Por favor no llores.- Me suplicó con voz casi tan quebrada como la mía.
-No quise...no quise.- Sollocé sin siquiera poder evitarlo.
Me sentí menos rota cuando su barriga se presionó contra la mía, me sentí menos incompleta cuando ella encajó su cuerpo en mi, me sentí completamente menos idota cuando ella me rodeo con sus brazos, esos que parecían ser los unicos que podian darme una calidez que quería sentir el resto de mi vida, y sin importar cuán patética me viese, llorar entre sus brazos, lo hice con fuerza hasta sentir que mi alma ya no estaba rota.
-Te amo.- Susurre sobre mi oído.
Y por primera vez no pude responder, solo pude suspirar mientras soltaba sollozos aferrada a su cuerpo.
Fue ahí, en medio de esa habitación en la que me permití ser débil, cayendo de rodillas, mientras le susurraba su barriga, a mis bebes que me perdonaran por haberles fallado, por no poder protegerlos de todo lo malo, porque en parte, lo malo venía desde mi interior, lo malo era yo. Me quede ahí por horas, llorando, simplemente llorando por que me sentía idiota. No hicimos lo único que nos podía sanar, no hablamos, y quizá por eso el desastre terminó por venir.
Lena:
Quinto mes de embarazo.
En los últimos días mi relación con Kara había tenido varios altibajos; lo que nos había dicho el ginecólogo no había sido fácil de digerir y me sentía culpable tenía que admitirlo, quizás Kara también se sentía así, no podía asegurarlo, porque hasta hoy en día, no nos habíamos dado el tiempo de hablar con respecto a lo que sentía. Lo único que podía asegurar con total certeza, era que nuestra vida, antes completamente perfecta se había visto opacada por constantes peleas basadas en las insistencias con dejar mi trabajo. Sinceramente, estaba un poco cansada de esa situación.
-¿Estás segura de que quieres ir a trabajar? - Interrumpió mis pensamientos abrazándome por la espalda.
Su aliento caliente me hizo volver al mundo, encontrándome con esa sensación horriblemente placentera y de seguridad que me abordaba cada vez que la tenia cerca y que me desesperaba horriblemente cuando ella estaba siendo una completa idiota miedosa.
-Ya te dije que no Kara.- Suspire pesadamente mientras acariciaba sus manos acomodadas en mi vientre.- No voy a dejar esa responsabilidad de lado.- Termine sin siquiera dejar lo que estaba haciendo anteriormente.
-Pero...- Protesto altamente desanimada y reticente a dejar de insistir.
Me gire para tomar su rostro.- Yo se que quieres protegerme.- junte nuestras narices porque estaba completamente harta de pelear con ella, yo no quería seguir peleando.- Pero tienes que entender una cosa, yo estoy bien y lo estaré pese a todo.- Bese rápidamente su nariz.- No me va a pasar nada por ir a leer documentos y caminar por ahí.
-Tengo miedo Lena.- Me susurro en ese característico tono que ella había adquirido en este tiempo.- Yo les fallé una vez y gracias a eso tengo un miedo constante de que te pase algo a ti o nuestros pequeños, miedo de que yo no pueda protegerlos de lo que les pueda suceder.- Soltó un par de lágrimas y puso sus manos en mi panza, acariciando con suavidad, como si tuviera miedo de hacerme algún mal.- Ustedes son lo más importante de mi vida, son la causa de mi felicidad y quiero que seamos felices, que estemos bien, no importa que un bebe...
-No es necesario que hablemos de eso ¿Si? - Dígame cobarde, pero de verdad no estaba preparada para escuchar que todo esto era mi culpa, y también sabía que ella era demasiado educada como para encararme. Preferí evitar el tema.
En ese momento, alguno de los dos pateó con fuerza la mano de Kara, dejándola completamente embobada. Ella simplemente cayó de rodillas con ambas aferradas a mi panza y los labios pegados a mi ombligo. Sentía que su boca movía, aunque yo no entendiera nada de lo que decía, solo sabía que le hablaba porque era algo que venía haciendo desde que supo de mi embarazo.
Cada noche, Kara Zor-El pegaba sus labios a mi vientre y hablaba con sus bebés hasta que dejaban de moverse con tanto ahínco, de hecho, si ella no lo hacía, ellos parecían armar una fiesta dentro de mi barriga.
Palmeó su espalda al ver la hora en nuestro reloj.- Ahora vete a arreglar, no puedes ir a la oficina en bóxer y sostén.
-Okay.- Acepto un poco triste y luego, esa sonrisa hermosa que tanto amaba apareció.- Claro que puedo, es MI oficina.- Se defendió haciendo especial énfasis en el "mi".
-Tu vas así y te juro que te las corto.- Use mi peor mirada y mi tono de voz amenazante.- Además ni pienso permitir que le sigas dando material a Maggie Sawyer para que se masturbe en las noches.
-Eh... mejor me voy a cambiar.- Exclamó en un completo apresuro por ir a por su ropa de trabajo, pero la muy condenada tenía que agacharse para dejar su trasero redondo a mi vista. Fue casi imposible contenerme, me acerqué con cautela para impactar mi palma abierta en su nalga, golpe que resonó en toda la habitación, dejando mi mano roja y palpitante.- ¡Ay! - Un puchero apareció en sus labios y sus ojitos cristalinos reclamaron por mi actuar.- ¿Qué te pasa? ¡Me pegaste en mi culito!
-No pude contenerme, es que eres la mujer mas sexy y la que mas me excita en todo el puto universo.- Fue cuestión de segundos para que su cara se tornara de un color rojo tomate, y solo basto que me mordiera el labio para que alguien se levantara de entre los muertos.
-Tal parece que Karito quiere saludar.- Me burlé viendo como ella intentaba esconder la erección que comenzaba a aparecer.
-Mejor vete, que parece que alguien saldrá de su escondite, y, de ser así, no llegaremos al trabajo.
En efecto salió corriendo, escuchando como ella bufaba notoriamente frustrada por mi súbito escape. Sin duda, no pude evitar reír ante la situación.
Oculté bajo ese pequeño episodio de risa esa inconformidad en el pecho, esa sensación aplastante y angustiante que aparecía cada vez que la conversación se dirigía hacia la posible ceguera de alguno de nuestros bebés. No quería, simplemente me negaba a escuchar de algún modo que esas palabras que tanto temía salieran de la boca de Kara, porque el día que las escuchara todo se volviera real, todo sería doloroso.
Kara:
Séptimo mes de embarazo:
No podía ver más esto, simplemente no podía verla más en ese estado de estrés y de frustración extrema, en donde la pérdida de documentos, la caída de cosas y las horas exhaustivas que solían ser ocupadas en corregir errores ínfimos que no la dejaban descansar en su totalidad. Ella se estaba matando solo porque quería evitar el pensar en las posibilidades que había para nuestros bebes y eso no podía ser, eso se acababa ahora.
Un suave golpeteo logró sacarme de mis tribulaciones, arrojándose de cabeza a la realidad. Era ella, era la única que tenía esa manera tan suave y tan delicada de tocar la puerta, pese a que insistí en muchas ocasiones que no era necesario.
Tome profundas respiraciones, intentando que ese método tan burdo me calmara de alguna manera, que me diera la fuerza de pronunciar cada una de las palabras que quería decir, y, que además de eso, tuviera la inteligencia para decirlas de la manera adecuada y que no se mal interpretan.
-Adelante.- Alcé ligeramente la voz para hacerse notar, rezando porque me escuchara porque era la única manera que tenía de no pararme de la silla y no caerme en el intento de ser alguien relativamente digno de respeto.
Ella se adentro en la oficina, procurando cerrar la puerta como lo hacía siempre que yo la llamaba. Esta vez, Lena venía completamente cansada y aún nos quedaban dos horas para que se cumpliera el horario de salida.
-¿Que paso Kara? Estoy demasiado ocupada con los contratos para la apertura de tu nuevo hotel en Castro.- Su voz sonaba completamente apagada, casi como si le molestara el hecho de verme.
¿Desde cuando ella estaba tan fastidiada de verme? ¿Desde cuando yo era algo así como un mal panorama? Quizás ella se había dado cuenta que me odiaba por haber arruinado esa felicidad de traer esos bebes hermosos al mundo.
-Yo te llame con jefa.- Balbucee.
-¿Debo decirte señorita Zor-El? - Lanzó con cierta ironía marcada en la voz.
Fingí tener tos para ganar tiempo.- Yo quiero hablar de su desempeño y continuidad en la empresa.- Idiota, deja de intentar hablar como si no durmieras con ellas todas las noches.
-¿De qué carajos estás hablando Kara Zor-El? - Ya estaba enojada y aun no se enteraba de lo que tenía pensado hacer.- No me gusta esta maldita broma, habla claro.
Brutalidad, eso es lo que quería.
-Estas despedidas Lena.- Anuncié sin más divagues estupidos.- El tiempo que te has desempeñado como secretaria ha sido excepcional, pero ya no más, no puedo permitir eso.
Ella comenzó a temblar, parecía como si quisiera saltar sobre mi cuerpo y arrancarme la garganta, por no decir que las pelotas también.
-¿Me estás despidiendo bajo pretextos laborales o como tu novia? - Siseo con furia.
-No puedo permitir que esto siga pasando.
-¿Qué sigue pasando? - Escupió casi con desprecio.- Que siga intentando ser una mujer independiente ¿Eso?
Esto era suficiente.- ¡No puedo permitir que te destruyas por la posibilidad que hay para nuestros bebes! - Había llegado al límite de la demencia.- No voy a permitir eso, tú debes darte un tiempo para ti, para pensar.
-No puedes hacer eso.
Extendí la hoja con mi firma al final.- Puedo y lo hago, no permitiré que sigas matando de esa manera, ya apenas puedes moverte.
-¡Yo debería definir hasta dónde quiero llegar! - Gruño.
-Es mi última palabra Lena.- Soltó completamente firme.- Si no quieres tomarte ese descanso por las buenas, tendrás que tomarlo por las malas.
Sus ojos se habían convertido en dos dagas, y me estaban matando.- ¿Es tu última palabra?
Sabía que la pregunta la había hecho con la intención de que me retractaba, pero no lo haría, no podía dar mi brazo a torcer, no cuando ella iba en picada y estaba arrastrando a todo quien la rodeaba. Sabía que no lo hacía intencionalmente y también sabía porque era la hostilidad conmigo, era porque me culpaba.
-Es mi última palabra Lena.- La mire con la barbilla alzada, desafiando a golpearme si así lo quería, porque así tendría al menos el toque de su mano.- Debes pasar por recursos humanos para que firmes el cese de contrato.
Estaba completamente roja, con la vena de la frente completamente latente, con los puños apretados y con su barriga casi tan inquieta como cuando ella estaba mucho tiempo en una misma posición.
-¡Eres imbécil! - Fue lo último que escuché antes de que el azotar de la puerta fuese tan grande que mis papeles volaron hacia atrás.
-Me espera un día difícil en casa.- Jadeé apretando el puente de mi nariz, intentando aliviar el latente dolor de cabeza que me amenazaba.
Las dos horas que quedaban en el trabajo fueron las más largas de mi vida, y aun así, no me quería ir a casa porque tenía miedo de enfrentarme a Lena completamente furiosa. Me quedé ahí llenando papeles hasta que ya mi cabeza no dio más y hasta que se fue hasta el último empleado (incluso Maggie), ahí recién me di el valor de tomar mis cosas y dirigirme a casa, preparándome para que el infierno cayera sobre mi cabeza.
Para mi sorpresa, nuestro departamento estaba en completo silencio, ningún alma aparecía asomar por la puerta, así que solo me quedaba suponer que Lena se había quedado dormida, o estaba tomando una ducha para relajarse, y quizás yo también la necesitaba, porque me sentía físicamente apaleada.
-¿¡Que demonios estas haciendo Lena!? - Pregunte petrificada al ver como ella metía ropa furiosamente en una maleta.- ¡Llena detente!
Ella se giró con los ojos encendidos.- Aquí no puedes decirme que hacer.- Bufo para retomar su tarea.- Y por si no te quedo claro, me voy.
El corazón se me hizo pequeño en ese momento, casi como del tamaño de una pequeña legumbre. ¿La estaba perdiendo? ¿Ya no había más? No, no podía permitirlo.
-¿Por qué estás haciendo esto? - Pregunté conteniendo mis ganas de llorar.- ¿Por qué ya no hablas conmigo?
-¡PORQUE TENGO MIEDO! - Grito temblando.- ¡Porque arruine todo Kara, porque no te puedo escuchar diciendo que esto es mi culpa, aunque todos lo sabemos! - Estaba loca, ella estaba loca si pensaba eso.- Porque nos estamos yendo a la mierda y no se como detenerlo.
-Quedándote a mi lado.- Jadee al borde de las lágrimas.- Y es que si piensas que en algún momento podría culparte por algo estás completamente loca.- Camine hacia ella para arrodillarme al frente, casi implorando su amor.- Porque no importa lo que pase, así si alguno de ellos es 95% igual a mi, así como sea 95% una réplica tuya, no importa Lena, y nunca importara.- Tome su barriga con cuidado, ya sin importar si las lágrimas me escurren por el rostro.- Porque ese 5% o 95% que saque de ti, siempre será perfecto y nunca me importará si alguno de ellos no puede escuchar, ver o sentir de alguna manera, solo me importa que tu estés a mi lado, tomando mi mano para ser una ayuda para esos bebés.- Bese con cuidado su vientre, para luego ir subiendo.- No importa lo que tengas que enfrentar, porque tú lo harás perfecto, solo por ser tu, por estar a mi lado.- Bese con timidez sus labios, tanteando si me lo permite, y para mi suerte, así fue.- Eres ese factor que hace que mi vida tenga un matiz diferente, que sea colorida, feliz y con un sentido, tu me das el sentido. Nunca...nunca podría culparte de nada, porque eres lo único que siempre se ha sentido correcto en mi vida. Yo te amo Lena...te amo a ti y a nuestra pequeña familia, solo quiero que me permitas ayudarte, que me permitas hacerte feliz como lo haces conmigo.
Ella estaba llorando también, incluso pensé que me mandaría al demonio, pero contrario a eso, sus manos se enredaron en mis cabellos y sus labios impactaron los míos con dulzura.
-Te amo Kara.- Hipo mientras hacia esfuerzos por mantener la altura.- Te amo tanto.- Ella estaba cansada, así que tome su cintura y la arrastre conmigo hacia la cama para sentarla sobre mi regazo.- Perdóname por ser tan impulsiva, tan idiota.
Ya no quería seguir hablando, ya no quería sentir que la tenía lejos, así que tome sus orejas y tire de ellas para besarla con ternura, con amor. La besé porque ella me había dado la redención de tantas maneras diferentes y porque me estaba eligiendo una vez más.
Nueve meses de embarazo.
La cosa había mejorado desde ese entonces, y si bien, no habíamos conseguido reunir el valor para hablar sobre la posibilidad de que alguno de nuestros bebés fuese invidente, nos seguíamos dando ese apoyo tácito y ese amor infinito pese a todo.
Lena llegó a un trato conmigo, comprendiendo que a estas alturas ya no tenía una panza tan grande que se iba de boca y había que estar agarrándola para que no se fuera de cabeza al suelo. Ella dijo que se quedaría en casa, que tomaría su reposo, que se cuidaría, pero si ella se sentía lista para volver a trabajar cuando los niños estuviesen más independientes, debía devolverle su trabajo, de lo contrario se vería forzada a buscar en cualquier otra empresa. Claramente y con una sonrisa en el rostro (obligada) dije que sí, que cuando ella se sintiera lista su empleo la estaría esperando.
-Eres un encanto.- Me dijo con esa sonrisa hermosa que ponía cuando algo la alegraba enormemente.
Esa noche en específico, el calor era asquerosamente insoportable y Lena ya estaba completamente irritada por sus pies hinchados, por los dolores de espalda y la horrible sensación de ser el saco de boxeo interno de dos bebés karatecas. Yo en cambio, como nunca me sentía horriblemente cansada, al punto que solo deseaba acostarme a su lado, aferrarme a su panza y susurrar mientras me dormía.
-Kara.- Jadeo frustrada.- ¿Puedes decirles a tus bebes que dejen de bailar por un segundo?
-¿Cuando están inquietos son mis bebes solamente? - Pregunte con cierta gracia.
Ella me miro con ojitos de pena.- Estoy agotada, solo quiero dormir unas cuantas horas sin que alguno de ellos estire su brazo y me apriete un pulmón.
La miré completamente apenada, porque después de todo era ella quien se llevaba los pesos indiscutidos del embarazo. No dude en acostarme a su lado, levantar suavemente su pijama y pegar mis labios a la piel suave de su vientre.
-Hola bebés preciosos.- Susurré con calma.- ¿Pueden quedarse unas cuantas horitas quietos? Es que su mami Lena está agotada, ella es muy pequeñita para cargarlos a los dos juntos, entonces le duele la espalda y sus piernitas.- Dejé otro beso donde uno de ellos pateó con fuerza.- Además de que ha trabajado mucho para tener todo listo para cuando ustedes lleguen y yo también.- Poco a poco, esa masa de pataditas que se movía dejó de ser tan recurrente.- Nosotras estamos ansiosas por ver sus hermosas caritas, por abrazarlos, por besarlos y darles todo nuestro amor. De hecho, espero que reconozcan mi voz, porque yo he sido la que les ha hablado desde el primer día, todas las noches a la misma hora.- Ya a estas alturas, la barriga de Lena estaba completamente quieta.- Así que sean buenos y dejen dormir a mamá Lena, ella se merece un descanso ¿De acuerdo? - Al no percibir ninguna patada, besé su ombligo y terminé por decir.- Buenas noches, mis amores, espero que tengan unos dulces sueños.
Miré a Lena, quien tenía una cara de completo relajo y placer, de hecho, podría apostar que estaba a punto de caer completamente rendida al sueño. Tomé sus piernas y masajeo lentamente mientras las ponía bajo las cobijas, ahueque su almohada y finalmente la arropé, preocupándome de que ni la más mínima arruga pudiera perturbar su paz.- Y buenas noches al amor más grande de mi vida.- Susurré dándole un tierno beso en los labios, apenas un piquito que dejaría con necesidad de más.
Ella me sonrió con dulzura, siendo la última sonrisa que vi esa noche, la sonrisa más hermosa que he visto en mi vida. Yo me aferré a su pancita, sintiendo como un calor abrazador que parecía migrar desde su vientre hasta el centro de mi pecho, y ahí, en esa posición privilegiada y con el corazón lleno de amor me dejé ir en los brazos de Morfeo, hasta que ella me despertó.
Unos suaves golpes me comenzaron a inquietar, pero no eran lo suficientemente molesto como para espantar mi sueño.
-Mi amor, necesito que despiertes.- Jadeó sobre mi oído.
-¿Lena? - Me tallé el ojo intentando despertarse.- ¿Quieres algo?
-Necesito que mantengas la calma.- Comenzó a decir, entonces me di cuenta del sudor que perlaba su frente.- No te desesperes, por el amor de Dios no te desesperes.
-¿¡Lena qué está pasando!? - Volví a preguntar, completamente dispuesta a matar a quien se me cruzara por delante para conseguir su paz.
-De nuevo, respira.- Sus dedos se clavaron en mi espalda.- Necesito que me lleves a la clínica ahora, que vayamos ya porque tus bebés decidieron venir cuatro días antes.
¡Mierda!
Capítulo 38. Hora de pujar.
TBOL22.
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