[Preparando el campo de batalla.]
Buenos días, ciudadanos de Happy Tree Friends. Hoy les traemos las últimas noticias del día…
Y ahí se encuentra él, frente al televisor, sin hacer mucho caso a las noticias del día, distraído entre sus propios pensamientos. Era un día como otro cualquiera, hasta que un héroe con problemas de aterrizaje atraviesa la ventana con la cabeza sin previo aviso, ocasionando un gran estruendo.
- ¡Uff, eso ha estado cerca! –Afirma el sujeto estrellado, sentado sobre el suelo y sacudiéndose algunos cristales de encima.
Sin mediar palabra, el militar se levanta del sofá, dando la espalda a su visita.
- ¿Fli… ppy?
Giró la cabeza lentamente hasta mirar de reojo al recién llegado, sin mover un solo músculo más. Sus ojos se tornaron amarillos, con una mirada amenazante y una sonrisa psicópata, el resultado fue un rostro casi enfermizo.
- Bienvenido a casa ~ - Sonrió tras decirlo, mostrando sus colmillos.
- Oh no…
Acto seguido, el militar de doble personalidad lanzó un cuchillo hacia la ubicación del héroe, el cual lo consiguió esquivar a tiempo. Ahora debe tener cuidado, pues un paso en falso podría significar la muerte, porque sabía que su amigo lo habría acogido siempre con una sonrisa y ofreciéndole una bebida, pero está claro que ese chico de pelo verde y ojos amarillos que estaba justo en frente de él no iba a ser nada amable. Y así, empezaron una lucha a muerte dentro de su propia casa, lanzando todo tipo de armas que el héroe del antifaz lograba esquivar a duras penas, utilizando movimientos rápidos y la flexibilidad digna de un acróbata, pero que lograban alcanzar a muebles y objetos de valor, rompiendo casi todo lo que se encontraba en aquella habitación.
- ¿¡Acaso quieres destrozar tu casa!?
- ¡No ... solo a TI! –Gritó antes de sacar su revólver.
- ¡Estate quieto Flippy! No me obligues a hacer esto ...
Dicho lo cual, el peli azul concentró la fuerza en sus ojos, lanzando rayos con su visión con la intención de hacer tirar el arma, noquearle o dejarlo inconsciente, pero ese era un poder de héroe que pocos han visto sin sufrir algún tipo de accidente , ya que no podía controlarlo del todo bien solo consiguió atravesar y tirar abajo dos paredes de la casa.
- ¿¡Porque nunca me sale bien!? –Dijo frustrado.
Sin pensárselo dos veces y aprovechando la distracción, el joven militar apretó el gatillo, haciéndole un agujero en la capa que llevaba, logrando escapar justo a tiempo de ese fatídico desenlace. El peli verde comenzó a disparar a diestra y siniestra, riéndose a carcajadas, deseando ver como alguna de esas balas atravesaba el cráneo del escurridizo héroe, esparciendo sus sesos por el suelo y tiñendo todo de rojo. Pero eso no pasaría, aprovechando un punto ciego entre los escombros del derrumbe de las paredes, el sujeto de ojos azules se abalanzó sobre el militar, quitándole el arma y tirándolo al suelo, boca abajo, poniendo sus brazos a la espalda y sujetándolos fuerte, sentándose sobre él para que no se moviera. Suspiró al conseguirlo, quien sabe lo que hubiera pasado si no hubiera aprovechado esa oportunidad. Notó como le agarraba sus muñecas con las manos y… ¡CLICK! Se oyó un leve sonido, que poco tardaría en darse cuenta de qué era. El militar, puesto cara al suelo, giro un poco el cuello, logrando ver apenas a aquel que lo tenía amarrado, sonriendo y enseñándole entre los dientes un aro metálico que seguramente formara parte de algún artefacto de guerra.
- ¿¡U-una granada!? ¡Estás loco! ¿Pretendes matarnos a los dos? –Dijo esperando que fuera una mala broma.
El militar solo sonrió. Sin tiempo para pensar, el héroe agarro bien al sujeto suicida y rápidamente se lo llevó volando fuera de la casa, por la ventana que había roto en un principio, dejando la granada en el suelo de la habitación. Ambos cayeron sobre el jardín de la casa al oír la explosión.
- Eso sí que ha estado cerca… –Dijo incrédulo, observando atento cómo se quemaba lo que quedaba de aquella casa.
- ¡MI CASA! –Gritó alarmado al ver como se derrumbaba por completo entre las llamas– Aah ~ –Suspiró resignado, sentándose en el suelo.
- ¡Oh, has vuelto a ser tú! –Exclamó mirándolo alegre.
- ¿Porque estás tan contento? He intentado matarte… –Comentó algo aturdido por la reacción del peli azul.
- No te preocupes por eso –Dijo restándole importancia a ese "pequeño" detalle– pero, te has quedado sin casa, así que… ¡Vivamos juntos! –Acto seguido se abalanzó sobre él para abrazarlo.
- ¿¡Como!? Pero… ¿estás seguro de eso? Ya sabes que yo…
- ¿Tu otra personalidad? ¡No importa! –Se aparta un poco y lo mira– estaré bien, así que ven a mi casa –Comentó alegre.
- E-está bien… no tengo a donde ir, así que… gracias, Splendid –Forzó un poco la sonrisa.
- ¡Decidido entonces! –Lo toma y lo eleva, cargándolo sobre su hombro como si fuera un saco de papas.
- ¿Q-que estás haciendo? Puedo caminar yo solo –se queja, sonrojándose por aquel acto tan embarazoso para él.
- ¡JAJÁ, pero no puedes volar! –Dicho esto, se elevó por el cielo dirigiéndose a su hogar.
CONTINUARÁ...