Y allí estaba, plantado ante su puerta.
No sabía exactamente en qué maldito momento se le había ocurrido la gran idea de acercarse hasta allí, pero ya no había marcha atrás.
Había tratado de no pensar en él, de darle su tiempo, pero los labios de Tay eran algo difícil de olvidar, necesitaba aclararlo todo ya.
New no sabía qué le pasaba, y ahora se arrepentía de haber actuado sin medir las consecuencias.
Todas esas cosas pasaban por su cabeza mientras se hallaba plantado ante la puerta del otro policía, debatiendo sobre si tocar el timbre o no.
Tragó saliva y sin pensárselo más, toco.
Tay tenía la vista fija en el trayecto de autos justo frente a su edificio, su apartamento nunca le había parecido más frío.
Después de despertar en la cama junto a New, su vida parecía haber dado un giro de 180 grados.
Frotó sus brazos y bufó.
Nunca pensó que su descontrol de una noche terminará en algo como eso, pero debía aceptar que aquella experiencia había sido demasiado intensa como para dejarla pasar.
Había descubierto aquello que tanto temía aceptar: realmente le gustaba más la compañía de un hombre.
El timbre sonó.
Quizá sería otro de los tantos vendedores que desfilaban ante su puerta, como si él alguna vez comprará algo.
Tenía en su apartamento simplemente lo esencial.
Caminó desganado hacia la puerta y abrió sin pensarlo, se quedó helado cuando vio al castaño dibujarse ante su mirada.
New le dedicó una sonrisa, tratando de disimular el hecho de que no sabría qué responder cuando Tay le preguntará qué hacía allí.
El moreno desvió la mirada y se apartó, haciendo un ademán para que entrará, lo que menos deseaba en ese instante era que sus vecinos se enteraran de su vida privada.
— Habla — dijo colocándose frente a su ventana nuevamente.
New pasó al interior, echando una rápida mirada alrededor.
El piso era más o menos como lo imaginaba, pero no se entretuvo en ello.
— Qué agradable eres — le contestó, sentándose en el sofá como si estuviera en su casa.
— Me duele la cabeza — indicó sin despegar la vista del panorama que le ofrecía su ventana.
— Será la resaca — el menor sonrió fanfarronamente, sin perderse la expresión de Tay.
— Claro que es eso — acepto con pesadez, sentándose frente al castaño — Entre otras cosas, estarás satisfecho.
— No me culpes a mí, si no sabes beber es tú problema — se carcajeó.
— Sí, y veo que te hace mucha gracia — hizo un mueca masajeándose las sienes — ¿Has venido a burlarte? No estoy de humor para ser tú payaso.
New se puso serio, y se pasó una mano por la nuca.
— No... En realidad, no sé porqué he venido — reconoció.
Tay desvió la mirada y se cruzó de brazos.
Aquella era una situación que no podía manejar.
Justo estaba lidiando con el dilema de tener que encontrarse el lunes con el castaño, y allí estaba New, en su puerta, una tarde de domingo.
— Será que piensas que me traje algo de tú casa — intentó bromear.
New le sonrió.
— Ahora, hablando en serio, no se si te has dado cuenta de que no me gusta guardarme las cosas.
— ¿En serio? Si no me lo dices jamás me hubiera dado cuenta — ironizo levantando una ceja.
New comenzó a juguetear con sus manos, sin saber por donde empezar, normalmente aquellas cosas no le costaba decirlas, pero esta vez era diferente.
— Quería darte tú tiempo para que pensarás y eso, pero, no soy capaz, no sé qué me pasa pero no he podido dejar de pensar en ti desde que te fuiste — miró a Tay fijamente — Y quería aclararlo todo antes de cometer algún error.
Tay bajó la mirada y no pudo evitar que el sonrojo llegará a sus mejillas.
¿Qué me pasa? Parezco un colegial en busca de mi primer amor.
— Supongo que te refieres a qué va a pasar de ahora en adelante — dijo empuñando las manos — Pero no puedo decirte qué pasará, no sé ni cómo llegué a esto, aún trato de definirlo y darle coherencia.
— Por mucho que lo pienses, los hechos no van a cambiar.
— Lo sé — expresó levantando un poco la voz — Pero para ti es más fácil, has aceptado lo que eres desde siempre, en cambio yo...
— Te equivocas — contestó New — En un principio tuve mis dudas pero, luego dejé de pensar, sólo me dejé llevar y me di cuenta de que no es malo, que si siento esto por alguien no tengo porqué negarlo.
— ¿Sentir algo? — preguntó Tay recordando la escena con Earth — ¿Acaso yo fui diferente? Para ti solo fui otro ligue de una noche.
— ¿Qué? — al menor casi le entra la risa — Tay, se nota que no me conoces, si no fueras más que un ligue de una noche, ¿Crees que estaría aquí? Aun no te das cuenta de cómo soy, pero te aseguro que si no fueras más que eso, ya hubiera desaparecido, pero como ya he dicho, no sé qué me pasa contigo, no sé qué significas para mí, ha sido todo muy repentino, sólo sé que me atraes, y mucho.
Tay se sonrojó nuevamente y tuvo que pararse del sofá para calmarse.
Aquello se complicaba cada vez más.
Si New hubiera dicho que había sido sólo un ligue de una noche, quizá todo habría quedado allí y hubieran jugado a pretender que nada pasó, pero ahora, el castaño le salía con un "no sé qué me pasa contigo" y "me atraes mucho".
— Me siento enredado — contestó llevándose una mano a la cabeza — Por primera vez en mi vida no sé qué hacer.
New se pasó la lengua por los labios, nervioso, como pocas veces lo estaba, se puso de pie y se acercó a Tay, dudando sobre que hacer.
— A mí me pasa lo mismo, aunque no lo creas — confesó — Lo único que sé, es que no puedo dejar de pensar en lo que sucedió.
Tay sintió la cercanía de New y cerró los ojos.
Las escenas de esa noche tampoco se apartaban de su mente, se giró un poco, sólo para encontrarse con los ojos del joven.
— Yo tampoco puedo sacarlo de mi mente.
New no pudo evitarlo, se acercó aún más y le rodeó la cintura con un brazo, pegándolo a sí.
— Sólo respóndeme algo, ¿Te arrepientes de ello? — le susurró en los labios.
Tay sintió una sacudida eléctrica cuando percibió la calidez rodeando su cintura y aquellos labios tan cerca de los suyos.
— S-sólo de una cosa — formuló a duras penas.
— ¿Qué?
— De no estar en mis cinco sentidos, seguramente fui un torpe.
New no pudo evitar reír, aliviado.
Apoyó la cabeza en su hombro, abrazándole ahora la cintura con ambos brazos, riendo con suavidad.
— Estuviste muy bien, tranquilo — le dijo dándole un pequeño beso en el cuello.
Tay se estremeció ante el contacto, pero descubrió, para sorpresa de sí mismo, que aquello le resultaba altamente agradable.
Llegó a la conclusión de que tanto trabajo al final había minado su salud mental, porque debía estar completamente loco para hacer lo que haría a continuación.
Tomó al castaño suavemente de los hombros y se acercó a su rostro buscando sus labios.
Los encontró dispuestos, tal y como imaginó.
Le dio un beso suave y tímido, esperando la reacción de su compañero.
New le sonrió, con sus labios aún rozándose, y sin pensarlo le devolvió el beso, posando una mano en su nuca, profundizándolo más.
No esperaba aquello, pensaba que Tay lo rechazaría, pero el hecho de que fuera él quien lo besara le resultó gratificante.
— Me encantas — le susurró cuando sus labios se despegaron.
— Esto aún me resulta extraño — sonrió mientras se sonrojaba — ¿Qué hechizo has puesto en mí?
New volvió a reír.
— Mejor dime, ¿Qué me has hecho tú a mí?
— Cosas que sólo vivía en sueños — dijo sonriendo más relajado.
New sintió que su corazón se aceleraba al centrar su mirada en los orbes color chocolate del policía.
Hacía mucho que no veía unos ojos así, buceó en su mirada, sonriéndole, mientras le acariciaba una mejilla.
— Hace mucho que no me sentía así con nadie — murmuró, aún mirándolo a los ojos — En poco tiempo has conseguido que me fijará en ti como apenas lo había hecho con nadie, no sé lo que siento, si es de verdad o un capricho, pero, haces que no quiera otra cosa que sentir tu piel y oír tu voz.
— Entonces estamos en la misma situación — observó el moreno desviando la mirada — Yo, nunca me sentí así con nadie, pero, aún no sé cómo manejarme con seguridad, si sabes a qué me refiero.
New asintió.
— Compórtate como tú mismo, sin más, aunque a veces llegues a ser aburrido.
— Supongo que no puedo evitarlo — dijo pasando una mano por su cabello — Cielos, en dónde está mi cortesía, ¿Quieres tomar algo? No tengo más licor que unas cervezas, así que no te hagas muchas ilusiones.
New se encogió de hombros, volviendo a sentarse en el sofá.
Ya todo estaba más o menos aclarado, y eso era todo lo que necesitaba.
— Como quieras, aunque lo que mejor me vendría ahora sería un café, yo también tengo una buena resaca — comentó con una risa floja — Pero no me quejo, es la mejor resaca que he pasado nunca.
Tay se puso rojo nuevamente.
Aún le daba vergüenza recordar lo apasionado que se había vuelto de repente, se sintió tan torpe que hasta botó el vaso que había agarrado y se mojó la camisa.
— Ah cielos — soltó tomando el trapo de cocina — No digas esas cosas así de repente.
New rió al verlo y decidió molestarlo un poco más.
— Oh, qué lastima, tendrás que quitarte la camisa ¿No? — se puso de pie acercándose más — ¿O prefieres que te la quite yo?
El moreno se sonrojó y se quedó quieto, sabiendo que su compañero no iba a detenerse a menos que dijera algo.
¿Por qué no me salen las palabras?
Y New actuó tal y como Tay había previsto.
Viendo que no decía nada, comenzó a desabotonarle la camisa con calma, despacio, con una sonrisa pícara en los labios.
Tay sintió escalofríos al sentir la suave piel de New entrar en contacto con su torso desnudo.
Ahora no podría poner de excusa el licor, estaba en sus cinco sentidos.
Y podía decir que no, porque sabía que aquella palabrita no saldría de sus labios.
En realidad estaba disfrutando de la iniciativa que tenía su padawan.
New desabrochó al fin el último botón y observó con calma el musculado torso de Tay.
Con deleite lo acarició suavemente, sintiendo la cálida piel y el movimiento de sus pectorales al respirar.
Sabía que lo ponía muy nervioso, y eso le gustaba, no podía evitar excitarse con aquella vista.
El moreno se dejó hacer, esperando por el siguiente movimiento, su corazón se estaba acelerando al máximo y su brazo ya no respondía debido al hormigueo típico.
Se recostó un poco en la mesa de la cocina y observó a New con una media sonrisa.
El menor entonces comenzó a quitarle la camisa, haciéndola resbalar por sus hombros, hasta al fin desprenderlo de esta.
Todo con mucha calma, para impacientarlo.
Entonces lo besó en el cuello una, dos, tres veces.
Aspirando su aroma que lo embriagaba.
Mientras tanto, sus manos recorrían la espalda de este, apreciando la suavidad de su tersa piel.
Tay cerró los ojos al sentir el suave roce de aquellos labios sobre su piel, las manos recorriendo su espalda, el calor de un cuerpo pegado a él.
Era una situación tan embriagante como cualquier licor.
Comenzó a sentirse intranquilo, deseando que su compañero fuera un poco más rápido.
¿Por qué ahora tiene que ser desesperadamente lento?
-— New...
— Dime — contestó el otro con una sonrisa triunfante, posando otro beso en el cuello del moreno.
— ¿Qué debo hacer para que no vayas tan lento? — preguntó haciendo a un lado su rubor.
New tomó sus labios entonces y lo besó con suavidad, lentamente.
— Pues hacer dos cosas — le susurró — O decirme qué es lo que quieres, o tomar tú la iniciativa.
El moreno sonrió.
Aquello si que era un nuevo mundo para él, uno donde podía dejarse llevar y cumplir con las fantasías que sólo en su mente podía realizar.
Ya no podía perder mas tiempo, New se había encargado de enseñarle eso.
— Está bien — dijo alejándose, caminando en dirección a la habitación — Después no te quejes.
New lo siguió, aún sonriendo.
— Seguro que no me quejaré — le contestó, cruzándose de brazos mientras caminaba.
No perdía de vista ni un sólo gesto de Tay.
El moreno llegó hasta la ultima habitación de su apartamento, abrió la puerta y se metió cerrándola tras él, no sin antes hacerle una seña para que lo esperará.
Pasaron un par de minutos cuando Tay salió, con el pantalón medio desabrochado, quedándose recostado en el marco de la puerta.
— Quizá el apartamento no es muy grande — dijo con mirada sugestiva — Pero la tina sí lo es.
New entreabrió los labios, sorprendido por aquello, realmente no se lo esperaba pero fue una grata sorpresa.
— ¿Sabes? Me gusta como piensas — le contestó acercándose a él para volver a besarlo.
— Me alegra escuchar eso — soltó agarrándolo de la camisa — ¿Qué esperas para quitarte eso?
— Esperaba que me lo quitaras tú.
El moreno sonrió mientras buscaba el cuello del joven.
Con una habilidad que no supo ni de dónde salió, abrió la camisa de New y la deslizó por aquellos brazos tan firmes.
Pasó una mano por aquél torso que nada tenía que envidiar al suyo.
Entonces se dio cuenta de que el joven también respiraba de manera agitada.
¿Lo estoy poniendo tan nervioso como él me pone a mi?
No perdió tiempo y jaló al chico metiéndolo al baño, cerrando la puerta tras ellos.
Lo besó con pasión, mientras caminaban hacia la tina.
— Sería buen momento para el champagne — sonrió Tay — Creo que en eso no pensé.
— No pasa nada, ya habrá más ocasiones — le contestó New sin perder un segundo en volver a besarlo.
Mientras tanto sus expertas manos comenzaron a bajar los pantalones del moreno, sin pudor alguno.
— Hey, no tan rápido — dijo Tay desquitándose, tomándolo de las manos — Ahora iremos a mi ritmo.
Lo sentó en un banquillo de mimbre que generalmente usaba para vestirse, mientras se alejaba hacia un armario de madera que se encontraba en uno de los extremos del cuarto de baño.
Comenzó a buscar algo dentro de aquél lugar, con lentitud para desesperar al otro.
— Si quieres puedes terminar de quitarte lo que falta — indico medio volteando el rostro — Apuesto a que el agua ya está en su punto.
New estaba cada vez más sorprendido ante el comportamiento del mayor.
Se imaginaba que el moreno iba a tardar en tomar la iniciativa y coger confianza, pero aquella faceta le gustaba mucho más.
Obedeció y mientras Tay buscaba quien sabe qué, acabó desnudándose y mirándolo intrigado.
El mayor hizo gesto de victoria.
Había encontrado lo que buscaba.
Tomó en sus manos unos frasquitos, mientras cerraba el armario.
Caminó lentamente de regreso hacia New, él cual ya le mostraba una desnudez tentadora.
— Métete — ordenó haciendo una seña hacia la bañera.
New, sumiso y por primera vez sin comentarios, se introdujo en la tina, notando la calidez del agua.
Estaba en su punto.
Se sentó dejando que el agua mojara todo su cuerpo, dándole un aspecto más sensual.
El moreno se sentó calmado a la orilla de la tina, colocando los frasquitos en un extremo, tomó uno y lo abrió, sacándole un pequeño corcho que tenía por tapón.
— Dicen que uno de los sentidos más importantes para el ser humano es el olfato — comenzó mientras aspiraba el olor de aquél frasco — Dicen que tú alma puede conectarse con el todo con sólo dejarte llevar por un aroma.
Vertió un poco del contenido del frasco en el agua, logrando que un dulce aroma amaderado comenzará a poblar el ambiente.
— Como bien diría Süskind — continuó el moreno — Puedes registrar miles de olores diferentes, quizá buscando la esencia perfecta, pero nada podrá compararse al aroma de tu ser, el olor de tu alma.
New observó cada gesto con impaciencia.
Cuando Tay comenzó a verter en el agua aquél líquido con tan agradable aroma sonrió.
— Eres todo un detallista — le contestó.
— Los tenía desde hace tiempo — dijo sonriendo mientras desabrochaba su pantalón — Me los regalaron en la India y no había encontrado la ocasión perfecta para usarlos.
— ¿En la India? — New suspiró — Hay muchas cosas que no sé de ti, en realidad, apenas sé nada.
— Yo igual — dijo deshaciéndose de sus pantalones y la ropa interior — Sólo sé que hablas demasiado.
New no pudo evitar casi devorarlo con la vista al verlo así, pero se contuvo y trató de aparentar calma.
— No tengo mucho que contar sobre mí, pero puedes preguntar lo que quieras.
El moreno se introdujo en la tina lentamente, dejando que el agua cubriera todos sus rincones, dio un suspiro de satisfacción echando la cabeza hacía atrás.
Se acomodó, rozando a New con las piernas.
— Me gustaría saber cómo es que conseguiste que hiciera todo esto — dijo sonriendo — Pero supongo que ni tú lo sabes, y debo decir que eres posiblemente la primera persona en ver esta parte de mí.
— La verdad no se ni porqué me fije en ti, un viejo aburrido y monótono — bromeó el menor riendo.
— Ahora que lo dices, veo que tengo a un "mocoso" en mi bañera — dijo salpicándole un poco de agua — ¡Más respeto con tus mayores!
New se echó hacia adelante, quedando de rodillas en la bañera y apoyando sus manos a los costados de Tay para besarlo.
— ¿Te recuerdo quién parecía un niño ayer? — le susurró en los labios con una sonrisa socarrona.
— Eso fue porque era la primera vez que...
— Me encantó verte así, todo sonrojado, estabas aún más apetecible.
— ¿Te produce placer burlarte de mí? — dijo levantando su pierna, rozando con su rodilla la entrepierna de su compañero.
New se mordió el labio inferior reprimiendo un suspiro de ansiedad.
— Mucho.
— Sí, puedo darme cuenta — dijo observando el estado del chico.
Se acercó a él y le besó el cuello, tomándolo de la cintura para sentarlo sobre su regazo, pasó sus manos por toda la espalda, bajando lentamente hasta los glúteos, los cuales comenzó a acariciar de manera suave y firme.
— Luego te quejas de que me aprovecho de ti — susurró New, suspirando ante tales caricias.
Sus manos recorrían la espalda de Tay, mientras se dejaba hacer por este.
Las caderas del menor comenzaron a moverse lentamente sobre él, rozándolo para excitarlo.
— Lo haces — dijo en un suspiro el mayor al sentir el movimiento sobre su ya evidente erección — Me tienes en tus manos.
— Me agrada saber eso — le contestó, moviéndose un poco más y presionándolo.
Le rodeó el cuello con los brazos y comenzó a besarlo lentamente, cada vez más excitado.
— Tay... — susurró casi en un gemido debido a la impaciencia.
El moreno besó uno de sus hombros, llevando una mano hacia la erección del menor, acariciándolo suavemente, mientras su otra mano descendía en busca de aquella área tan deseada.
— Tú dime si esto te gusta — susurro rozando con sus dedos la entrada de New — Anoche fui muy rápido, ¿cierto?
— Sí... esto me gusta — jadeo, mordiéndole el labio inferior son suavidad — Pero lo de anoche no estuvo nada mal, te lo aseguro.
— Puede ser mejor — dijo rozando su propia erección en busca de su entrada — Esta vez estoy más consciente y decidido.
New lo volvió a besar.
— Esta vez pienso disfrutarlo mucho más, ayer no estaba en mis mejores condiciones — le susurró al oído, mordiéndole después el lóbulo.
El moreno gimió al sentir la mordida, disparando su excitación al cien.
Lo tomó por las piernas, haciéndolo rodear sus caderas para comenzar a penetrarlo lentamente.
Le besaba el cuello y los hombros, saboreando aquella piel tan suave y firme.
New gimió al sentir como Tay al fin entraba en él, sin previo aviso él mismo comenzó a moverse sobre el moreno, al principio despacio dejándolo que entrará por completo.
Su respiración estaba agitada, y sus mejillas rojas debido al calor que hacía allí.
— Ahh... Tay...
El moreno comenzó a moverse al ver la respuesta del cuerpo de su amante, llevó una mano al miembro de su compañero para estimularlo al mismo tiempo que lo penetraba.
No sabía si lo estaba haciendo bien, pero decidió no darle demasiada importancia y dejarse llevar, después de todo, New parecía estar pasándola tan bien como él.
El menor jadeaba con los ojos cerrados, moviéndose sobre su compañero, era tal el placer que lo inundaba que se había olvidado de todo a su alrededor.
— Tay... Tay... — repetía una y otra vez con cada embestida.
Tay se sentía demasiado excitado al verlo gemir así.
En un arranque y sin salir de aquél cálido interior, lo tumbó sobre la bañera para quedar sobre él y tener un mejor ángulo de su cuerpo, le levantó una pierna y aceleró el ritmo de las embestidas, buscando aquellos labios, dándole besos desesperados, ahogados en placer.
New como podía atrapaba los labios de Tay y le daba besos fugaces, que eran interrumpidos por los gemidos que escapaban de sus labios.
Cerró los ojos dejándose llevar, mientras posaba sus manos en la espalda de Tay.
— Si sigues así no voy a aguantar mucho — murmuró con un nuevo gemido.
El moreno disminuyó un poco la velocidad, comenzando un movimiento suave y sensual mientras sus labios se anclaban en el cuello de New, recorriéndolo con avidez.
— Me sabes a miel — dijo acariciándole la erección — Estás a punto de correrte, ¿cierto?
New asintió cerrando los ojos con fuerza, tratando de relajarse.
— Es que no puedo... me excitas demasiado...
Tay sonrió.
Lo estoy haciendo bien.
Aceleró una vez más las embestidas, sabiendo que él también estaba a punto de estallar de tanta excitación.
— Hmm... New — gimió cerrando los ojos.
Al menor le encantaba oír su nombre pronunciado de aquella manera.
La respiración de New se agitó aún más y se mordió el labio inferior, cerrando los ojos con fuerza.
— No puedo más... — llegó a murmurar antes de gemir y alcanzar el orgasmo.
— Ahhh — gimió Tay viniéndose casi al mismo tiempo.
Se dejó caer sobre New acariciando sus mejillas, contemplándolo como si fuera algo sumamente preciado y único.
Y es que el moreno no podía verlo de otra manera en ese instante, era como una revelación de su yo más profundo, ese que siempre había querido ver la luz y nunca se lo había permitido.
— Me vuelves loco — susurró mientras enterraba la cabeza en el hombro del menor.
New lo abrazó, aún respirando entrecortadamente.
Cerró los ojos, todo se sentía en calma, sólo se oía el agua rozando ambos cuerpos.
— Y tu a mi — le contestó.