El sueño es este: ser felices por haber conseguido nuestros objetivos, encontrar a alguien, sobrevivir al internado. Ese es el sueño. Entonces llegamos allí. Y si somos humanos, inmediatamente comenzamos a soñar con otra cosa.
En algún momento, tal vez aceptemos que el sueño se ha convertido en una pesadilla. Nos decimos a nosotros mismos que la realidad es mejor. Nos convencemos de que es mejor que nunca soñemos en absoluto. Pero, los más fuertes de nosotros, los más decididos de nosotros, nos aferramos al sueño o nos encontramos frente a un nuevo sueño que nunca consideramos. Nos despertamos para encontrarnos, contra viento y marea, sintiéndonos esperanzados. Y si tenemos suerte, nos damos cuenta de que frente a todo, frente a la vida, el verdadero sueño es poder soñar.
La alarma sonó en toda la habitación y la chica de cabellos rubios se removió y apretó su agarre. Lena abrió los ojos un instante y se quejó del escandaloso ruido, se estiró como pudo y la logró apagar. Suspiró feliz y se acurrucó contra el cuerpo de Kara.
Pasaron algunos minutos y empezó a sentir ligeros besos en su nuca. Luego en su cuello y finalmente en su hombro. Se giró despacio y se enfrentó a esos ojos azules soñolientos que amaba.
— Eres hermosa— susurró la menor y se inclinó para dejar un beso en su mejilla.
— Mi cabello es un desastre—
Kara sonrió y dejó otro beso en su frente — Aún así te ves hermosa, espantapájaros—
El suspiro audible de la cirujana se escuchó y enterró su rostro en el cuello de la interna. Era su momento de tranquilidad y se dejó caer bajo las caricias en su cabello. Poco a poco los rayos de sol se filtraron por las aberturas de la cortina y escucharon un ligero toque en la puerta seguido de varios voces.
— ¡KARA! FELICITY MANDA A PREGUNTAR SI LENA QUIERE PANQUEQUES DE VAINILLA SOLOS PORQUE SE NOS ACABÓ LA MIEL— la voz de Imra se filtró por la habitación y sintió la sonrisa de la pelinegra.
Kara puso los ojos en blanco, pero dejó que gritara porque al menos les había dado privacidad. Lena se separó un instante y se sentó en la cama.
— SI, IMRA. SOLO LOS PANQUEQUES— gritó la titular para luego reírse de lo irónica que era la situación. Hace un meses le hubiera sacado los ojos a Ardeen, pero ahora todo era diferente.
— OK. PERO, NO SÉ DEMOREN HACIENDO COSAS SUCIAS— entonces escucharon dos carcajadas afuera del cuarto.
— ¿Nos duchamos juntas?— preguntó Kara de manera sugerente y recostandola de nuevo una vez que escucharon pasos bajar la escalera. Lena suspiró tranquila al sentir besos en sus mejillas y cuello.
— Eso no se pregunta— contestó inclinándose para robarle un beso — pero, solo si me prestas ese abrigo cuello de tortuga que tanto me gusta—
— ¿El negro? Claro, todo tuyo— deslizó una mano y acarició su rostro con amor.
Lena repasó mentalmente sus cirugías y consultas de ese día hasta cayó en cuenta en la fecha — ¿Sabes que día es hoy?—
Kara frunció el ceño tratando de concentrarse— ¿8 de diciembre, creo? ¿Por?—
— Ya pasó tu semana de castigo, ahora puedes asistir en cirugías— sonrió animada y deslizando su mano a la cintura de la menor.
— Cierto— dijo feliz mientras la abrazaba con alegría y repartía varios besos por su rostro — ¿y tú? ¿Te quedarás otra semana en la casa?— Lena vió los ojos esperanzados de Kara y asintió convencida.
— Tendré que ir a buscar más ropa al hotel, aunque creo que la que tengo en tu armario es suficiente—
— Yo también lo creo—sonrió divertida y sacando ligeramente su lengua.
En otro lado, en un departamento específico. Los rayos del sol cayeron en el rostro de una chica. Se quitó el cabello enmarañado de la cara y rodó por la cama hasta encontrar una almohada y abrazarla. Las voces de la cocina aumentaron su intensidad y las carcajadas finalmente despertaron a Bárbara. La interna frunció el ceño y se forzó a si misma a averiguar la razón del alboroto en su casa. Por el dios del bisturí, eran las 5 de la mañana.
Junto unos pantalones cortos y una camiseta azul de Grayson salió del cuarto. Abrió los ojos sorprendida y aterrada, frente a ella estaba su mamá, su futura suegra y Grayson conversando y comiendo en su cocina.
¡Válgame Dios!
— Bárbara, no espíes. Es de mala educación— la retó su madre y la pelirroja siguió viendo la escena horrorizada — Acércate y dile a tus invitadas buenos días—
Se acomodó como pudo el cabello y se acercó manteniendo una distancia prudente de las señoras — Buenos días, mamá; buenos días señora mamá. ¿Qué están haciendo aqui tan temprano?—
— ¿Temprano? Hija, según el calendario, debimos venir hace semanas— explicó la madre de Grayson mientras seguía poniéndole mermelada a la tostada.
— Querida, ella no entiendo lo que es planear una boda— comentó su propia mamá desatando risas en los presentes.
Bárbara buscó ayuda en Grayson quien se apresuró a su encuentro y le tendió una taza de café.
— Respira, bebe café, y respira— la intentó calmar pero ya la pelirroja estaba alterada — Ellas organizarán una parte y resto nosotros. Hoy no nos molestarán, quédate tranquila—
— Gracias al cielo quirúrgico— suspiró agradecida y sonrió.
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— Danvers, presenta el caso— ordenó Grayson.
Kara sonrió a la paciente y carraspeó — Naomi Cline, 43 años, su válvula tricúspide fue reemplazada hace tres años con una válvula porcina—
— Naomi, me sorprende verla tan pronto... — comentó el doctor Grayson mientras revisaba su expediente — las válvulas porcinas duran de 10 a 15 años, pero la suya parece estarse degenerando muy rápido para mi gusto—
La señora ignoró las palabras del cirujano y levantó su mano izquierda mostrando un hermoso anillo — ¡Doctor Grayson, tengo buenas noticias! Ya me casé— dijo emocionada y desbordante de alegría.
Kara miró con extrañeza a la mujer. La verdad es que le parecía una persona muy feliz, casi excitada de felicidad y se la hacia un poco raro.
— ¡Felicidades! Me da gusto verla tan feliz— dijo cálidamente Grayson — ¿y dónde está el afortunado?—
— Bob está en su firma, es abogado. ¡El mejor!— se mostró orgullosa en todo momento y ambos doctores le tuvieron simpatía. Aunque, su estado eufórico aumentó más.
— Señora Cline, como iba diciendo, hay una causa subyacente por la que falló la válvula y que debe ser diagnosticada— indicó y miró a Kara — ¿Teorías, Danvers?—
— Fiebre reumática, uso crónico de medicamentos contra la migraña o narcóticos intravenosos causarían falla en una válvula—
— No uso drogas. No me hacen falta, mi droga es mi esposo— dijo sonriendo y suspirando sin control alguno.
Luego de unos minutos, ambos doctores salieron de la habitación y en el pasillo, la interna le hizo saber sus dudas.
— Creo que está intoxicada, doctor Grayson—
El doctor paró en seco y negó — Está enamorada, es feliz—
— Nadie puede ser TAN feliz, ella usa drogas— volvió a insistir.
— Bueno, pide unos toxicológicos. Pero Naomi no parece una mentirosa— Grayson dijo seguro y convencido totalmente — Si dice que no usa drogas, entonces no las usa. Danvers, como médicos tenemos un sexto sentido— y el sexto sentido de Kara le decía que esa felicidad no era normal.
— Mentir es muy fácil, doctor—
— Si estás tan segura, hazle los exámenes y veremos—
Mientras tanto en el área de urgencias, los dos internos de Grant explicaban el caso de una paciente recién ingresada.
Yumi Miyazaki, de 22 años, tenía hipo persistente que había comenzado unos días antes. Le dieron clorpromazina, que los detuvo por un tiempo, pero regresaron, por lo que necesitó una consulta quirúrgica.
Los médicos programaron tenerla en el hospital hasta que encontrar la razón de su padecimiento, pero su entrenador, Kamaji, intentó que le dieran más de la medicina para detener el hipo, para que pudiera competir en su última competencia por un tiempo, una sugerencia que fue rápidamente descartada.
— Ordenen un esafogograma— dijo Cat a ambos internos mientras salían de la habitación de una paciente.
Dio un par de pasos y se detuvo con dolor. Se apoyó en la pared y sostuvo con cuidado su vientre. Cerró los ojos intentando relajarse y medir la escala de dolor. La residente estaba asustada, pero no quería mostrarlo. Su embarazo ya estaba avanzado y cualquier cosa podía pasar.
— Dra. Grant, ¿está bien?— preguntó preocupada Imra y acercándose a sostener a su residente.
Barry corrió al pasillo y trajo una silla de ruedas. Se acercó las mujeres y ayudó a sentar a Cat.
— Llamen a la Dra. Luthor— susurró seria.
Imra sacó a toda velocidad su buscapersonas y empezó a caminar, Barry la siguió de cerca empujando la silla. Contactó a Lena y rápidamente fueron a su encuentro en unos de los cuartos del área de Obstetricia.
— Ahí está. Latido fuerte— indicó la cirujana neonatal luego de revisarla — Y como no hay dilatación ni se le borró el cuello, no parece más que contracciones de Braxton Hicks—
— ¿Pero?— Cat levantó la ceja y miró seria a la titular. Sentía que algo no le quería decir — Puedo reconocer ese tono de inquietud. Yo misma lo he usado algunas veces—
— A veces una falsa alarma es la forma en que el cuerpo le ordena que descanse— la pelinegra tocó ligeramente su hombro.
— Soy cirujana... — intentó protestar pero Lena la cortó.
— Entiendo las realidades de su trabajo. Pero, usted debe las realidades de su embarazo y descansar— miró seria a la residente quien bufó exasperada. Tenía que guardar reposo — ¿Hay algo que pueda hacer para ayudar?—
— Puede ayudarme a bajar de esta cama— dijo entre dientes y Lena suspiró vencida mientras la ayudaba.
La puerta se abrió y reveló a Imra quien se acercó para hablar con su residente — Doctora Grant, el laboratorio gastrointestinal tiene un par de preguntas sobre el esofagograma de la paciente Miyazaki—
— De acuerdo—
Cat salió a paso seguro y la interna la siguió.
— ¡Dra. Ardeen!— la llamó la titular — Vigílala. Fíjate si hay contracción dolorosas, más de cinco en una hora. Cualquier indicio de trabajo de parto prematuro—
— Si, Lena... digo doctora Luthor— dijo segura Imra y fue tras su residente. Sin embargo, Lena aún estaba preocupada.
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Kara interceptó al doctor Grayson en el pasillo y le enseñó los resultados — El examen toxicológico y de títulos de anticuerpos de la señora Cline dieron negativos. Estaba segura de tener la razón—
— Tendrás que cambiar tu visión del mundo, Doctora Danvers. Hay personas que no mienten— indicó seguro y quitándose los lentes.
— Tal vez—
— Aunque, el consumo de drogas habría explicado la falla de la válvula—
Kara lo miró dudosa y se atrevió a preguntar — ¿Y cómo procedemos ahora?—
— Programa a la Sra. Cline para cirugía y alístate, me vas asistir—
La interna asintió, pero aún tenía esa espinita que le molestaba. Se iba a meter en problemas con la idea que tenía en mente. Caminó hasta el laboratorio.
— Quiero otro análisis toxicológico a Naomi Cline— dijo apenas llegó.
— ¿Quién dio la orden?— preguntó el encargado con mal humor.
— El doctor Grayson, por supuesto— dijo segura, y aún así el encargado la miró con escepticismo — Quiero análisis completos— agarró la hoja y señaló todos los tipos de exámenes toxicológicos.
Se la entregó al encargado y salió de allí. Apenas cruzó el marco de la puerta, una mancha pelirroja se arrojó hacia ella chocándola. Ambas tropezaron un poco y Kara la miró sin entender.
— Camina, rubia tonta. Tenemos un problema— Bárbara jaló a Kara del brazo y la llevó caminando por el pasillo.
Kara no sabía que estaba pasando, pero se daba cuenta de las miradas de las enfermeras y supo que era algo relacionado a ella.
— Esta mañana, Bruce trató de perseguir a Lena cuando iba camino a urgencias, pero Oliver se puso en frente a él y lo paró. Fue un relajo—
— No me digas... — se tocó la frente molesta.
— Yo no estaba allí, pero la enfermera que me lo dijo lo describió como 'muy de telenovela'— Bárbara movió la mano con algo de emoción y un brillo juguetón — Oliver le recordó que Lena le había dicho que la dejara en paz. También le dijo que no le importaba que podía sacarlo del programa, aún así le patearía totalmente el trasero. Le pidió que por favor no diera otro paso para no tener que noquearlo—
— ¡¡¿Enserio pasó eso?!!— preguntó un poco alarmada la interna.
La pelirroja asintió aireada — Si. Y el idiota lo miró como si ni siquiera creyera que eso estuviera sucediendo, prácticamente echó humo por las orejas. Hubo un intercambio de palabras y luego todos pensaron que Bruce iba a golpearlo, pero él simplemente se dió la vuelta y se fue—
— Por favor, dime que eso en realidad no sucedió—
— Oh, definitivamente lo hizo. El Jefe está camino a la guerra, yo estaba allí cuando vino a buscar a Oliver, pero Diana le dijo que ninguno de los testigos recuerda que eso pasó—
Kara soltó un suspiro y miró alarmada a su amiga — ¿Y Lena?—
— Fue en busca del Jefe— dijo con simpleza y la interna se echó a correr, eso tomó desprevenida a Bárbara quien le gritó por respuestas y a lo lejos escuchó: "A pelear junto a mi novia".
Kara no se molestó en esperar el ascensor y corrió por las escaleras. Hasta ese momento había sido relativamente un buen día. Se sentía especialmente con ánimo. Sintió que podía derribar a Godzilla de un solo puñetazo.
Encontró en el camino a Oliver y se acercó — ¿Qué te dijo el Jefe? ¿Te botaron del programa?—
— Que optimista eres, Danvers— dijo irónico y negó — sólo una llamada de atención—
— ¿Has visto a Lena?—
— En la oficina del Jefe—
— Gracias, amigo— le dio un ligero abrazo y siguió su camino.
Llegó por la pasarela que daba a la oficina del Dr. J'onn y vió salir a Bruce. El cirujano la vió acercarse y sonrió burlonamente. Parecía como si no hubiese recibido su merecido, y ella, Kara Danvers se lo iba a dar. Para ese momento, la interna ya había perdido la paciencia y se acercó molesta a él, lo agarró de la bata y lo empujó con todas sus fuerzas hacia la pared más cercana.
— DEJA DE ACOSAR A MI NOVIA— le gritó enojada y presionó sus puños en el agarre.
— Yo no la acoso—
Kara lo miró irónica y negó — Claro que lo haces. Cuando persona te dice que no, entonces es NO. ELLA MERECE TU RESPETO—
Lena y el Jefe salieron de la oficina al ver el conflicto. La cirujana ya había arreglado el problema, pero ahora necesitaba que la interna estuviese tranquila y que no golpeara a Bruce. No quería que se metiera en problemas o la sancionaran.
La pelinegra se acercó. Sostuvo el brazo de la menor y la miró suplicante. Kara desvió la mirada y suspiró relajando sus facciones. Lena suplicó de nuevo y finalmente, Kara lo soltó de mala gana.
— Dra. Danvers— llamó su atención el Jefe.
— Perdóneme por el exabrupto— la rubia se recompuso y se alejó del cirujano — No... no se volverá a repetir—
— Eso espero— su voz sonó como una amenaza, pero así como el enojo vino, este desapareció de la mirada del hombre mayor.
La verdad es que perdonaría toda falta de la interna. Sin embargo, aún debía tener mano dura, porque todavía veía en esa chica joven de cabellos rubios a la niña de cortos rizos que corría con su muñeca en los pasillos. La había conocido durante su residencia y a pesar de los años transcurridos, sentía que tenía una responsabilidad con la hija de Eliza Danvers.
— Wayne, retírese y no quiero ninguna queja de su comportamiento— señaló con el dedo al cirujano plástico quien asintió sin replicar.
— Y ustedes dos...— les llamó la atención y por un momento se quedó pensando en qué decirles — No se metan problemas o se las verán conmigo—
No dijo nada más y se dio la vuelta retirándose al interior de su oficina. Suspiró cansado una vez dentro y pensó en lo mucho que se hubiera enojado Eliza al saber el drama en la vida de su hija.
Quedaron solas, Kara se acercó a Lena y agarró sus mejillas con ambas manos — ¿Te encuentras bien?— preguntó preocupada y siguió acariciando sus mejillas — Vine a penas me enteré lo qué pasó—
La titular sonrió y se inclinó a dejar un ligero beso en sus labios — Estoy bien—
Kara unió sus frentes y cerró los ojos respirando con tranquilidad. Lena la imitó y deslizó sus manos hacia la cintura de la menor. Envolvió a ambas en un abrazo necesitado y se fundieron en el calor de la otra.
Los pensamientos negativos se disiparon de la mente de la rubia y suspiró ante la caricia en su espalda. Presionó su mejilla contra la de Lena y acarició su piel. La cirujana se separó un poco y así pudo capturar los labios rosados de Kara.
Ambas sintieron las mariposas revolotear como aves por el prado. La sensación del primer beso. Kara sintió electricidad recorrer su cuerpo mientras la besaba lentamente, como si sus labios cálidos tuviesen todo la eternidad para acariciarla y es que no la habían besado nunca así. Ni producido temblores que amenazaban con flaquear sus piernas.
Solo su Lena.
La suave boca de Kara trabajó contra la suya, su mano encontró el cabello de Lena y por un momento, la interna ni siquiera supo dónde estaba, solo que un gran sentimiento conocido estaba creciendo dentro de ella. No había duda que cada día que pasaba, ella amaba cada vez más a la titular.
Pero el buscapersonas tuvo que matar la atmósfera romántica. Kara gruñó separándose y revisando el mensaje. Era del laboratorio, ya tenían los resultados.
— Uno de estos días esta cosa sentirá mi ira— señaló molesta el aparato. Lena se rió suavemente y luego Kara también se rió, y pronto la molestia se disipó.
— Ve. Nos vemos cuando acabe tu turno— instó la cirujana y asintió despidiéndose con un beso en la frente.
— Te veo luego— se separó completamente y comenzó a caminar a la dirección contraria. Sin embargo, paró un momento y se giró a verla una vez más — Lena— la llamó y una vez que obtuvo su atención, movió sus manos y la mayor sonrió al reconocer el significado: "Te amo".
— Yo también te amo, cariño— se despidió la titular ganándose una sonrisa de la rubia.
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Imra abrió la puerta del cuarto de descanso y llamó a Cat. La residente estaba recostada descansando y algo débil.
— Disculpe que la moleste. Los paramédicos vienen para acá con Yumi Miyazaki, ¿si recuerda? La que atendimos en la mañana y se fue sin darle el alta— Cat rápidamente se incorporó y miró seria a la interna — Sufrió un colapso en "el Sabor de Seattle" y está vomitando mucha sangre—
— ¡Pero que tonta!— exclamó enojada — Tal vez su esófago está partido en dos—
Se levantó y se agarró de inmediato el vientre. Imra se acercó rápido y la quiso sostener, pero Cat le quitó su agarre.
— ¿Le ayudo, doctora?—
Cat respiró profundo y calmó ligeramente sus dolores hasta no sentir nada. Comenzó a caminar seguida de su interna — Dime las complicaciones del Síndrome de Boerhaave—
— Derrame pleural, sepsis, shock— contestó sin dudar y Cat asintió contenta.
Imra le indicó rápidamente donde se encontraba la paciente y vieron a Barry comenzar atenderla.
— ¿Qué tenemos?— preguntó rápidamente la residente mientras se ponía los guantes.
— Cianosis. Ruidos respiratorios superficiales. Presión: 76/42, taquicardia en los 130— Cat comenzó a revisarla con cuidado y frunció el ceño — Le puse oxígeno de alto flujo y lleva dos intravenosas de solución salina—
— Hay que llevarla al quirófano— indicó rápidamente Cat.
— Nos esperan listos—
Los internos y la doctora Grant ingresaron al quirófano 3. Les ayudaron a colocarse las batas y las mascarillas quirúrgicas. Anestesiaron a la paciente y la residente empezó a abrir el esófago. Imra y Barry miraron atentos cada paso de su residente.
— Doctor Allen, ¿cómo empiezo la esofagomiotomía?—
Barry lo pensó un poco — Corte proximal y distal al desgarre para exponer el defecto mucoso—
— Correcto. Luego pasaremos al desbridamiento del defecto y... ¡Ah!— paró en seco la doctora Grant y cerró los ojos con dolor. Se retiró hacia atrás y dejó el instrumental a un costado.
— Doctora Grant, esas no son contracciones de Braxton Hicks— llamó su atención Barry y la interna se cruzó de brazos dispuesta a retarla — Creo que está en trabajo de parto prematuro—
— Llamen al Jefe y explíquenle la situación. Se discreta— ordenó Imra a una de las enfermeras que salían volando del quirófano.
No tuvieron que esperar mucho al Jefe. El hombre estaba claramente estresado y preocupado. A penas había solucionado el problema de Bruce, Kara y Lena, y ya venían con otro más. Definitivamente, nunca tendría paz en ese hospital.
— ¿Por qué no me llamaron antes?— se quejó mientras se ponía la bata quirúrgica — Muy bien, salga de aquí— le ordenó a Cat.
— Iba a adaptar un parche gástrico de Dor— señaló la residente que se encontraba sentada en una silla de ruedas.
— Yo le enseñé la técnica. Sé cómo hacerlo— interrumpió enojado – Váyase a descansar—
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La noche en Seattle estaba relativamente tranquila y eso era conocido como un mal augurio. Al fin y al cabo, era conocida como la ciudad de los amantes del café. De la gente acelerada y siempre despierta. La ciudad de la lluvia interminable y el ambiente fresco.
Bárbara siguió comiendo de su gran funda de papas de cebollas. Luego de largas horas parada y un baño en los vestidores, estaba en su cama disfrutando de su tiempo libre. Alternó su mano que cambiaba las páginas del diario con la que bebía su café. Era su momento de tranquilidad y por fin podía disfrutar de una buena lectura de cirugías. Después de todo, eran los diarios personales de Eliza Danvers. Eran como los libros de Harry Potter que nunca tuvo.
La escritura detallada la adentraba aún más a la lectura y se sintió un personaje más. Aquel que intervenía de los novedosos procedimientos de aquella época. No supo cuánto tiempo pasó allí sentada contra el respaldar de la cama, pero luego de unos minutos se dio un descanso.
Definitivamente eso se estaba volviendo adictivo. Era su tercer diario, ¡por el amor a la cirugía! Deberían de dolerle los ojos.
Estiró los músculos de sus brazos y cuello. Caminó hasta la cocina de la sala de residentes para sacar una botella con agua de la nevera y la abrió de inmediato. Volvió a su cama tranquila. No pasó mucho cuando se la escuchó maldecir. Algunas páginas se habían corrido haciendo que perdiera su lectura. Dejó la bebida a un costado sobre la mesilla y pasó página por página.
Avanzó demasiado y se topó con una gran sorpresa. Una que causó una impresión tremenda en ella. Volvió su mirada al párrafo y lo releyó cuantas veces fueron posibles. Un escalofrío recorrió su cuerpo y perdió el don del habla. Eso no podía ser cierto.
"Entonces, J'onn me besó y supe que él era el amor de mi vida".
Bárbara había descubierto el romance secreto de Eliza Danvers y su Jefe. El Dr. J'onn.
— ¿Ahora cómo se lo diré a Kara?— susurró para sí misma recostando su cabeza contra la pared.
Su turno todavía no terminaba, seguía en el Hospital y definitivamente se iba a topar con su amiga.
Su buscapersonas sonó y revisó el mensaje con la esperanza de distraer su mente. Era un mensaje de Kara y decía algo de su residente.
¿Qué le pasó a la doctora Grant?
Se levantó rápido y guardó el diario entre los bolsillos de su bata. De alguna manera tenía que enfrentar la situación.