LA CURA

By JosueRM8

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Un grupo de estudiantes recién graduados son llamados a explorar lo profundo de la selva luminosa situada en... More

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 10
Capitulo 11

Capitulo 9

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By JosueRM8


Javier se encontraba frente a la entrada del bosque Lumino. Había tomado una lámpara de la casa y esta era su única ayuda para adentrarse a la oscuridad del bosque. Su paso fue ligero hasta llegar al inicio de la cueva. Gritaba los nombres de sus amigos y profesores pero todo era en vano. Su voz era como el aleteo de una mariposa en la inmensidad del bosque. Entró unos cuantos metros a la cueva y seguía repitiendo el llamado sin parar con la esperanza de ser escuchado. Con miedo de sufrir las consecuencias del mineral purpuria pero dispuesto a advertir a sus amigos, corrió en dirección a donde sabía que los podría encontrar. Su visión se empezó a debilitar a tal grado que chocó contra el reflector que usaban para iluminar adecuadamente el camino en la cueva. Isaías, Emilia, Víctor, Isabel, Claudio y Lorenzo detuvieron sus labores cuando escucharon el fuerte ruido.

Se acercaron a ver qué había pasado y notaron que era Javier el que estaba tirado y se encontraba sin traje ni casco. Isaías y Víctor unieron fuerzas para sacarlo cargado, pues el mineral en el ambiente lo tenía completamente mareado. Todos los demás también salieron, no pensaban en seguir con las labores, necesitaban respuestas ante tal repentina aparición.

Salieron del bosque y con la claridad del día, observaron que toda la piel visible la tenía irritada. Javier pidió que se detuvieran. Debían de escapar de inmediato antes que fuera demasiado tarde.

—¡Tenemos que llevarte a la casa para curar tus heridas! —Interrumpió Víctor.

—¡NO! —Replicó Javier —Todo esto de la investigación científica es una completa farsa, nos engañaron para hacer el trabajo sucio. Están dispuestos a experimentar con nosotros.

Todos los presentes se quedaron fríos de escuchar las declaraciones.

—¿Por eso es que Deborah no ha regresado? —preguntó Víctor, con la voz quebrada.

—Deborah está muerta, su cuerpo se doblegó ante los experimentos y no solo ella. Greta también murió hoy. Julián y yo solo habíamos recibido una dosis antes de poder escapar. Pero estoy más que seguro que ese era nuestro destino y el de ustedes si siguen en esta isla.

Mientras tanto en la central, Rodrigo y Cecilia ya se encontraban en el cuarto nivel. Trataban de pasar desapercibidos hasta que se encontraron con dos guardias. Uno de ellos era el que lo estaba buscando.

—¿Qué has estado haciendo toda la mañana? —preguntó el guardia mientras le interrumpía el paso junto con su compañero.

—Ayudando a doña Cecilia con algunas cosas que me pidió que le llevará al invernadero.

—Y ¿Qué es lo que hacen aquí? Cecilia solo baja para comer.

—¿Acaso está prohibido que salga del invernadero? —Exclamó Cecilia.

—Solo sigo órdenes señora y me parece sospechoso ver a ambos por acá.

El guardia le ordenó a su compañero que los retuviera en la habitación más cercana mientras él iba a revisar el invernadero. Quería asegurarse de que todo estuviera en orden. Rodrigo y Cecilia fueron encerrados bajo llave, obteniendo así su primer obstáculo en el plan. Rodrigo no quería activar su micrófono para avisarles a los otros dos, tenía que buscar la manera de salir de la habitación.

El ingenuo guardia llegó hasta el invernadero y como es costumbre, al abrir la puerta para entrar, encendió la luz ocasionando que el ambiente lleno de gas butano tuviera su reacción inflamable.

La explosión fue tan fuerte que sacudió por completo el edificio. Alertando a todos los que se encontraban adentro. La reunión en la que Alexander se encontraba término abruptamente, pues por unos segundos la energía eléctrica desapareció. Furioso y desconcertado por lo que acababa de ocurrir, Alexander salió de la sala donde se encontraba y observó el caos que todos los trabajadores tenían. Unos a otros corrían mientras se advertían que el quinto nivel estaba ardiendo en llamas y que debían evacuar el lugar antes que el fuego se propagara por los demás niveles.

Alexander corrió hasta la sala de control y desde ahí habló por los altavoces para que en efecto, todos evacuaran el edificio. Solo el personal capacitado se quedaría para tratar de controlar el incendio.

Si el hecho que el edificio estaba en llamas era una noticia terrible, cuando se enteró que Javier y Julián no se encontraban en sus habitaciones fue catastrófico. Habían logrado escapar y lo más seguro era que estuvieran escondidos en cualquier lugar de la playa. Alexander dio una nueva orden. Todo el equipo de seguridad tendría que buscar a los dos fugitivos, no importaba si los traían vivos o muertos.

Julián seguía escondido en la cabaña y podía escuchar cómo los guardias se movilizaban a los alrededores. Se arrodilló para evitar ser visto, y empezó a tener un ataque de pánico. Se tiró al suelo y encendió su micrófono.

—Ellos están afuera, los policías están afuera... me van matar, chicos voy a morir... no quiero morir...

—Escóndete en el túnel. Nadie te verá ahí. Nosotros estamos por llegar. —Gritó Javier.

Julián trató de arrastrarse hasta la rejilla, pero era demasiado tarde, un guardia se acercó a la ventana de la cabaña y pudo reconocerlo. Al darse cuenta, Julián gritó desesperado mientras se quedaba paralizado viendo como era apuntado por el arma.

El ruido del disparo hizo eco en ambos audífonos. Julián yacía muerto en el suelo con un balazo en la frente. El enojo por lo escuchado hizo que Rodrigo golpeara con objetos la puerta hasta que logró quebrarla para poder salir.

Alexander se enteró de inmediato que ya habían encontrado a Julián. Y si este estaba escondido en la cabaña, era más que obvio donde estaba Javier. Con rapidez, reunió a 10 guardias para que lo acompañaran a la isla. Si tenían suerte, aún podrían detener a Javier antes que llegara a la cueva. Se subieron al helicóptero y partieron rumbo a la isla.

—Javier, vamos a hacer un cambio de planes. Usar el ducto de la cabaña está descartado. Tendrán que usar los que conectan directamente con la central. En el edificio ya no hay personal. Nosotros aquí los recibimos. Muévanse rápido, Alexander puede llegar en cualquier momento. —explicó Rodrigo mientras ayudaba a Cecilia a atravesar el agujero de la puerta.

Javier y los demás ya habían llegado a la casa pero el desaliento era visible en todos. Estaban pensando seriamente en la posibilidad de que el plan no funcionara.

Isabel estuvo tan cerca de casarse y poder formar una familia como siempre lo había querido. Isaías, Emilia y Víctor ya no volverían a ver a sus padres y hermanos, sus ganas por vivir como un profesional se habían topado con una inmensa pared de concreto. Claudio quería disfrutar de su retiro, pasarla en casa con sus nietos y aunque el alzheimer lo estaba consumiendo, consideraba que había muchos momentos más que valían la pena recordar. Mientras que Lorenzo, tenía todas las ganas del mundo en seguir creciendo como profesional, de viajar con su novio y cumplir las metas que se había propuesto en su adolescencia, pero por la falta de dinero no había logrado.

—No puedo creer que Alexander se saldrá con la suya otra vez. —Reprochó Javier

—¿Ya se había aprovechado de otros antes?

—Sí, cuando descubrieron esta isla, los primeros trabajadores fueron su principal objetivo. Pero ahora que lo pienso bien, no importa si logramos salvar nuestras vidas y huir de este lugar. Alexander podrá seguir repitiendo el patrón, cuantas veces quisiera.

Una idea surgió en la mente de Javier. Si querían ponerle un verdadero punto final a todo eso, debían arrancar el problema desde la raíz. Y la raíz en este caso sería la cueva. Si la cueva ya no existe, ya no habrá forma de seguir recolectando el mineral Purpuria. Pero ¿Cómo iban a derribar un gran cuerpo rocoso?

¡Claro! Las cajas llenas de material explosivo. Recordaba que Felipe escribió haber guardado todas las cajas en la casa y para su suerte aún seguían ahí almacenadas. La idea de escapar por los ductos seguía en pie pero, ahora la prioridad era que la isla ardiera en llamas para que ya nadie pudiera sacarle provecho.

Tomaron un paquete de explosivos cada uno y corrieron hasta la entrada del bosque. Escucharon el ruido de las hélices sobrevolaban el lugar, era cuestión de minutos para que tocaran tierra y se toparan cara a cara, debían estar preparados para cualquier emboscada.

Llegaron hasta la entrada de la cueva y apilaron la mayor cantidad de explosivos en el lugar. A lo lejos, observaron cómo los guardias iluminaban el lugar con sus lámparas. Todos decidieron esconderse entre la maleza.

—¿Qué esperas? ¡Hazlo explotar! —Refunfuño Isaías que se encontraba escondido en el mismo lugar que su mejor amigo.

—Espera —Respondió Javier.— Ellos van a entrar a buscarnos y cuando lo hagan... quedaran soterrados.

—Es muy riesgoso, hazlo de una vez

—Mira, hay 9 de ellos en la entrada... solo debo esperar unos segundos más...

—¡Aquí hay una persona! —gritó uno de los guardias mientras descubría el escondite de Emilia.

Todos voltearon la mirada mientras iluminaban el cuerpo tembloroso de Emilia, la cual estaba muerta de miedo.

Isaías actuó de inmediato y presionó el botón que inició la reacción en cadena de las explosiones. Estruendos ensordecedores, fuego por todas partes, el aleteo de los pájaros en señal de huida. Era un auténtico caos nunca antes visto. Lorenzo se acercó por detrás para noquear al guardia y liberar a Emilia.

Todos corrían por salvar su vida mientras veían por el rabillo del ojo como los gigantescos árboles ardían en llamas y se derrumban en cuestión de segundos.

Isabel, Emilia, Lorenzo, Claudio e Isaías estaban por delante de Javier. Pero a Víctor no lo lograba ver. Decidió regresar y lo encontró tirado a 50 metros. Víctor había tropezado con una raíz y en la caída su tobillo se fracturó. Era imposible que él siguiera corriendo. Javier No pudo avanzar ni un paso más pues un guardia salió de los árboles y lo apuntó con su arma.

Víctor agarró una piedra cercana y se la tiro en la cabeza al guardia, el cual furioso se dio la vuelta y al ver tirado en el suelo se burló de su condición. Lo apuntó con el arma pero antes de dispararle, un árbol lejano se desplomó y debido a su gigantesca altura, su copa los terminó aplastando a ambos, quedando únicamente vivo Javier.

Alexander estaba afuera del bosque esperando a que sus lacayos regresaran. De pronto observo como decenas de pájaros salían volando de las copas de los árboles. Sin poder entender qué ocurría se adentra un poco y fue testigo de cómo las llamas iban tomando terreno.

Corrió de vuelta hasta donde el helicóptero se encontraba y desde ahí solo observó como el fuego consumían el bosque en su totalidad. Alexander se sentía tan impotente ante la inmensidad del desastre. Tantas preguntas que pasaban por su mente en ese momento, pero fueron resueltas cuando observó a Javier y sus amigos salir corriendo del bosque a una distancia muy lejana como para el poderlos encarar.

Ellos habían sido los culpables, y por la dirección que tomaron sabía perfectamente su destino y no iba a permitir que llegaran a el. 

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