¬× Charla׬
Ambas pandillas habían hecho su aparición, ante los ojos de aquel peón.
El peon sólo los miraba, en busca de alguna respuesta, los líderes de aquellas pandillas miraban al peon, queriendo llevárselo y convertirlo en uno de ellos. Pero había algo en común en ellos, era la rivalidad de ellos y no se irían hasta conseguir a ese peon.
La lluvia se hizo presente, nadie hablaba o al menos eso pensaron.
Kakuchu quería que su amigo de la infancia fuera con el a su pandilla, pero el no respondía.
Rokuhara Thanday y Brahman.
Dos de las grandes deidades se encontraban ahí, Rokuhara había caído pues Brahman los había derrotado o almneos unos de sus hombres, los cuales los habían retado.
El líder de Rokuhara había caído al suelo, pues el líder de Brahman había llegado.
Paraguas - soltó el líder de Brahman
Takemichi obedeció y le dio aquel paraguas que el líder de Brahman había lanzado contra el otro líder.
Tan solo se cubrió con el paraguas, se quito aquella capucha de su gabardina uniforme de la pandilla.
Tan solo fue una noche, aquella noche tan solitaria y lluviosa.
Dodne Takmechi se negó a ser parte de alguna de esas dos pandillas y se marchó de ahí sin escuchar más a alguno de ellos.
Después de aquella noche, y el siguiente día fue algo normal. Pero aún decidiendo averiguar más sobre su amigo.
Las clases pasaban y con ello el tiempo que pasaba con sus amigos, al llegar a casa solo dejó sus cosas, sin cambiarse de ropa salió.
Si bien, quería estar más informado sobre las pandillas, se había alejado tanto de las pandillas que ahora no sabía mucho y estaba más que perdido.
Pero claro, no podía olvidarse de aparentar ser alguien más, pues si Manjirou sabe que esta devuelta en el mundo de la spandillas, capaz y va contra el y lo vuelve a golpear.
Aún que poco le importaba.
Caminando entre las calles de shibuya, buscando información y relajándose un poco, alguien fue con el, hablando un par de palabras y solo seguir a la persona.
Aquella persona portaba el uniforme de Brahman, lo había tratado bien y le había pedido de favor que lo siguiera, pues su líder lo estaba buscando y quería hablar con él.
Sentado en aquel sillón, frente a él, el líder de Brahman. Estaban solos, en aquella habitación, donde sólo los sillones y la mesa de centro los acompañaba y claro el silencio no podía faltar. Pero este se esfumó tan rápido como ellos empezaron hablar.
Takemichi no estaba nervioso o temeroso, pues sabía muy bien que no era tiempo para sentir alguna de aquellas emociones. Tenía que sentirse seguro y calmado en ese momento.
No sabía muy bien de lo que aquel líder trataba de decir.
Si, sabía al menos que también lo estaba buscando y que lo quería dentro de su pandilla, pero no lo dijo de alguna forma brusca o de orden, como lo hacían los demás. Tan solo lo hacía de una manera gentil y en forma de pregunta, era diferente, pues está vez le decían que era su decisión de aceptar o no.
Pero ese tema fue apartado, pues ese era otro tema, ahora solo venían lo que relamnete querían y lo que ambos querían.
Las pala ras comenzaron a cruzarse, las opiniones y decisiones también. Aquella charla se alargo y consumió todo aquel tiempo. Tan solo hablan de lo que querían y de cómo hacerlo.
Los ctratos y las promesas llegaron.
Takemichi confío en las palabras de aquel líder, tal vez el podía ayudarle con su objetivo.
Acepto el trato y con ello dieron finalizada su reunión, takemichi se marchó de ahí. Esperanzado de que por fin había conseguido una promesa de salvar a su amigo.
Tal vez esa pandilla podría ser nombrada como peligrosa, pero no era así, no había alguna comercialización de droga o algo ilegal, de hecho ellos no estaban involucrados en esos negocios, tan solo querían acabar con ellos, no deseaban ser parte de esos negocios pero querían exterminarlos. Tal vez así salvaría a su amigo y lo traería devuelta.
Sus esperenzas eran demasiado altas.
Las temporadas de lluvia estaban presentes en Japón, la lluvia caía al suelo y mojaba todo lo que había en su camino. Las ventanas mostrando el agua correr hacia abajo.
Algunas eprosnas caminanaod de un lado a otro, algunos a sus hogares, otros a sus trabajo y otros alguna otra perte.
La vida era así.
Draken y Emma tenía una cita en ese momento, pero parecía que la lluvia se lo habían impedido, pero admirar aquella lluvia y oler aquella humedad les daba tranquilidad.
Takashi cuidaba de sus hermanas, esta vez Hakki y Yazuha les acompañaban, la casa de los mitsuya's había sido invadida por los Shiba's, reina ante algunos chistes que hacían las menores de los Mitsuya's.
Los gemelos kawata hacían sus deberes, pues su puesto de comida, no se haría por sí solos, tenían que trabajar y pensar muy bine aquellos que soñaban.
Todo en ese momento les brindaba tranquilidad.
Takemichi por su aporte solo miraba desde la ventana de su habitacion la lluvia a caer. Sus padre trabajan y está vez no le darían algún tiempo para hablar entre ellos, el trabajo los había absorbido demasiado, a takemichi no le importaba tanto, pues al menos hablaba con ellos mediante mensajes de textos.
Sus pensamientos lo inundaron demasiado, pues se perdió tan solo en sentarse en su cama. El ruido de la lluvia era lo único que sonaba en aquel lugar. Los pensamientos de takemichi eran demasiados.
Aquella ficha, disfrazada de peon, comenzaba a prepararse y revelarse como reoamnete era.
No por nada había tomado la iniciativa de ir tras su amigo, le importaba poco que el fuera quien jubagaba y menejaba las fichas en ese tablero, aquel que era nombrado como rey.
Te has vuelto tan débil, manjiro - hablo takemichi
Aquel chico de cabello rubio cenizo, sintió un escalofrío. Habían hablado de él, tal vez.
Mirando la lluvia desde aquel gran ventanal, mirada seria y sin algún brillo en ella. Había perdido todo, aquel gran rey, no tenía ya nada.
Sus reliquias más grandes las había perdido, las había dejado tirado.
Su oscuridad se apoderó completamente de él.
Aún recordaba los rostros de sus amigos, aquella noche donde trataba de dialogar con el, trataban de no soltarlo, no dejarlo ir. Pero el fue necio, y su oscuridad lo segaba, tan solo los golpeó y los desecho.
Se marchó sin decir alguna otra palabra, más que insultos.
Pero no era momento de poder arrepentirse, por que aquellos chicos habían hecho su vida, una vida tranquila y apsifica, tan solo una vida normal.
Al menos sabía que eran felices sin él, le dolía, si...pero er a mejor alejarlos de él.
Sabía que els haría más daño, de lo que les hizo. Su oscuridad lo dominaba más que a nada y el, no podía contra ella.
Tan solo no podía co trolar aquella oscuridad y dejó ser su marioneta.
El rey había obtenido a dos peones, dos torres.