Jennie y Lisa, pasaron el día entre habitaciones, salones y escobas. Tenían muchísimas cosas que hacer, y por un altercado en la mañana, no podrían detenerse, a pesar de que Lisa le hubiera pedido a Jennie que se tomara el día, la omega no estaba dispuesta a no hacer nada. Tenía que cuidar ese trabajo.
La omega sentía la mirada de todos los alfas cuando pasaba, pero no hacían nada extraño, aparte de mirarla. Buscaba inconscientemente al guardia de esa mañana, pero ni siquiera había conseguido observar su rostro, y tampoco sabía quién era el otro alfa con el que estaba discutiendo Roseanne cuando llegó.
Almorzaron en la cocina vacía. Jennie comenzaba a creer que todas las personas con las que se topó el primer día habían sido parte de su imaginación.
Lisa estaba particularmente conversadora ese día. Hablaba un poco de esto, y un poco de aquello, dejando a Jennie totalmente confundida, mientras aún pensaba en todos los omegas que había visto. Las cosas en esa casa eran un poco extrañas.
—En mis dieciocho años de vida, nunca había conocido a una persona como tú. Eres adorable.
—Lisa...
—¿Sí?
—El día que yo llegué, este lugar estaba lleno de omegas. ¿Dónde están?
—Pues, decidí que íbamos a almorzar un poco más tarde. No quería que te toparas con tantas personas tus primeros días. Ahora deben estar en sus habitaciones, o algunos en otras tareas.
—¿Y se puede hacer esto? ¿Comer en un horario diferente?
—Sí. En realidad, no, pero tranquila, no va a pasar nada. No nos van a despedir por algo así. Para Roseanne es mejor que estés cómoda. No creo que con tantas personas estuvieras cómoda.
Jennie asintió despacio. No quería ser maleducada o algo parecido, pero no podía sacarse de la cabeza a Roseanne. Todo tenía que ver con ella. Parecía controlarlo todo, aunque no estuviera allí, junto a ellas. Lisa mencionaba a cada minuto a Roseanne. "Roseanne es esto, Roseanne es esto otro. A Roseanne le gusta esto..."
Algo se removía en su interior cada vez que Lisa alababa a Roseanne como si fuera un santo. Tenía ganas de salir de esa cocina, y callar a la beta. Esa sensación extraña tenía un nombre, pero Jennie estaba demasiado ocupada en otras cosas, que no se ponía a pensar en los detalles que la atacaban desde que había llegado a esa casa. Esos pequeños detalles que se activaban al pensar, al imaginar o al ver a Roseanne.
—Roseanne tiene suerte... Eres preciosa.
—¿Por qué tendría suerte? No entiendo tus comentarios. Llevas hablando de Roseanne desde que se fue. No lo comprendo. Parece una especie de obsesión —había llegado a su punto de explosión. Estaba cansada de escuchar a Lisa mencionar tantas veces a la alfa. La amargura en su pecho, no se iba con nada— ¿Por qué esa chica tendría suerte? ¿Qué relación tengo con ella? Tienes que ser más clara. No. No seas más clara. No quiero una alusión a Roseanne, en lo que queda de día. ¿Por qué hablas tanto de ella? ¿Ustedes... Tienen algo o qué?
Lisa estaba sorprendida. Extrañamente sorprendida. Era la primera vez desde que había llegado, que Jennie decía tantas cosas en una oración. Eso era lo bueno. Lo extraño, era la manera en la que su tono de voz la estaba dañando de manera inconsciente.
—C-creí... Que te gustaría saber de ella.
—¿Por qué querría saber de Roseanne? Ella no es mi amiga, y no lo va a ser nunca. Es una desconocida. No me interesa saber de Roseanne. Ni siquiera la quiero cerca. Ella... No es buena persona.
—¿Es por su trabajo? ¿Por eso no quieres ser su amiga?
—No quiero ser su amiga, porque no quiero ser su amiga. No hay más motivos. No me interesa. No me interesa Roseanne. ¿Feliz?
La beta no estaba feliz con esas palabras. Para nada, porque sabía que su amiga, las había escuchado. Hace más de cinco minutos, Roseanne se encontraba con un girasol en sus manos, parada en la entrada de la cocina. Jennie estaba dándole la espalda, y se encontraba tan concentrada en detener las palabras de Lisa que se relacionaban con Roseanne, que no la había notado.
—Roseanne es una buena persona...
Todas las palabras que salían de la boca de Jennie, estaban cargadas de miedo. Tenía miedo, por todo lo que estaba sintiendo. La confusión y el miedo a lo desconocido eran la peor combinación.
—No lo es. Mira, puede ser tu amiga, y lo respeto, pero no es una buena persona. Sé que no eres estúpida, y sabes todo lo que hace. El dinero que ingresa a esta casa está lleno de sangre. Roseanne es una asesina. Los padres de Roseanne, y Mina, y todas las personas importantes de aquí, son asesinos. Si yo mato a otras personas, no puedo considerarme buena. Es ridículo.
En su lugar, la alfa observaba la flor entre sus manos. No sabía cómo salir de allí. Jennie tenía razón. No era una buena persona.
—Jennie. Tienes que darle una oportunidad. No la conoces.
—Tampoco quiero hacerlo.
—No digas eso. Sólo... Dale tiempo. Tienes que darle tiempo. Estoy segura que cuando conozcas a Roseanne, tu perspectiva va a cambiar.
No quiero que cambie. Tengo miedo de que cambie.
La alfa, no pudo seguir escuchando desde el inicio de la puerta. Puso su mejor cara, y realizó algo de ruido, para ganarse la atención de ambas. Le mostró su mejor sonrisa a una sorprendida y tensa Jennie, y le extendió el girasol.
—¿Q-quieres sentarte aquí?
Roseanne deseaba no haber escuchado todas esas cosas. Podría sentarse con Lisa y Jennie, tal vez tomar una que otra taza de té, y hablar con la persona que no había abandonado sus pensamientos, pero sabía que la omega, no la quería cerca, a pesar de que le hubiera ofrecido eso.
—Yo... Estoy un poco ocupada.
—Roseanne, siéntate allí.
Lisa quería arreglar toda la situación, quería que su amiga no se sintiera mal por todo lo que escucho, pero ya era tarde. Roseanne estaba sufriendo internamente, aunque mostrase su mejor sonrisa.
—No. Tengo trabajo. Gracias por el ofrecimiento. E-espero que hayan tenido un buen día.
Sin más, salió de la cocina con los hombros caídos, la cabeza agachada y un aura que sólo daba a entender una cosa; tristeza. La tristeza que recorría el cuerpo de Roseanne, había sido captada por Jennie, y por Lisa.
La beta se lamentó profundamente, y mordió el interior de su mejilla con fuerza. Quería ir corriendo hasta su amiga, e intentar convencerla de que las palabras de Jennie podían cambiarse, o que era una equivocación, pero la verdad la había abofeteado, devolviendo su mente a la realidad. Jennie no lo sentía.
[🌠]
Roseanne estaba lista para dormir. Lavaba sus dientes con cuidado. Su expresión cansada era la realidad de lo que vivía día a día. Podía notar sus pequeñas ojeras, adornando su pálida piel.
A pesar de haberse mantenido el resto de la tarde entre documentos, y trabajo, no dejaba de pensar en Jennie. Ella no podía sacarse a la omega de su pensamiento. Jamás lo lograría. No si sentía aquel vacío en su pecho al verla, o esas incontrolables ganas de acercarse.
Estaba hundida.
La puerta del baño fue golpeada suavemente, y Roseanne suspiró. Conocía a Lisa desde toda su vida, y tenía perfectamente claro que iba a ir a hablar con ella.
Cambió su ropa por la pijama que constaba de una polera amplia, de color negro, y un pantalón holgado. Dejó el montoncito a los pies de la bañera, y abandonó el baño.
Entre sus sábanas, notó el cuerpo de su amiga beta. Lisa esperaba por ella con una sonrisa en su rostro. Palmeo el lugar que ocupaba Roseanne, y la llamó para que se acercara.
La alfa con pasos lentos, apagó las luces, dejando a la habitación únicamente iluminada por las lámparas ubicadas a cada lado de la cama. Se metió junto con Lisa, y volvió a soltar un suspiro.
—Sólo falta Mina aquí. Sería como volver a tener nueve años. ¿Recuerdas toda nuestras pijamadas?
—Nunca nos dejabas dormir.
—Ustedes son demasiado aburridas. Las pijamadas no son para dormir. Son para disfrutar. ¿Quién duerme en las pijamadas?
Roseanne negó con la cabeza, mostrándole una pequeña sonrisa a la chica a su izquierda, mientras se acomodaba dispuesta a dormir. Su cabeza palpitaba y dolía fuertemente. Tendría que levantarse a las cinco. La ausencia de su padre y Mina, estaba dejando estragos.
—No te vas a dormir aún. Tenemos que hablar.
—Mañana —respondió con voz cansada y un poco ronca— Mañana hablaremos de lo que quieras.
—Es de Jennie. Tenemos que hablar seriamente. No dejaré que te escapes con la excusa de que estás cansada.
—Realmente estoy cansada. Tuve un día espantoso —giró su cuerpo para quedar frente a su mejor amiga, y tomó algo de aire antes de hablar— Jennie... Dejó todo muy claro.
—Ella no lo sabe aún. No entiendo.
—Da igual. No puedo hacer nada por cambiar su perspectiva de mí, y está bien. Es una omega libre.
—Tienes que ayudarla a que lo note. No puedes rendirte tan fácil. Creí que te gustaba —la mano derecha de la beta fue hasta el cabello rubio y sedoso, para enredarse en este, y ayudar a su amiga a caer en un estado de relajación más profunda— Jennie no te conoce. Cuando lo haga, no dirá todas esas cosas.
—No quiere conocerme. Lo escuché. Soy mala persona, y mi familia también. Jamás podré ofrecerle estabilidad, o una vida tranquila. No soy... Yo no soy nada bueno.
—Esta familia es todo lo que tenemos, y sabes que no eres una mala persona. Lo sabes. No te dejes llevar por esa vocecita que sale en estos momentos. Ayudas a todo el mundo, Roseanne.
—Sería diferente si me dedicara a otra cosa. Tal vez si fuera doctora, o profesora.
—Eres doctora ¿Olvidas los años de medicina que te hicieron estudiar tus padres? Nuestra vida no sólo se basa en traficar, escondemos muchas cosas, y eso Jennie no lo sabe. Ella no te conoce.
Lisa deseaba quitarle las inseguridades a Roseanne, pero era tarea difícil, sobre todo después de escuchar todas esas cosas. El corazón de la alfa se encontraba apuñalado, mientras perdía una gota de sangre por cada minuto que pasaba, pero Roseanne, no planeaba ningún movimiento para cambiar el parecer de Jennie.
—Ella encontrará a alguien mejor.
—Ya te encontró.
—No voy a obligarla a conocerme. No voy a obligarla a nada. Sólo espero que esté bien, y que pueda hacer su vida con alguien a su altura. Jennie es increíble. Merece un alfa increíble —Roseanne dejó un beso en la mejilla de su mejor amiga, y giró su cuerpo, para apagar la luz de la lámpara. Acomodó su cuerpo entre las sábanas, y suspiró— Cuida de ella, por favor. Buenas noches.
[🌠]
El ambiente en casa se sentía raro para Jennie. Desde que llegó a la habitación de Roseanne junto a Lisa, la beta no había pronunciado palabra por dos grandes motivos. El primero, era el maldito horario de Roseanne. Había levantado a Lisa a las cuatro de la mañana por accidente. El segundo, era la expresión con la que la alfa se había ido. Se supone que las horas de sueño debían ser reparadoras, pero en el rostro de Roseanne, no se reflejaba eso, sino, todo lo contrario. Ojeras oscuras que adornaban su piel, y una expresión de tristeza que llegaba a doler.
Jennie se había limitado a acatar las órdenes que salían del cuerpo de Lisa, sin dejar de observarla con curiosidad. Sabía que estaba pasando algo con ella. Tenía ganas de saber lo que era, pero tampoco deseaba preguntar. Esperaría a que Lisa lo soltara. En algún momento tendría que hablar.
Iniciaron con la habitación de Roseanne, para luego colarse en la habitación de la pareja conformada por Mina y Nayeon. La omega tenía la sensación de estar haciendo algo prohibido, pero Lisa simplemente se movía con una confianza fuera de lo común.
Después de terminar allí, Jennie creyó que bajarían a limpiar uno que otro salón, o las habitaciones de los trabajadores, pero siguió a la beta por el pasillo que las guiaba hasta el otro lado de esa planta.
Se detuvieron frente a una puerta enorme. Lisa tomó la manija de la puerta, para darle ingreso a la omega.
Si la habitación de Roseanne era gigante, esa, era mil veces más grande. Era mucho más grande que una suite en el mejor hotel del mundo.
—Esta habitación no suele abrirse a cualquier persona.
—¿Q-qui...
—Jung-Ki y Jihyo.
Jennie sintió como el aire se escapaba de su cuerpo. Lujo, lujo, lujo. Sólo podía pensar en eso. Esa casa, esa habitación, esas personas. Todo era lujo.
Lisa le ordenó realizar todas las acciones con extremo cuidado. La omega no entendía porque la había llevado con ella. Estaba demasiado nerviosa. Era una prueba de fuego. Esas personas podían molestarse, y acabar con ella en tres segundos.
Las paredes tenían un suave color beige, que combinaba perfectamente con las decoraciones clásicas. La lámpara que colgaba del techo era lo más bello que Jennie había visto. El vestidor parecía no tener fin, y el baño, era espectacular. El valor de todas las cosas que se encontró la omega era incalculable. Le faltarían neuronas para hacer semejante hazaña.
Lo más llamativo para Jennie, fueron los portarretratos en una de las mesas de noche. No sabía quién dormía de ese lado, pero la imagen era preciosa. Eran Roseanne, y otra mujer abrazadas como si sus vidas dependieran de eso. Ambas le sonreían a la cámara. No parecía tener muchos años.
La omega terminó completamente mareada de tantas exigencias. No podían limpiar de esa manera porque quedaba mal. No podía hacer eso, porque era la manera incorrecta de hacerlo. No podía pisar esa alfombra. En teoría, no podía hacer nada libremente.
Cuando Lisa se dignó a sacarlas de esa habitación, una sonrisa de victoria se instaló en su rostro. No sabía si habían hecho las cosas bien, pero no haber roto ninguno de los lujosos adornos de esa habitación, era algo para celebrar.
Llegó la hora de almuerzo, y a diferencia del resto de los días, todos los omegas que habían estado junto a ella en su primera noche en esa casa, se encontraban sentados. Las miradas hacia la omega que seguía siendo desconocida, no eran precisamente amables. Jennie había tenido la oportunidad de tener unos días de adaptación, cosa que el resto, no.
Lisa guio a Jennie hasta una esquina de esa abarrotada cocina, en donde la misma chica que había visto el primer día, les sonreía.
—Buenas tardes. Me llamo Tzuyu, por si no lo recuerdas.
—Jennie, y si me acuerdo de ti.
—Yo también me acuerdo de ti. Nadie deja de hablar de tu persona, Bae Jennie —elevó ambas cejas, para luego observar a Lisa— ¿Y tú no te vas a sentar?
—No sé si deba comer. No tengo hambre.
—Al menos siéntate.
Esa era otra alarma para Jennie. La beta siempre terminaba con un apetito voraz después de realizar la limpieza de todos los días. No había desayunado prácticamente nada, y tampoco quería comer. Claramente, algo le estaba pasando.
Lisa se sentó junto a Jennie, y dejó caer su cabeza en la cubierta de la mesa de madera, y suspiró pesado. Cerró sus ojos, y se mantuvo en silencio la mayor parte del almuerzo.
La omega no sabía de qué hablar con Tzuyu, así que también estuvo en silencio la mayor parte del tiempo, dándole pequeñas cucarachas a esa peculiar sopa. No le disgustaba, pero tampoco le encantaba. Lo único bueno que había probado hasta ahora, era el té de Roseanne.
Inconscientemente, sonrió como idiota al recordar el sabor dulce y suave de aquella bebida. Daría lo que fuera por volver a probarla.
Una gran mayoría de los omegas se retiraron después de una media hora a terminar con sus respectivas actividades, y las únicas personas que quedaron, eran betas que lavaban platos.
—Lisa, ¿tenemos más cosas que hacer?
Jennie preguntó suavemente a la beta que parecía estar dormida, pero estaba completamente despierta. Había esperado todo el día para un momento a solas con Jennie. Un momento en el que pudieran hablar seriamente.
—Quiero hablar contigo...
—¿De qué?
—Tzuyu, por favor.
La beta entendió el mensaje. Le brindó una última sonrisa amable a Jennie, y acaricio el rostro de Lisa, para abandonar la cocina. Únicamente estaban ellas dos. Nadie más.
La omega no sabía el motivo de la conversación. Tampoco sabía el motivo de la tensión de Lisa, y quería saberlo. No creía que la beta a su izquierda fuera una persona irascible.
—¿Tienes algún problema?
—Sí. O sea, no... Es complicado —lo que estaba haciendo Lisa, era un riesgo en toda la expresión de la palabra. Deseaba indagar un poco. Quería que Roseanne y Jennie, se juntaran mucho más— ¿Te gusta alguien?
Lisa había manejado esa posibilidad durante todo el día. No le cabía en la cabeza como Jennie aún no se daba cuenta de lo que realmente pasaba. Si ella fuera omega, y fuera Jennie, ya lo habría notado, y estaría feliz, porque Roseanne, es un amor.
—No... Supongo. Si me gustase alguien, no estaría aquí. Estaría con esa persona, posiblemente. ¿Por qué? ¿Conoces algún pretendiente?
—Yo... Hay algo que está pasando contigo, pero no lo notas. Se va a dar cuenta toda la casa, menos tú. ¿Realmente no sientes nada? En tu interior, en lo más profundo de tu interior, ¿No sientes nada?
—¿Qué debería sentir? —preguntó relajada. No deseaba indagar en sus sentimientos, y menos junto a Lisa. Tampoco tenía claro lo que debía sentir como tal— No entiendo que es lo que deseas saber.
—Entonces, tenía razón... No lo sientes.
—No. No siento nada, si eso es a lo que te refieres. Estoy preocupada del trabajo. No tengo tiempo para cosas que no comprendo.
Jennie había llegado a un consenso consigo misma. Concentrarse al cien por ciento en la investigación. Necesitaba salir de esa casa. Había situaciones que le ponían los pelos de punta, o cosas que se volvían confusas al estar cerca de alguien en particular. Nerviosismo, ansiedad, emoción, y sobre todo, un omega completamente cegado de cualquier pensamiento racional. Jennie al estar cerca de Roseanne, se volvía estúpida, un poco más estúpida de lo normal. Eso, la tenía asustada.
—Bueno... Aunque, siempre se puede hacer algo. Las personas de esta casa no son lo que tú crees. Escondemos muchas cosas.
Dinero, crímenes, cadáveres. De todo un poco. Una amplia gama para escoger.
—Lisa ¿De quién estabas hablando? ¿Quién tenía razón?
La beta sonrió de manera triste, y negó con la cabeza. No era pesimista, pero las cosas para Roseanne irían difícil. Acercarse a Jennie con esa intención, sería difícil, por no decir imposible. No había nada por hacer. Absolutamente nada. Sólo esperar.
—No importa.
—Dile a esa personita, que no me conoce. No puede asumir sobre lo que siento o no. Y también mándale mis saludos. Asumo que es bastante cobarde. No tiene la decencia de venir a hablar directamente conmigo. Cara a cara. Nunca esperes cosas de las personas, menos si son alfas.
—Pues sí. En eso estamos de acuerdo. Los alfas son extraños. Anoche dormí con Roseanne, y su maldita alarma sonó a las cuatro de la mañana. Casi muero.
Jennie sintió como el aire se hacía más escaso, y le costaba mantenerse relajada. La tensión se apoderó de todo sus músculos, mientras crecía esa sensación de incomodidad, molestia, rabia. Esa sensación que Jennie experimentaba por primera vez.
—¿D-duermen juntas seguido?
—No. A veces. Roseanne es un osito de peluche al dormir. Lo mejor es dormir en invierno con ella. Es como un microondas. Te calienta cuando estás fría. Cuando duelen los huesos, lo mejor es meterte a la cama con ella, y ya. Caliente otra vez.
Si saber que dormían juntas en más de una ocasión era un golpe fuerte, escuchar eso, era una daga al corazón, desatando el sentimiento en Jennie. Frunció el ceño, imaginando todas las posibilidades que podían pasar entre Lisa y Roseanne. No eran niñas, y como todas las personas, tenían deseos.
Roseanne y Lisa. Lisa y Roseanne. Juntas. Pueden estar juntas.
Cerró los ojos con fuerza, intentando evadir esa vocecita que la molestaba, y agrandaba su herida, sin importarle lo muy mal que pudiera estar pasándolo. Se sentía una idiota, sin un motivo aparente. Tal vez era una idiota por haberle creído a Lisa. Una persona como Roseanne debe tener a una fila de omegas detrás de ella. Omegas dóciles, sumisas, perfectas. Perfectas para la alfa perfecta. Jennie jamás sería una omega digna para Roseanne. Y eso, le estaba quemando por dentro. Imaginarse a sí misma, como la omega de alguien que apenas conocía. Estaba delirando, pero no dejaba de pensar en eso.
La presencia desde un alfa alertó a ambas. Era el conductor que le había ofrecido una sonrisa amable al llegar a esa casa por primera vez. Esta vez, esa sonrisa estaba plagada por hematomas.
Lisa se acercó a él, y lo ayudó a llegar hasta la silla más cercana. Parecía abatido, derrotado y sobre todo, cansado. Observó a Jennie, y le mostró la misma sonrisa que ese día, que desapareció por las convulsiones que comenzó a tener.
—¿Qué mierda pasó?
—H-hay... Un problema. Muchos problemas.
—¿Cómo cuáles?
—Estábamos en el centro...
—¿Roseanne está bien? ¿Se encuentra bien? ¿Le hicieron algo? ¿A dónde se fue?
—Subió a su habitación. Tienes que ir a verla.
La omega se levantó de su lugar, y pasando a llevar cualquier pensamiento racional, comenzó a caminar con dirección al último piso de la casa. A pesar de estar aterrada por la cantidad inusual de alfas que se encontraban en la casa, llegó con éxito hasta el último nivel.
Si en los pisos anteriores el despliegue de personas con rostros poco amigables era amplio, en ese, era una ridiculez. Todos los ojos del pasillo cayeron en Jennie. Algunos estaban sorprendidos, otros, la observaban con algo de intriga, y unos pocos, bajaron la mirada rápidamente, evitando poner incómoda a la chica.
Tomó una gran cantidad de aire, antes de mover sus pies con vergüenza por el pasillo. A medida que se acercaba a la habitación, los latidos de su corazón ganan fuerza e intensidad. Fuera de la habitación de Roseanne, dos alfas resguardaban la puerta.
—Señorita, le recomiendo que vuelva a su lugar de trabajo.
—Y-yo... Necesito hablar con Roseanne.
—No está para nadie. Vuelva, por favor. No deseamos problemas.
—S-señor... Por favor. D-dígale que es urgente.
—Para nadie. Fue clara con la orden.
Jennie suspiró derrotada, y dispuesta a retirarse. Giró su cuerpo, para encontrarse con una agitada Lisa. La beta tomó por el brazo a Jennie, y la acercó aún más a la puerta.
—Señorita, no está para nadie. Nos veremos en la obligación de usar la fuerza.
—¿Realmente quieren tocar a esta mujer? ¿Saben quién es? Creí que Roseanne había sido clara. Bae Jennie puede ingresar cuantas veces quiera ¿Sabes por qué? —ambos alfas asintieron, abriendo la puerta de la confusión en Jennie— Entra. Nadie va a molestarlas. Se amable, por favor, y si la encuentras un poco inquieta, es normal. Si necesitan algo, estaré afuera. Creo que quieres ver como se encuentra, ¿o me equivoco?
—No... Yo quiero ver... Si está bien.
—Va a estar mejor ahora.