La mejor amiga
Aquella apuesta comenzaba a no convencer mucho a la pelirroja. Escuchar los gemidos de su mejor amiga salir de la laptop le hacía estremecerser y apretar los muslos con fuerza, cosa que la dulce rubia había notado. Hace unos días la mayor se escuchaba segura de sus palabras, nunca podrías llegar a excitarme, pero ahora su centro palpitaba en busca de alguna estimulación.
En el vídeo, su mejor amiga rebotaba sobre uno de esos juguetes que tanto compraba por Internet. Las redondas nalgas cubrían casi toda la pantalla, haciendo posible de ver el dildo entrar y salir de su rosado coño que minutos antes estaba envuelto en una blanca lencería haciéndolo ver apetecible. La manera en que arqueaba la espalda y la destreza con que montaba el pene de plástico era como arte para la menor.
-¿No quisieras que me moviera así sobre ti?
Le pregunto en su tono sensual rozando la malicia y diversión. Apartó la laptop del regazo ajeno para ocupar su espacio, rodeandole el cuello a su amiga con los brazos. Por inercia, fue sujetada de la cintura, lo que la llevo a menear las caderas lentamente sobre su muslo.
-¿Quién dice que has logrado algo en mí?
Su rebeldía y su deshonestidad le robó una risita. Se posicionó enfrente de ella, para lentamente comenzar a desnudarse notando la respiración agitada de su curiosa compañera y recobró asiento donde estaba hace unos segundos.
-¿Me vas a decir que no te mueres por tocarme y acabar con tu curiosidad?
Le tomó de las manos para llevarla a sus pechos desnudos, y estimularse los sensibles pezones en su acto. Para su sorpresa la pelirroja apartó sus dígitos de uno de sus senos y lo reemplazó con la boca comenzando a succionar. Supo en ese momento que disfrutaría aquello tanto como comenzaba disfrutar en la forma que aquella caliente y húmeda lengua se movía sobre sus botones. Y supo, que había conseguido por fin lo que tanto anhelaba.