Frente a mí, se encuentran cinco chicos, algunos de pie y otros sentados en el sofá del salón; y junto a cada uno de ellos una o dos chicas semidesnudas. Algunas besándose con ellos y otras bailando con sus cuerpos muy pegados.
¡Dios, qué pecado!
Mis ojos van hacia uno de los chicos; sentado en el sofá con una chica a horcajadas encima de sus piernas. Sus ojos café coinciden con los míos y mi corazón da un fuerte golpe que da inicio a una secuencia de latidos acelerados.
¿Qué me está sucediendo? ¿Me estará dando un infarto? ¡Dios, moriré en mi primer día en la calle!
Decido cerrar los ojos y calmarme. Respiro profundamente. Uno, dos, uno, dos. De un momento a otro la música se detiene y alguien toca mi brazo; ese gesto me hace abrir los ojos y saltar asustada. Frente a mí esta uno de los chicos, rubio con ojos verdes. Me da una sonrisa amable y habla.
—Hola, tú debes ser Amelia ¿cierto? —Me voy calmando al oír su voz suave.
—Sí, soy yo. —Susurro casi inaudible. Todo esto me tiene nerviosa, nunca había presenciado algo así. ¿Dónde están los señores Jones? ¿Por qué solo veo chicos y chicas descarrilados?
El chico frente a mí voltea hacia el resto de los chicos del salón y habla fuertemente.
—Vamos, todos fuera, se acabo la fiesta. —Las chicas protestan pero hacen caso a sus palabras y se marchan pasando por mi lado mientras yo intento no mirarlas. Veo que los cuatro chicos se quedan aquí.
—Un gusto Amelia, mi nombre es Nick Jones. Lamento que presenciaras lo de hace unos minutos, no sabíamos que vendrías justo hoy. —Me extiende su mano y yo la acepto.
Entonces es el hijo de los señores Jones.
Veo que el resto de los chicos se acercan a saludarme y vuelvo a ponerme nerviosa. Nunca he estado rodeada de chicos, solo tengo el recuerdo de uno, y ahora tengo a cinco a pocos metros de mí.
Tranquila Amelia, es normal, esta es la vida en la calle, debes acostumbrarte.
—Hola, yo soy Alan y este de aquí es mi gemelo Alec. —Saluda un chico de pelo negro y ojos verdes. A su lado otro chico idéntico a él. Les sonrío tímidamente, y más bien parece una mueca.
Se acerca otro más; es rubio como Nick, mismo color de ojos, pero es un poco más bajo que él y tiene una argolla en la nariz.
—Yo soy Nathan, un gusto tenerte aquí con nosotros, verás que te sentirás cómoda con nosotros. —Su voz es profunda pero suave, da seguridad.
No creo que me llegue a sentir cómoda con tantos chicos.
El último chico se acerca, el mismo que vi en el sofá con la chica encima. Tiene el cabello castaño, los ojos de color café expresan frialdad; es mucho más alto que yo y de contextura musculosa, pero no exagerada.
—Hola. —Es lo único que dice y me estrecha la mano. La tomo y al instante la aparto al sentir un pequeño corrientazo, noto que él también lo ha sentido porque la aparta con la misma rapidez que yo. Nos quedamos viendo unos segundos que se me hacen eternos.
—¿Y tú eres..? —Las palabras abandonan mi boca sin pensar. ¿Por qué le pregunto? Qué tal que no me lo ha dicho porque no quiere.
—Hades. —Me quedo inmóvil al escucharlo. Su voz es grave y suave como la del resto de los chicos, pero logra que un fuerte escalofrío me recorra.
¿En serio Hades? ¿No había otro nombre para él?.. Siento que estoy en las puertas del infierno.
—Bien, ya que todos nos hemos presentado, te explico un poco todo. —Habla Nick. —Todos nosotros somos hermanos, excepto Hades, que es nuestro primo, pero estamos en familia. Nuestros padres no están, viajaron hoy en la mañana hacia otro país por cuestiones de trabajo, pero tú no te preocupes que nosotros cuidaremos de ti y te mostraremos cómo es el mundo aquí fuera.
Trago saliva y mis manos comienzan a sudar. ¿Sus padres viajaron? !Entonces me quedo sola con todos ellos! Dios, protégeme.
—No creo que... —Él me corta antes de seguir.
—No tienes que estar asustada. Nuestros padres nos pusieron al tanto de tu situación y haremos todo lo posible para que te sientas cómoda, aunque estés rodeada de cinco chicos guapos. —Sonríe ampliamente y yo me sonrojo, es guapo, la verdad todos lo son.
—Seremos amigos. —Dice Alan animadamente. —Ya veras que será divertido vivir con nosotros, hay tantas cosas que mostrarte. —Su ilusión me anima un poco y siento que me tranquilizo.
—Deja y te muestro tu habitación. —Habla Nathan mientras toma mis maletas y camina por el salón, para luego subir unas escaleras.
Lo sigo en silencio, dejando al resto de los chicos atrás. Llegamos a la segunda planta y hay un pasillo largo con varias puertas. Se detiene en la segunda y la abre. Me quedo alucinada con el interior; es inmenso, tres veces mi habitación en el convento. Hay una enorme cama en el centro, un escritorio a un costado, y un hermoso ventanal con vista al bosque trasero.
—¿Te gusta? —Yo asiento embelesada con las vistas frente a mí. —Esta es la mejor habitación. Anteriormente era la de Hades, pero ahora es tuya. —Me volteo hacia él con el ceño fruncido.
—¿Y por qué no la ocupa? ¿No hay más y debe irse por mí? —Pregunto preocupada, no me gustaría que nadie esté incómodo por mi llegada.
—No es nada de eso, tranquila, es que... —Hades lo interrumpe posando una mano en su hombro.
—Solo me cansé de esta habitación, es todo. —Dice y se encierra en la habitación que está frente a la mía.
—Bueno, ya todo dicho, me voy para que te acomodes y descanses. Cualquier cosa que necesites estamos aquí. Mi habitación es la del fondo, la de Hades como ves, es la de aquí al frente, y la de los chicos son las de al lado. Si tienes hambre, baja a comer cualquier cosa, no tengas pena.
—Vale, muchas gracias. —Él asiente y se marcha.
Paso dos horas deshaciendo las maletas y ordenando todo a mi gusto. Cuando termino veo que es media noche. Me cambio mi vestido de novicia por un pijama y me acuesto a dormir.
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Despierto al sentir el ruido de la música. Me levanto y me aseo, para luego salir de mi habitación.
Salgo al pasillo a la vez que Hades sale de su habitación y mis mejillas arden al verlo con el torso desnudo. Se notan sus músculos del abdomen marcados y el pecho se ve duro. Levanto la vista a su rostro y mi corazón se acelera. Tiene una pequeña sonrisa ladeada.
—¿Te gusta lo que ves, monjita? —Su voz y la forma en que lo dice me hace estremecer. Decido omitir su pregunta con sentido lujurioso.
—Buenos días para ti también. —Paso de largo y bajo hacia la cocina, que encuentro rápidamente.
—Buenos días Amelia. —Saludan Alec y Alan, ambos sin nada que cubra sus torsos. Volteo a mi derecha y veo a Nick y Nathan en las mismas.
¡Será que nadie se puede vestir correctamente!
Les respondo el saludo y me siento en la mesa junto a ellos, evitando hacer contacto visual. Me sirven el desayuno: huevos revueltos, tocino y frutas. Todos me cuentan anécdotas de su vida; Alan y Alec son un año mayor que yo, Nick tiene veinte y Nathan veintiuno. Me cuentan que todos van a la universidad, pero ahora están de vacaciones de verano. Nick y Alec estudian administración de empresas, Nathan ingeniería mecánica y Alan estudia artes plásticas.
—Tú también podrías entrar a la universidad el siguiente año. —Me anima Alan y me doy cuenta de que nunca he pensado en ir a la universidad, no tengo presupuesto para eso.
Hades hace presencia en el comedor, camina hacia el estante y toma una manzana mientras se queda parado revisando su teléfono.
—Sí, sería genial. ¿Qué te gustaría estudiar? —Pregunta Nathan y todos me miran en espera de una respuesta, todos menos Hades que está absorto en su teléfono.
Lo pienso unos segundos. Siempre me han gustado los niños y las pocas veces que he salido del convento han sido para ir a instituciones de educación, son de las pocas cosas que me alegran el día.
—Pues... Me gustaría ser maestra. —Noto como Hades clava su mirada en mí.
—Oh, esa es una profesión muy bonita, es la misma carrera de... —Dice Nick y el sonido de su teléfono no lo deja termina. Se disculpa y sale a atender la llamada.
Seguimos conversando y veo como Hades se marcha de la casa sin decir nada. No sé por qué se lleva mi atención.
El día pasa rápido. Los chicos me dicen que en la noche me llevarán a conocer uno de los lugares más divertidos del pueblo. No me convence mucho salir de noche, pero debo acostumbrarme a la vida aquí. Los chicos me tratan bien, excepto Hades que no me dirige la palabra prácticamente. Les pedí que intentaran cubrirse un poco más porque me incomodaba y aceptaron, temporalmente.
La noche llega y me baño para alistarme a salir con los chicos. Me coloco una camisa rosa pálida de mangas cortas que tapa hasta el cuello, y una falda blanca que tapa hasta unos centímetros debajo de la rodilla, me coloco unas zapatillas y me recojo en cabello en una coleta.
Bajo al salón y los chicos ya están ahí esperándome. Todos me observan de arriba a abajo y me siento un poco incómoda.
—Ya... estoy lista. —Intento no trabarme mientras hablo. Los cuatro se miran entre ellos y luego Nathan habla.
—Definitivamente tenemos que asesorarte un poco. —Lo miro con el ceño fruncido.
—¿Asesorarme en qué?
—En tu aspecto, aquí fuera las personas se visten... distinto. —Responde y yo bajo la vista a mi atuendo.
¿Qué tiene de malo?
—No te preocupes, ya nos encargaremos de ayudarte, por ahora vamos que se nos hace tarde. —Interviene Nick y todos nos encaminamos hacia la camioneta qué hay fuera.
El camino se me hace corto, mientras los chicos hacen bromas y cantan las canciones de la radio. Yo intento no pensar mucho y dejarme llevar por ellos. En cierto modo confío en estos chicos y se que la madre superiora no me hubiese dejado en malas manos.
Llegamos a una calle oscura que se va alumbrando mientras pasamos y deja ver el entorno que me deja boquiabierta. No sé mucho de esto, pero creo que me hago una idea de lo que hemos venido a hacer.
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Hola mis amores, aquí les dejo otro capítulo de esta nueva historia. Espero les haya gustado.
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Esperen próximas actualizaciones. Los amoo💖💖🤍