Ágata

By mynewsecret

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¿Y si pudieras volver y arreglarlo todo? Harriet tiene solo diecisiete años cuando su abuelo fallece, dejándo... More

Ágata
Booktrailer
Introducción
Capítulo uno
Capítulo dos
Capítulo tres
Capítulo cuatro
Capítulo cinco
Capítulo seis
Capítulo siete
Capítulo ocho
Capítulo nueve
Capítulo diez
Capítulo once
Capítulo doce
Capítulo trece
Segunda oportunidad
Capítulo catorce
Capítulo quince
Capítulo dieciséis
Capítulo diecisiete
Capítulo dieciocho
Capítulo diecinueve
Capítulo veinte
Capítulo veintiuno
Capítulo veintidós
Capítulo veintitrés
Capítulo veinticuatro
Capítulo veinticinco
Capítulo veintiséis
Capítulo veintisiete
Datos curiosos de Ágata

Epílogo

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By mynewsecret

Las flores frescas con el tallo recién cortado evidencian que hace poco alguien vino a verlo, dejando este presente. No me molesto en averiguar de quien se trata. Paso mis dedos por el nombre grabado en la lápida y se me escapa una sonrisa involuntaria cuando pienso en lo que inició hace seis años. Hoy parece un sueño y, aunque no he intentado contarlo, nadie me creería. Viajar en el tiempo no es posible y no hay pruebas al respecto. ¿Por qué demostraría lo contrario?

Es algo que he aprendido a guardar. Una habilidad que desde entonces he abandonado. Solo dos veces volví en el tiempo. La primera fue involuntaria y la segunda para visitar a una vieja amiga. De todas formas, aprendí a bailar sin viajar gracias al apoyo de mis chicos. Raymond y William han sido las personas más pacientes del mundo, sobre todo el pelirrojo. Cuando Raymond tuvo que regresar a la residencia universitaria y quedamos solos, supo ayudarme sin querer arrancarme la cabeza.

Will se ofreció a venir aquí, pero quiero tener este momento a solas con Harold, como cada año. Rezo un Padre Nuestro y le comento como me ha ido en los últimos doce meses. Le cuento que me ha ido bien con la academia de baile que abrí. Contacté a Pauline y ella se unió al proyecto. También, y con algo de vergüenza, como si el abuelo pudiese juzgarme, confieso que fui yo quien dio su brazo a torcer e invité a Betsy y Adam a la cafetería de Will (o de Ray, dependiendo... Quizá de ambos) para recuperar nuestra amistad o al menos aclarar lo que no pudimos en seis años. ¡Aceptaron!

Los veré la próxima semana, traerán a su hija recién nacida y Will prometió preparar un pan dulce exclusivamente para mis invitados. Raymond no está de acuerdo, sin embargo, casi nunca tiene tiempo de pasarse por el negocio en el que invirtió, así que deja que Will tome las decisiones y confía en él. Salvo por una vez en la que el pelirrojo creyó que era buena idea tratar de hacer galletas con mi cara y fue un desperdicio de suministros.

—Creo que no olvido nada... Ah, voy a dejar de instruir en la academia temporalmente. Me llamaron de un canal televisivo y harán un reality de baile, me quieren para guiar a los participantes. Hay mucho dinero de por medio, además hará que mi academia resalta entre las demás y el set de grabación no queda muy lejos de aquí. No tendré que dejar a Will, ni a Ken, ni a mis padres. Aunque creo que ellos ya se cansaron de verme, más ahora que Alex está en su etapa de adolescente insoportable. En fin... no debería contarte esto, pero Raymond y Ken terminaron. —Hay un silencio en el que simulo que está reaccionando a mi noticia. Necesito amigos vivos—. No sé cómo sean las cosas ahora, estaré ocupada así que espero que no afecte mi amistad con Ken.

—Te faltó decirle que fui un idiota por terminarle.

Me sobresalto y le dedico a Raymond una mirada furiosa.

—No deberías asustar a alguien en un cementerio —le llamo la atención golpeando su hombro y él rasca su barbilla—. Están lindas las flores. Cuando mamá venga dile que fueron de mi parte también.

—Tacaña. Lo haría, pero no son mías. Salí tarde del trabajo y pasé por casa antes. Papá me dijo que Alex tiene novia y ya te imaginarás como reaccionó mamá.

—De hecho, no. Nunca llevaste a nadie a casa y yo... bueno, técnicamente tampoco. Él es su primer hijo con suerte en el amor.

—Harriet la mártir. Te va bien con William, ¿correcto? —pregunta con interés—. Espera, no sé si quiero saber si les va mal. Si te ha hecho algo, adelante, dímelo. Si abarca temas sexuales y que les va mal en eso, mejor ahórratelo. No quiero imaginar a mi socio y cuñado desnudo.

—No lo hagas, por favor. ¿Podemos irnos? No creo que a Harold le interese esto.

Ray concuerda y le damos unos golpecitos a la lápida a modo de despedida y nos persignamos.

Caminamos en silencio hasta su auto. Me subo al asiento de copiloto. Mientras esperamos que el motor se caliente, sonrío al ver una foto de mi mejor amigo junto a mi hermano colgando del espejo retrovisor. Seguro retoman su relación pronto.

No es necesario decirle que me lleve a la cafetería. Desde que existe, es uno de mis lugares preferidos, me siento durante horas en una mesa. Todos piensan que lo hago para pasar más tiempo con Will. Si bien me gusta su compañía, lo único que hago es escribir. Tengo una copia de las libretas del abuelo y cada tarde la lleno con mis memorias. El haber recibido el collar y la manera en la que cambió mi vida. Lo mucho que crecí y lo diferente que es la Harriet de veintitrés a la de diecisiete. A veces lo releo y reniego de mí misma y de mis estupideces. Eso me permite darme cuenta de errores y aprender.

Cualquiera diría que Oliver es uno de esos errores.

He llegado a creerlo también.

Frunzo el ceño y volteo hacia mi hermano con confusión.

—La cafetería queda a la derecha. Y es imposible que te hayas confundido.

Frena frente a una casa que conozco tanto por fuera como por dentro, sin embargo, no entiendo sus motivos para traerme aquí después de seis años. A menos que...

—Hablé con Marco. Me invitó a la casa de sus padres adoptivos para entrevistarme para una tarea de la secundaria —menciona con orgullo—, y me contó que leyó una de las páginas que escribiste. Teme que no hayas cerrado una etapa y que eso te impida avanzar.

Niño chismoso.

Adolescente ahora, casi de la edad de Alex, le lleva poco más de un año.

—No sé qué es lo que leyó que, por cierto, tendré que hablar con él sobre respetar mi privacidad, pero ya no tengo diecisiete años, Raymond. No tienes que preocuparte por mí, menos por lo que escribo. Lo hago solo para no olvidar y bueno, contarles a mis hijos la historia familiar.

—¿Tendrías hijos con William? Porque por lo que Marco me dijo, estás estancada en la parte de Oliver. A veces uno se expresa mediante lo que escribe, representando sus pensamientos de una manera diferente. William es mi amigo y socio, pero tú eres mi hermana. Quiero hacer esto por ti. Cerremos esta etapa.

—¿Qué quieres que haga?

—Sé que nunca te quitas el collar. Úsalo y anda a verlo. Despídete de él de la manera correcta y no en medio de una pelea en la que ambos podían morir.

*

Las intenciones de Raymond son buenas, el insignificante detalle que su brillante cerebro omitió es que no tengo ni la menor idea de dónde está Oliver (o cuándo). No obstante, decido viajar al 2016, un año antes de la muerte del abuelo. No cambiaré nada. No me advertiré que él es un traidor, ni me aconsejaré sobre los planes del abuelo y Wynt. Todo ha pasado como tenía que y así se quedará.

De lo contrario, mi vida no sería lo que es ahora y a pesar de los malos momentos, me siento bien con quienes me rodean y con mi carrera. Mi sueño.

Pero temo que la herida que dejó Oliver no cicatrice nunca.

Camino a las afueras del estudio de baile en el que estuve durante mi adolescencia. Recuerdo a uno de los instructores: Edward. Era un idiota, cuando me enteré de que fue despedido y que su estudio cerró, me alegré más de lo normal.

Me escondo detrás de la casa vecina cuando mi versión de dieciséis años llega apresurada y aún con el uniforme de la escuela. Quizás iba tarde por distraerme con mis amigos a la salida de las clases. Luzco pulcra, inocente, un lienzo en blanco que no tiene idea de la obra de arte en la que se puede convertir.

Oliver nunca tuvo una tardanza en la academia. Supongo que debía ser puntual si lo que quería era conocerme. Me asomo ligeramente por una de las ventanas que permite ver una de las salas de ensayo. Ahí está él. Está solo, viendo su reflejo en el espejo de cuerpo completo y se acomoda mechones despeinados y alisa su vestuario. Se esforzaba demasiado para encajar ahí, no sé cómo no lo noté.

—Es raro que veas a un niño. Tienes veintitrés años.

Volteo tan rápido que me da un breve mareo y me aparto unos centímetros de la ventana.

—¿Qué haces aquí? —titubeo, con una expresión de espanto que él imita—. ¿Cómo es posible? ¿Me seguiste? ¿Todavía puedes viajar en el tiempo?

—Calma, E.T.

Mis dientes atrapan mi labio inferior y lo muerdo con una mezcla de nerviosismo y nostalgia al escucharlo llamarme así. Los años han pasado por él bastante rápido, tiene un poco de barba mal afeitada y que no concuerda con su atuendo formal, de empresario.

—Te mentí, lo siento... Pero era la única forma en la que no matarías a mi tío.

—¿Debería actuar sorprendida? ¿Algo de lo que dijiste fue cierto? Yo te había perdonado.

—¿En verdad lo hiciste? —resopla. Me toma de la muñeca y me invita a caminar con él lejos del estudio. Que nuestros yo adolescentes se crucen con nosotros no es buena idea—. Lo que dije sobre mis sentimientos era verdad. Te quiero bastante, jamás dejaré de hacerlo. Mi mentira fue sobre que no podría viajar... Fui al año en el que fabricaban los relojes y tomé uno. Estuve viajando desde entonces con mi tío, él trató de revivir Wynt, pero falló y se suicidó. —Suelta el aire que estuvo conteniendo y detiene sus pasos para mirarme—. Cuando me quedé solo fui a verte. Supe de la cafetería que abrió el guardia ¿William? y...

—Mi pareja —aclaro.

Me observa dolido y asiente.

—Sí, tu pareja. Me alegra que sean felices juntos. Siempre deseé lo mejor para ti y William es lo mejor. En fin, yo... No intentaba recuperarte, pero cuando vi lo que estabas logrando tuve una contradicción. Tratar de ser parte de tu vida o dejarte ir.

—¿Qué elegiste?

Necesito saber su respuesta.

—La segunda. Fui al cementerio, lo recordaba por el funeral al que me invitaste y le dejé flores a tu abuelo. Me creas o no, me sirvió para sentirme mejor.

Las flores son de él. No me contengo más y paso mis brazos por ambos lados de su abdomen, abrazándolo, pero sin apoyar mi cabeza en él. No quiero que lo vea como una nueva oportunidad.

—¿Seguirme hasta aquí te pareció dejarme ir?

—En mi defensa, tú viniste hasta aquí para lo mismo —contraataca.

—¿Eres feliz?

Mi mirada se clava en sus labios rosáceos y sus mejillas adquiriendo el mismo tono. Sonrío en mis adentros cuando rasca su nuca, siempre lo hace cuando está nervioso. Entonces lo entiendo, amo a Oliver. Farsa o no, fue mi primer amor y nada cambiará eso. Probablemente, siempre lo ame porque para mí se sintió real. No sé que signifique para él, pero sé lo que es para mí.

El abuelo cometió una locura por amor, incluso diría que excede la palabra 'locura'. Pero, no soy el abuelo.

Intento ser mejor.

—Lo soy. ¿Y tú?

—Cargo con mis acciones pasadas. Trato de lidiar con ellas, pero si tú me perdonaste creo que puedo hacer lo mismo conmigo. Perdonar y sanar.

Rompemos el abrazo e inhalo por última vez su perfume.

—¿Nos dejamos ir?

—Nos dejamos ir.

Juego con mis manos. Ya es hora de volver.

Se queda viendo mi figura y, finalmente, me muestra la nueva versión de su reloj para viajar. Elegante y con más trozos de Ágata incrustados. Le hace unos ajustes.

—¡Espera! —exclamo, evitando que se vaya—. La última vez te vi desaparecer. Que sea al revés esta vez.

—Es lo mínimo que podría hacer por ti. Adelante.

Me aferro al collar. Ya no debo bailar, no necesito hormonas felices ni depende de algo para hacerlo funcionar. Tanto Ágata se ha acostumbrado a mí como yo a ella.

Me envuelve la luz blanca que todavía me permite visualizar a Oliver, está llorando, pero con una sonrisa que se ensancha en su rostro.

—¿Y bien? ¿Mejor? —Raymond está apoyado en la maletera de su auto, con una ceja enarcada. Por mi expresión debe imaginarse que todo salió como él creía. Raymond nunca se equivoca conmigo.

—Gracias, Ray —digo, con una lágrima rebelde que se escapa de mi ojo derecho—. Todo ha ido bien.

Hola.

No puedo creer que se haya terminado. Estoy emocionada. Triste. Feliz. Confundida. TODO.

Ha sido entretenido y a la vez un dolor de cabeza seguir la historia de Harriet.

Como he dicho anteriormente, estoy ETERNAMENTE AGRADECIDA por todo el apoyo que recibió la historia desde el primer capítulo hasta este epílogo.

Estudio Comunicaciones, pero soy pésima con las palabras JAJAJA.

Este no es un adiós. Harriet, Ray, Oliver y Will estarán siempre aquí (en el libro) y también aquí: <3.

Todos sus votos y comentarios me daban el empujoncito que necesitaba y me han sacado de varios (muchísimos) bloqueos. Esta historia no es solo mía, es tuya también (sí, tú que estás leyendo esto).

Paro aquí porque sino mi nota de autora quedará más larga que el capítulo xd.

NOS LEEMOS EL EL SIGUIENTE APARTADO CON DATOS CURIOSOS<3 (Parece que no quiero despedirme JAAJAJA)


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