El rasgo que más le gustaba a Kojiro de Kaoru, aparte de su trasero y su piel rosada, era su hermoso cabello. Era tan suave y siempre olía tan bien. Desde que lo conoce, ha tenido el cabello largo y él amaba pasar sus dedos entre sus hebras rosas. Durante las pijamadas le gustaba cepillárselo y hacerle peinados extraños así como graciosos, incluso había pedido a su madre comprar prendedores con figuras y ligas de todos los colores y tamaños. Eso se había convertido en un tipo de tradición, aún cuando tenía esa edad que se suponía habían alcanzado la madurez Kaoru seguía permitiéndole jugar con su cabello.
Después del baño, lo que seguía era secar su cabello y después desenredarlo, con el brazo lastimado como lo tenía no podía hacer eso. Aún recuerda cómo lo encontró la semana pasada, su pelo era un completo desastre, sucio y enredado. Le tomó medio bote de acondicionador y tres horas cepillando con cuidado para no jalar de más y dejarle calvo a corta edad el que su cabello quedará mínimamente decente.
—¿Si canto <<Flor que da fulgor>> sucederá algo? —Pregunta en broma apagando el secador y tomando el peine de madera.
—Te quedarás sin bolas. Eso sucederá
Kojiro ríe sin miedo alguno. Deja que sus dedos sean acariciados por las hebras suaves color rosa. Se lleva un puñado a la nariz y aspira profundamente. Olía como siempre, demasiado bien, tanto que se sentía borracho. Comienza a peinar con cuidado, entreteniéndose en uno que otro nudo que trata con delicadeza. Tararea entretenido, como siempre que realizaba estas tareas, ser el enfermero personal de Kaoru.
—Más te vale que no estés cantando esa estúpida canción
—No lo hago. Estoy cantando esa canción que bailamos en la graduación de la preparatoria. ¿La recuerdas?
—No —responde demasiado rápido, delatándose ante Kojiro que le conoce demasiado bien. Eso y que sus orejas coloreadas de rojo también le ha dado esa pista.
—Claro —le besa detrás de la oreja antes de continuar peinándole.
Sus dedos trabajan rápido en una trenza floja sólo para que el cabello no le moleste durante la cena. Pone una liga de color verde para sostener el peinado, deja caer otro beso en su nuca, sintiendo el cuerpo de Kaoru temblar bajo su toque. Eran pocas las veces en las que podían portarse así de cariñosos, de cierta forma agradecía este accidente pues le estaba regalando momentos increíbles junto a su pareja, pero eso no significaba que las ganas de desfigurarle el rostro a Adam habían desaparecido.
—Estás listo. ¿Nos vamos?
—Empújame —exige.
Kojiro simplemente ríe.
—A tus ordenes, mi amor
Con la mano menos lastimada trata de golpear a Kojiro. Que su novio fuera tan cariñoso, que le dijera esos motes ridículos le seguía avergonzando. No creía que pudiera acostumbrarse en algún momento.
Durante la cena, Kojiro no puede pensar en otra cosa que no sea terminar su comida y volver a su habitación para acostarse en la cama y ver una película mientras él peina con sus dedos el cabello de Kaoru. Lo dejaría hecho un desastre, sería regañado al día siguiente, pero no le importaba. Un capricho más no le haría daño a nadie.