Pablo
Pateo las cosas que mi cuarto posee, logrando que miles de papeles, post-it, hilos y fotos salgan desperdiciados fuera de mi alcance. Basura, pura basura. Trono mis dedos con un despavorido alarido que no deja que pare. Continuó tirando de la yema de mis dedos para encontrar un balanceo, un esfuerzo o algo que me deje pensar.
Camino a la mesa y cuento todas mis posesiones. Tengo demasiadas por si en un momento de desenfreno, me inclino a tirar a bordo todo mi trabajo.
Me acerco a mi reloj que está perfectamente ubicado en un cuadrado a lado de mi laptop. Están separados por un metro en la figura que construyó mentalmente. Aunque, mi lado opuesto no puede expresar el mismo mensaje.
¿A qué se debe el cambio de imagen? ¿A qué se debe que mi figura cambie de forma con la dirección que proyecto? ¡Qué dolor de cabeza!
No entiendo ¿Cómo encajar? Deseo que cada lado luzca igual, que tantas visiones encuentren una misma representación; la mía como ganador y un terror que escuece a cada uno de mis adversarios.
Tengo la necesidad que Dayla y Azier se destruyan poco a poco al observar a su madre terminada Me siento abrumado, sin tener alguna percepción de la razón por la cual Dayla está tan calmada. Sin embargo estoy aliviado cuando al otro le conseguí un punto que lo desestabiliza, que lo lleva a esa colina que tanto desea huir.
Al mismo tiempo, me siento inútil por esperar una confirmación de Eleanor al ataque o que me brinde alguna confirmación de su paradero. Y el hecho de que otros hagan el trabajo, me limpia las manos, pero estas pican también por actuar.
Requiero el control, el manejo del televisor. Por eso en cuanto mi vista se posa en este inservible plástico, envuelvo mis dedos en este con el fin de curar mis yemas lastimadas. Hago aquello con cuidado sin traspasar familiaridad ni cariño a uno mismo, a mis heridas. Luego, busco una película que llame mi atención en todo el catálogo de esta plataforma.
"Más allá del mal"
¿Puedo transcurrir mi valioso tiempo con esto? Supongo que sí. Aún así, no despejo mis ideas arremolinadas, ni menos permito que mi mente descanse. Inventó miles de teorías, cuando la música de suspenso señala la escena paulatinamente. Las zapatillas escondidas debajo de su cama indican que no ha salido de casa hace mucho tiempo, entonces es una señal que allí fue cometido el asesinato. Más personajes se van uniendo, igual que cucarachas que se prenden de las cortinas de una habitación. Tampoco vuelan porque creen que su invisibilidad funciona en un poder desconocido ¡Por favor!
Una llamada al fijo de mi habitación es atendida con la creación de un ceño fruncido.
— Estoy llendo.
✯✯✯
Realizo mi llegada por el pasamano de las escaleras que no posee ninguna curva que abstenga mi paso, que me critique o contradiga la línea recta que tengo. No me creo que estén en la misma casa de Mónica. Desde lejos se observa que su interior está desgastado, sus muebles quemados; mejor dicho no tiene solución si es que acaso eso se buscaba.
En verdad, destrocé su hogar.
— ¿No te acuerdas? ¿Aún no recuerdas? Me jodiste, nos jodiste ¡Zorra!— Eleanor vocifera.
Mónica está amarrada a una silla que impide que cualquiera de sus extremidades se mueva. Justo en donde tiene que estar; amordazada y sin posibilidad de huir. Emito un quejido de asombro, y una frase en mi mente circula "Lo logré". Cada maldito sacrificio lo valió.
Alzo mi mano para callar cada uno de sus gritos que diluyen a una mujer que baja la cabeza, que no desea dar la cara.
— Eleva la quijada. Ve nuestros corazones y siéntese destruida. Que sepas que fracasarás.
— Tú tan niño ¿Cómo te convertiste en esto? ¡Qué crianza Eleanor!— ella se deja escuchar
Ella gruñe, mas podría haber reaccionado incluso peor, sino fuera porque tapo su boca y detengo sus quejas. Coloco la pantalla de mi tablet en su cara, y por supuesto no me importa inclinarme para que esta torura le sea presentada.
Aunque de antemano pido el ingreso de un hombre que puede denominarse de confianza para que sutilmente despida a Eleanor.
— Necesito estar solo para esto— aclaro.
Eleanor, mi madre se deja llevar con sus ojos incendiados de orgullo porque cumplió su objetivo de engañarme, de engatusarme y dejarme en ruinas preestablecidas.
— Vete— indicó.
Respiro pausadamente, me calmo y no protesto a que mis manos rasquen mi cuello en repetidas ocasiones.
"Está mal, está mal"
Vuelvo a mostrar la pantalla en su cara, logrando que me regale su máxima expresión. Así, no pierdo ningún gesto que revela.
— Tus hijos se conocieron por lo que veo.
Más bien por lo que Elizabeth pudo tomar fotos. Yo paso varias figuras de ellos con miedo, observándose en secreto, tocándose las manos, incluso dándose un beso, el cual fue cortesía mía cuando seguí a Dayla por las calles de Miami. Ella añora que en tantos momentos sólo se suspendan en un lienzo, donde no hay mayor movimiento y la estática prevalece. Un suceso suspendido que no te deja dormir porque deseas traspasar la pantalla o el papel. Aún siendo científicamente posible, ella quiere retratar los gestos de alegría innata de sus hijos.
— ¿No te fastidia que tengan una relación? ¿Que tu descendencia se mezcle?
— ¿Por qué? ¿Qué vas a hacer? — tose efusivamente— ¿Crees que nadie se va a preocupar por mí?
—No se trata de ello. Necesito declarar que estoy cometiendo un crimen, que soy un defectuoso, que tú te arrepientes y podrían disculparte si no fuera por la terquedad de tus hijos. Sería lo correcto, es lo que debería pasar. Pero nunca sabrás lo que significa que tus errores se encomienden, que yo vaya a la cárcel o tu descendencia se cure por el amor, olvidando las veces que he intentado matarlos.
— No...
— ¿Ya entiendes lo que es un mundo fantástico? No estoy seguro si alguien se preocupe por ti, si les importe o siquiera se den cuenta. ¡Vamos! La vida es injusta. No todos obtienen lo que quieren.
— Aún así....
La justicia no existe. Ellos no velan por el bien, ni castigan el mal. Y es afirmativo cuando no veo a nadie que me invite a detenerme.
— ¿Cuántos años tienes?
Esta señora tiene síndrome de mamá ¡Mierda! Es la primera vez que la veo, sin embargo las palabras de siempre vuelven. Es una mujer que se entrometió en mi matrimonio. Es cualquiera. Es una "rastrera". Una asesina.
— ¿Cómo puede vivir sabiendo que su hija padeció un infierno? ¡Ah! Por eso tu cabeza gacha. Señora, usted la abandonó ¿Por qué? ¿Qué hizo mal?
A la hora de colocarme de rodillas, puedo vislumbrar por completo cómo una lágrima rebota en su pantalón, cómo sus cejas no dejan la angustia y la forma en que la frase "No tienes escapatoria" se presenta en su cabeza en un martilleo doloroso. Ella está triste y con eso mi propósito es alcanzado.
Instalar el proyector en inicio es fácil, lo que sí me perturba es que no aparta su vista de esta tortura psicológica.
— ¿Valiente? No. Eres cobarde por reconocer tus errores porque te has expuesto, porque te equivocaste y pudiste usar eso para crecer o mejorar tus mentiras.
— Al final sé que soy esclava de mi propio destino— susurra.
No pronunció otra palabra, por tanto ella tampoco.
Desperdiciamos horas, viendo las figuras pasar. Mientras ella retrata su culpa, yo sólo puedo evadir la nostalgia, no le hago caso aunque es complicado. Ver a ella con un aspecto cambiante me inerva, pero también tengo ganas de rend... No.
— Dime que no es mi hermana— suplico con el tiempo.
Quizá me encuentre guardando esta pregunta, al no formularse a nadie más. Es probable que haya reservado esto que me carcomía día a día.
Dayla puede ser mi familia, puede ser hija de Danko.
Tendría sentido al final, sin embargo no puedo soportar esa idea.
Danko Spencer, mi padre.
Dayla Spencer.
Sería la fórmula que encaja el rompecabezas, por eso Daniel está allí a su lado, por eso Sebastián con pelo rubio a penas se le parece, por tal esto confirma que Mónica estuvo enamorada de él tanto para darle una hija.
— ¿En serio quieres saber?
"No"
— Vamos a la cárcel de Militar Meeting.
Decido cambiar de tema con un tono de voz frío, áspero que quieras o no esconde miedos.
— Andando....
Una vez allí, pasamos a visitar al criminal Sebastián Anderson. Aunque solo puede ingresar una persona, y la indicada parece ser su esposa. La puerta de metal se cierra para que gritos desesperantes serpentean el maldito espacio.
— ¿Estará bien?—el chico de confianza murmura.
— Nada que no pueda soportar.
Me dirigen a una oficina para completar las pruebas contra mi supuesto padre. Mi jefe escucha mi invento, en sí el invento que hice en 2020. Él asiente, mientras toma nota de absolutamente todos mis engaños.
El bien escucha, el bien reclama y este absorbe. Ojalá sepan mantener al señor fuera de mi camino o radar. Porque Sebastián deja de ser importante, deja de ser nuestra barca para entristecer el espíritu de Mónica que ahora es humillada.
— Esta condena puede superar los 5 años, aunque la fianza disminuirá la condena. Pero Militar Meeting, tu trabajo promete que este canoso no verá la luz por un largo tiempo.
— Gracias, jefe.
— ¿Vas a cambiarte de apellido?
Sonrío a medias.
— No.
Anderson suena mejor que Spencer.
Nos despedimos con un apretón de manos digno de oficiales. Poco a poco percibo unos gritos desgarradores, una furia que no se controla y explota con tantos golpes que la mesa contrae. La manera sádica en que el metal es golpeado, me incomoda.
— Ves cuándo la sacas y llévala a una nueva dirección, la que te indica el GPS de tu auto, bueno ya sabes que es mío— le indicó al chico que tapa sus oídos con los golpes.
— Señor—carraspea—. Una tal Dayla ha publicado esto. Ella está en todos los noticieros.
— Mierda— maldigo en cuanto su figura y el anuncio del artículo lo dicen todo.
— Señor ¿Quiere que me encargue?
— No— sentencio—. Cuando estés a solas con Mónica, cambia las imágenes a estas noticias y la entrevista completa de Dayla repitela cuántas veces puedas.
— ¿E-ella comerá?
— Al mismo tiempo que tú. Ahora sí, ya no ocupes mayor cuestionamientos.
Esto va más allá de que sea mi hermana. Esto es una jodida guerra que va ganando.
Mis piernas se mueven en automático al carro estacionado en un perfecto rectángulo. La puerta del piloto se abre con un "chas" de la llave que tengo entre mis manos. Conecto cualquier sentido que perjudique mi visión, y por fin acelero al máximo rango permitido de la velocidad.
Cuánto deseo encontrarla parada en medio de la pista y arrollarla. Me encantaría acabar con su vida porque me desespera, porque me da luces de normalidad que no deben incluirse en mi vida.
Protesto con sus últimas palabras que aviso en su última intromisión.
— Pablo antes que te vayas tan amargado— jala mi cabello para que la escuche—. Debes saber que yo invento mis propias reglas. Siempre será así. Yo puse mi nombre. Yo salí vencida de dos accidentes. Yo me enamoré. Yo he caído en sus mentiras. A mí me engañan e ido desenredando cada capa de falsedad. Entonces ¿Crees que seguiré tus órdenes? Soy yo, no la persona que tanto odias. No me parezco en nada...
Nota:
¡Que heavy!
Dayla, mi chica AAAAAAAAA
El capítulo con Beggin' de Maneskin de fondo ¡Ulala!
Creo que no lo he dicho nunca, y puede que no se den cuenta por como los personajes la describen pero yo no odio a Mónica, y creanme la conozco más o menos. Se ha equivocado, Sí, pero no merece lo que le están haciendo.