Durante la siguiente semana, Lily había estado muy tensa, esperando que en cualquier momento le llegase una carta de McGonagall, diciendole el castigo que se le daría por faltar a las reglas del mundo mágico, pero afortunadamente en toda la semana la profesora parecía haberlo olvidado.
- Es McGonagall, Lily -le dijo Dianne una tarde en la que pasaban el rato sentadas fuera del castillo-. Nunca olvida nada. ¿Gecuerdas cuando en navidad sin querer le lancé una bola de nieve? -Lily asintió-. En pascuas alguien me tiró una bola de nieve ¡No había nieve! Solo estaba ella en el pasillo.
Lily se rió, era imposible que McGonagall haya hecho algo así, no se la imaginaba.
Por otro lado su padre sí que había recordado su castigo, fue por eso que después de su primera clase con él, le pidió que se quedara.
- Como se te hizo muy fácil volar un auto hasta acá, creo que también se te hará muy fácil ayudar a la profesora Sprout en el invernadero después de clases...
- Ron voló el auto -interrumpió Lily.
- ¿Disculpa?
- Fue Ron el que volaba el auto, yo iba en la parte de atrás...
Su padre la miró seriamente y Lily sonrió de forma inocente.
- Solo decía...
Fue así como Lily se convirtió en la asistente de la profesora Sprout por dos semanas enteras. Siempre, después de clases, caminaba hacia el invernadero, donde la maestra la esperaba con su habitual sonrisa amable. Pero los trabajos que preparaba para Lily eran de todo menos agradables, tenía que cambiar de maceta las plantas menos peligrosas que habían crecido mucho, cargar sacos de estiércol y para el final de la noche terminaba sucia y cansada.
- Eres de gran ayuda, Lily -dijo Sprout en la primera noche, mientras acompañaba hacia el castillo a Lily-. Tu padre fue muy amable al pedirte ayudarme, a veces es muy trabajoso para mí.
Lily no tuvo el corazón para decirle que se trataba de un castigo.
Durante las clases todo iba normal, bueno tan normal como se podía pedir, la varita de Ron seguía muy rota y los hechizos no le salían nada bien. Pero se superó a sí mismo cuando, durante la clase de encantamientos, su varita salió disparado hacia el ojo del profesor Flitchwick, causándole un hematoma del tamaño de una naranja. Lily contuvo la risa por respeto pero luego se burló de Ron diciendole mata profesores. Harry por su lado siempre tenía que estar huyendo, ya sea de Lockhart o del pequeño Collin, que lo seguía como un cachorro a su mamá por todo el castillo. A Lily le parecía hasta tierno pero Harry no podía estar más irritado.
También durante esa primera semana, el rumor de que Lilianne Snape era novia de un niño muggle corrió por los pasillos como si de algún fantasma se tratase. No lo supo hasta 2 días después de que la carta llegó y Draco se sentó frente a ella, con cara seria, sin importarle estar sentado en la mesa de Gryffindor.
- ¿Y a ti qué te pasa? -le preguntó Lily, levantando una ceja.
- ¿Cómo es eso de que ahora eres novia de un muggle? -preguntó casi con asco.
- Que yo qué... aghh Lavender -gruñó, mirando a la niña que comía al otro extremo de la mesa.
- No puedes tener novio, te lo prohíbo y mucho menos un muggle.
Lily era el tipo de persona que si le decías que no hiciera algo iba a hacerlo con más ganas. Así se ganó 3 galeones de un niño de Hufflepuff que le dijo que no se atrevía a meter la cabeza en la Venus come gnomos. Lily (que sabía que la planta estaba invernando en esa época, gracias a Sprout) no dudó en hacerlo. Dinero fácil.
- Mira, no sé quién te dijo eso pero no es cierto. Además tú no puedes prohibirme nada, no eres mi padre.
- Soy tu hermano mayor.
- Si salgo o no con alguien no es asunto tuyo. Parkinson se la pasa todo el día atrás tuyo y yo no te digo nada -Rodó los ojos-. Además el que sea un muggle no tiene nada de malo.
- Entonces sí es un muggle.
- Sí y se llama Sebastian.
- Mi padre se enterará de esto y también tu padre.
- Donde tú le digas... -Lily miró de forma retadora a Draco.
El rubio entrecerró los ojos y se fue de la mesa. Lily tuvo que lidiar con miradas y murmullos casi todo el día, sobre todo por parte de los Slytherins que no se guardaban nada, tal parecía que el hecho de que la princesa de slytherin fuera novia de un muggle era tremendo insulto para ellos.
- ¿Así que cambiaste a Potter por un muggle? -preguntó un chico de tercero, acercándose a Lily mientras caminaba por el pasillo junto a los gemelos-. Bajas mucho tus estándares, traidora de la sangre.
Lily lo miró con desagrado, pero antes de siquiera poder responder, Fred y George levantaron sus varitas hacia el chico al unísono, lo miraban con desprecio.
- Si vuelves a decirle algo así no solo tendrás que rendirnos cuentas a nosotros -gruñó George.
- Al profesor Snape le encantará escuchar que su hija está siendo intimidada por alguien de su casa -dijo Fred.
- Vaya, los tienes haciendo fila ¿eh? -se burló el chico.
Los gemelos parecieron a punto de lanzarse sobre el chico, pero Lily los detuvo tomándolos de la mano. Lily sonrió de lado, poniéndose en frente y encarando a aquel nefasto chico, que parecía muy orgulloso de molestar a alguien menor.
- Es que yo sí tengo amigos -dijo ella de forma calmada, acercándose más y plantandole cara-. ¿Quieres saber que más tengo? -preguntó ella, con esa conocida sonrisa, los gemelos retrocedieron-. Los huevos que a ti te faltan.
Lily sacó su varita y antes de que el chico pudiera reaccionar lanzó un encantamiento.
- ¡Fixation!
Pronto una luz rosácea inundó la sala y cuando se apagó, el Slytherin estaba pegado a la pared, sin poder moverse en absoluto.
- Tú, sanguijuela, déjame bajar. Le diré al profesor Snape. Vas a ver.
Los gemelos rieron, cruzándose de brazos y negando.
- Creo que será mejor no involucrarlo.
- Después de todo fuiste tú el que insinuó cosas desagradables de su única hija.
El chico los miró asustado, por primera vez no se veía prepotente.
- No te preocupes, por aquí pasan muchas personas, alguna te bajará -dijo Lily, sonriendo con falsa amabilidad.
- No, no. Esperen, no me dejen aquí.
Lily y Fred siguieron el camino hacia la torre de Gryffindor, pero George se quedó unos segundos más frente al chico.
- Y dile a los de tu casa, que si se vuelven a meter con ella, van a terminar peor -le susurró George, dejando una bomba fetida en su bolsillo antes de alejarse de ahí.
Claro que Lily les había contado sobre la carta a los gemelos, eran sus mejores amigos después de todo. Ambos entendieron que era solo un pretendiente más, nada con lo que no hayan lidiado antes. Porque ambos tenían un rol muy sobreprotector con Lily; George se veía a sí mismo como su hermano mayor, aunque le jugaba bromas la mayor parte del tiempo, no permitiría que nada malo le pase. Así como cuidaba del resto de sus hermanos, cuidaba de Lily. Fred por su lado, era diferente. Solo eso diré.
Después de ese acontecimiento Lily decidió responder la carta que había recibido de Sebastian. Pero lo hizo cuando todos en la sala común se fueron a dormir y tenía la privacidad que en su habitación no se le permitía.
"Querido Sebastian...
Es agradable saber de ti después de todo lo que pasó, temía haberte asustado con todo lo que ocurrió ese día. También espero verte durante las vacaciones, aunque no sé si vaya a ir al callejón diagon por navidad, estoy castigada de aquí a mayo. Larga historia, te la contaré cuando nos veamos. Y claro que acepto salir contigo en vacaciones, pero deberás explicarme lo que es un cine y un zoológico, aunque también debo pedirle permiso a mi padre. Por cierto, también quiero enseñarte cosas mágicas. Tengo una nimbus 2000 y juego en el equipo de quidditch de mi casa ¿Quieres que te enseñe a jugar quidditch? No sé si un muggle pueda montar una escoba pero podemos intentarlo. También tengo muchos libros que podría prestarte sobre magia ¿Cuál es tu libro favorito? El mío es Paseo con los hombres lobos, de hecho su autor es mi profesor de defensa contra las artes oscuras, aunque hasta ahora ha sido decepcionante. Quisiera poder contarte más, pero creo que alguien está bajando a la sala común.
Con cariño Lilianne Snape, sala común de Gryffindor, Hogwarts.
Psdt. Me gustan todos los animales, pero tengo una preferencia por las ratas mágicas y los dragones"
Lily guardó la carta, en el preciso momento que Fred bajaba las escaleras, con el rostro adormilado y arrastrando los pies.
- ¿A dónde tan peinado? -preguntó Lily, al ver que su cabello estaba hecho un nido.
- Me lo dice la que nunca se peina -bostezó Fred, acercándose y sentándose al lado de Lily- ¿Qué haces pequeña Snape?
- Le respondía la carta a mi amigo muggle -dijo sonriendo un poco, sacando el papel de su bolsillo.
- Oh pobre ¿Ya le dijiste que no te gusta y preferirías besar a una banshee antes que a él? -preguntó con confianza.
- Eh... ¿No? Quiero decir, no me gusta... creo -Lily pensó unos segundos.
Fred cambió su expresión, miró a Lily como si le hubiera arrancado el corazón en ese mismo instante.
- ¿Te gusta?
- N-no lo sé ¿okay? -Lily se ruborizó un poco-. Me agrada y fue muy amable conmigo.
Fred apretó los labios.
- Pero solo tengo 12 años, no quiero lidiar con todo eso de los noviazgos -hizo cara de asco-. Además mi padre lo mataría.
- Sí, sí... el buen Snape -Fred parecía incómodo, pero trató de disimularlo.
- ¿Y tú que haces aquí?
- Ah, eso... iba a salir a hechizar las escaleras de las mazmorras para cuando los de Slytherin salgan se tropiecen.
Lily sonrió, tal vez necesitaba divertirse un poco después de todo lo ocurrido.
- Iré contigo.
Fred pareció animarse mucho con eso, fue hasta su habitación y regresó cambiado de ropa.
- Vamos.
El resto de la noche Fred y Lily pasearon por el gran castillo, usando los pasadizos y burlando a los prefectos y profesores que vigilaban los pasillos. Fred parecía siempre saber por donde ir y por donde no. Y Lily sabía usar hechizos que mutearon las pisadas de sus zapatos y algunos otros para hechizar las escaleras de forma diferente. Para ambos fue una noche divertida.
-
Al día siguiente por fin era sábado, Lily agradecía que podría dormir hasta tarde y tal vez saltarse el desayuno para dormir más -ya que la noche anterior se desveló con Fred-, pero sus planes se vieron truncados cuando Angelina Johnson entró a su habitación, mucho más temprano de lo que la pequeña pelirroja habría deseado.
- Arriba, arriba -dijo la cazadora, zarandeandola un poco y con la voz de alguien que tampoco quería estar despierta.
- ¿Qué pasa? -preguntó Lily, con los ojos entrecerrados y bostezando varias veces.
- Wood, eso es lo que pasa -bufó-. Quiere que vayamos a entrenar.
- ¿Qué? Apenas y está amaneciendo -se quejó Lily-. Dile que si no tiene sueño no tiene que levantar al resto.
- Se lo dije y creo que los gemelos se lo dijeron de forma no tan amable.
Lily gruñó y volvió a acostarse.
- Como quieras, le diré que tenemos que buscar una nueva cazadora.
Al escuchar eso la pelirroja se puso de pie en un salto, ante la sonrisa de Angelina. Se alistó en menos de 5 minutos con el uniforme que le había llegado 3 días antes por parte de McGonagall, sobre este se puso otra capa y su chándal de colores para no pasar frío. Tomó su escoba y le dejó comida a Newt antes de bajar.
Cuando llegó al recibidor de la sala común, Harry la esperaba pero junto a él estaba el niño Colin, se veía emocionado mientras le enseñaba una foto a Harry. El moreno parecía abochornada, pero en cuanto vio a Lily suspiró con alivio.
- Menos mal llegas, andando -le dijo-. Como ves, no tengo tiempo Colin.
Y salió por el retrato con Lily detrás.
- ¡Eh, esperenme! ¡Nunca he visto jugar al quidditch!
Colin se metió apresuradamente por el agujero, siguiéndolos muy de cerca.
- Será muy aburrido -dijo Harry enseguida, tratando de que esto desalentara al niño pero sus ojos seguían brillando con emoción.
- Tú has sido el jugador más joven de la casa en los últimos cien años, ¿verdad, Harry? ¿Verdad que sí?
Lily rió.
- El segundo más joven, querrás decir -interrumpió Lily.
Colin hasta había olvidado que ella estaba ahí, así que la miró con cierta admiración, pero no superando la que sentía por Harry.
- ¿Te olvidas que a mí me eligieron primero? -preguntó Harry, con la misma mirada retadora.
- Porque yo tuve que acompañar a Hotch a la enfermería por el brazo de Neville.
En ese momento, en el que se miraban fijamente y con determinación, sintieron el flash de una cámara casi cegandolos. Colin había tomado una foto en ese instante. Ambos se voltearon algo aturdidos, aunque Harry se veía más enojado.
- Se ven muy bien juntos, todos en Hogwarts hablan de ustedes dos -dijo con una brillante sonrisa.
- ¿Qué?
- Colin borra eso -gruñó Harry.
El niño no dijo nada, solo siguió caminando detrás de ambos, hablando incesantemente sobre Quidditch. Harry le respondía sin mucho ánimos, pero se notó que explicarle sobre quidditch le gustaba más que negarse fotos o firmas.
- ¿Y tú eres cazadora? ¿Cierto? -preguntó con entusiasmo el niño.
- Sip, la cazadora más joven en 100 años -sonrió, mirando a Harry que rodaba los ojos.
- Y tú eres el buscador de Gryffindor, ¿verdad? -preguntó Colin emocionado.
- Sí -dijo Harry-. También está el guardián, el que guarda los postes. Prácticamente, en eso consiste el quidditch.
Ya habían dejado el castillo atrás y se encontraban en la entrada del vestidor, donde por fin Creevy los dejó.
- ¡Voy a pillar un buen sitio, Harry! -Y se fue corriendo a las gradas.
- ¿Crees que me quiera dar esa foto? A mi padre le encantaría.
- No estoy de humor, Lily -bufó Harry.
Entraron y ya todo el equipo los esperaban dentro. El único que parecía totalmente despierto y fresco era Oliver Wood, que estaba de pie junto a su escoba, porque los demás estaban sentados y parecían igual de cansados. Alicia descansaba en el hombro de Angelina y parecía haberse quedado dormida, Angelina estaba también cabeceando por el cansancio. Fred y George parecían igual de cansados, pero Fred era el que por poco se caía de su asiento.
- Por fin, Harry y Lily ¿por qué se han entretenido? -preguntó Wood enérgicamente-. Veamos, quiero decirles unas palabras antes de que saltemos al campo, porque me he pasado el verano diseñando un programa de entrenamiento completamente nuevo, que estoy seguro de que nos hará mejorar.
Harry y Lily se sentaron al lado de los gemelos. Wood no perdió tiempo y sacó un plano del campo de Quidditch, con flechas y líneas dibujadas sobre este, el mayor sacó su varita y dio un golpe sobre el plano, en seguida las líneas comenzaron a moverse de un lado a otro, mientras él explicaba. Ni bien Wood comenzó a hablar, la cabeza Fred de cayó sobre el hombro de Lily y comenzó a roncar. La pelirroja sabía lo cansados que estaban, así que en vez de decir algo, también se quedó dormida.
Justo antes de que Wood terminara su energética presentación, Harry le dio un codazo a Lily logrando que se despertara y a su vez esta despierte a Fred.
- Bueno -dijo Wood al final-. ¿Ha quedado claro? ¿Alguna pregunta?
- Yo tengo una pregunta, Oliver -dijo George, que acababa de despertar dando un respingo-. ¿Por qué no nos contaste todo esto ayer cuando estábamos despiertos?
- Sí, me habría dormido más temprano -bostezó Lily.
- Yo igual -murmuró Fred.
Todos en el vestuario se voltearon a verlos.
A Wood no le hizo gracia.
-Escuchenme todos -les dijo, con el entrecejo fruncido-, tendríamos que haber ganado la copa de quidditch el año pasado. Éramos el mejor equipo con diferencia. Pero, por desgracia, y debido a circunstancias que escaparon a nuestro control...
Wood no los miró, pero tanto Harry como Lily se escogieron en su lugar. Aunque sabían que no había sido culpa de ellos (más bien de Voldemort que no se pudo aguantar a que la temporada de quidditch acabara para atacar), igual sentían que algo de esta recargaba en ellos. Pues mientras ellos estaban desmayados en la enfermería, el equipo de quidditch de Gryffindor había sufrido su peor derrota en más de 300 años.
Wood tardó un momento en recuperar el dominio. Era evidente que la última derrota todavía lo atormentaba.
- De forma que este año entrenaremos más que nunca ¡Venga, salgan y pongan en práctica las nuevas teorías! -gritó Wood, cogiendo su escoba y saliendo el primero de los vestuarios.
Con las piernas entumecidas y bostezando, le siguió el equipo.
- Si supiera que apenas y le prestamos atención -gruñó George, después de soltar otro bostezo.
Cuando salieron al campo, ya había terminado de amanecer y el sol había subido, aunque aún se visibilizaba algo de niebla. En las gradas no solo se encontraba Colin, también se les habían unido Hermione y Ron, que los saludaron apenas los vieron.
- ¿Aún no han terminado? -preguntó Ron, perplejo.
-Aún ni hemos empezado -respondió Lily
- Wood nos ha estado enseñando nuevas estrategias -les explicó Harry.
- Eh Lily, las traes -Fred tocó el hombro de la pelirroja y se elevó en el aire.
Lily y Harry no perdieron tiempo, se lanzaron tras Fred y George, jugando entre ellos aunque si Wood los veía creería que estaban entrenando.
- ¿Qué es ese ruido? -preguntó Fred, cuando doblaban la esquina a toda velocidad.
Lily también lo escuchaba, miró hacia las gradas y vio a Colin tomando un montón de fotos, el ruido de la cámara se ampliaba muchísimo en el estadio vacío.
-¡Mira hacia aquí, Harry! ¡Aquí! -chilló.
Lily reprimió una risa.
- ¿Quién es ése? -preguntó Fred.
- Ni idea -mintió Harry, acelerando para alejarse lo más posible de Colin.
- Te doy 2 sickles si me dices -le dijo Fred a Lily.
- Colin Creevy, es fan de Harry, algo asfixiante pero sí que sabe tomar el mejor lado de Harry.
Fred se echó a reír y Harry se puso rojo hasta las orejas.
- ¡Eh Colin! -gritó Fred-. ¡Yo soy mejor material para fotos! ¡Toma mi mejor lado!
Y el pelirrojo procedió a darle la espalda al niño, mostrando su trasero. Lily rió con fuerza, cubriéndose los ojos y Harry no pudo evitar sonreír un poco. No iba a negar que la cara de asco de Creevy había sido lo mejor que había visto en todo el día.
- ¿Qué pasa? -dijo Wood frunciendo el entrecejo y volando hacia ellos.- Por Merlín, Fred. Cúbrete. ¿Por qué saca fotos aquél? No me gusta. Podría ser un espía de Slytherin que intentara averiguar en qué consiste nuestro programa de entrenamiento.
- Es de Gryffindor -dijo rápidamente Harry.
-Y los de Slytherin no necesitan espías, Oliver -observó George.
- ¿Por qué dices eso? -preguntó Wood con irritación.
- Porque están aquí en persona -dijo George, señalando hacia un grupo de personas vestidas con túnicas verdes que se dirigían al campo, con las escobas en la mano.
-¡No puedo creerlo! -dijo Wood indignado-. ¡He reservado el campo para hoy! ¡Veremos qué pasa!
Wood se inclinó y bajó a toda velocidad para encarar al capitán de Slytherin, que los miraba con suficiencia. Fue tanto su enojo que aterrizó más bruscamente de lo que quería y casi se cae al bajarse de su escoba. Harry, Lily, Fred y George lo siguieron, colocándose detrás de él.
- Flint -gritó Wood al capitán del equipo de Slytherin-, es nuestro turno de entrenamiento. Nos hemos levantado a propósito. ¡Así que ya pueden largarse!
Ver a Wood tan enojado era hasta gracioso, se ponía rojo y su voz se había agudizado un poco.
Con una expresión de astucia digna de un trol, Flint replicó:
- Hay bastante sitio para todos, Wood.
El resto de las cazadoras también se había acercado. No había chicas entre los del equipo de Slytherin, que formaban una piña frente a los de Gryffindor y miraban burlonamente a Wood.
-¡Pero yo he reservado el campo! -dijo Wood, escupiendo la rabia-. ¡Lo he
reservado!
Se volteó hacia el equipo, esperando respaldo y todos asintieron, sin dudar que Wood había reservado el campo, como ya había dicho 100 veces.
-¡Ah! -dijo Flint-, pero nosotros traemos una hoja firmada por el profesor Snape. «Yo, el profesor S. Snape, concedo permiso al equipo de Slytherin para entrenar hoy en el campo de quidditch debido a su necesidad de dar entrenamiento al
nuevo buscador.» Tu padre ha sido muy amable, Snape.
Lily rodó los ojos, nuevamente el favoritismo de su padre entraba en juego.
-¿Tenienen un buscador nuevo? -preguntó Wood, preocupado-. ¿Quién es?
Como había mencionado el equipo de quidditch de Slytherin estaba conformado por puros chicos, todos mayores, altos y corpulentos. Lily se había tenido que enfrentar a ellos el año paso y era unas bestias al jugar. Pues bien, detrás de esos seis corpulentos jugadores apareció el séptimo, mucho más pequeño, sonriente y de cara pálida. Ya se lo imaginarán.
- ¿Draco? -Lily se veía contrariada, su hermano no le había contado que se inscribiría al equipo ese año.
- ¿Lo conoces? -preguntó Wood.
- Es mi hermano.
-¿No eres tú el hijo de Lucius Malfoy? -preguntó Fred, mirando a Malfoy con desprecio.
- Es curioso que menciones al padre de Malfoy -dijo Flint, mientras el conjunto de Slytherin sonreía aún más-. Déjame que te enseñe el generoso regalo que ha hecho al equipo de Slytherin.
Los siete presentaron sus escobas, las habían estado ocultando detrás de ellos para poder hacer aquella entrada triunfal. Eran siete relucientes escobas, nuevas, siete mangos pulidos y siete placas de oro con las palabras "nimbus 2.001" grabada con letra cursiva.
- Ultimísimo modelo. Salió el mes pasado -dijo Flint con un ademán de
desprecio, quitando una mota de polvo del extremo de la suya-. Creo que deja muy atrás la vieja serie 2.000. En cuanto a las viejas Barredoras -sonrió mirando desdeñosamente a Fred y George, que sujetaban sendas Barredora 5-, mejor que las utilicen para borrar la pizarra.
- Increíble y a mí no me da ni un lápiz por mi cumpleaños -bufó Lily en voz baja.
Todos en Gryffindor parecieron quedarse sin palabras. Era callarlos, no humillarlos.
-Miren -dijo Flint-. Invaden el campo.
Ron y Hermione cruzaban el césped para enterarse de qué pasaba.
-¿Qué ha ocurrido? -preguntó Ron-. ¿Por qué no juegan? ¿Y qué está haciendo ése aquí?
Ron miró a Draco con desprecio, aunque luego abrió un poco los ojos al verlo vestido con la túnica de quidditch.
-Soy el nuevo buscador de Slytherin, Weasley -dijo Draco, con petulancia-. Estamos admirando las escobas que mi padre ha comprado para todo el equipo.
Ron no pudo evitar entreabrir la boca de asombro, sin poder decir ni una palabra contra Malfoy. Esas escobas eran maravillosas.
- Son buenas, ¿eh? -dijo Draco con sorna-. Pero quizás el equipo de
Gryffindor pueda conseguir oro y comprar también escobas nuevas. Podrian subastar las Barredora 5. Cualquier museo pujaría por ellas.
El equipo de Slytherin estalló en risas, mientras los de Gryffindor los miraban con furia.
- Pero en el equipo de Gryffindor nadie ha tenido que comprar su acceso -observó Hermione agudamente-. Todos entraron por su valía.
Draco dejó de reírse y miró a Hermione, arrugando la nariz como si sólo hablar con ella le diera asco.
- Nadie ha pedido tu opinión, sangre sucia inmunda -espetó él.
Lily abrió los ojos en grande y escuchó como todos en Gryffindor se vieron altamente ofendidos por aquel insulto, porque vaya que lo era, el peor de todos y la pelirroja no podía creer que quien lo haya dicho fuese su dulce y amoroso hermano mayor.
Fred y George se lanzaron hacia adelante para tratar de alcanzar a Draco, pero Flint se interpuso en su camino.
- ¡Como te atreves! -chilló Alicia.
Lily sintió que se movía por inercia, se abrió paso entre todos los que trataban de llegar a Draco -Nadie se preocupó por lo que podría llegar a hacer ella- y tomó al rubio por la capa, levantandolo un poco y haciendo que se pusiera de puntitas (ya que Lily era por el momento un poco más alta que Draco).
- ¿L-lily? -Draco la miró algo asustado, los ojos de la pelirroja brillaban como si estuviera poseída.
- Repite lo que dijiste, Malfoy -gruñó-. Te reto a decirlo en mi cara.
Antes de que Lily pudiera hacer algo, Marcus Flint la empujó, quitándosela de encima a Draco y logrando que la niña cayera al suelo con fuerza.
Fred se apresuró a ayudar a Lily y en ese momento de descuido Ron aprovechó para saltar la seguridad de Flint, apuntar a Draco con su varita justo en la cara.
- Pagarás por eso, Malfoy.
Un estruendo resonó en todo el estadio, y del extremo roto de la varita de Ron surgió un rayo de luz verde que, dándole en el estómago, lo derribó sobre el césped.
- ¡Ron! ¡Ron! ¿Estás bien? -chilló Hermione.
Fred y Lily levantaron la cabeza preocupados, solo para ver a Ron en el suelo, la pelirroja trató de levantarse pero sintió un fuerte dolor recorriendo su tobillo. Apretó los labios conteniendo un grito de dolor, apoyando su mano en el hombro de Fred y casi rompiendoselo por la fuerza con que lo apretó.
- Creo que me torcí el tobillo.
- Flint... -gruñó Fred con rabia.
- Olvidalo, solo ayúdame a levantarme. Hay que ver qué le pasó a Ron.
Todos rodearon al pelirrojo que estaba en el suelo. Ron abrió la boca para decir algo, pero no salió ninguna palabra. Por el contrario, emitió un tremendo eructo y le salieron de la boca varias babosas que le cayeron en el regazo.
El equipo de Slytherin se partía de risa. Flint se desternillaba, apoyado en su escoba nueva. Draco miró con desagrado y se rió por compromiso a la hilarante situación, pero sin quitar la mirada de Lily, que miraba a Ron con preocupación.
- Lo mejor es que lo llevemos a la cabaña de Hagrid, que está más cerca -Dijo Harry, viendo como Lily estaba siendo sostenida por Fred.
- Vayan ustedes, iré a la enfermería y luego los alcanzo.
Harry y Hermione ayudaron a Ron a ponerse en pie y lo llevaron fuera del estadio, caminando por la explanada.
Fred y Lily se acercaron a George, que miraba a Flint como si fuera a arrancarle la cara, cómo se atrevía a tocar a su hermanita, iba a acomodarle los dientes de un golpe.
- ¿Vienes? -preguntó Fred.
- No, vayan. Tengo que encargarme de algo -gruñó-. Veamos si les gustan tanto esas escobas después de que les ponga polvo pica pica en el mango.
Los pelirrojos se miraron y Fred guió a Lily hasta el castillo.
- De verdad da miedo cuando se enoja -dijo Lily.
- Sí... ¿En serio se me arruga así la frente cuando frunzo el ceño?
Veinte minutos después ambos ya salían de la enfermería, Lily tuvo que beber un merjunge de yerbas que sabía al aliento del perro de tres cabezas. Pero funcionó demasiado bien. Al poco rato ya no le dolía el tobillo y andaba como nueva. Se despidieron en la entrada del gran comedor, Fred moría de hambre y Lily igual, pero tenía que ir a ver como se encontraba Ron. Corrió hasta el vestíbulo, solo para ver a los tres niños entrando, Ron seguía hipando y escupiendo algunas babosas, pero se veía muchisimo mejor.
- ¿Puedo quedarme una? La llamaré Ron -se burló al ver como otra babosa salía de la boca de Ron.
- Ja, ja, ja muy graciosa -Rodó los ojos el pelirrojo.
- Conque están aquí, Potter,Weasley y Snape -Lily se volteó apenas escuchó esa voz. La profesora McGonagall caminaba hacia ellos con gesto severo-. Cumplirán con sus castigos esta noche.
- ¿Qué vamos a hacer, profesora? -preguntó Ron, asustado, reprimiendo un eructo.
Lily casi vio como la babosa se asomaba por su boca, asco.
- Tú limpiarás la plata de la sala de trofeos con el señor Filch -dijo la profesora McGonagall-. Y nada de magia, Weasley... ¡frotando!
Ron abultó las mejillas, como si fuera a vomitar pero se aguantó. Lily no estuvo segura si era porque tendría que pasar toda la noche con Filtch o por las babosas.
- Snape, tú ayudarás al director Dumbledore en algunos asuntos.
Lily sonrió, su abuelo nunca había podido castigarla o si quiera regañarla. Pero borró su sonrisa cuando McGonagall la miró y levantó una ceja.
- Y tú, Potter, ayudarás al profesor Lockhart a responder a las cartas de sus admiradoras -dijo la profesora McGonagall.
-Oh, no... ¿no puedo ayudar con la plata? -preguntó Harry desesperado-. ¿O ayudar al director junto a Lily?
-Desde luego que no -dijo la profesora McGonagall, arqueando las cejas-. El
profesor Lockhart ha solicitado que seas precisamente tú. A las ocho en punto, todos.
Y después de eso la profesora se marchó, dejando a los niños abatidos, bueno a Harry y a Ron, porque Lily estaba encantada con su castigo. Caminaron hacia el gran comedor, Harry y Lily morían de hambre y sentían que sus estomagos estaban a punto de auto-digerirse.
*
Antes de las ocho los tres niños salieron de la sala común y se dirigieron a sus respectivos castigos. Lily caminó con entusiasmo hasta llegar a la gárgola que le daría paso hacia el despacho del director de Hogwarts, Dumbledore la esperaba ahí.
- ¡Calabaza!
Ambos compartieron un afectuoso abrazo, como siempre Albus luego se quejó de lo grande que estaba Lily y que la próxima mínimo le rompía la espalda.
- ¿Qué haremos hoy, abuelo? -preguntó la pelirroja.
- Bueno, -comenzó Albus- no he pensado en algo en específico. Verás, como director no solo tengo que dar discursos, también tengo que encargarme de que todo funcione en Hogwarts y que haya armonía entre todas las especies que habitan el castillo y sus alrededores -explicó, comenzando a caminar por el pasillo-. Hoy me acompañarás en esas tareas.
- Entiendo...
- Pero no quiero que lo veas como un castigo, aunque lo es, no dudes de eso -dijo con tono severo.
Recorrieron el gran castillo, Albus se detenía a hablar con todos los fantasmas que se cruzaba, todos tenían algún reporte que darle, como por ejemplo si habían visto a algún alumno fuera de su cama o si Peeves estaba haciendo algo inadecuado.
- La otra noche -Habló un fantasma que vestía ropa muy antigua y pomposa, hablaba con acento italiano y tenía varias heridas que le cruzaban el pecho, como arañazos-, vi a un par de pelirrojos dirigiéndose a las mazmorras, no lo reporté con tiempo porque los perdí de vista y no supe identificarlos. Tú te pareces mucho a uno de ellos, niña.
- ¿Qué? Hay más pelirrojos que yo en este castillo -dijo super ofendida.
- Muchas gracias por la información, Stuart -Contestó amablemente el director. Antes de seguir su camino.
A Lily ya le dolían los pies de tanto andar.
- ¿Así te enteras de todo lo que pasa aquí? -preguntó Lily luego de unos segundos-. Tienes ojos hasta en las paredes.
- Solo tengo dos ojos, Lily -comentó el director, sacando un buñuelo de calabaza de su bolsillo y comiendolo perezosamente.
Luego bajaron a las cocinas, donde Lily vio a los elfos haciendo su trabajo para preparar un extraordinario desayuno para la mañana siguiente.
- Oh, amo Dumbledore, mi señor -dijo un pequeño elfo, que se acercó y se arrodilló para besar los pies de Albus.
Para sorpresa de Lily el anciano no se veía incómodo con este gesto y le permitió continuar.
- Solo venía a asegurarme que tuvieran todo lo necesario ¿Hagrid se ocupó del abastecimiento?
- Sí, sí mi señor.
- Me alegro.
Y después de eso el director y Lily salieron de la cocina y también del castillo.
- ¿Por qué dejaste que te besara los pies? -preguntó Lily con una mueca.
- Esos seres son extraordinarios, pero no tienen mucha fortuna. Parte de su vida gira entorno a la servidumbre y si se les quita aquello con lo que crecieron creyendo, pueden caer en una profunda crisis. No le permití hacer nada, Lily. Solo fue él mismo conmigo.
- Oh, ya veo.
Caminaron hasta llegar al lago negro, donde las horripilantes sirenas nadaban a la luz de la luna y al ver a Dumbledore, se zambulleron y saltaron como bailando en el aire.
El director se sentó en la orilla y una vieja sirena asomó su cabeza, ambos hablaron cerca de 10 minutos, Albus reía, la sirena hacía unos ruidos que asemejaban a una risa y por último el viejo brujo se levantó e inclinó la cabeza para despedirse respetuosamente.
- ¿Hablas con las sirenas?
- Prefieren el termino "Gente del agua"
- ¿Qué te dijo?
- Oh me comentaba que su nieto Aspirk ya aprendió a nadar por sí solo y que planean viajar para el invierno a aguas más cálidas, le pedí un subenir y me dijo que me traería algas de Sudamérica -Albus sonrió.
- Eso es asombroso... ¿Me enseñas?
- Solo tienes que pedírselos, si metes la cabeza en el agua se escucha como cualquier otro idioma.
- Vaya...
Volvieron al despacho del director, eran cerca de las 10 de la noche.
- ¿Qué aprendiste hoy, Lily?
- Que los fantasmas son unos chismosos, que los elfos son más complicados de lo que creía y que las sirenas son amables a pesar de verse algo atemorizantes.
- También que la armonía entre los mundos es lo que mantiene el castillo en pie ¿Lo entiendes? Por eso fue muy peligroso lo que hiciste al inicio del curso. No solo pusiste en peligro nuestro anonimato, también pudiste quebrar ese pequeño equilibrio.
- Sí... lo entiendo ahora.
- Y no es un castigo cuando se aprende algo -Dumbledore sonrió.
- Se que ya debería irme, pero quiero preguntarte algo.
- Claro, pequeña calabaza.
Lily tomó el dije que se balanceaba día y noche en su cuello y lo abrió, mostrando la foto de su madre que la cargaba en brazos y también de ese hombre y el niño.
- Sé que no me dirás quienes son... -murmuró-. Pero ¿son importantes? ¿Por qué no quieres que mi papá lo vea?
Albus suspiró.
- Es algo que creo debes tener, te pertenece. Y sí, son importantes pero no es el momento, Lily. Jamás haría algo que te lastime a ti o a tu padre, así que debes confiar en mí.
Lily asintió, guardando nuevamente el dije.
- ¿Por qué contrataste a Lockhart? Es muy buen escritor y las aventuras que cuenta son asombrosas, pero es realmente un inútil.
Albus frunció ceño, como regañandola por referirse así a un maestro.
- ¡Pero es cierto! Mi padre pudo ser mucho mejor profesor de defensa contra las artes oscuras.
Albus suspiró.
- Tu padre no se postuló este año, estaba demasiado ocupado...
- ¿Conmigo?
Albus asintió.
- Se lo ofrecí antes que al joven Gilderoy, pero dijo estar ocupado, consiguiendo tu equipo, los materiales y tratando de que no lo odies demasiado cuando el verano acabe... y también dijo que no era el momento adecuado.
Lily bajó la mirada, aquello hizo que la culpa se apoderara de ella, su padre había querido ese puesto desde hacia años y cuando por fin se lo ofrecieron, se negó solo por ella...
- ¿Crees que hubiera sido mejor que me hubiera ido a Beauxbatons? -preguntó con voz queda, mirando hacia sus manos.
- No es algo que yo pueda responder, calabaza. Sin embargo puedo decir que no me molesta verte dando saltos por ahí, aunque el modo no fue el correcto.
- Lo sé, lo sé...
Albus vio la triste mirada en la niña a la que había visto crecer durante tantos años y no lo pudo soportar.
- Tengo... algunos libros que te podrían interesar, no se pueden conseguirlos en la biblioteca pero si me prometes leerlos con cuidado y no hacer nada muy peligroso, puedo prestartelos.
Lily asintió con energía, viendo como el viejo mago se levantaba e iba hacia la estantería cercana, tomando unos libros que parecían ya estar predispuestos a ello. Cuando Lily vio las portadas sus ojos brillaron, todos eran libros sobre defensa y ataque, libros que serían mucho más educativos que todas las clases de Lockhart juntas.
Se despidieron cuando casi iban a ser las doce de la noche, Lily se había ido de largo haciendo preguntas a Dumbledore sobre sus viejas y nuevas aventuras, aunque muy humildemente él decía que no eran nada. Albus acompañó a Lily hasta el pie de las escaleras. La pelirroja bajó con una pila de libros entre los brazos y despidiéndose a gritos hasta pasar la estatua de la gárgola.
En total cargaba con 6 pesados libros entre sus delgados brazos, mientras caminaba por los pasillos y trataba de tomar atajos que la llevaran más rápido hasta la sala común. Pero en aquel momento escuchó algo, muy distinto a sus solitarios pasos y el crepitar de las antorchas encendidas a lo largo del corredor. Era una voz, una voz fría y desgarrante, que helaba la sangre a cada palabra y te quitaba el aliento.
- Ven…, ven a mí… Deja que te desgarre… Deja que te despedace. Déjame matarte.
Los libros en los brazos de Lily cayeron al suelo de forma estrepitosa, la niña sacó su varita y miró a ambos lados del pasillo, esperando que algo la atacase. Desde su anterior encuentro con Voldemort había estado a la defensiva incluso cuando no debía estarlo, el impacto de casi morir más de 4 veces era mucho para ella. Pero no ocurrió nada, nada apareció y la atacó.
Escuchó pasos bajando la escalera que subía al aula de defensa contra las artes oscuras, se volteó rápidamente y apuntó con su varita a quién bajaba. Se trata de Harry, que estaba igual de pálido que ella y parecía apresurado.
- Lily ¿Qué haces aquí? -preguntó con la voz aspera y acelerada.
- ¿Fuiste tú? -preguntó con la mano temblorosa aún apuntando a Harry.
- ¿Qué? -el moreno la miró sin entender, pero entonces abrió los ojos comprendiendo por fin-. ¿También la escuchaste? ¿La voz? -preguntó.
Lily asintió y bajó la varita cuando estuvo segura de que no había peligro, recogiendo los libros en el suelo con ayuda de Harry.
- Lockhart dijo que no escuchó nada, pero fue como si me lo dijeran al oído ¿Cómo no pudo escucharlo?
Lily seguía pálida, sintiendo como la sangre volvía a bombear por todo su cuerpo y suspiró aliviada.
- N-no sé.
Ambos caminaron en un silencio sepulcral, como si esperaran volver a escuchar esa voz y por eso guardaban tanto silencio. Al llegar a la sala común no siquiera se despidieron, solo subieron a sus habitaciones. Hermione seguía despierta, pues siempre aprovechaba los sábados para poder leer hasta tarde.
- ¿Cómo te fue? -preguntó con esa mirada de "A mi no me han castigado porque yo sí sigo las reglas".
- Humm bien... pero- pero pasó algo extraño.
Lily procedió a contarle lo de la voz que solo Harry y ella parecían haber escuchado.
- Eso no es bueno... incluso en el mundo mágico oír voces no es una buena señal, Lily.
Lily debería haber estado cansada por todo lo ocurrido aquel día, pero aún así se sentó junto a Hermione que usaba una llama azul en un frasco para leer sin despertar a nadie. Tomó uno de los pesados libros y comenzó a leer. La castaña la miró extrañada pero no dijo nada.
Lily simplemente no quería estar sola.
¡Hola! Espero que este capítulo les haya gustado. Si se han dado cuento estoy siguiendo mucho el libro en vez de la película ya que considero que la película se salta muchas cosas que son increíbles, como la fiesta de los fantasmas que viene en el siguiente capítulo. Pero díganme ¿Prefieren que siga los o las películas? ¿Qué tal les parece hasta ahora? Mi escritura ha cambiado mucho por los años y temo que eso no sea tanto de su agrado.
Recuerden tomar agua, comer bien y mantenerse a salvo ♡ Lxs amo y si necesitan hablar con alguien aquí estoy.
Pregunta.
¿Cuál es su libro favorito de la saga?
El mío es el prisionero de azkaban porque aparecen mis dos personajes favoritos ^^