Ethan bajó al comedor con su pijama puesta, es la primera vez que me doy cuenta de que este niño no utiliza pijamas de dibujos, es tan neutro como su padre.
Bueno, la cena fue algo tranquila y silenciosa, lo único bueno era que Ethan se la pasó sonriendo y como su sonrisa contagia a todo el mundo, yo pude sonreír y dejar de sentirme como un bicho raro entre tantas cosas elegantes y grandes. Digo, quién necesita una mesa para más de veinte personas, habiendo menos de tres personas que coman en esta casa, para mí es una exageración y como en todo este lugar no debe faltar el candelabro en el techo. No sé si es porque soy paranoica o vi muchas películas, siento que en cualquier momento el candelabro del techo se caerá.
Debo de dejar de pensar en estas cosas, lo más importante aquí es cómo les diré a mis padres y hermanos que me voy a casar en menos de dos días.
—Paula, ¿vas a acurrucarme antes de irte? —No sé de qué estábamos hablando antes.
—Sí. Vamos. —Nos dirigimos a su cuarto en silencio. Mi jefe solo nos siguió con la mirada, hasta que ya estuvimos en las escaleras.
Son como las diez de la noche y Ethan se fue a dormir después de que le conté un cuento y prometiéndole que mañana pasaremos tiempo juntos, ya que no tiene clases y yo no iré a trabajar mañana, órdenes del supremo para que vaya a seguir preparando los asuntos de la boda.
Y ahora me encuentro otra vez frente a mi jefe en el pasillo del segundo piso de esta mansión.
—Paula, ¿te encuentras bien?
—¿Qué? Disculpé, pero no le puse atención, señor. —Me perdí de la conversación.
—Sí, ya me di cuenta. Le estaba preguntando cuándo les dijo a sus padres sobre la boda. —Mierda.
—Yo aún no le he comentado nada a mis padres. —Estoy muerta, mi madre va a matarme cuando se entere.
—Entonces, sus padres ya debieron enterarse por las cartas de invitación que se entregaron hoy. —Estoy jodida.
—¿Qué? —Me olvidé de ese pequeño detalle.
—Paula, deja de perderte en tus pensamientos y atiende la llamada que tu celular tiene un tono grotesco.
Pero si será un maldito, ¿qué tiene de malo el tono de mi celular? Solo es una canción de Burn It To The Ground de Nickelback. No veo nada grotesco en esto.
—¿Hola?
—¿Cómo es qué hoy he recibido hace más de diez minutos un pasaje de avión junto con una carta de invitación para tu boda que justamente es en dos días? —No me fijé de quién era la llamada.
—Hola mamá, ¿cómo estás?, yo también me encuentro bien, ¿cómo está mi padre y hermanos?
—¡Paula, no me vengas con tus sarcasmos que no tiene ningún sentido! ¡Explícame jovencita de que se trata todo esto! ¿Quién demonios es Alessandro Reyes? Tus hermanos me llamaron preguntando si esto era una mala broma y tu padre quiere hablar contigo de esto. —Sí que está enojada.
—Mamá, yo si te hablé de él, recuerdas, te dije que tenía un novio. —Soy buena para mentir en momentos críticos.
—Eso fue lo único que dijiste cada vez que te preguntaba de tu vida romántica, no me contabas absolutamente nada más, solo sabía su nombre. Y ahora resulta que te vas a casar y no tuviste la delicadeza de llamar a tu familia y avisar que te ibas a casar con algunos meses de antelación, además jovencita, ¿un avión para toda la familia? Sabes lo caros que son en esta temporada.
—Ya lo sé madre. Mi novio fue quien envió todo para que vinieran a la ceremonia. —No tengo que ser un genio para saber de quién envió esos pasajes.
Dios, lo que invento para que mis padres no me den una buena paliza. Mi oído está sufriendo con los contantes gritos de mi madre.
—Ese no es el punto, el punto aquí es, ¿cómo es posible que vayas a casarte con alguien que no conoces completamente? Y lo peor del asunto es que ni tu padre, ni yo lo conocemos en persona, ni siquiera sabemos cómo es, en que trabaja, si tiene hijos, cuántos años tiene, si está bien económicamente...
—Madre, busca su nombre en internet. Encontrarás todo, ahí están sus fotos, edad y demás cosas.
—Valentina, busca el nombre que se encuentra en la tarjeta ahora mismo. ¿Acaso es un delincuente?
—No, claro que no. ¿Mis hermanos están contigo?
—Sí. Si no es un delincuente, ¿para qué me haces...? Espera un momento, después te llamo. —Y así fue como mi vida dejó de tener toda lógica o sentido.
—¿Era su madre? —Me olvidé de ir a otro lugar.
—Sí. ¿Por qué no me dijo que envió los boletos para el avión?
—No creí que fuera necesario hablar sobre estos asuntos irrelevantes. —Es mi culpa preguntar.
—¿Cuándo costaron en total todos los pasajes de avión?
—¿Qué? No me digas que es para que puedas pagar los pasajes.
—Sí, ¿hay algún problema con ello?
—Claro que lo hay, no puedes estar pidiendo esto, pronto serás mi esposa y me quieres pagar por los pasajes del avión. No tiene sentido común.
—¿Qué tiene que ver los pasajes con que sea su esposa? Eso no tiene sentido común.
—Mira, estoy cansado con los preparativos de la boda junto con otros problemas que pasaron hoy para discutir cosas sin sentido. No te diré nada sobre cuánto costo, no ahora, pero después, así que mejor vete a dormir en la habitación que te preparan al lado de la mía.
—¿Disculpa? ¿Desde cuándo eso es algo sin sentido? Son mis padres, eso es mi responsabilidad, no la tuya y ¿por qué debo quedarme en tu casa? Tranquilamente, puedo ir a la mía. Y si se te olvida, yo también estoy cansada mental y físicamente de lo que está pasando en estos días.
—Paula, no sigas porque juro que... —Fue interrumpido por mi celular, seguramente es mi madre, así que mejor contesté la llamada mientras seguía viendo a mi jefe.
Desde que comenzamos a pelear nos hemos estado acercando.
—Hola, ¿qué pasa madre?
—Dime que la persona con la que te vas a casar no es el multimillonario Alessandro Reyes, dueño del imperio Reyes. Paula, no me juegues una mala broma que tus hermanos y padre estamos preocupados.
—Sí madre es ese Alessandro Reyes. Dueño de revistas, restaurantes, hoteles y demás cosas que el imperio Reyes tiene bajo su control. ¿Ahora ya se te despejaron las dudas?
—Paula, ¿él no es tu jefe con el que trabajabas como secretaria?
—Sí, madre, es él. Madre... hola... hola. —Mierda no me contesta, solo pude escuchar un golpe, seguramente lo botó.
—Paula, soy yo. Madre se acaba de desmayar y padre ya mismo le da un infarto, es mejor dicho, a todos casi nos da un infarto. Hablamos mañana de esto ¿quieres?, es muy tarde y no creo que sea hoy el momento adecuado de seguir hablando.
—Si Valentina, considero que es mejor hablar mañana. Buenas noches. —Solo colgó sin una respuesta, de seguro está afectada con la noticia, yo aún no puedo creerlo.
—¿Está bien? —Mi jefe sigue enfrente mío sin moverse.
—Sí, se desmayó después de enterarse de con quién me casaría en tan poco tiempo.
—Es mejor que te vayas a descansar en la habitación.
—¿Qué?
—¿Es qué no quieres dormir?
—Claro que quiero dormir, pero en mi casa, no aquí.
—Paula, ve a la habitación ahora mismo. —¿Por qué se enoja cuándo no realizó lo que él quiere? Que pena me da, pero yo no me voy a quedar quieta con todo lo que me está pasando. Debo revelarme de alguna forma.
—No. Si usted cree que yo... —No pude seguir hablando porque en el momento en que me acercaba más para gritarle con todas mis fuerzas, mi jefe me tapó la boca con sus labios para luego coger mi nuca y cintura forzadamente.
Trato de separarme de él, pero su fuerza es mayor a la mía que ni siquiera puedo mover la cabeza. Me falta oxígeno, necesito respirar, no sabía que un beso es capaz de dejarte sin respiración.
Mientras abría la boca para conseguir oxígeno, el muy sinvergüenza introdujo su lengua. Soy una persona que tiene una pésima experiencia en los asuntos de besos.
Sí, tuve un novio, pero nunca introdujo su lengua en mi boca. Necesito sacarla y la única forma es morderle. Así que traté de morder su lengua con la mayor fuerza que puede, pero antes de que llegara a cometer mi acto, él sacó su lengua rápidamente para después morderme el labio. Esto duele. Trato de empujarlo hasta que siento el sabor a sangre en mi boca y él por fin me soltó para retroceder dos pasos de mí. Solo puedo tocar mi boca buscando la herida y cuando la siento pude apreciar que mis labios están templando y mis dedos están con sangre.
Es un maldito hijo de la grandísima... Ah, pero esto no se queda así. Mi shock se desapareció rápidamente para ser reemplazado por el sentimiento de enojo. Alcé la vista para ver que mi jefe está sonriendo burlescamente. Se estaba burlando de mí, si antes estaba enojada ahora estoy furiosa, necesito venganza.
Ni pensé mucho en lo que tenía que hacer, así que sin retraso me acerqué a él para jalarlo de su corbata, ya que soy más baja que él y sin previa resistencia no lo besé, solo me centré en apresar uno de sus labios con mis dientes para morder con todas las fuerzas, no me importa si le saco un pedazo, pero yo quiero venganza ahora. Me separé cuando de él lo más rápido que pude.
Pude ver que si logré herir su labio. Ahora soy yo quien lo veía con una sonrisa triunfante, pero por precaución me separé de él.
—Paula, tengo dos mordidas en mi labio. —No me interesa, él me besó sin mi consentimiento—. Bien, esto es todo, quieres jugar para ver quien termina con mayor mordida. Déjame decirte que en los labios no es el único lugar en donde se puede dejar una mordida y como no quieres dormir en el cuarto de invitados ahora dormirás conmigo y no te permito ninguna objeción.
Este hombre está loco si piensa que voy a permitir eso. Le quedé viendo tratando de retarlo con la mirada, así que empecé a retroceder lentamente y para prepararme para correr. Y cuando él se dio cuenta de que iba a correr, se comenzó a aproximar con una sonrisa tenebrosa. Yo me di media vuelta y comencé a correr para llegar a cualquier puerta que me diera algo de seguridad o alejamiento de esta persona.
Corrí a la primera puerta que vi, ya que las únicas escaleras que yo conocía para la salida estaba bloqueada por mi jefe, pero como ya es costumbre, mi suerte no es tan buena que entré al despacho de mi jefe, trate de cerrar la puerta, pero él interpuso la pierna antes de que pueda cerrarla, sé que es inútil que yo trate de cerrar la puerta por lo que la solté y corrí hacia la mesa para lograr separarnos con algo.
—Paula, quédate quieta si no quieres que esto vaya peor. Por las buenas deja de correr y haz lo que te digo. —Ni que estuviera loca.
—NO —grité.
Traté de escapar, estaba a punto de lograrlo cuando me golpeé la pierna con una mesa chiquita que no vi por tratar de correr. Es ese dolor en el que no sabes si reír o llorar donde te muerdes el labio por no exclamar nada, lo cual te quedas quieta procesando el dolor.
Él aprovechó el momento y antes de que pueda reaccionar me alzó como un costal de papas y tuve una bella vista de su trasero. El dolor pasó a un papel secundario.
—¡Bájame ahora mismo! —le decía mientras movía mis manos tratando de golpearle, pero mis movimientos estaban siendo inútil, mis piernas están apresadas.
—Te lo advertí, asume las consecuencias. —Mi vida está en peligro, tengo que hacer algo antes de que me arrepiente.
Escuché como abría una puerta. Necesito salir viva de aquí, así que con toda la vergüenza del mundo y como mi primera vez cogí sus nalgas tratando de meter las uñas para darle algo de dolor. Pero antes de que pueda hacer algo más, sentí como era botada en algo suave y rebotaba.