Este fin de semana le tocaba a Fernando pasar por los niños, después de todo le tocaba la semana con los niños.
Había dicho que iba a llegar temprano a por los niños, tipo 10 de la mañana había dicho, por eso mismo a ellos se levantaron temprano, les encantaba pasar la semana con Fernando pues era la única semana al mes que podían estar con ellos, eso y Fernando tenía tendencia a mal criarlos, así que era lógico que estarían felices de irse con su padre.
Pero Fernando no llego a las 10, ni a las 11, mucho menos a las 12. Mamá, Modir y Jules habían llegado al apartamento a almorzar y para cuando dieron las 16 horas (4 de la tarde) fue Jules la que se acerco a mi.
— ¿Te molesta si me llevo a los niños? — preguntó quizá con un poco de miedo, esa actitud un poco pasiva de Jules me recordaba mucho a cuando era más pequeña — Vamos a ir al Zoológico con Graham y quería saber si los podíamos llevar, los veo un poco desaminados hoy — a los niños no les haría mal distraerse un poco, pero si iba a ir con Graham entonces estaban tratando de generar una instancia para poder hablar entre ellos.
— No para nada, solo no vuelvan muy tarde — Comenté y Jules me quedó mirando.
— ¿No quieres ir? Mamá y Modir también van a ir — me resistí a la idea, pero no le iba a decir que no a salir con la familia.
— Vale os acompaño.
Mientras subíamos al coche de Jules, no podía dejar de pensar en Fernando. Me dolía ver a los niños desanimados, esperando por alguien que parecía tener la misma urgencia por verlos. Me preocupaba como eso podría afectarles a largo plazo ¿Se acostumbrarían a ser dejados de lado? ¿A esperar por alguien que nunca llega?.
Sabía que Fernando tenía cosas que atender, en cierto modo me enojaba que se comportara de esta manera pero también me entristecía por los niños. Al menos podía haber llamado.
Durante el camino al zoológico traté de distraerme para no pensar más en todo lo que estaba pasando, pero Jules me conocía bastante bien, con una simple mirada rápida, sentía que ella había sabido leerme entre líneas, sus ojos reflejaban una lastima que me irritaba.
Al llegar la zoológico los niños comenzaron a animarse. Pronto estaba corriendo de un lado a otro y creí por un momento que habían olvidado por completo su decepción.
Observe como Jules y Graham caminaban uno al lado del otro, hablaban en un tono de voz bajo mientras tonteaban entre ellos dándose leves empujones.
— ¿Estas bien? — preguntó Jules suavemente, apartándose un momento de Graham para caminar a mi lado. Me limité a asentir con la cabeza, aunque no eraba segura de si era cierto.
— Solo me preocupan los niños — respondí finalmente — Me enoja que Fernando siempre sea así, los niños no merecen pasar por esto — Vi la compasión en la mirada de Jules.
— Lo sé, es frustrante, pero se que tu eres una madre increíble. Ellos tienen suerte de tenerte y hoy, vamos a hacer que sea un día especial para ellos ¿Si?
Miré a los niños, estaban riendo mientras intentaban imitar un mono que los miraba desde su jaula. No pude evitar sonreír la verles. Jules tenía razón. Hoyo solo importaba hacerles felices. Mañana podría lidiar con Fernando.
Mientras caminábamos por el zoológico me encontré mirando más a los niños que a los animales. Sus risas era una manera que tenían de sanarme el corazón, pero no podía ignorar el hecho de que de vez en cuando los encontraba mirando sus relojes de pulsera (Cortesía de Eska) o me preguntaba si "Papá había mandado algún mensaje". Cada vez que lo hacían, una punzada de culpa atravesaba mi pecho.
Quería proteger a mis hijos a toda costa y no quería que sintieran que de pronto algo iba mal, no quería que las faltas de Fernando los hicieran sentir como si no fueran suficiente.
Nuevamente Jules me alcanzó cuando los niños se paraban a mirar los pingüinos. Jules era muy reflexiva cuando no se trataba de su vida personal y tenía una mirada muy particular, como si estuviera evaluando si era el momento adecuado para decir algo.
— Se que no es fácil para ti — Comenzó, cuando era así posiblemente se trataba de un monologo y no era cualquier tipo de monologo, si no que eran aquellos que te hacían olvidar que ella era la hermana menor — Pero no puedes controlar lo que Fernando hace Dai, los niños son consientes de lo que pasa por eso lo único que puedes controlar es el como reaccionas y como haces sentir a los niños — nos miramos un momento antes de que ella continuara hablando — ¿Cuántas veces te trajo Eska a este zoológico cuando estabas en tus 20's? — Generalmente no se hablaba mucho de eso, era un tema delicado en la familia que no era necesario hablar — Las ovejas, no se porque de pequeña siempre tengo el recuerdo de que te quedabas viendo las ovejas — Eska me había salvado cuando tenía 20, si no hubiese tenido una familia que me apoyara tanto entonces no se que hubiese sido de mi vida — se que tus hijos lo son todo para ti Dai, pero no te preocupes, ellos saben que su madre estará ahí siempre y que los ama incondicionalmente, ellos con el tiempo entenderán que lo que hace Fernando no esta bien.
Mientras las palabras de Jules se asentaban en mí, observé a los niños de nuevo. No quería que sus recuerdos de la infancia estuvieran marcados por la desilusión. Decidí, en ese momento, que aunque no pudiera cambiar a Fernando, podía ser la constante en sus vidas. Podía ser su refugio, su hogar seguro.
Y si eso significaba tener que compensar las ausencias de Fernando con más amor y atención de mi parte, entonces eso haría. Porque al final del día, ellos eran lo más importante. Sus sonrisas, su felicidad. Eso era lo que realmente importaba.
— Mamá el tío me compro un helado — Fue Tomás el que se acerco a mi con su helado de tres sabores en la manos.
— ¡Es gigante! — exclamé fingiendo un poco de sorpresa, Graham era complaciente con los niños así que no me sorprendía encontrarnos en esta situación — ¿Qué sabores escogiste?.
Tomás comenzó a enumerar los sabores con entusiasmo y por un momento todas mi preocupaciones se desvanecieron.
Mientras Tomás disfrutaba de su helado, Graham se acercó a nosotros con Mateo, mamá y modir. Graham siempre había sido un tío atento cuando su trabajo se lo permitía y los niños lo adoraban. Jules le lanzó una mirada un poco cómplice de esa misma manera que lo hacían cuando eran pequeños.
Jules me dio un leve codazo con una sonrisa en la cara.
—Diane, Graham y yo estábamos pensando en organizar una tarde de juegos en casa este fin de semana —dijo, sus ojos brillando con entusiasmo—. Podríamos invitar a los niños y pasar un rato divertido, y también podríamos tener algo de tiempo para hablar los adultos — Adultos, a veces olvidaba que ya no éramos niños pequeños y más de una vez me había encontrando deseando volver a aquella época en donde mis pocas preocupaciones eran la escuela y hacer la cama por la mañana.
Sonreí sabiendo que esta era la manera de Jules de tratar de aligerar la carga y también de buscar un momento para hablar más a fondo sobre Fernando sin los niños alrededor.
—Me parece una idea genial. Los niños se lo pasarán en grande, y nosotros podremos relajarnos un poco también.
Graham, escuchando la conversación, asintió con una sonrisa.
—Sí, y prometo no hacer trampas en los juegos de mesa —dijo, guiñando un ojo— Al menos no muchas — añadió, todos sabíamos lo tramposo que podía ser Graham en los juegos de mesa, lo había aprendido de nuestras madres después de todo.
No pudimos evitar reírnos frente al comentario, era justo lo que necesitaba. Por un rato, las preocupaciones se desvanecieron y eran reemplazadas por el calor de la familia y la certeza de que, sin importar los desafíos, no estaba sola.
Mientras caminábamos juntos por el zoológico, sentí que, aunque Fernando no siempre estuviera, tenía un fuerte apoyo en Jules y Graham. Ellos eran mi ancla, el recordatorio constante de que el amor de la familia podía superar cualquier obstáculo. Estaba decidida a hacer de cada día una oportunidad para construir recuerdos felices.
Cuando finalmente salimos del zoológico, el cielo comenzaba a teñirse de tonos naranjas y rosados, señal de que la tarde se desvanecía en la noche. Ayude a los niños a subirse al coche, asegurándome de que todos tuvieran sus abrigos y mochilas. Se escuchaban risas y comentarios animados sobre los animales que habían visto, especialmente los pingüinos y los leones, que habían sido los favoritos del día.
Modir ya estaba en el asiento del copiloto, con una expresión satisfecha en su rostro. Amaba esos momentos en los que la familia estaba junta y todos se sentían unidos. Mientras tanto, Jules y Graham cargaban las últimas bolsas en el maletero. Diane se tomó un momento para observarlos, sintiéndose agradecida por su apoyo y por lo bien que todos habían manejado el día.
Antes de subirse al coche, Lara se acercó tocándome el hombro suavemente.
—Sabes que si necesitas hablar, siempre puedes contar conmigo, ¿verdad? —le dijo con seriedad, hoy se había abstenido de hacer cualquier tipo de comentario, la verdad es que había estado un poco alejada de nosotros pues había estado hablando por el móvil casi toda la tarde, seguramente por temas de la joyería.
—Lo sé, mamá. Gracias por estar aquí. Significa mucho para mí.
Graham se unió al grupo, sonriendo ampliamente.
—¿Quién está listo para una gran noche de pizza y juegos? —preguntó, elevando una mano en el aire como si estuviera animando a un equipo de fútbol.
Los niños respondieron con gritos de aprobación, emocionados por la perspectiva de pasar más tiempo con su familia. No pude evitar reírme ante la emoción de todos, contagiándome del entusiasmo.
—Creo que todos estamos listos —respondí, subiendo al coche y cerrando la puerta detrás de mi.
Mientras el coche se alejaba del zoológico, miré por la ventana, viendo cómo el paisaje pasaba rápidamente. Me sentía en paz, algo que no siempre era fácil de lograr. Sabía que los desafíos con Fernando no desaparecerían de la noche a la mañana, pero también sabía que con la familia a mi lado, podía enfrentar cualquier cosa.
La vida estaba llena de momentos inciertos y complicados, pero también estaba llena de risas, amor y apoyo incondicional. Decidí, mientras el coche se dirigía hacia la casa de mamá, que prefería enfocarme en esos momentos de alegría. Porque al final del día, esos eran los recuerdos que quería que mis hijos atesoraran.
La noche se pasó entre juegos, música y risa, los niños se habían ido a dormir hace un par de horas y nosotros, modir, Jules, Graham y yo nos habíamos quedado en la sala hablando, yo estaba sentada en el suelo al lado de modir, con la cabeza apoyada en su pierna, hace poco había dejado la "comodidad" del sofá por la incomodidad del suelo, la espalda me había comenzado a doler y necesitaba sentarme en algo más duro.
— ¿Que ocurre con mamá? — pregunte y levante la cabeza para mirar a Adelina, mamá con un poco de suerte había llegado a la casa no se había molestado en pasar mucho tiempo con nosotros y eso en ella no era normal, era Lara quien amaba el tiempo en familia. Modir negó levemente con la cabeza indicándome que no sabía o que había preferido no entrometerse en esos asuntos.
— Sabes como es tu madre — Adelina me paso una mano por el cabello de manera afectuosa. Ella tenía cara de cansada, no eran el cansancio físico de estar todo el día fuera de casa o de quedarse despierta hasta tarde, quizá estaba cansada de nosotros, pero si hubiese sido el caso entonces ya nos hubiese mandado a dormir.
— ¿Puedo ir a hablar con ella? — prefería preguntar, pues si no lo hacía, iba a llegar con mamá y se iba a enojar.
— Si logras hablar con ella pues está bien, me cuentas que pasa, hace un par de días ya que anda un poco esquiva — añadió modir, si ellas no habían hablado entonces no sabía que podía hacer yo en ese momento, me levante del suelo decidida a hablar con mamá.
La situación con mamá y modir siempre había sido enigmática, una especie de baile entre secretos y revelaciones que aprendimos a observar desde pequeños. Sin embargo con la delegación de responsabilidades que ellas habían hecho, las barreras habían comenzado a caer, sobre todo con modir, quien dejó de ocultar las tensiones, y ahora yo me encontraba tomando un rol de mediado que, aunque no ideal, parecía necesario.
Toque la puerta del estudio antes de entrar, era más una formalidad que una necesidad y cuando entre vi a mamá sentada en la silla hablando por el móvil, no había dejado ese jodido móvil en todo el día y solo me hizo una señal para que me sentara en una de las sillas a esperar que terminara de hablar con dios sabrá quien, en cambio me acerque a las estanterías a mirar los libros que tenía en el lugar. Era un gesto automático, un intento de distraerme mientras esperaba que mamá terminara la llamada.
Sabía que ser dueña de la joyería (o de la empresa en caso de modir) era un trabajo a tiempo completo, cuando Eska asumió la empresa se suponía que mamá se jubilaría, pero es imposible sacar a mamá o a modir completamente del trabajo, después de todo gran parte de sus vidas estaba puesto en ello.
— ¿Ocurre algo Dai? — preguntó finalmente cuando terminó la llamada, seguía mirando los libros a ver si había algo que pudiera captar mi interés.
— Te pregunto lo mismo ¿pasa algo con em trabajo? ¿Con Eska?
— Tu hermano está bien, gracias a dios... — Ese "gracias a dios" me puso en alerta, por ese mismo motivo instintivamente busque mi móvil en el bolsillo esperando algún mensaje y lista para teclearle a Eska un "¿todo bien?"— ... son unas cosas en la empresa que se están complicando más de lo necesario y ya está.
— Adelina está cansada — le comenté en un susurro y finalmente deje de mirar los libros para mirar a Lara. Ella cerró los ojos un segundo como quien quiere bloquear todo.
— Pues dile que... — le interrumpí y sabía cuánto ella odiaba que hiciera aquello.
— ¿Que se vaya a dormir? — pregunte con ironía haciendo que mamá frunciera el ceño — Dime que pasa realmente, ambas sabemos que Eska es totalmente capaz de manejar la joyería, si no fuera de ese modo entonces no estaría en donde está ahora — me senté en una silla frente a ella y se pasó las manos por la cara.
— No es nada Dai, en serio no es nada más que trabajo — ambas nos quedamos mirando, yo como quien no cree y ella queriendo creer lo que había dicho y soltó un suspiro — El otro día discutimos con Adelina — comentó finalmente y yo me acomodé en la silla dispuesta a escuchar lo que tenía que decir — Esta preocupada por Graham, le dije que no se preocupara que todo iba a estar bien, pero sabes como es Graham y después saco el tema de que el tema con Graham podía afectar a las empresas — nuevamente se paso las manos por la cara, ella estaba igual de cansada que Adelina, ambas tenían puntos de vista distintos — Me enojé con ella porque no puedo creer que luego de todo este tiempo siga preocupándose más por el trabajo que por sus hijos — y yo que lo veía como hija sabía que eso era mentira.
— Si se preocupara mas por el trabajo que por sus hijos estoy segura que no estarían donde están ahora — comente y en levante de la silla — mamá, siempre me dijiste que para que una relación funcionara la comunicación es fundamental, ahora puedes hacer dos cosas, decirme que das buenos consejos e ir a hablar con Adelina o aceptar las cosas e ir a hablar con Adelina — camine a la puerta para salir del estudio y me detuve antes de poder siquiera poner la mano en el pomo de la puerta.
— Tu también tienes que hablar con Fernando — añadió ella y la mire por sobre mi hombro, su tono era serio pero su mirada reflejaba más preocupación que reprimenda.
— Pero yo al menos si se que tengo que hablar con el, tu en cambio prefieres distanciarte de Adelina de la misma forma que lo hacías cuando discutían cuando éramos pequeños — era un golpe bajo, lo sabía, pero no pude evitarlo. Salí del estudio antes de que pudiera responder.
Al volver con Adelina, Jules y Graham los mire antes de hacer más nada.
— Creo que voy a dormir — dije finalmente mirando a Graham y Jules, ellos captaron la indirecta, era momento de darles espacio a mamá y a modir para que hablaran.
No tenía todos los detalles de lo que pasaba con Graham, pero si había algo que sabía y era que los secretos en esta familia se desenvolvían a su propio ritmo.
Me dirigí a habitación, dejándolas con sus propios pensamientos y problemas. Sabía que la noche traería conversaciones difíciles pero necesarias, no había garantía de que se arreglarían todos los problemas pero al menos si tenía algo claro y era que intentarían enfrentarlos juntas.
Y así mientras cerraba la puerta de mi habitación, me sentía más tranquila. Porque a pesar de todo, sabía que nuestra familia no era perfecta pero siempre nos teníamos los unos a los otros y al final del día eso era lo que importaba.