La cera resbaló por la vela hasta mis dedos.
Reprimí un gemido de molestia cuando el cálido liquido tocó la piel sensible.
Daniel se estremeció frente a mi, con la respiración tan acelerada y temerosa que me hacia sonreír.
No podía verme por la banda que cubría sus ojos, impidiéndole saber cuando la cera caería sobre su cuerpo.
Levanté su polla con la fusta, manteniéndola erguida mientras acercaba la vela hacia su pecho, estirando el brazo para que hubiera la distancia justa para que el ardor no fuera excesivo.
Siseó entre dientes cuando las gotas cayeron sobre sus hombros, resbalando hasta mitad de su pecho, donde se solidificaron. Sus pezones se pusieron duros y fueron los siguientes que ataqué, echando cera directamente.
Gritó con los dientes apretados, sacudiéndose.
Le azoté con fuerza en el muslo, provocando un segundo gemido.
-Deja de moverte pelirrojo-Le advertí con dureza.
Hizo grandes esfuerzos en mantenerse quieto mientras la cera caía sobre su pecho y su vientre.
La piel se le enrojecía por el paso de la cera, su polla parecía al borde de correrse. Estaba rojo como un tomate, jadeando con desesperación. Estaba tan cachondo que no tardaría en explotar.
Incliné la vela sobre su polla, dejando caer un par de gotas sobre su tronco sensible.
Apretó los dientes hasta ponerse colorado, gimoteando de placer extremo. Eché dos gotas más, acercándome a su punta.
Los gritos se repitieron al igual que las sacudidas de su cuerpo que se detuvieron cuando el azote en su trasero le advirtió de que se estaba pasando a la hora de moverse.
La batalla con su cuerpo fue digna de admirar conforme la cera seguía derritiéndose, lista para caer sobre la punta de su polla.
-Vamos pelirrojo, dámelo-Susurré con la voz ronca, tirando la fusta para coger su polla y echar las gotas de cera a la vez que le masturbaba con rapidez.
El chorro de semen fue impresionante, salpicándome en el corsé. Daniel gritó y se sacudió, en un limbo de placer y dolor extremo.
Cuando el orgasmo terminó, dejó caer los hombros, quedando colgado y exhausto, jadeando de manera pesada.
-¿Quieres mas?-Pregunté con tono apremiante sin soltar su polla.
Gimoteó nervioso, negando con la cabeza.
-No, Ama Nyx.
Mi ceño se frunció, observando atentamente su polla para ver si había algún daño preocupante.
-Y si yo quiero seguir, ¿eh?-Siseé molesta-Esto no ha acabado, pelirrojo. Todavía tengo energía.
Tembló con el siguiente azote, pero no abrió la boca nada mas que para contestarme.
-Si, Ama Nyx.
Solté sus amarres y cayó al suelo arrodillado, pero tembloroso.
Le quité el antifaz de un tirón, esperando que su mirada no se levantara del suelo. Agarré el pelo de su nuca, tirando de el.
-Sígueme-Le ordené andando hacia la cama.
Me obedeció al instante, gateando a mi lado hasta que lo dejé frente a los pies de la cama.
-Súbete. Sobre tus talones.
Subió a la cama, sentándose en sus talones con las rodillas ligeramente separadas. Su polla estaba enrojecida debido a la cera, pero no le permití quitársela o moverse.
Fui hacia los ganchos de las paredes para sacar la mordaza con correas a las muñecas.
La descolgué y me coloqué detrás de Daniel, obligándole a levantar la barbilla para poder ponerle la bola en la boca y apretar el cierre en la nuca.
-Manos atrás.
La barra vertical cruzaba su espalda, dejando la posición erguida conforme ataba las muñecas. Cogí las cadenas de las esquinas de la cama para inmovilizarle.
Tras asegurarme que no podía moverse un solo centímetro, fui hacia los cajones para sacar mi vibrador favorito.
Me desnudé de camino a la cama. No solía quedarme desnuda del todo delante de él, pero me sentía generosa con lo que iba a ocurrir a continuación.
Me tumbé delante de él, encendiendo el vibrador para empezar a masturbarme.
-Vista abajo-Le recordé cuando me miró a los ojos, muerto de necesidad.
Sus ojos ambarinos se centraron en mi coño mientras me masturbaba, jadeando y gimiendo con cada sensación de placer que me daba el vibrador.
No había tenido mi dosis de sexo desde que Gael se fue, así que estaba acelerada y cachonda, no me iba a costar demasiado correrme y empapar la cama.
Daniel estaba excitado, sensible y no tardó en empalmarse, estremeciéndose con cada uno de mis gemidos.
-¿Quieres follarme, pelirrojo?-Le reté pellizcándome los pezones frente a el.
Asintió con la cabeza, incapaz de hablar por la bola en su boca. Me reí entrecortadamente, aumentando la vibración y la dureza de la masturbación para acercarme al orgasmo.
-Hoy no te lo has ganado, pelirrojo.
Gimoteó frustrado con su polla sacudiéndose de deseo.
Solté un gemido intenso con el inicio del orgasmo acercándose. Agarré mi pecho con una mano, frotando mi clítoris con la punta del vibrador antes de metérmelo entero y correrme rememorando unos ojos azules y otros marrones llenos de lujuria.
Entre jadeos entrecortados me arrodille en la cama para gatear hasta el y soltar las caderas que lo ataban a la cama. Le quite la mordaza, tirando de ella para que se venciera hacia delante y cayera sobre mi coño empapado.
-Límpialo-Le ordené echando la cabeza hacia atrás al sentirme tan sensible por el orgasmo.
Lamió con la vehemencia de siempre, gimiendo de manera ronca, temblando atontado, al borde del orgasmo también.
-Límpialo todo-Le insistí bajando su boca más abajo de la apertura de mi coño.
Su lengua lamió obediente entre mis glúteos, trazando círculos en mi culo para quitar toda la lubricación que había segregado.
Los escalofríos me pusieron la piel de gallina, gimiendo de nuevo al empezar a acelerarme otra vez.
Volvió a subir hasta mi coño, cogiendo mi clítoris entre sus labios para chupar con fuerza.
Una pequeña molestia me invadió por la dureza que empleo.
-Para-Le ordene apartándole-Suficiente.
Empujé sus hombros para que se arrodillara. Cogí su polla con una mano y su cuello con la otra.
-Córrete. Ahora.
Sus ojos se pusieron en blanco al instante, corriéndose sobre mi mano de nuevo, manchando mi vientre, el suyo y la cama.
Cuando terminó, le dejé tumbarse de lado para descansar.
Acaricié sus hombros, quitando los restos de cera con cuidado, dejando suaves besos en su piel enrojecida. Se estremeció con cada beso, pero no se quejó o se movió. Desate las esposas de sus muñecas, retirando la vara que lo tenia inmovilizado.
Hice un pequeño masaje para quitar la tensión de su cuerpo, dejándolo bocarriba al acabar para proceder a quitarle la cera del resto del cuerpo.
-¿Le he hecho daño, Ama Nyx?
Puse mi mejor cara de póker al mirar a Daniel. Aparté sus cabellos rojizos de su frente perlada en sudor.
-No, Daniel, no me has hecho daño.
Se sentó, relajando su postura de sumiso a una mas normal. Tendió su mano en mi dirección con cierta vacilación.
La coloqué encima, suspirando.
-Solo me ha molestado un poco, estoy bien-Le tranquilicé mirándole a los ojos-No te preocupes.
Las palabras de seguridad eran para ambos, pero solo había sido un segundo de incomodidad. No me habría dado para decir las palabras por mucho que hubiera querido.
-Lo siento-Se disculpó avergonzado-No pretendía...
Le cogí del mentón con mano firme, enfrentándole a mi mirada fría y dura como mis dedos apretando su mandíbula.
-Deja de disculparte, Daniel. No te he pedido que lo hagas.
El asintió con la cabeza lo poco que pudo debido a mi agarre.
-De acuerdo.
Solté su mentón y nos quedamos así, mirándonos a la cara. Me sorprendía que Daniel estuviera aguantando tanto haciéndolo, cuando su sumisión era casi intachable en esa habitación.
-Quiero pedirte algo para la próxima sesión.
Ahora entendía porque me estaba mirando durante tanto tiempo, porque quería plantearme algo nuevo para ambos.
-Sabes mis limites. Así que dime lo que quieres si esta dentro de ellos-Le pedí amablemente bajando la mano por su pecho hasta su mano.
La información que me había conseguido del amigo de Venus había sido suficiente para aclarar las dudas de esta sobre su seguridad. No era sospechoso, no tenia nada de lo que preocuparse. Además, la información sobre la investigación de Nerea iba muy bien, porque iba horriblemente mal. No tenían pistas, no tenían nada a lo que aferrarse o que buscar. Eso protegía a Moon.
Y estaba segura de que el cadáver del asesino de Nerea jamás aparecería en ningún sitio. No habría ningún rastro que llegara hasta nosotros.
-Quiero hacer algo que hice con mi otra Ama-Explicó con las mejillas arreboladas por la vergüenza.
Lo que fuera a pedirme le excitaba y lo deseaba mucho, pero le preocupaba pedírmelo. Era posible que estuviera cerca de alguno de mis limites y por ello no se atrevía a contármelo.
-Necesitaremos a... a alguien más para esto...
¿Otra vez sacarlo a pasear? ¿Un voyeur?
Me incliné con curiosidad, rozando su cuello con los labios, acelerando su respiración hasta que alcancé su oreja.
-Dímelo, pelirrojo.
Tragó con fuerza, mirándome de reojo antes de contarme que era lo que deseaba para la próxima sesión.
*****
Mi mente daba vueltas a la petición de Daniel conforme pasaba la noche, pensando en mis posibles candidatos para tal cosa.
Sebastián se negaría en rotundo y eso me cabreaba porque sabia que podría hacer el trabajo más que bien. Necesitaba alguien de confianza para algo así, de mucha confianza. No era algo que hiciera a la ligera.
Estaba divagando en la fantasía, acelerándome constantemente al pensar en lo que seria hacer algo así. Me excitaba y ahora era una de mis propias fantasías que pensaba ingeniármelas para cumplir.
-¿Sabes algo de Gael?-Pregunté mirando de reojo a Ángel mientras conducía.
No se mostró tenso o cabreado por mi pregunta. Más bien se mostro ansioso por la misma.
-Se que verá a Camille al acabar, pero no cuanto tardara-Sus cejas negras se fruncieron-No será mucho tiempo. Moon no dejara la vigilancia para mi solo. Tardara un par de días más a lo sumo.
A Ángel le importaba Gael, no iba a engañarme.
Saber que estaba con su mujer me volvió a poner nerviosa. No sabia todavía como tomarme que ella aceptara todo lo que hacíamos.
-¿Conoces a su hermano pequeño?-Pregunté de repente.
Ángel me miró con sorpresa.
-¿Te ha hablado de Lysander?
Negué con la cabeza, suspirando.
-No sabia su nombre, al igual que no sabia antes el suyo. Pero si me contó que tenia un hermano. No profundizó demasiado en el tema, solo que estaban muy unidos.
Puso una mueca que me preocupó, evitando mirarme.
-Si, lo conozco. No lo he visto muchas veces tampoco.
-¿Cuantos años tiene? Creo que es bastante más joven que él por la manera en la que...
-Háblalo con él, no conmigo-Me interrumpió de manera tajante-La vida de Gael es suya y si quiere hablar contigo de Lysander, que lo haga. Conmigo no vas a hacerlo.
El tono cortante de Ángel hizo que retrocediera en el asiento del copiloto. Tras un minuto de tensión giré mi rostro hacia la carretera, queriendo azotar a Ángel hasta que me sangraran las manos.
No pensaba pagar sus celos porque preguntara por su compañero y él se mosqueara. Demasiado tranquilos habían sido esos días sin malas caras.
-No es por lo que piensas-Masculló como si pudiera leerme la mente-No voy a hablarte de la vida privada de Gael cuando no se si él querría que lo hiciera. Pregúntale sobre su hermano cuando venga.
Me relajé un poco, consciente de que su tono era por proteger a Gael y no porque le hubiera preguntado.
Jugué con el final de mi camiseta, enredando los dedos ella.
-Nunca me hablas de tu familia...
-Ni tu de la tuya-Dijo con ironía.
Resoplé por lo bajo.
-No tengo, por eso nunca hemos hablado de ella-Contesté despreocupada-¿Tu tienes?
Ángel asintió con un pequeño suspiro, apretando los labios.
-Cinco hermanas.
Di un bote en el asiento, mirándole boquiabierta.
-¿Tienes cinco hermanas? ¡¿Cinco?!-Chillé alucinada-¿Por qué nunca...?
Soltó un gruñido, encogiéndose de hombros.
-No podía hacerlo y lo sabes-Me lanzó una mirada rápida-Dos son hermanas por mi madre y mi padre. Las otras tres solo de mi madre con su actual marido.
Intenté imaginármelas por un momento. Ver a Ángel rodeado de cinco hermanas de cabellos negros y ojos castaños.
Me mordí el labio para retener las pregunta sobre sus nombres o sus edades. Fue todo un reto, pero sabia que teníamos que tener secretos para protegernos, incluso siendo compañeros bajo la sombra de Moon.
-Mi padre murió cuando yo era un crio-Me explicó con tono calmado-Apenas le recuerdo y mis hermanas mucho menos. El marido de mi madre nos cuidó bien y nos educó. Mamá siempre ha dicho que se habría sentido orgulloso de conocer al hombre que acabo responsabilizándose de sus hijos y su mujer.
Estiré la mano para acariciar su cuello, bajando hasta su brazo con una caricia cariñosa.
-Siento lo de tu padre.
Sonrió para tranquilizarme, relajándose contra el asiento.
-Paso hace tanto que ni lo recuerdo, no te preocupes-Me miró con curiosidad-¿A ti no te queda nadie?
El corazón me martilleó con fuerza, llamando a las lagrimas a mis ojos. Tuve que cerrarlos un segundo, abrazándome el cuerpo con fuerza para calmar el dolor.
-Nadie. Solo la gente del Edén.
La conversación se extinguió, quedándose el ambiente tenso de nuevo. No quería recordar el pasado, mucho menos con Ángel. El suyo a pesar de tener partes tristes, había despertado el brillo en sus ojos al hablar de sus hermanas y su madre.
Llegamos a mi apartamento, cansados y exhaustos.
La mano de Ángel se posó en mi hombro, tirando de el para que retrocediera y rozara su pecho.
-¿Estas muy cansada después de la sesión con tu sumiso?-Preguntó besándome el cuello, repartiendo mordiscos que erizaron mi cuerpo entero.
Jadeé acelerada, excitada como solo podía conseguir ese hombre que me pusiera en cuestión de segundos.
-No hemos follado, así que no estoy muy cansada.
El orgasmo con el vibrador me había sabido a poco, al igual que la sesión. Estaba perdiendo el interés por mi sumiso y lo que me generaba. En cuanto me aburrían los desechaba, pero no debería hacer eso con Daniel, ya que lo necesitaba cerca. Con la nueva fantasía volvían a activarse esas ganas que tenia de tener una sesión.
Los besos se detuvieron, cogiéndome por los hombros para hacerme girar y enfrentarme a él.
-¿Como que no habéis follado?
Mis manos repasaron su cuerpo, bajando hasta el filo de su pantalón, acariciando el bulto de su entrepierna con una mano mientras la otra se posaba en la culata de su arma.
-No siempre follo con mis sumisos. No se necesita penetración para satisfacerlos, mi Ángel.
Me cogió de la barbilla, acariciando mi labio inferior con el pulgar.
-¿Se la has chupado?-Preguntó frunciendo el ceño con confusión.
Me carcajeé negando con la cabeza.
-No se la chupo a mis sumisos. En realidad, no suelo chupársela a muchos hombres. Siente afortunado-Dije en tono perverso frotando su erección-Y ahora quiero ir arriba, que me arranques la ropa y me folles toda el día.
Sus cejas se alzaron, poniendo esa sonrisa lobuna que tanto me excitaba.
-¿Todo el día? El sol ni siquiera ha salido...
-Todo el día-Le confirmé traviesa.
Se inclinó para cogerme del culo y alzarme. Abracé sus caderas con mis piernas automáticamente, besando sus labios con necesidad en el camino al piso de arriba.
Peleamos con nuestras ropas para quitárnoslas, entre jadeos y gruñidos de deseo hasta caer en la cama.
Se sumergió entre mis tetas, lamiendo, chupando y tirando hasta llegar a mi coño, pasando su lengua por él con más destreza que Daniel.
Empecé a alucinar por el placer, clavando mis uñas en la carne de sus hombros con cada estremecimiento.
Apartó su dulce boca de mi coño, apoyándose en sus codos para mirarme.
-Chúpamela-Me pidió con tono ronco.
Me moría de ganas por hacerlo.
Cogí sus manos para arrodillarme frente a él, cogiéndola después entre las mías para metérmela entera a la boca, repasándola a conciencia.
-Mójala bien-Gruñó acelerado con sus manos sujetando mi cabello-Necesito probar tu culo.
Gemí desesperada, obedeciendo al lubricarla bien a la vez que me humedecía mis labios vaginales con los dedos y pasaba lo demás entre mis glúteos.
-Ven aquí-Susurró cogiéndome de la cintura para cargarme sobre sus rodillas flexionadas-Vamos despacio.
Asentí conforme, aferrándome a su hombro con una mano mientras echaba la otra hacia atrás para apoyarme en el colchón.
Me la metió despacio por el coño, gimiendo al abrirse paso por mi empapado interior.
Puse los ojos en blanco, trazando círculos con la cadera para meterla y sacarla a un ritmo que le volvió loco.
Estiró la mano hacia mi rostro, repasándolo con los nudillos hasta llegar a mi boca, incitándome a abrirla para humedecer sus dedos.
Me lucí en chuparlos, lubricarlos y que estuvieran listos para jugar con mi clítoris.
-Joder-Gruñí extasiada-Métemela. Despacio.
Echó mis caderas hacia atrás, sacando su polla empapada para dirigirla a mi culo. No me la metió, ni siquiera lo intentó. Empezó a trazar círculos con la punta, estimulándome, relajándome mientras sus dedos seguían haciendo maravillas en mi clítoris.
La punta empezó a introducirse lentamente, cada vez mas lubricada con todo lo que era capaz de segregar mi entrepierna. Estaba tan cachonda y necesitada de sentirla que mi cuerpo se abrió fácilmente, más que entrenado a relajarse para el placer.
-Mierda-Masculló jadeante, clavándome los dedos que me sostenía de la cadera con dureza-Vuelve a moverte como antes.
Obedecí sacudiendo mis caderas mientras él la introducía cada vez mas, agregando saliva y mis fluidos para facilitar la penetración.
La polla de Ángel era la mas gruesa que me había metido por el culo... bueno, la más ancha que me había follado nunca en realidad. Pero estaba tan cachonda que todo mi cuerpo aceptaba lo que fuera que me hiciera sin mucha resistencia.
Metió dos dedos en mi interior ardiente, siseando de placer mientras estimulaba el interior de mi coño y mi clítoris.
Tocó los puntos claves demasiado rápido, destrozando mi compostura y corriéndome como nunca contra su mano.
Abrí los ojos jadeando, colorada y descontrolada, mirando los ojos oscurecidos de mi Ángel que no parecía ser capaz de otra cosa que de sonreír con hambre de mi.
-Aguanta un poco mas-Me pidió persuasivo.
Jadeé con una sonrisa perversa, tensando mi cuerpo usando los músculos de mis abdominales para alzarme.
Gritó entre dientes cuando su polla terminó de atravesarme al sentarme sobre ella, rozando su pelvis con mi culo.
La sensación era indescriptible, increíble y perfecta.
-Toda la noche aguantare-Le aseguré cogiéndole de la nuca para alzar su rostro-Fóllame, mi Ángel. No seas tímido.
Le estaba provocando un poco y se dejó caer, siguiéndome el juego.
-No tengo timidez contigo-Me aseguró cogiéndome de las caderas con ambas manos para alzarme-Párame si te duele.
Asentí calmada, sujetándome a sus hombros para recibir la primera embestida dura.
Gemí y temblé, toda sensaciones y plenitud, tan colorada que me ardía la cara como si llevara fuego debajo de la piel.
-¿Bien?
-Genial-Susurré de manera entrecortada-Sigue así.
No necesito nada más para empezar a marcar el ritmo, abriéndose paso por mi culo, masturbando mi coño en cuanto estuvo preparado para más acción. Era todo sucio, pervertido, oscuro y rudo. Una vez acepté su tamaño, todo fluyó hasta que me corrí de nuevo y él me acompañó.
No nos detuvimos ahí, no dejamos de follar como animales insaciables, colocándonos en cada posición que se nos pasaba por la mente.
Los besos eran tan rudos que mis labios palpitaban, mi cuerpo se erizaba con cada roce del sabanas en las partes que mas había rozado la de Ángel. Estábamos sudados, llenos de corrida y de saliva por habernos recorrido tantas veces el uno al otro.
Era un maldita adicta a Ángel y eso me iba a meter en serios problemas si no empezaba a controlarlo.
*****
El cuerpo me pesaba demasiado. Sentía los músculos de todo mi cuerpo exhaustos del ejercicio de la noche anterior.
La respiración de Ángel caía sobre mi espalda semidesnuda, provocándome cosquillas.
Habíamos tenido que parar para alimentarnos y lavarnos antes de dormir, aprovechamos también para cubrirnos y no tentarnos de nuevo.
Llevaba dos días en los que no hacia otra cosa más que follar con Ángel a la menor ocasión, era incapaz de parar y el tampoco se cortaba en seguirme el ritmo.
Un crujido me hizo abrir el ojo, comprendiendo que me había despertado por algo.
Saqué la pistola de debajo de la almohada, quitando el seguro en un solo chasquido para apuntar a la figura oscura que se acercaba a nosotros.
Alzó las manos al instante, deteniéndose a un metro de la cama. Ángel ni se había inmutado.
-¿Vas a matarme, pequeño caos?
Mi corazón explotó dentro de mi pecho, bajando el arma al instante con un jadeo acelerado.
-¡Gael!-Gemí apartando la pistola para saltar sobre el altísimo hombre con sonrisa traviesa en el que tanto había pensado esos días-Joder, que preocupada estaba.
Ángel gruñó a mis espaldas, despertando por el ajetreo.
Me colgué del cuello de Gael con entusiasmo, besando su mejilla. Gael rio entre dientes, devolviéndome el abrazo.
-¿Preocupada por que? Solo llevo cuatro días fuera-Resopló con burla-¿Tanto te aburres con Ángel para echarme de menos?
-Vete a la mierda-Escupió este a mis espaldas-¿Que haces despertándonos?
Solté el cuello de Gael para mirar a Ángel gracias a la luz que acababa de encender para alumbrar la habitación.
Tenia cara de malas pulgas debido al despertar, ya no hablemos si era por que Gael había venido mientras dormíamos.
-Solo pasaba para comprobar que estabais bien, no pretendía despertaros a ninguno-Se excusó sentándose en la cama conmigo-¿Algo interesante estos días?
Negué con la cabeza bajo su atenta mirada.
La única novedad fuera de mi rutina habitual era Ángel y ahora él, que acababa de aparecer para darme una alegría. Había estado muy preocupada por no saber nada, incomunicados prácticamente entre nosotros. Si Ángel había hablado con él, no me había contado nada a mi.
-¿Que tal esta Camille?-Pregunté con un susurro nervioso, sin querer importunarle con mis preguntas.
La sonrisa de Gael llegó hasta sus ojos, demostrando lo importante que era para el esa mujer.
-Muy bien, tenia ganas de verla-Acarició mi mejilla, apartando el mechón que se escapaba de mi recogido-Te veo muy bien. Parece que has descansado estos días.
Apoyé mi mejilla en su mano, suspirando.
-Es más fácil dormir acompañada. No tengo pesadillas con vosotros.
Ángel suspiró de manera pesada detrás de mi. Se removió entre las sabanas para darnos la espalda, abrazando la almohada.
-Si no te importa, quiero seguir durmiendo. Así que, lárgate Gael.
Gael le hizo la burla a su espalda. Tuve que apretar muy fuerte los labios para no hacer ningún ruido, muriéndome de risa con sus muecas. El aleteó en mi pecho volvió a aparecer, todo gracias al hombre de profundos ojos azules que tenia a mi lado.
-Puedes quedarte con nosotros ¿verdad Ángel?
Este gruñó una negativa.
Le pellizqué el moflete del trasero, haciendo que diera un respingo.
-Lo que queráis-Masculló sin girarse-Pero hacedlo de una vez, tengo sueño y me estáis jodiendo.
Ya estaba volviendo su mal humor.
Miré a Gael a la espera de que tomara una decisión. Dio una cabezada silenciosa, quitándose los zapatos y el jersey. Dejó el arma en la mesilla y se quitó los pantalones.
Me pegué a la espalda de Ángel para hacerle hueco a Gael, cubriéndole con la sabana cuando se metió entero.
-¿Ya?
Asentimos con un ruido de confirmación. Ángel apagó la luz y golpeó la almohada para ahuecarla antes de apoyarse en ella. Estaba segura de que Gael me estaba mirando a pesar de la oscuridad y lo confirme cuando nos reímos a la par.
Las manos de Gael me envolvieron, acercándome a su pecho para que recordara lo que era estar entre ellos, envuelta en ese aroma que me hacia salivar de deseo.
-¿Estas bien?-Susurró cerca de mi oído para no molestar a Ángel.
-Ahora que estas aquí, mejor-Envolví su cintura con mis manos, acariciando su pecho con mi nariz-No me gusta no saber donde estáis o que os ocurre.
Gael suspiró contra mi pelo.
-Cualquiera diría que te importamos...
-No le importas a nadie, Gael. Eres demasiado cargante-Gruñó Ángel detrás de mi.
Puse los ojos en blanco, suspirando.
-Ángel...
-Tu si que eres cargante-Extendió la mano para empujar el hombro de Ángel, cosa que le hizo quejarse.
-No me toques estando en la misma cama.
Gael se echó a reír y me costó no seguirle.
-No te agobies, no me van los tíos, mucho menos tu-Dijo burlón para provocarle-Aunque si quieres...
La idea entrecortó mi respiración. Apreté mis muslos debajo de las sabanas, un gesto que a Gael no se le paso desapercibido.
-¿En que estas pensando, pequeño caos?
Le di un suave golpe en el pecho, escondiendo mi cara sonrojada debido a la vergüenza.
-Duérmete Gael.
Se rio entre dientes, estrechándome más fuerte entre sus brazos.
-Si, Ama.
Le habría pateado las pelotas si no me gustaran tanto.
Había echado de menos a ese hombre, muriéndome de ansiedad por no saber como se encontraba en todo momento. Si creía que la adicción a Ángel era fuerte, suportar la que tenia por los dos me generaba un dolor de cabeza constante. Necesitaba asegurarme de que estuvieran bien como ellos habían hecho conmigo antes.
Gael tardó muy poco en dormirse, liberando mi cuerpo un poco para que pudiera moverme. Me eché sobre mi espalda, con el brazo de Gael sobre mi vientre.
Acaricié la espalda de Ángel, creyendo que estaba dormido.
Se removió y me detuve, pero acabó girándose para apoyar su cabeza sobre mi pecho, agarrando mi pierna con mano firme.
-Ahora que ya sabes que esta bien, puedes tranquilizarte un poco.
La ansiedad debía de haberse notado más de lo que me esperaba esos días, pero no me inquieté por ello.
Acaricié su pelo negro, suspirando sobre el cuando saboreé ese aroma que tanto me gustaba.
-¿Crees que no me habría preocupado por ti de haberte ido sin poder comunicarme contigo? Me habría comportado igual contigo...
-Esa es la cosa-Me interrumpió susurrando-Que a mi me conoces desde hace años y a él desde hace unas semanas. No entiendo que...
-No mucha gente me ha visto así, mi Ángel-Le recordé con tristeza-La confianza que he depositado en vosotros, lo bien que estoy cuando estamos juntos... no es cosa del tiempo.
Mi corazón se aceleraba por ellos como nunca había hecho por nadie antes. Deseaba su compañía, pasar tiempo con ellos, conocerlos porque nunca antes había tenido la oportunidad de hacerlo. No era solo por la atracción inexplicable que sentía por ambos, era algo más profundo.
Y peligroso.
-¿Que somos, Nyx? Nosotros, tu y Gael... ¿Qué somos para ti?
Medité sus palabras en la oscuridad, peinando el cabello de su nuca que llevaba más largo de lo que le había visto nunca. Siempre lo llevaba bastante apurado, demostrando que le gustaba cuidarse e ir a un barbero un par de veces al mes por lo menos.
-No es como si pudiera ser nada de nadie-Contesté con sarcasmo-Pero de ser posible... ¿Por que habría que ponerle nombre?
No me habían gustado nunca las etiquetas. Clasificarme en un lugar o un estilo de vida no me iba, ya que no había vivido una vida normal y corriente para pensar si encajaba en un lugar.
-Las etiquetas son para los pardillos.
Ángel y yo pegamos un respingo al escuchar la voz de Gael.
-¿No estabas dormido?-Gruñó Ángel.
-Me habéis despertado con vuestros cuchicheos. Me estaba gustando mucho la conversación y...
-Silencio-Les ordené conteniéndoles con mis brazos para que no empezaran una discusión-A dormir. Ahora.
Ángel abrió la boca para decir algo, pero le clavé las uñas en la nuca para que se callara. Gruñó, la cerró y se aferró a mi pecho hasta acomodarse e intentar dormir.
Gael hizo algo parecido, pero arropándome a mi en lugar de yo a él. Tras unos minutos en los que acompasamos nuestras respiraciones, caímos en un profundo sueño donde no nos molestamos los unos a los otros.
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¡Hola mis pequeñas golondrinas!
Las sesiones con Nyx cada vez son más intensas y están subiendo más de nivel en cuanto a perversión y dureza. Creo que no es necesario advertiros de que estas prácticas son duras y antes de empezar con ellas debéis hablarlo con un experto o profesional en el tema que os pueda orientar. Las velas que usa Nyx son especiales para estas prácticas, no unas comunes de casa, así que informaros antes de jugar 😈
Espero que os haya gustado este capítulo, que estéis disfrutando de la historia y no os olvidéis de votar y seguirme en redes para estar al día.
Nos vemos el lunes que viene 🖤🖤