Maratón 1/2
Cuando llego al lugar que indica el GPS, miro el lugar, un lujoso y exclusivo edificio tan alto como un rascacielos, vuelvo a revisar si estoy en el lugar indicado.
—Ni que fuera el hijo del presidente de Estados Unidos—digo sin poder creer que viviera en ese ostentoso edificio, no quiero imaginar cómo será por dentro.
Salgo de mi auto tomando mi bolsa, me adentro al edificio y admiro la hermosa recepción, es relativamente sencilla, con música clásica de fondo, paredes blancas, y una gran fuente en el centro que le daba un toque lujoso.
—Buenas tardes—saludo cordialmente a la recepcionista, una chica un poco mayor que yo.
—Buena tardes, señorita, en que puedo ayudarla—responde educadamente.
—Sí, busco a Max Fox, no sé si necesito una autorización o algo para ingresar—la recepcionista alza las cejas mientras teclea en su computador pero la ignoro.
—Señor Fox—se lleva el teléfono al oído mientras me hace señas con las manos—Buenas tardes, aquí en la recepción hay una chica ehh.
—Alessha—le digo mi nombre mientras tamboreo mis dedos sobre la mesa—
—Como le decía Alessha lo está buscando, necesito que me confirme si la dejo ingresar o no.
«Está bien, señor Fox, que tenga una feliz tarde»
—Puede ingresar señorita—informa la chica sonriendo—último piso.
Asiento y voy a los ascensores que afortunadamente se encuentran solos. Reviso los botones para presionar el último piso «piso 36»
Tomo aire mientras presiono el botón y suena la típica canción de asesores. No le tengo miedo a las alturas, pero siempre le he tenido miedo a los Penthouse son muy lindo y todo pero imagina que haya un terremoto es imposible que uno baje 36 pisos antes de que el edificio se caiga.
Intento deja mis pensamientos pesimistas a un lado, cuando el ascensor llega al último piso me pide que ponga una contraseña para poder ingresar. Miro inmediatamente mi teléfono para escribirle a Max pero veo que ya tengo un mensaje suyo donde me manda unos números que imagino que es la contraseña.
La ingreso y la puerta automáticamente se abre dejándome ver un hermoso piso increíblemente elegante y limpio, y con vistas increíbles; y también a un Max que me ve con una sonrisa al ver lo embobada que estoy por su piso.
—Hola a ti—me saluda mientras se acerca, sus músculos se flexionan por cada movimiento que hace, y más por esa camisa apretada que muestra todo más a detalle. Me deja un beso en la comisura de mis labios antes de tomarme la mano y hacerme un tour rápido.
—Te voy a mostrar algo que muy pocas personas ven, así que siéntete afortunada—dice mientras llegamos a una puerta, pero lo raro aquí es que tenia de esos detectores de huella como en las películas.
—No me digas que mataste a alguien y lo tienes escondido en esa habitación—digo con mitad sarcasmo y mitad realidad, no entiendo por qué mierda hay una habitación que para ingresar necesita tu huella.
Max me ve con cara de ¿Enserio? Antes de poner su dedo pulgar en el detector.
La puerta se abre y nos deja ver una habitación gigantesca, «un estudio de fotografía» es lo primero que pienso, al ver en el centro de la habitación todo un set de iluminación, a los lados de la habitación hay varios caballete con ropa, que imagino que al usan las modelos, y las paredes están llenas de fotografías, imagino que algunas son del pero también hay otras de marcas famosas como VOGUE.
Al otro extremo de la habitación hay un gran ventanal que deja ver el atardecer con tonos naranjas, y el gran ventanal moderno que ocupa la mitad de la pared el cual tiene asientos en su interior, decorado con algunas alomadas y cobijas dándole un toque hogareño.
—¿Te gusta?
—Enserio preguntas eso, amo este lugar—digo todavía anonadada con su hermoso estudio, que está lejos de compararse con el mío, ya que este logra mantener ese toque elegante y sofisticado mientras que mi estudio en el que suelo pintar es usualmente un desastre lleno de pintura.
—Ven—me guía hasta en centro de la habitación, que hay varias revistas, fotografías y cámaras—He avanzado mucho en estas semanas, ya he tomado unas fotografías, aunque creo que deberíamos corregir mejor lo del patrón de colores ya que hay muchos que no combinan ni tienen sentido. En si el trabajo es difícil lograr que imágenes que muchas veces no concuerden entre sí, se vean armónicas.
Asiento con mi cabeza mientras caso mi sketchbook y carpeta donde tengo algunas pinturas que he hecho.
No hemos desistido a hacer el cuadro donde combinemos la fotografía con la pintura, aunque en este tiempo hemos agregado algunos detalles.
—Entonces hagamos con colores sobrios—comento.
—okey, te parece si tomamos la fotografía de la chica central y ya tu después con los pinceles haces las líneas en la sabana que la cubre—comenta mirándome.
—Me parece perfecto—
—Entonces por lógica serias tú la que modelarías—dice mirándome a los ojos poniendo nerviosa y acelerando mi corazón.
—Sí, claro...claro—murmuro intentando no desviar la mirada. Él se acerca un poco más hasta que nuestros labios se rozan.
—Tienes que quitarte la ropa—murmura el también mientras lame sus labios rosando su lengua con los míos.
—Entonces por qué no me la quitas—me doy cuenta de lo descarada que soy, pero sigo manteniendo mi frente en alto.
—Porque ambos sabemos a dónde nos llevaría eso—deja suaves besos en la comisura de boca haciéndome jadear, poco a poco se empieza a alejar dejando espacio entre nosotros—Ya regreso.
Es lo único que dice para luego salir de la habitación.
—Maldito hijo de puta—volvió a dejarme con las ganas.
Intento despejar mi cabeza mientras me quito la ropa quedando únicamente con bragas, ya que el top que llevaba no necesitaba sujetador.
Envuelvo mi cuerpo con una sábana blanca de seda que estaba sobre el sillón negro estilo Titanic cuando Rose poso desnuda para Ross, vaya coincidencia, empiezo a despeinar un poco mi cabello para que quede más salvaje.
Me acomodo en el sillón intentando encontrar una pose cómoda pero el ardor y la necesidad que siento en medio de mis piernas no me deja, dirijo mi mirada hacia la puerta que se encuentra cerrada, poco a poco empiezo a bajar mi mano hasta apretar uno de mis pechos gimiendo bajito sigo el camino hasta encontrar mi centro de placer, empiezo a jugar con mi clítoris aun con la braga puesta, poco después corro mi braga para tener contacto directo con mi clítoris el trabajo se me facilita por lo mojada que estoy.
Mis gemidos van aumentando apropósito y muevo más rápido mi mano hasta que empieza a doler pero no me detengo cuando siento el orgasmo crecer y me dejo llevar.
Justo en ese momento la puerta se abre bruscamente.