La campana sonó por toda el aula indicando a los estudiantes que debían cambiar de salón o para aquellos que ya no tenían clases irse a sus casas, entre aquellos chicos que salieron en manada cual animales iba un chico de cabellos rubios ceniza caminando a su paso sin ninguna prisa, revisaba los apuntes de su clase pero no entendía ni sus propias palabras en aquel trozo de papel.
──Si no mejoró mis notas perderé la materia. ──susurra para si mismo de forma decepcionada, debía mantener sus calificaciones en alto pero solo lograba lo contrario.
En unos minutos llegó a la zona de afuera; un bello lugar lleno de árboles y mesas para los alumnos que desearan reunirse en ese sitio , logró divisar ya a su pequeño grupo de amigos así que se acercó a ellos sentándose como si nada en uno de los sitios libres.
──Tienes cara de quererte morir.
──Cierra el pico, Kazutora. ──Responde con cierta molestia en su voz, no estaba para aguantar los comentarios de su amigo de la infancia.
──¿Estas bien, Mikey-kun? ──la voz preocupada del chico que ocupaba el papel de madre del grupo no se hizo esperar, mirando cual madre sobre-protectora a su retoño.
──No entendí un carajo de la clase.
──Bueno eso no es novedad, igual no deberías ponerte tan mal solo por algo así, te puedes recuperar.
El rubio menor pega su cabeza contra la fría mesa para así evitar golpear a sus amigos por sus intentos de animarlo, no podía culparlos tampoco porque ninguno estaba totalmente consiente de su situación y por ende de la importancia de sus calificaciones.
Su pequeño grupo de amigos solo es conformado de cuatro personas, las únicas con las que podía convivir sin sentir ganas de romperles los dientes.
Chifuyu Matsuno; un chico de embranas rubias que por algún motivo teñia ciertas partes de negro, diecisiete años, era bastante inteligente siempre atento a las clases con una calificación bastante alta, amante de los mangas "shoujo".
Kazutora Hanemiya; el típico chico con el que no te verias haciendo una amistad ahora pero logran funcionar porque son mejores amigos desde niños, conocía al de cabellos bicolor desde pequeños y con toda seguridad podía decir: es un maldito delincuente sin futuro con apenas dieciocho años, es novio de Chifuyu cosa que Mikey aún se pregunta como sucedió.
Takemichi Hanagaki; La mamá del grupo siendo el mayor con diecinueve años , un chico de cabello pintado color amarillo plátano, una personalidad bastante llorona pero cuando se le requería valiente y sin miedo a enfrentarse a las cosas, de alguna forma era el más racional de los cuatro y por ende el menos culpable de cuando se metían en problemas, su novia era una chica bastante hermosa llamada " Hina Tachibana " capitana del equipo de artes .
Y por último el dolor de cabeza de todos, un chico de personalidad burlona , seductora, arriesgada y metiche: Nahoya Kawata de dieciocho años , su cabello parecía una gran bola de estambre de color naranja con la cual jugar, siempre parece estar sonriendo haciendo que todos lo cataloguen como "el chico tétrico del instituto"
Al último estaba el: Manjirō Sano, dieciocho años, rubio ceniza, ojos negros nada destacables , de estatura pequeña pero una complexión envidiable ya que contaba con un cuerpo tonificado pero al mismo tiempo delgado junto a una cintura estrecha y buenas posaderas... Todo eso dicho por las chicas del campus, el solo se veía como alguien normal con muchos problemas de por medio.
──Y entonces por eso nos da veinticuatro. ──Chifuyu termina su explicación de la clase de hoy.
──No entendí ni madres, pero muchas gracias.
──La explicación es para Mikey no para ti, Smiley.
──Si yo no te entendí menos el. ──le saca la lengua a modo de broma.
El ojiazul se siente ofendido por tal trato a su persona, su novio acaricia su cabello tratando de darle apoyo repitiendole que "ellos son los estúpidos por no entender" logrando sacar risillas de Matsuno y una patada en la pierna por parte de Nahoya.
──¡Carajo voy tarde! ──Mikey se levanta rápidamente tomando sus cosas, se despide como puede de sus amigos para salir corriendo ya que iba tarde a su empleo de medio turno, el tiempo siempre pasaba tan rápido al lado de sus amigos.
── Fue un gusto atenderle que tenga una buena noche. ──se despide del cliente que sale de la tienda de convivencia.
Su trabajo de medio tiempo consistía en ser cajero en una tienda de convivencia ya que fue lo único que pudo conseguir con un sueldo medianamente justo, alcanzaba apenas para pagar sus estudios y la renta del apartamento donde vivía.
Le tocaba convivir con un chico de tes morena y actitud molesta durante su turno, al principio no se llevaban bien para nada; actualmente ya se soportan un poco y hasta suelen tener charlas, cuando toma su mochila para salir del sitio se despide del teñido que tenía de compañero.
── Hasta mañana, Kisaki.
──Hasta mañana, enano.
Manjirō solo rueda los ojos sacando el dedo del medio delante de su rostro para dar la vuelta y marcharse, el apartamento en donde vivía era uno pequeño situado en una zona bastante concurrida por la cantidad de negocios del sitio, caminar por allí siempre era un suplicio a su persona por no tener dinero suficiente.
Como todos los días se detiene delante de la gran panadería de la ciudad observando atentamente cada postre sintiendo su estómago rugir, daría todo por solo poder comprar uno de esos manjares dulces en especial aquel pan de crema que siempre le hacia ojitos cuando pasaba.
──No, no necesitas comprar eso. ──se regaño así mismo obligandose a alejarse del lugar a pasos rápidos, si gastaba un solo peso en un postre no podría pagar la renta de ese mes.
Luego de una no tan larga caminata llega al complejo de apartamentos donde vivía, sube por aquellas viejas escaleras hasta el piso cuatro donde se ubicaba su departamento, al entrar cierra la puerta tras suyo tirándose a la cama.
El departamento era pequeño, solo contaba con suficiente espacio para una cama individual en la cual solo tenía una almohada y una frazada para las noches frías, una mesa de noche que tenía a su costado con una lámpara de oso que Takemichi le regalo en su cumpleaños, no tenía televisión por que algo así sería demasiado costoso para su persona.
Las paredes se notaban ya agrietadas, el baño era pequeño pero funcional (o al menos suele serlo una vez por semana) por lo menos los vecinos eran amables y solían regalarle comida cuando el no tenía.
El cansancio en su persona era evidente , mucha presión para un chico de su edad que sobrevivía día a día el solo, amaba dormir porque de esa forma dejaba de pensar en sus problemas por un rato al menos.
Sus pequeños ojos se cerraron dando paso a su descanso.