📘 México x Perú
📙 México male / Perú male
📗 Au: Normal (los países no cumplen su rol de país)
✨ Disfruten ✨
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Un mexicano se encontraba viendo desesperadamente el reloj como si este fuera a hacer otra acción más que la que le fue asignada.
Aún se preguntaba porque trabajaba en ese lugar.
Ah claro, necesita el dinero para sus estudios.
Nuevamente miro detenidamente la biblioteca, el era el bibliotecario por lo que tenía que dar y revisar que los libros estén en buen estado.
No había mucha gente, algo muy normal en está.
Él amaba muchos los libros, aunque actualmente no podía negar que ya se estaba artando de verlos diario por casi 4 meses.
Escucho como la pequeña campanita postrada en la puerta sonaba al ser abierta.
Vio con alegría como un bicolor entraba al lugar en completo silencio.
Desde hace un mes que venía mínimo 2 veces a la semana, sin darse cuenta ya se acostumbraba a su presencia.
Lo siguió con la mirada, el bicolor se dirigía nuevamente a la misma mesa para tomar el mismo libro que venía leyendo desde hace 2 semanas.
Lo analizó, no quería lucir como acosador, pero no mentía al decir que aquel chico llamaba por completo su atención.
Siempre llevaba consigo mismo una pequeña bolsa y una bufanda. En cierto punto entendía lo de la bufanda, pues ya venía invierno, sin embargo incluso los días que no hacía mucho frío este la traía puesta, ¿Qué no tenía calor?, Se preguntaba así mismo el tricolor.
Sus ojos eran verdes como las hojas de primavera, sin embargo se veían igual de cansados como las hojas de otoño.
Siempre su mirada era neutral, sin embargo él mexicano había tenido la fortuna de ver como una pequeña sonrisa se formaba en sus labios cuando estaba leyendo un libro.
Su pelo llegaba a sus hombros, el color rojo era el que tenía mayor terreno en su cabello, sin embargo habían pequeños mechones blancos que se hacían presentes y se ocultaban en las pequeñas trenzas que el peruano se hacía.
Nadie podía negar lo hermoso que lucía su rostro al caer mechones de su cabello en su rostro bicolor.
Un pequeño escalofrío recorrió la columna vertebral del mexicano al ver que el peruano alzaba su mirada provocando que chocara con la suya.
Ups. Había sido descubierto.
Rápidamente aparto la mirada hacía una estantería a lado de él. Un pequeño sonrojo se hacía presenté en su rostro.
Cuando volvió a levantarla noto que el peruano se había parado de su lugar y se dirigía al patio de la biblioteca.
«Carajo, creo que lo incomode» Pensó el tricolor con nerviosismo.
¿Debería ir a disculparse?
Y aunque lo intento, su falta de valentía no lo ayudo, por lo que esa noche no pudo dormir bien por según el, “la culpa”
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Ya había pasado casi dos semanas por el inconveniente.
Y nuevamente México se estaba muriendo de aburrimiento.
Sin embargo todos sus sentidos se pusieron en alerta cuando vio que el peruano se dirigía a el.
Eso quería decir que ya se iba, pues cada que se va le entrega el libro que esté leyendo para poder irse.
Su mente se desactivo unos segundos cuando el bicolor le extendió el libro.
Ya por fin segundos después, recibió con una sonrisa el libro.
- Gracias, vuelve pronto -. Se animó a hablar el tricolor con una sonrisa.
Sin embargo un pequeño mal sabor apareció en él al ver que el peruano lo ignoro olímpicamente y se marchó del lugar.
- Que grosero, mínimo me hubiera sonreído o no se -. Susurro un poco ofendido el mexicano, más después una idea paso por su cabeza.
«¿Y si le caigo mal porque piensa que soy un acosador? No es mi culpa estar tan aburrido, que lo único interesante que tengo por hacer es ver a la gente del lugar»
Pensó mientras recogía el libro, más le llegó una idea un tanto llamativa.
¿Y si lo leía?
No era una idea descabellada, el chico bicolor parecía muy entretenido con la lectura, tal vez eso quiere decir que este buena.
Y aprovechando que aún le quedaban unas horas para que su turno acabará, decidió leer la historia.
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El mexicano se encontraba muy feliz con la lectura, hace una semana que lo está leyendo.
El libro se llamaba “Cartas” y aunque no era el mejor libro que había leído, le parecía entretenido para pasar la tarde.
Le estaba costando un poco leerlo, pues era el único libro disponible en el lugar, por lo que cuando llegaba el peruano al lugar, el mexicano tenía que detener su lectura y dejar el libro en su lugar para que el bicolor no lo notará.
Y así como lo predijo, el peruano fue al mismo lugar para tomar el libro y llevarlo consigo mismo a la mesa para poder leerlo.
Y nuevamente el mexicano sin no tener que hacer, observo al pequeño bicolor perdido entre las palabras.
Quedó un poco consternado cuando vio que sacaba un lápiz y unos posting para escribir algo.
Sin embargo lo dejo pasar, pues asegurandose que el peruano no rayaba el libro, fue a ver a las demás personas en la biblioteca.
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Ya llevaba más de la mitad del libro, por lo que animadamente llego al trabajo para poder leerlo.
En cuanto vio que su jefe se había ido, tomo el libro entre sus manos y lo llevo a su lugar de trabajo para continuar con su lectura.
Sin embargo, los ojos del mexicano parecieran casi salir se sus cuencas al encontrar una nota en una de las páginas del libro.
“ Hola, se que estás leyendo el libro.
Si quieres continualo, yo ya lo acabe, por lo que no tienes que dejarlo nuevamente en su lugar cuando llegue ”
¿Qué?. Era la única pregunta que parecía en la mente del mexicano al ver la nota en el libro.
Un recuerdo llegó a su cabeza en donde el bicolor sacaba sus posting y un lápiz.
¡Él había escrito la nota!
¿Entonces eso quiere decir que él ya sabía que dejaba el libro cuando veía que el llegaba?
Dios, tenía que ser más cuidadoso, pues ahora cabía la posibilidad de que su jefe se enterará que tomaba libros para leerlos.
Y a pesar de que le quiso preguntar al bicolor sobre la nota, se acobardo a mitad de la acción.
Sin embargo siguió la indicación del bicolor y continuo su lectura incluso cuando él llegó a la biblioteca.
Y también noto como el bicolor cuando llego fue directo a buscar otro libro para leer, sin ir a buscar el que él mexicano tenía en las manos, podiéndo así, concluir que efectivamente fue él el que escribió la nota.
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Nuevamente había pasado otra semana.
Ese día caía entre semana, por lo que no había mucha gente en la biblioteca.
El mexicano ya estaba en los últimos capítulos del libro, juraba que quería gritar al ver que el protagonista había sido descubierto dejando las cartas a su enamorado.
Sin darse cuenta, ya habían pasado horas, por lo que ya en pocos minutos cerraría.
Levantó la mirada del libro, viendo que aún quedaba una persona en la biblioteca.
Esa persona era el bicolor.
Miro hacia la calle, estaba comenzando a llover.
Si el pequeño ojiverde no se daba prisa para irse, la lluvia aumentaría y provocaría que llegara empapado a su casa.
Y como el mexicano lo había predicho, la lluvia aumento.
Justo el reloj de la biblioteca sonó, anunciando que ya iba a cerrar.
El peruano al escucharla, salió de su trance de lectura y se paró con mucha delicadeza para entregarle el libro al mexicano.
Rápidamente el tricolor identifico que el bicolor no traía paraguas.
El si llevaba uno consigo mismo, pues en su teléfono había visto una presente lluvia, por lo que prefirió prevenirse y llevarse una sombrilla.
Delicadamente tomo el libro que el bicolor le extendió y al surgirle una gran idea y una inexplicable valentía, le pregunto al peruano algo que sin duda lo sorprendió.
- Se que sonara un poco raro esto pero...¿Gustas que te acompañe? Veo que no llevas paraguas, por lo que puedes venir conmigo si quieres, mi hora de trabajo ya acabo y aunque mi paraguas no es tan grande, puede cubrirnos a los dos -.
El peruano solo lo miro demasiado confundido, ¿Por qué se ofrecía a cubrirlo de la lluvia? No lo entendía.
Miro detenidamente el suelo por algunos segundos pensando en si aceptar la propuesta del mexicano.
Después de un largo minuto para el mexicano, el peruano acepto con la cabeza.
El mexicano sonrió por aquello y con la misma sonrisa fue por su sombrilla y por las llaves para cerrar el lugar.
Ya afuera abrió la sombrilla y tapo con ella el cuerpo del peruano y el suyo.
Al no ser tan grande está, el par de chicos quedaban un poco (demasiado) juntos, pero ninguno se quejó por eso.
El mexicano le pregunto al bicolor a dónde iba, este solo le señalaba las calles por las que tenía que pasar.
Y aunque al mexicano le parecía un poco confuso el echo de que el bicolor no le hablara, no pregunto y solo siguió las indicaciones con los señalamientos del bicolor.
Por fin llegaron a una casa de dos pisos cerca de la biblioteca. Era café y estaba llena de flores.
El mexicano sonrió por eso.
- Bien, te dejo, cuídate -. Se despido el mexicano con una sonrisa viendo como el peruano se acercaba a la puerta de la residencia.
El peruano solo asintió para después despedirse con su mano junto a una pequeña sonrisa.
Y para que negarlo, el mexicano quedó hipnotizado algunos segundos por aquella sonrisa encantadora de los labios cereza del bicolor.
Segundos después el bicolor entro a su hogar y el mexicano se marchó del lugar.
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El peruano nuevamente entraba a la biblioteca.
Sin hacer otra cosa, fue directamente por el libro que ah estado leyendo, ya solo le faltaba leer el capítulo final.
Tomo el libro y se dirigió a una mesa cerca de la entrada.
Mientras tanto, el mexicano miraba atentamente al bicolor junto a una sonrisa.
Al final, a él le gustaba verlo mientras estaba perdido en la fantasía y al peruano le gustaba sentir su mirada y fingir que no se daba cuenta.
Después de unos minutos, el peruano apunto de acabar su lectura, levantó su mirada provocando que chocara con la mirada achocolatada del mexicano.
Sintió un pequeño cosquilleo en su estómago.
Y para que negarlo, le gustaba sentir aquello.
Lentamente el bicolor se levantó, tenía trabajos que hacer, por lo que ya se marcharía a su hogar.
Una idea paso por su cabeza, por lo que nuevamente tomo asiento y saco del bolso que siempre llevaba consigo al igual que su bufanda, un lápiz y sus posting.
Rápidamente escribió algo y lo pego en la portada del libro, sabía que el mexicano lo vería, por lo que una pequeña sonrisa que no pudo evitar se formó en su rostro.
Ahora sí con todo listo, fue directamente a entregarle el libro al chico, y antes de que este preguntara por la nota, salió sin hacer otra acción más.
El mexicano que estaba más que confundido, vio con desesperación lo que decía la nota.
“Gracias por lo pasado, ya sabes, acompañarme a mi casa y así :)”
Una pequeña risa salió de los labios del mexicano.
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El mexicano aprovechando que no había mas de 5 personas en la biblioteca, se sentó en una de las mesas para poder leer ya lo último del libro que había comenzado a leer hace una semana después de haber acabado el que anteriormente también leía el bicolor.
Apenas había comenzado su horario laboral, pues comenzaba de 4 a 8 de la noche.
Realmente le convenía, pues tenía tiempo de ir a la escuela, comer y por fin trabajar y ya llegando a su casa hacer sus trabajos escolares, al fin de acabo el chico sufría insomnio por lo que la falta de sueño no se hacía de esperar.
Aparte fue el único trabajo en el que lo aceptaron a pesar de su falta de experiencia laboral.
Escucho como sonaba la campana del lugar, sin embargo estaba ya en la mejor parte que ni siquiera levanto la mirada para ver de quién se trataba.
Escucho como alguien se sentaba a su lado, y ahora ya con los pies en la tierra vio que aquel chico no era otro más que el bicolor, el cuál ya tenía su mirada perdida en su libro.
El corazón de mexicano comenzó a latir con desesperación, dios, sentía que en cualquier momento le daría un paro cardíaco.
Intento concentrar su mirada café en las letras finales del libro, algo que después de unos eternos segundos consiguió.
Después de unos minutos vio como él bicolor cerraba la última página del libro y casualmente él también.
Una idea para comenzar una conversación surgió en su mente.
- ¿Ya acabaste tu libro? -.
El bicolor un poco confundido, asintió.
- Genial, ¿Qué te parecería intercambiar libro? El mío es un poco corto, pero eso no le quita lo entretenido -.
Sin dudarlo, el bicolor asintió con una pequeña sonrisa.
Los dos chicos recibieron con alegría el libro del otro, leyendo por automático el título.
En cuestión de segundos el peruano saco de su bolso un pequeño cuaderno junto a su lápiz.
Comenzó a escribir algo en él con la atenta mirada del tricolor.
Segundos después le entrego el cuaderno al mexicano.
“Mi nombre es Perú ”
México leyó entre confundido y feliz el nombre de aquel bicolor que por alguna razón, lo motivaba a ir al trabajo.
- Mi nombre es México -. Dijo al aire el tricolor mirando al chico a lado de él.
Con delicadeza el chico bicolor tomo nuevamente su cuaderno y otra vez comenzó a escribir.
“Lindo nombre :) ”
Okey, ahora tres cosas pasaban por la mente del mexicano al leer lo que el peruano escribió.
¿Por qué lo escribía en vez de decirlo? ¿Le dará pena?
Y lo más importante, ¿Dijo que tenía un lindo nombre? Un pequeño sonrojo surgió en sus mejillas.
- ¿Por qué escribes en vez de decirlo? -. Pregunto con delicadeza el mexicano mirándolo atentamente.
El bicolor al principio lo vio un poco incrédulo, más segundos después una pequeña sonrisa se asomo en sus labios.
“ Pensé que ya lo habías notado, pero soy mudo ”
El rostro del mexicano parecía un poema.
¡Dios como no pensó en eso!
Era tan obvio. Y el pensando en cosas como ansiedad social o algo así.
El tricolor quería estrellar su rostro contra la mesa.
«¡Espera! ¿Entonces eso quiere decir que no me escucha?». Pensó el tricolor.
Si, el mexicano era la muestra clara del porque tienes que prestar atención a las clases y a los hechos pasados.
- ¿Entonces no escuchas ni hablas? Bueno, encontrando una ventaja puedo decir lo hermoso que me pareces y no me entenderías -. Soltó al aire con la confianza de que el peruano no lo escucharía.
Grata fue su sorpresa al sentir un fuerte zape de parte del peruano sonrojado.
Rápidamente el peruano escribió en la libreta junto a un fuerte rojiso que se expandia con ferocidad por su rostro.
“CLARO QUE PUEDO ESCUCHAR, ¿Si no cómo entendería lo que me dices? ”
Ahora sí el mexicano al leer la nota no pudo evitar estrellar su rostro rojo contra la mesa.
«¡QUE IDIOTA SOY!». Pensó sin saber que decir.
Una sonrisa de oreja a oreja se formo en el peruano al ver la reacción del tricolor y comenzó a escribir nuevamente en la hoja de papel ya más calmado.
“ Bueno, me alegra saber que te paresco Hermoso ”
El mexicano soltó unas risas avergonzado al leer la nota.
- Haber si entiendo -. Hablo el mexicano después de unos segundos. - Si me puedes escuchar, ¿Pero no puedes hablar? -.
El peruano asintió.
- ¿Pero por qué? -. Bien, con esa pregunta el peruano si aparto la mirada un poco incómodo, al final de cuántas apenas estaba conociendo al mexicano, por lo que tampoco es como que le contaría su vida.
El mexicano rápidamente entendió lo que el peruano decía con la mirada.
- Claro, si no quieres decírmelo está bien, al menos ya se que todo esté tiempo no me estuviste ignorando, era solo que no podías hablar -.
El peruano golpeó suavemente el brazo del mexicano con una sonrisa.
Después de eso siguieron “hablando” un poco sobre ellos para después continuar con su nueva lectura, mandándose papelitos diciéndose que les estaba pareciendo el libro.
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Ya habían pasado dos semanas desde que el mexicano se enteró de la mudez del peruano.
Y en esas dos semanas muchas cosas habían cambiado.
Por ejemplo, el peruano ya iba casi todos los días de la semana a la biblioteca y se quedaba hasta que se cerrase.
Incluso habían veces en las que el mexicano se marchaba del lugar junto a él peruano para poder dejarlo en su casa y después marcharse a la suya.
Perú no hablaba, pero con tan solo con su mirada podía provocar miles de mariposas en el estómago del mexicano.
Ahora cada que el peruano llegaba el mexicano lo saludaba con una gran sonrisa que era correspondida por el bicolor.
Tanto era el deseo del tricolor para poder hablar con más facilidad con el bicolor que incluso se la había pasado leyendo todos los días libros sobre lenguaje de señas que le ayudarán a aprenderlo.
Incluso cuando llegaba a su casa y terminaba sus tareas, investigaba sobre el tema.
El mexicano podía ser muy distraído en muchas cosas, pero cuando se propone algo no hay quien lo detuviera.
Por lo que no era sorpresa que el tricolor ya entendiera frases comunes en lenguaje de señas.
Ahora el mexicano se encontraba concentrado acomodando los libros en su lugar correspondiente.
Sin embargo, detuvo sus acciones al ver como al lugar entraba un radiante peruano, el cual al verlo, le regaló una hermosa sonrisa.
Lentamente el peruano se dirigió por el libro que ah estado leyendo en los últimos días.
Sigilosamente busco un lugar cerca del mexicano y al hayar uno, se fue a sentar ahí.
El mexicano soltó pequeñas risas internas por eso.
Porque así como el peruano sentía la mirada del tricolor y fingía no tener idea de aquello, el mexicano fingía no darse cuenta de que el bicolor siempre buscaba lugares cercanos a él.
Después de unos minutos, el mexicano volteó a ver directamente al bicolor, y dándose permiso a si mismo de descansar, tomo asiento a su lado y vio el libro que estaba leyendo.
“Adicciones” decía en la portada.
- ¿Así que lees un libro sobre adicciones? -. Pregunto el tricolor ganando por completo la atención del bicolor.
El peruano saco su cuaderno al igual que su lápiz, sin embargo antes de escribir, el mexicano lo detuvo.
- Tranquilo, eh estado estudiando lenguaje de señas, creo estar listo para entender lo básico -. Porque si, el mexicano lo que quería era que el peruano se sintiera más cómodo a su lado.
Una pequeña “o” se formo en los labios del peruano para segundos después darle paso a una sonrisa.
- Me gusta investigar sobre adicciones, creo que todos tenemos alguna -. Marco con sus manos el bicolor de manera lenta para que el mexicano le entendiera.
Y aunque habían dos o tres palabras que no captó el tricolor, entendió las suficientes para saber a que se refería el bicolor.
- ¿Enserio? Bueno, ¿Entonces cuál es tu adicción Perú? -.
El peruano lo analizó un poco y después de pocos segundos contesto.
- Leer -. Respondió con simpleza el bicolor. - ¿Y la tuya? -. Pregunto con sus manos el peruano.
México medito la pregunta por algunos segundos hasta que por fin encontró la respuesta perfecta.
- Un par de ojos verdes -. Contesto con una sonrisa el mexicano para después parase de su lugar y dirigirse nuevamente a la estantería.
- Bueno, seguiré con mi trabajo -. Dicho esto siguió acomodando los libros dejando de lado al confundido y sonrojado peruano.
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Y ahí estaban los dos chicos.
Una semana conociéndose más.
Pronto darían las 8, por lo que ya el mexicano se encontraba acomodando todo para irse.
Volteó a ver a la única mesa ocupada del lugar. En ella se encontraba el bicolor haciendo su trabajo.
- ¡Perú! Ya vamonos -. Le hablo el mexicano al bicolor, pues hace minutos habían acordado irse juntos.
El peruano solo asintió y guardo sus cosas en la mochila para dirigirse a la salida junto al mexicano.
Y ya cuando el tricolor cerró la biblioteca, comenzó a caminar junto al bicolor hacía la casa del último mencionado.
Durante todo el camino México le venía contando sobre muchas anécdotas que le habían sucedido en su vida.
Sin duda Perú jamás se cansaría de escuchar al tricolor y el mexicano jamás se cansaría de ver al bicolor.
Después de unos minutos llegaron a la residencia del bicolor, razón por la que el mexicano se comenzó a despedir del bicolor.
- Bueno Perú, me despido, ten una bonita noche -. Dicho esto el mexicano dio la vuelta dispuesto a irse, más algo lo detuvo...
El peruano sosteniendo su mano.
Confundido y nervioso, volteó el mexicano a ver al bicolor, viendo como este le señalaba con su pulgar la puerta de la residencia.
- ¿Quieres que entre? -. Pregunto consternado el mexicano. Nunca había pasado a la casa del bicolor.
El peruano un poco nervioso asintió.
El mexicano no pregunto nada, y sin separar la mano del bicolor comenzó a caminar junto a él hacia la casa.
Bastaron pocos minutos para que el peruano abriera la puerta y dejará entrar al mexicano.
La casa por dentro era hermosa, las paredes tenían colores vivos y coloridos.
México sonrió al verla, incluso se veía perfectamente limpia.
El peruano lo guío a la sala en donde lo dejó sentado y se separó de él para poder hablar con sus manos.
- ¿Gustas agua, o alguna otra bebida? -. Pregunto el bicolor.
- ¿Tienes café? -. Pregunto con una pequeña sonrisa el mexicano, Perú solo asintió. - Bien, ¿Qué te parecería que los dos preparemos café? -.
Perú solo asintió con una sonrisa.
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Los dos chicos tomaban café en la sala del bicolor.
También comían algunas galletas que el bicolor tenía guardadas en su lacena.
- Dios, deberías dormir más y tomar menos café, te podría hacer mal seguir así -. Mencionó preocupado el bicolor mientras veía como el mexicano tomaba café.
- Lo sé, es solo que me cuesta dormir y aparte, el café me encanta, no miento al decir que podría sobrevivir de él -. Ironizo el tricolor mientras señalaba su taza, Perú solo sonrió por aquello.
- Sabes, para ser alguien que muy raramente duerme, tienes unos ojos muy soñadores -.
El mexicano no pudo evitar sonrojarse por aquello, haciendo que la sonrisa del bicolor aumentara al lograr su objetivo.
Después de eso, el ambiente siguió tranquilo; México contaba algunas anécdotas y Perú le seguía la conversación mediante lenguaje de señas.
Todo iba tranquilo hasta que el peruano toco aquel tema por el que invito al mexicano a su casa.
- Oye, la otra vez, tú me preguntaste porque era mudo -. Comenzó a marcar el peruano ganando por completo la atención del mexicano.
- Si pero, entiendo si no quiere decírmelo, yo-. La mano del peruano se postró en los labios del mexicano para que el guardara silencio.
- Yo quiero contártelo -. Deletreo rápido para que el mexicano entendiera lo que quería contarle.
Y lo logro, pues México guardó silencio y puso toda su atención en él.
- Deletreare despacio para que me entiendas -. México asintió.
- Yo no nací mudo, de echo, hace poco más de dos años que podía hablar -. México se sorprendió por aquello, sin embargo le hizo una señal al peruano para que siguiera. - Hace dos años que tuve un accidente, fui a una fiesta con unos amigos, sin darnos cuenta la mayoría de nosotros estábamos ebrios, por lo que no fue sorpresa que chocaramos manejando -. A este punto pequeñas lágrimas se asomaban en los ojos del bicolor que se negaba a soltar. - Yo me encontraba pegado en la ventana, por lo que cuando el choche dio varias vueltas, miles de vidrios salieron volando... Y algunos de ellos se clavaron en mi garganta -. Una lágrima salió de los ojos verdes del bicolor. Lágrima que de inmediato el mexicano limpio con mucho amor.
- Fue un milagro que llegara con vida al hospital. Me tuvieron que meter a una operación urgente; en el proceso de quitarme los vidrios notaron que mis cuerdas vocales salieron demasiado lastimadas, por lo que viendo que no se podía hacer nada, me informaron que sería permanentemente mudo -. Dicho esto, el peruano lentamente retiro la bufanda que siempre llevaba consigo mismo, dejando a la vista varias cicatrices postradas en su cuello.
Ahí fue cuando México entendió porque siempre tenía puesta la tela.
- Después de eso mi vida cambio por completo, tuve que aprender lenguaje de señas para poder comunicarme, algo que es de por sí aún difícil contando con que muy pocas personas saben entenderlo -.
El peruano ya no pudo contar más, pues fue cobijado en un pestañeo por los brazos del mexicano.
Pequeñas lágrimas salían de los ojos del peruano al recordar el gran dolor que sufrió al enterarse que su vida ya no sería igual.
Sin embargo pese a todo, estar entre los brazos del mexicano se sentía tan seguro, podía jurar escuchar la voz de la felicidad de su corazón.
Lentamente el bicolor alzo su mirada encontrándose con los ojos cafés del mexicano que lo veían con mucho cariño.
El peruano podía ser mudo de habla, sin embargo todo lo que decía su mirada era mucho mayor que cualquier palabra.
La forma en la que las pequeñas esmeraldas veían al mexicano decían mucho, simplemente lo veía como la cosa más hermosa del planeta, y para que negarlo, el mexicano lo veía de la misma forma.
- Sabes, cuando me dijiste que estabas aprendiendo lenguaje de señas por mi, me sentí la persona más afortunada por encontrarte, al final, no cualquier persona hace aquello -. Comenzó a relatar nuevamente el bicolor con un sonrojo. - De echo, desde que te conocí me has echo sentir la persona más afortunada, cuando sentía tu mirada curiosa seguirme, o cuando veía como te preocupabas por mi... Simplemente me gusta la forma en la que me haces sentir -.
El mexicano solo lo veía estupefacto junto a un fuerte sonrojo.
- Antes de conocerte me gustaba perderme en la lectura y olvidarme de todo lo demás, sin embargo cuando te conocí todo cambio, ahora lo único que quería llegando a la biblioteca era ver tu radiante sonrisa, claro, admito que al principio sentía que me observas con discriminación, pero al ver tus ojos postrados en mi, hizo que me sintiera la cosa más hermosa por haber llamado tu atención -.
Lentamente el mexicano llevo su mano a la mejilla del bicolor y la comenzó a sobar delicadamente.
El lugar estaba en completo silencio.
¿Pero para que hablar si las miradas decían más que diez mil poemas de amor?
Quizás fue por la influencia de sus ojos, o de la confesión del peruano a través de señas, o tal vez de sus corazones, pero de alguna u otra manera sus labios se encontraron, formando una hermosa sinfonía.
- Te amo -. Susurro el mexicano para después volver a atacar al peruano con besos.
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AHHHH ✨
Sin duda este es el capítulo que más disfrute escribir.
Para que negarlo, quería darle un final triste pero me gano el amor a los finales felices.
Esta historia la quería escribir desde hace mucho tiempo, pues hace pocos meses estoy aprendiendo lenguaje de señas, así que quería escribir algo relacionado.
¿Vieron como rompí la cuarta pared con el libro que estaban leyendo Perú y Mex? Kajajajs
En fin,
Gracias por leer, nos vemos en la próxima historia del siguiente capítulo <3
🌻