C A P Í T U L O
"52"
━━━━━━༺ꕥ༻━━━━━━
M A R C
TRES AÑOS ANTES
1 MES DESPUÉS DE LA IDA DE EVANIA
Caos.
Todo era un jodido caos en esta ciudad.
—Deja de emborracharte, Gadiel.—traté de arrebatarle la botella sin embargo antes de poder ejecutar algún movimiento se alejó con brusquedad.
—¡No me jodas la vida Marc!—me gritó en respuesta antes de empinarse toda la botella de golpe.
Cerré los ojos y suspire frustrado.
«¿Por qué tuviste que irte, Evania?» miré con frustración toda la locura que ahora era la supuesta fiesta que iba a estar tranquila. Todo era un descontrol ahora que Evania no estaba.
Los hermanos se habían vuelto locos, andaban en fiestas y fiestas sin control alguno. Ahora el alcohol y el cigarrillo eran sus mejores compañías. Miré con frustración como Unai bailaba sobre la mesa sin la camiseta, varias personas le tomaban fotografías o grababan videos alabándole el baile.
Bajo mi control solo tenía a Udo quien gracias a dios había aceptado la pastilla para dormir y realmente no me interesaba que durmiera en mitad de la fiesta, por otro lado Urko y Gael estaban sentados en una de las mesas intentando lo mismo de siempre; ubicar a su salvación, alias Evania la cobarde.
Recordarla solo me generaba una presión en el pecho que me era incómoda.
Ella fue mi mejor amiga y la mejor compañera de aventuras que había tenido estos últimos meses, ni siquiera Greta pisó tan fuerte mi corazón como lo había hecho ella y aunque no logré verla más allá que una amiga era la mujer más importante para mí después de mi madre.
—¡No más Gadiel!—le arrebaté la botella de alcohol y lo agarré fuertemente hasta subir al segundo piso, lo dejé bruscamente sentado sobre la cama, me gané una mirada de enojo por parte suya pero me valió tres carajos—, iré por los otros ineptos e inútiles de tus hermanos así que quédate aquí.
—¡Marc no me vayas a encerr..—cerré la puerta de golpe y le coloqué el seguro.
No me importó escuchar sus gritos y bajé rápidamente al primer piso en busca de Udo, no quería que ninguna de esas mujeres fueran capaces de violarlo en ese estado así que con todo mi esfuerzo lo adentré en la habitación donde se encontraba Gadiel quien se había dormido finalmente.
A Urko y a Gael no tuve que decirles nada ya que ambos fueron voluntariamente a la habitación.
El reto fue Unai quien no quería bajarse de la mesa en la que bailaba, lo agarré de una de las piernas y antes de que cayera bruscamente contra el suelo lo alcé estilo princesa y comencé a subir las escaleras.
—¡Uhuuuu!—exclamó como un niño pequeño—, ¡Que divertido!—comenzó a aplaudir emocionado.
Rodé los ojos y simplemente lo dejé sobre la cama logrando que rebotara.
—Te quedas ahí.—lo miré amenazante.
Salí de la habitación, ahora el reto mayor; Galip.
Comencé a buscar con la mirada alguna silueta similar, lo encontré chocando copas con algunos hermanos del club y algunas mujeres también del club, una de ella estaba sobre sus piernas.
Rodé los ojos y aparté de una manera para nada delicada a la mujer que me miró enojada, los ojos de Galip me observaron y pude darme cuenta que él no estaba solamente borracho sino que también había ingerido algo.
—¡¿Ahora también te drogas?!—lo miré enojado, le arrebaté el vaso que tenía en su mano y lo tiré sobre el suelo—, ¡¿Estás perdiendo la cabeza, Galip Turcotte?!
—¡DÉJAME EN PAZ MARC!—intentó agarrar otro vaso sin embargo agarré su mano en el aire y comencé a arrastrarlo hasta llegar a la habitación donde estaban el resto de sus hermanos.
Cerré la puerta de una patada y empujé a Galip para que cayera sobre el colchón, al hacerlo me miró muy enojado pero como dije antes. Me valía tres carajos.
—¡No más con estas jodidas actitudes de mierda!—grité enojado—, ¡Estoy hasta la... odio verlos de esta manera tan destructiva!—me crucé de brazos.
—¡A mi no me interesa ni una mierda lo que tengas que decir!—dijo sobresaltado Galip.
—¡¿Ahora para ustedes la solución es solo drogarse y emborracharse?!, ¡¿Ah?!—los miré esperando una maldita explicación.
Incluso Udo se había despertado por los gritos.
—¡Déjanos en paz Marc!—Gadiel quiso colocarse de pie más no lo dejé. Lo empuje por el pecho obligándolo a quedar sobre la cama nuevamente.
—¡¿Que más falta de un hagan, ah?!, ¡¿Que comiencen a follar con cualquiera?!, ¡¿Ah?!—los miré muy pero muy enojado.
—Jamás... j-jamás le haría eso a e-estrellita.—hipó Unai con los ojos llorosos.
—¡Ella ya no está!—exclamó Galip enojado—, ¡Acéptalo Unai!—me miró enojado esta vez a mí.
—¡Ella va a regresar!—refutó Udo enojado.
Galip frunció su ceño y negó con la cabeza.
—... no, ella nos dejó.—soltó enojado.
—¡Ya verás que ella regresará y vendrá hacia nosotros!—gritó con la voz entrecortada Unai.
—¡No lo va a hacer!—esta vez quien gritó fue Gael sorprendiéndonos a todos—, ¡Ella nos dejó!
—¡No...!—sollozó Unai de nuevo.
—Chicos—intenté hablar con más calma—, no tienen porque empezar a tener estas conductas tan autodestructivas solo porque ella se fue. No es justo para ustedes.
Todos se rehusaron a hacerme caso.
Y así transcurrió el primer mes de su ausencia.
Los siguientes meses fueron los peores también, cada uno de ellos se refugió en algo destructivo para a ellos, por ejemplo Galip se refugió en el trabajo y ya casi nadie lo veía por el primer año, incluso sus hermanos no lo veían mucho.
Gadiel por su lado optó por elegir el alcohol y las fiestas, al igual que Unai, eran la dupla perfecta para ir a aquellas fiestas que no contaban con ningún tipo de control, ahora eran conocidos por ellos; la dupla fiestera. Así se hacían llamar.
Por su parte Gael había optado por elegir al club primero, así que siempre se le veía liderando el club y a los hermanos, ya ni siquiera se relacionaba mucho con sus hermanos. Udo en cambio prefirió refugiarse en las pastillas para dormir puesto que ya no podía hacerlo y casi siempre se le veía durmiendo en cualquier parte.
Finalmente Urko eligió las carreras ilegales y las motos, aumentó su fama de bad boy y parecía estar orgulloso de eso.
El resumen es que, ninguno de los Turcotte volvió a ser el mismo. Pero ese fue por el primer año, ya al siguiente parecieron darse cuenta de sus errores e hicieron el intento de volver a forjar aquel lazo de hermanos sin embargo todo salió mal y duraron más de seis meses sin hablarse.
Al tercer año Greta pareció lograr volver a unirse con los Turcotte y se les veía de un lado a otro juntos, parecía ser el único que sentía molestia al verlos de ese modo, sentía de cierto modo que estaban traicionando a Evania pero el recuerdo llegaba a mí siempre; ella se había ido para siempre.
Yo por mi lado opté en refugiarme en mis estudios y de ese modo olvidarme de ella. Pero no lo logré.
Me sentía mal por los Turcotte sabía que a ellos les seguía doliendo la ausencia de ella, sin embargo lo disimulaban y fingían seguir como siempre, lo sorprendente fue que de cierto modo logré recuperar mi amistad con ellos. Volvimos a ser amigos.
Y bueno... estaba feliz por eso pero ya nada se sentía igual y muchas veces en la oscuridad de mi habitación sentía ganas de llorar al ver una fotografía de ella y yo juntos sonriendo a la cámara.
Igual, también extrañaba al idiota de Evan.
Sin embargo la sorpresa fue para mí cuando al tercer año la ví, la vi de nuevo.
Me sentí completo de nuevo.
E V A N I A
TRES AÑOS ANTES
Sentía como todos los vacíos de mi mente poco a poco comenzaban a llenarse, y a medida que transcurría el tiempo lograba recordar algunas cosas que había ignorando antes.
A pesar de haber ya transcurrido dos meses de que me fui de Seattle sentía como el tiempo pasaba cada vez más y más lento, sabía que todo eso se debía enormemente a los hermanos Turcotte y seguramente a la ausencia de Marc también.
Incluso llegué a tener un susto de embarazo sin embargo no contaba con que la pastilla también tuviera un efecto secundario anticonceptivo, la pastilla de cierto modo me dejaba infértil por ocho meses ya que tomé dos y cada pastilla cuenta con el poder de hacer eso solo por cuatro meses por sí sola.
El club sombra negra; SN, era muy unido incluso le hacía competencia a los clubes de Seattle, entendí entonces que yo era la líder de aquel grupo de personas y que junto con Evan y Everett habíamos logrado que nuestro club lograra alcanzar éxito y reconocimiento no solo en Houston, donde estábamos ahora sino que también fama a nivel nacional.
Mi actitud había comenzado a cambiar, según lo recuerdo yo era una persona muy dura y fría con las personas y para disimular que mi actitud cambió tuve que fingir ser la misma que antes.
Comencé a fingir ser una persona que no era y sentía que el destino me castigaba por eso.
Los hermanos del club se habían sentido felices puesto que sus líderes estaban de regreso y aquello fue motivo de festejo, gracias a eso hubo una sola semana repleta de fiestas sin control.
Algunas veces sentía la tentación de querer buscarlos a ellos en internet para saber cómo estaban sin embargo no lo he hecho por miedo a encontrarme algo que muy seguramente no me guste. Daba por hecho que ellos ya tenían a alguien más y que ese alguien se resumía a Greta o a Zarah, estaba más que segura que ellas ocupaban mi lugar ahora.
Dolía, dolía pensar en eso. Pero lo hacía seguido.
Luego los siguientes meses hasta acabar el año me dedique al club completamente, ya con mi título de abogada en mano podía dirigir aún mejor todo y junto con Evan sacamos todo a flote después de ocho meses casi en el pantano.
A Everett lo sentía como un extraño después de ocho meses ignorando su existencia sin embargo logré concretar una buena relación con él y ahora éramos muy cercanos. Según todos, la familia Gallant había regresado para quedarse.
El año pasó y con ello el dolor no hacía más que aumentar, muchas veces miraba por la ventana imaginándome diversas situaciones en Seattle si tan sólo no me hubiera ido, luego de eso regresar a la realidad de mi día a día era muy doloroso pero en algún momento tendría que aceptarlo sí o sí.
El siguiente año pudo haber sido peor, la pasé mal pensando mucho sobre ellos así que Evan tuvo que verse en la obligación de hacerme tragar una de esas patillas negras para que me hiciera efecto unos cuatro a cinco meses, así fue. Mi cerebro rechazó cualquier existencia de ellos durante ese tiempo, sin embargo el efecto no era para siempre y volví a recordar sintiéndome aún peor.
Desde esa oportunidad decidí nunca en mi vida volver a probar esa pastilla que solo confundía más y más mi mente.
Ya el tercer año acepté poco a poco la realidad pero eso no quería decir que yo los olvidase, los tenía más presentes que nunca.
Miré a Evan con una sonrisa juguetona antes de comenzar a correr por todo el gran patio de la mansión; SN.
—¡Hermana!—gritó enojado mientras comenzaba a corretearme por todo el patio.
Reí, pero me sentía vacía.
Evan me miró con los ojos entrecerrados antes de correr en mi dirección, haciéndome correr en respuesta.
Ingresé en la casa del club y subí las escaleras a zancadas con tal de que Evan no me atrapara, llevaba entre mis manos evidencia crucial.
Escuché sus gritos desde el primer piso así que rápidamente me encerré en mi habitación, sin embargo aquel buen momento cambió bruscamente cuando sin querer choqué con una caja que había a un lado de mi cama.
Recuerdos de los Turcotte.
Mis manos estaban contra el suelo y varías fotos regadas sobre este enfrente mío, elevé un poco la mirada y choqué con los ojos de Urko en la foto que nos habían tomado el día de la fiesta en que había aceptado ser novia de ellos, de manera oficial.
Agarré la foto con una de mis manos temblorosas y sentí las lágrimas acumularse en mis ojos.
—¡Joder!, ¡Evania dame eso...—se calló de inmediato al ver lo que había regado sobre el suelo y luego me miró a mí tener una de esas fotos entre mis manos.
—Evan...—quise soltar un sollozo, pero no lo hice.
Me coloqué de pie con su ayuda, sin embargo no perdí el tiempo y agarré todas las fotografías entre mis manos.
—Hermanita...—me miró intranquilo—. Tienes que dejarlos ir.
—No puedo Evan.—negué con la cabeza rechazando la idea suya.
—Sí puedes.—agarró mis manos entre las suyas, me miró con atención e intentó quitarme las fotografías que tenía entre mis manos.
—No.—volví a negar, no quería hacerlo.
—Que sí.—insistió.
—Que no.
—No quiero pelear Evania Gallant.—me miro amenazante.
—Yo tampoco...—bajé la mirada.
Me alejé de su cuerpo y me agaché para agarrar la caja y guardar las fotografías dentro de ella. Con los ojos llorosos dejé la caja sobre la cama y miré a mi hermano con una sonrisa triste.
—Evi...
—Creo... creo que ellos merecen una explicación.