𝑺𝒆𝒓𝒆𝒏𝒅𝒊𝒑𝒊𝒂 ~

By lgoomeez

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En el pequeño pueblo de Royal Earth, jóvenes y adultos están condenados a vivir bajo las estrictas reglas del... More

CAPÍTULO I.
CAPÍTULO II.
CAPÍTULO IV
CAPÍTULO V
CAPÍTULO VI
CAPÍTULO VII
CAPÍTULO VIII
CAPÍTULO IX
CAPÍTULO X
CAPÍTULO XI
CAPÍTULO XII
CAPÍTULO XIII
CAPÍTULO XIV
CAPÍTULO XV
CAPÍTULO XVI
CAPÍTULO XVII
CAPÍTULO XVIII
ESPECIAL HALLOWEEN
CAPÍTULO XIX
CAPÍTULO XX
CAPÍTULO XXI

CAPÍTULO III

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By lgoomeez

Al finalizar el horario escolar, rubia y morena salieron corriendo en busca de las hermanas de esta última, quienes las esperaban fuera del edificio con Nadiya contándole a Calla como había estado su día y Calla fingiendo escucharla mientras pensaba en las ganas que tenía de llegar a casa y ponerse a jugar con el nuevo circuito de carreras que Brina le había regalado por su cumpleaños número ocho.

Las dos adolescentes tuvieron que apoyar las manos en las rodillas para recuperar el aire perdido, antes de mirarse y soltar una carcajada que llamó la atención de varias personas a unos metros de distancia.
Las dos amigas no pudieron evitar reír todavía más, hasta que una lágrima recorrió la mejilla de Brina, que fue secada con suavidad por Lía y su sonrisa torcida.

Llegadas a este punto, las dos pequeñas se encontraban ya a un lado de su hermana, quien era observaba por su mejor amiga como si se encontrara frente a la octava maravilla del mundo. Un carraspeo de Calla la sacó de su breve ensoñación.

− NAD, ¿qué tal el primer día de clases, pequeñaja? - gritó, haciendo sobresaltar a Brina, quien mantenía la vista fija en algún punto en el bosque invisible a ojos de las tres restantes.

− Lía, no tienes que gritarme, estoy justo aquí -

− Lo siento, tienes razón, es que estoy tan emocionada... mi casi hermana pequeña empezando una nueva etapa, rodeada de personas nuevas... quien sabe, puede que hasta que encuentres novio antes de lo que te imaginas y ... -

− Para el carro vaquera, ni Nad ni Calla tienen permitido tener novio hasta los cuarenta y tres, mínimo. Ni novio ni novia – sentenció la más mayor de todas.

− ¿Quién se lo ha prohibido? -

− Yo. Ahora dejala hablar – agarró a su hermana de los hombros suavemente, mirándola con expectación adelantada.

− HA SIDO INCREÍBLE. Había un montón de gente y no solo de Fuego. Comparto un par de clases con un chico de Tierra, y otra con una chica de Agua. Me gustaría conocer a alguien de Aire, pero no puedo quejarme – fantaseó la pequeña rubia.

− Que suerte. A nosotros no nos dejan estar con otro elemento que no sea el nuestro y es muy molesto – se quejó Calla cruzándose de brazos de una manera que todas encontraron adorable.

− Bueno, bonita, tiempo al tiempo. Algún día coincidirás con gente de otro elemento y, quien sabe, puede que encuentres al amor de tu vida y no sea de Fuego – sentenció la de ojos azules, recibiendo una mirada mortífera por parte de su mejor amiga.

− Pero Lía, mami dice que no podemos acercarnos a gente de otros elementos, que son malos y solo quieren hacernos daño. Y yo no quiero que me hagan daño –

− Verás princesa, mami solo ha convivido con gente de Fuego, desde muy pequeñita, entonces ella no sabe la cantidad de gente buena que hay en el mundo. Tiene razón en que hay gente mala, también, pero no solo en el resto de elementos, también hay gente mala en Fuego y no por eso significa que vayan a hacernos daño. Verás, no siempre podemos saber cuando alguien quiere hacernos daño, pero si podemos elegir quien entra en nuestra vida y quien no, y a veces eso te ahorra mucho dolor. No siempre, pero a veces es mejor que nunca, ¿verdad? - explicó Brina guiñándole un ojo juguetón, que hizo que la pequeña soltara una risita.

Empezaron la travesía de vuelta a casa, cogiendo el camino de siempre, mientras tarareaban una de las tantas canciones que su rubia amiga había compuesto y reían por algún comentario de la misma.
Las pequeñas siempre admirando la sincronización y relación de las mayores.

Cerca de la bifurcación donde las chicas se separaban, Brina distinguió la figura de un hombre a varios metros de distancia, y pronto se vio a si misma colocándose un paso por delante de las demás, protegiéndolas lo máximo posible con su cuerpo.

Minutos después de saber que había sido descubierto, el extraño empezó a andar con parsimonia en dirección a las cuatro chicas frente a él, quienes no movieron ni un músculo, cada una paralizada por diferentes razones: Nadiya y Calla no entendían que había causado ese efecto sobre protector en su hermana mayor, aunque decidieron seguir sus silenciosas instrucciones sin cuestionar, Brina analizaba cada paso del hombre con cautela, sin despegar la vista o siquiera pestañear, intentando averiguar qué intenciones tenía y qué cantidad de tiempo tenía ella para poner a salvo a su familia antes de darle una paliza. Por último, Thalía luchaba porque este no viera como le temblaban las piernas con solo verlo caminar.

El sujeto mantuvo una distancia razonable de las cuatro chicas y, al poder distinguir su rasgos de cerca, la rubia casi suelta un suspiro.

El hombre frente a ellas, no era un hombre, en su opinión, era un dios. Su pelo negro medio rizado le cubría parte de la frente, haciendo lucir los ojos azules más brillantes que alguna de las presentes había visto nunca. Destacaba su barba de pocos días, que maquillaba su marcada mandíbula y enmarcaba unos labios dignos de admirar. Tenía un cuerpo admirable, eso no se podía negar, pero lo que más llamó la atención de Brina fue el guante de piel de dragón que abrazaba su mano izquierda hasta el hueso de la muñeca.
Reconocía ese guante y sabía qué clases de personas lo llevaban, sin embargo, y por mucho que quiso salir corriendo para poner a sus hermanas a salvo, permaneció impasible observando como el desconocido las escaneaba de arriba a abajo sin pudor alguno.

Fue cuando posó la azul mirada en Thalía, a quien se le sonrojaron las mejillas, que algo dentro de ella se encendió.

− ¿Podemos ayudarle, señor? - preguntó de forma cortés, alzando un poco la voz, lo que hizo que el sujeto despegara los ojos de su rubia amiga para posarlos en ella.

− Estoy buscando a alguien – dijo con voz ronca. Brina sintió como el sonido de su voz le calaba los huesos. Jamás pensó que escucharía una voz así. Ronca, temible, dominante.

− Ese alguien, ¿es alguna de nosotras, señor? -

− No – arrugó las cejas confundido. Thalía soltó un pequeño quejido al ver lo adorablemente sexy que se veía.

− Entonces mucho me temo que no podemos ayudarle. Buena suerte con su búsqueda, pero nosotras debemos irnos, señor – agarró con fuerza la muñeca de Nad al tiempo que colocaba su brazo sobre los hombros de Calla para mayor protección. Sin embargo, Thalía se encontraba sin supervisión y supo que su amiga no se podría aguantar las ganas de aprovecharse del momento.

− Señor, ¿podemos ayudarle a encontrar a esa persona? - preguntó con una sonrisa coqueta que hizo que Brina rodara los ojos.

− Estoy buscando a Darcio Langford – el corazón de las tres hermanas dio un salto sincronizadamente ante las palabras del desconocido.

− ¿Por qué buscas el novio de mami? - preguntó Calla de forma inocente, escondiendo medio cuerpo tras su hermana mayor. El hombre posó la vista en ella y, relajando el ceño, se agachó a su altura.

− Necesito que me ayude a encontrar algo ... - dejó la frase inacabada, a la espera de un nombre.

− Ca... -

− Suficiente – detuvo Brina, cada fibra de ella congelándose al sentir esos eléctricos ojos sobre ella una vez más – conteste a la pregunta, señor – ordenó.

− Por favor – completó Thalía, viendo como el desconocido alzaba una ceja juguetona en dirección a su ya muy cabreada amiga.

− Estoy buscando a una persona y por lo visto Darcio es el único que puede ayudarme a encontrarle, por eso le busco – contestó con los ojos clavados en los de Brina. Azul contra marrón. Brina jamás se había sentido tan indefensa, era como si esos ojos fueran capaces de desenterrar cada capa de ella, lo que le hacía sentirse aterrada por primera vez en muchos años. Y odiaba esa sensación.

− Y, ¿tiene algún dato para encontrar a esa persona especial de usted? -

− Solo que lleva un collar. Una cadena de plata con una lágrima de color morado brillante – las tres menores se giraron casi sincronizadamente hacía la morena de ojos marrones quien alzó las cejas con una mezcla de sorpresa y curiosidad. Su padre le había regalado un collar de características muy similares en su cuarto cumpleaños.

− Que tenga suerte encontrando a esa persona señor, pero nosotras tenemos que irnos, ya – dijo con voz autoritaria, mirando con recelo a su rubia amiga, quien tenía pocas intenciones de irse.

− Si, exacto, tenemos que irnos. Ha sido un placer, señor. Por cierto, me llamo Thalía, y de verdad de verdad me encantaría saber su nombre para poder dejar de lado las formalidades, ya sabe – la más mayor no podía creerse lo que acababa de escuchar. Miró por encima del hombro y utilizó su magia lo suficiente como para hacerle soltar un quejido y obligarla a andar.

− Deimos. Me llamo Deimos – soltó el señor una vez que ya habían puesto una distancia prudente de donde él aun se encontraba. Lo que más les resultó curioso no fue su extraño nombre, o el hecho de que hubiera esperado tanto para decírselo, sino el hecho de que lo hizo con los ojos fijos en Brina, quien solo pudo asentir con la cabeza y volver a retomar el camino.

Continuaron el camino en silencio, cada una metida en su propia mente. Brina estaba enfadada, vaya si lo estaba. Había puesto a sus hermanas en peligro por un simple collar que su padre le había regalado. Pero lo que más le enfadaba era el hecho de que sabía que su madre no le explicaría nada. Ni siquiera se molestaría en saber si estaban bien, o si habían tenido algún accidente, pues bien sabía que su primogénita era muy capaz de protegerse a sí misma y a sus seres queridos, lo que le quitaba de hacer del papel de madre, adoptado por su hija mayor.

Pasó los siguientes días metida en sus propios asuntos, al igual que las dos pequeñas de la habitación continua. Ninguna mencionó lo ocurrido en el bosque, tal y como lo habían acordado.
Aunque algo dentro de Nad le decía que debían haberlo hecho, cosa que no dejaba de repetirle a su hermana mayor cada vez que la asaltaba en cualquier parte de la casa, con lo que solo conseguía ponerle de más mal humor que el habitual.

Por otro lado, el ya no tan extraño Deimos nunca apareció, lo que provocó una sensación de intranquilidad en Brina que casi no la dejaba dormir.
Quiso preguntar, como siempre había querido, pero suponía que Darcio no lo compartiría con el resto de la familia y por ello decidió olvidar todo el asunto del tipo del bosque.

Esa noche, sábado, Brina se encontraba acurrucada en su banco de ventana, terminando de perfilar uno de sus dibujos favoritos mientras disfrutaba de una de sus canciones favoritas de fondo.
Esa era su manera de dejar ir las cosas, solo tenía que dibujarlas y su mente instantáneamente bloqueaba el recuerdo. O, así había sido hasta que empezó a soñar con la historia de las Cuatro Originales, como ella misma había decidido nombrar a la historia contada en capítulos anteriores.
Ese mismo sueño, que seguía colándose en su marea de pensamientos y sueños diarios, era, de alguna manera, imborrable.

En ese mismo instante, se encontraba terminando el momento en que el cuerpo de las cuatro chicas tocaba el suelo, con la Anciana imponente en el centro del círculo y el leve sol iluminando sus caras, que mantenían la sonrisa de alguien que sabe que la muerte no es el final.

El sonido de un mensaje hizo eco en el breve silencio de la habitación, en lo que la siguiente canción empezó a sonar débilmente.
No le sorprendió ver el nombre de su mejor amiga en la pantalla, pero algo en ella se revolvió al leer la bandeja de notificaciones de su teléfono móvil:
"Fiesta donde Chiara, equipo invitado".

La primera parte del mensaje era aterradora de por sí, pero lo que más le preocupaba sin duda era la segunda.

Te pongo en contexto: Chiara había sido la mayor enemiga de Brina y Thalía desde que la morena le ganó en un concurso de estilo libre cuando tenían doce años, la rubia, simplemente era la mejor amiga.
Por supuesto la chica era libre de organizar la cantidad de fiestas que quisiera en su casa, incluso cuando ellas dos no estaban invitadas, lo que no las preocupaba en absoluto, el problema era que Thalía estaba conociendo a un chaval del equipo de fútbol y, por tanto, le habría invitado a la fiesta y, para no ir sola, quería arrastrar a su mejor amiga a aquel infierno para tener una gran coartada frente a sus padres.

En efecto, el siguiente mensaje le hizo suspirar con pereza ("estoy en tu casa en 10, dúchate").

Definitivamente lo que más le costó fue levantarse de su cómoda posición para desnudarse en el frío baño de la planta superior de la casa.
Se movió con lentitud por el baño, sin prisa, sabiendo que su mejor amiga llamaría a la puerta o entraría por la ventana de su habitación como el huracán que era.

Por supuesto tardaría en la ducha, siempre lo hacía, y sabía que eso volvía loco al novio de su madre, por eso mismo lo hacía.

Se desnudó frente al espejo, observando su cuerpo con detenimiento, como cada día.
El entrenamiento al que había sido forzada desde muy pequeña por su tío Zander la mantenía en buena forma, pero aún observaba como sobraba carne de algunos sitios y faltaba en otros.
Su pelo negro como el ala de un cuervo le llegaba hasta el final de su cintura y sus ojos del marrón más común del mundo brillaban haciendo temblar el alma de aquellos que la miraban.
Sus pestañas abrazaban los mismos de manera arrebatadora y sus labios conservaban el sonido de su última risa grabada en ellos, resaltando el hoyuelo de su mejilla derecha.

Entró en la bañera, dejó que el agua le derritiera los huesos y deseó que se detuviera el tiempo en ese preciso momento.
Era algo que adoraba, el agua en toda sus formas: mar, lluvía, río, estanque...
Adoraba pasar el día en la playa, escuchando el sonido de la lluvia, nadando en el pequeño arroyo cercano a su casa... o bajo el grifo de la ducha.

Tres golpes en la puerta la trajeron de vuelta al mundo terrestre:
− ¿Puedo pasar? - su madre, que nunca interrumpía su baño, entró antes de que pudiera responder.

− Ya estás dentro – le regaló una sonrisa que Eira le medio devolvió para después sentarse sobre la tapa del váter y restregarse las manos.

− Mira, se que vas a salir esta noche y, primero que nada no se quién te ha dado permiso para hacerlo pero se que si no te dejo ir te escaparás y no estoy como para ... -

− ¿Cómo sabes que me escaparé? - la interrumpió curiosa, siempre había pensado que era bastante cuidadosa a la hora de escaparse de casa, lo cual era con frecuencia.

− Cariño, llevo escuchando como te escapas por la ventana de tu habitación desde que nació Calla  -Era cierto, el principal motivo por el que empezó a hacerlo fue por los insoportables llantos de su hermana menor durante la noche – Además soy tu madre. Y tengo el sueño ligero. Pero eso no es por lo que he venido. Escucha, quiero que tengáis cuidado esta noche, y todas las noches que están por venir. Es primordial que Lía y tú os cuidéis la una a la otra, sobre todo cuando vais a meteros de cabeza en terreno de Agua – la voz de su madre reflejaba preocupación, no del tipo cuando ves a tu hija montar en bicicleta por primera vez y tienes miedo de que se caiga, sino en todo el sentido preocupante de la palabra. Aunque también podías detectar una pizca de añoranza que pasó desapercibido a oídos de Brina.

− Mamá, ¿tiene algo que ver con mi collar? - claramente Eira no se esperaba una pregunta como esa, pues saltó en el sitio y tomó una gran bocanada de aire.

− No. No no, Bibi, que cosas dices. ¿Por qué? ¿Ha pasado algo? - Brina contuvo la respiración. Era la primera vez que su madre le llamaba Bibi tras la muerte de su padre, hacía ya cuatro años. En ese instante consideró contárselo todo. Los imparables sueños, el extraño en el bosque, como le afectó el sonido de su voz, el guante que llevaba, a quién buscaba y el mal presentimiento y la preocupación que se instaló en su pecho los días posteriores. Se calló. Sabía cómo reaccionaría su madre y no quería poner es carga sobre sus hombros.

− No, no te preocupes. Es que siempre dices que es importante que no me lo quite pero nunca me dices por qué -

− A su tiempo, amor mío. Me voy, Darcio está a punto de llegar y tengo que hacerle la cena. No tardes, Lía te está esperando en tu habitación. Tened cuidado esta noche y no llegues tarde – se coló por entré la cortina de la bañera dándole un guiño y abandonó el baño.

Tras la breve conversación con su madre, el baño no tuvo los fines relajantes y exfoliantes que usualmente tenía, pues el sentimiento de preocupación que casi había desaparecido del todo, volvió a instalarse en su pecho con una fuerza arrolladora.

Se sintió mucho más relajada tras usar su magia para secar su cuerpo, aunque seguía dándole vueltas a la conversación con Eira y al encuentro con el tal Deimos.

Llegó a su habitación con dichos pensamientos y solo una toalla cubriéndole el cuerpo desnudo para comprobar que, en efecto, su rubia amiga se había apoderado de su cama y su cuaderno de dibujos del cajón de la mesita de noche.

− Ya era hora, estabas empezando a preocuparme. Pensaba que habías intentado adelantarte al plan de Darcio e ibas a intentar ahogarte bajo el grifo – soltó una risa cuando uno de los cojines del suelo le impactó de lleno en la cara – por cierto, ¿por qué has dibujado al friki de bosque? Pensaba que te había dado mal rollo o algo así.

− Y así fue, pero la otra noche soñé con él y no de esa manera, pervertida – se apresuró al ver la ceja alzada de su amiga – simplemente quería tratar de olvidar toda esa conversación y plasmar su cara en caso de que nos lo volvamos a encontrar, Fuego no quiera -

− Ojalá Fuego quiera. Mataría por volver a ver esos ojos ...  -

− Tierra llamando a Thalía – chasqueó los dedos frente a su amiga, quien pestañeó un par de veces y volvió a poner los pies en la tierra – amiga, necesitas ayuda, como muy urgente -

− En fin, volviendo al mundo de nosotras las mortales, hazme caso y ponte lo que te he dicho. Me han llegado noticias de que vienen universitarios y creo que va siendo hora de encontrarle un reemplazo al gilipollas de tu ex para que vea que se ha perdido -

− Ya te he dicho varias veces que no quiero un novio T, este año soy exclusivamente para mi -

− ¿Quién ha dicho que tengas que empezar una relación con ellos? Se pueden hacer muchas cosas hermana – subió y bajó sucesivamente las cejas mientras se mojaba los labios suavemente.

− Paso, gracias. De verdad T, no me apetece aguantar universitarios borrachos
contándome como fue la salvación del equipo en el último partido o como les gustan las chicas bien femeninas y sumisas que solo le miren y hablen con él y no puedan tener ningún tipo de contacto con ningún otro chico porque si no "les partiría las piernas por ti, bebé" - terminó haciendo comillas con los dedos y poniendo lo que ella consideraba que era una voz de universitario tóxico y borracho. 

− Con esa actitud vas a morir sola y sin hijos -

− ¿Y cuál es el problema exactamente? -

− ¿Y cuál es el problema en ser femenina y salir con chicos? - preguntó la rubia exasperada de la actitud de su amiga.

− Ninguno. No hay ningún problema. Créeme, me encanta salir con chicos aunque parezca que no. Lo que no tolero son las chicas que no estrujan todo su potencial, como tú por ejemplo, para que un chico que no pueda ni encender una vela se sienta superior y su frágil masculinidad no sufra ningún daño. Prefiero mil veces que echemos un partido de Birra Pong antes que pasarme dos horas acariciándole el pelo a un tío mientras le pongo ojitos y el payaso me ignora por estar jugando a una maquinita y que después no me dure ni dos minutos en la cama. Llámame como quieras T, soy mujer, no estúpida – finalizó su discurso con una sonrisa triunfal. La rubia entrecerró los ojos.

− Vístete, ahora -

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Buenas, buenas !!!!

Primera interacción entre baby Brina y bad boy Deimos.
¿Qué os ha parecido?
¿Por qué creéis qué Deimos busca el collar de Brina?
Por último, ¿qué os parece la amistad de Thalía y Bibi? 😏

Nos vemos la semana que viene !!!

Coco,
Lu.

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