김태형
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i. 1 escrito ; Arepahyung
ii. 1 edit ; YaYaBoddah9592
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© . ⩇⩇ 𝄒 𖥻 (ETERNAL) 2021
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❝La pasión
de tus ojos ❞
Las tonalidades azules de los ojos del mayor desprenden añoranza. Ladea su cabeza y le sonríe amenamente al niño que revolotea alrededor suyo, le sonríe a lo que una vez fueron y cierra con cerrojo la puerta de lo que pudieron ser.
Jungkook en la soledad de su hogar piensa en si su hijo quisiera verlos juntos de nuevo, de si quisiera una Navidad en conjunto en vez de dos por separado.
Era cierto que desde que él y Taehyung se divorciaron el sol no le da directamente en la cara y quizás sea por esa misma razón siente que se ha descarrilado del camino. Su vida actual se resume en vivir por Jimin, por su lindo y tierno hijo de tres años. En trabajar para pagar sus cosas, en cuidarlo, en amarlo; es sencillo besar esas acolchadas mejillas. Y negar que de tanto en tanto piensa en su exesposo es una mentira tan tangible como el agua.
El aire que circulaba a su alrededor era gélido, a pesar de estar dentro de casa con la calefacción encendida. Ya no sabía distinguir si era porque Jimin no estaba o por lo deprimido que se sentía constantemente. Le parecía estúpido y fuera de lugar sentirse tan mal siendo un adulto casi llegando a los cuarentas y aún lamentándose por boberías que iniciaron en un bar de jazz hace veinte años.
Jeon Jungkook era un joven sin rumbo, recién graduado de una carrera que no hacía que sus ojos brillaran. Aborrecía el título en ingeniería mecánica que su padre le había presionado a tomar, solo por el simple hecho de que era él quien quería ver a su hijo mantener el negocio. Era un mesero ordinario persiguiendo a la vida de ensueño que no podía tener.
La incandescente fama de aquel lugar tan melódico llenaba sus oídos, la paga no era tan mala y la música llena de pasión era una bendición. Fue justo en un punto agrio, luego de enfrentarse a su padre en una riña acalorada, donde el mayor volvía a atacar sus inexistentes dotes para cualquier cosa, que ocurrió que tuvo la dicha—o desgracia— de cruzarse con otro hombre desafortunado por las vueltas de la vida, teniendo que llevarle unos tragos a la nueva banda que había sido contratada.
Con un perfeccionismo agobiante, Kim Taehyung se destacaba entre los demás como un saxofonista entregado al amor por la música. Ensimismado en complacer a su exigente madre no tuvo reparos para negar una buena salida nocturna con sus amigos luego de tocar, permaneciendo hasta altas horas de la noche practicando una y otra vez. Solo con la compañía del aquel mesero de ojos tristes que eventualmente pasaba cerca suyo.
Fue una coincidencia bien escrita que sus destinos se volvieran uno. Mirarse era parecido a tomar una gran bocanada de aire en medio de tanta tormenta, en medio de desesperanzas y revoluciones sin sentido.
Correr por las frías calles de Seúl nunca se sintió tan lleno de vida, en esa zona en específico la cultura musical abundaba, rompiendo los esquemas de seriedad del tan conocido país asiático. Meneando las caderas con un mojito en mano vivir nunca pareció ser tan fácil.
Subirse a los columpios para agarrar el impulso suficiente como para terminar en la caja de arena de la zona infantil fue una gran primera cita. Escaparse a las costas de Busan para casarse en la playa fue una decisión apresurada, en sí; el amor es la forma más apresurada de consuelo.
Abrazados en la orilla de la playa, con la arena acariciando sus pies, Taehyung dijo—Algún día seremos tan libres como ellos. —señaló a los pájaros. El cielo era un hermoso espectáculo de colores azules.
—¿Tan libres como ellos? —las yemas de sus dedos recorrían con lentitud el camino a la mano contraria mientras que con incredulidad preguntaba.
—Mucho más. —con una cálida sonrisa terminó por acortar el tortuoso recorrido de sus manos, dándole un apretón tan reconfortante como el calor de la playa misma.
—¿Con quién quieres pasar año nuevo, Mimi? —estaban en el baño, el pelinegro lavaba el cabello lleno de champú del niño. —¿Con papi, el tío Namie y tu abuela? ¿O con papá y tus abuelos? —luego de que su padre se enterara de una cotilla boca ajena de su relación con otro hombre nunca más volvió a dirigirle la palabra.
—¿No podemos pasarlo todos juntos? Hoy es el cumpleaños de papá. —Jungkook apretó los labios a sabiendas de que su hijo no lo veía.
—Es… Complicado, Mimi. Sabes que tu papá tiene a su familia, de seguro él también quiere pasar año nuevo con ellos, quizás no sea lo apropiado, corazón.
Un puchero se asentó en los regordetes labios contrarios— Por favor, como antes, como cuando éramos una familia. —«Auch».
—Seguimos siendo una familia, solo que por separado. —él suspiró, y el tema de conversación murió hasta que el castaño de sonrisa cuadrada entró a la casa.
Los gritos alegres del pequeño no se hacen esperar, con un entusiasmo palpable y bonitas sonrisas de medialuna. —¡Esta es la mesa donde papi y yo comemos! —da a parecer que quiere desprender el brazo del cuerpo de su papá a juzgar por la fuerza en la que lo arrastra por todo el departamento. Acercando su carita al vidrio de su pecera con ojos inocentes saluda a la pequeña tortuguita que se coloca de la misma forma que él para saludar. —¡Hola Bob! —sonríe —. ¡Bob, saluda a papá! —Taehyung ríe echando hacía atrás el flequillo de su hijo para saludar efusivamente al animalito.
—¡Hey Bob! Tiempo sin verte ami-… —y no, no pudo terminar la frase antes de que volviera a recibir otro empujón que le hizo vacilar sobre la verdadera fuerza del niño. —¡Mira, mira, Santa me trajo muchos juguetes! Pero el que más me gusta es este… —toca algunos botones antes de que el océano inunde la habitación. La lámpara proyectaba todo tipo de animales marinos, tortugas—las favoritas de Jimin—ballenas nadando, estrellas de mar saludando y los lindos caballitos de mar bailando en tonos morados. El objeto redondeado giraba, dando la ilusión de que sí estaban en un espectáculo real del mundo marino.
—Es… Es increíble, Mimi.
—¿Verdad que sí, papá? —inevitablemente, su mirada se quedó fija en la figura de la gaviota reflejada en la pared.
Sonrió. —Sí, lo es.
La tensión en el ambiente se podía cortar con una tijera, o por lo menos ellos dos lo notaban. El pequeño niño estaba ajeno a la situación correteando de aquí para allá recogiendo su lupa, sus colores y sus cuadernos. Mientras que con hastío Taehyung miraba el techo con un cuestionable interés y Jungkook lavaba platos que ya estaban limpios.
—¡Ya vuelvo, iré por tu regalo! —el pelinegro se quedó en modo tieso cuando el niño desapareció.
Mordió sus labios, rogando al cielo que Taehyung no quisiera conversar con él. No quería delatar tan rápido que todavía sentía cositas en la panza.
—¿Ya no hay ni siquiera una felicitación?
«Chúpame las patas, cielo».
—Oh, claro… Lo siento. Feliz cumpleaños, Taehyung. —en el instante en que terminó de decirlo, rodó una taza con chocolate caliente y un plato de galletas.
—Gra-gracias, Koo, digo Jungkook. —el castaño se balanceó en sus piernas, con un sonrojo borgoña pintado en sus mejillas. —¿Co-cómo has estado?
—Bien, supongo. ¿Y tú? ¿Cómo está la banda? —. Puede que su matrimonio de haya ido al carajo y que quizás ya no estaban juntos, pero Taehyung seguía tocando con el mismo amor de siempre. Y ni hablar de los amigos de este, que en algún momento también fueron sus amigos.
—Seokjin y Yoongi siguen viviendo juntos en el centro. —ellos dos eran la pareja más bonita y extraña que Jeon hubiera visto, el mayor era el vocalista del grupo y el menor el pianista. —Su amor es como el chicle, dulce pero luego no te lo puedes quitar de los dientes. –aquello causó pequeñas risas. Desde que se habían divorciado cortó todo lazo con los amigos del castaño, aún así si estos le hayan buscado con fervor. —Hoseok sigue tan brillante como siempre. Soltero, pero brillante. —él era el mejor baterista de todos los tiempos.
Vuelven a reírse, ajenos a que un pequeño admira todo desde lejos, con una sonrisa, para entregarle el regalo a su papá y salir corriendo con la excusa de que su programa favorito estaba empezando para no volver.
—¡Y entonces soplé mi saxo y nada salió! —sus risas eran demasiado sonoras, en aquel balcón del departamento del menor. —¡Juro que nunca sentí tanto miedo y juré que había jodido todo! Luego vino Yoongi, él sopló y la bola de papel salió volando hacía ti… ¡Y te dio en el ojo una de las esquinas!
—¡Sí, gracias por recordarme que pasé una semana con el ojo rojo! —volvió a reír.
—Pero gracias a ese papel te fuiste a casa con un novio maravilloso. —comentó, tomando otro sorbo de su tercera cerveza.
—Y con un ojo rojo.
—Cállate. —el silencio fue repentino y abrupto. Y la incomodidad vino para acompañarlos.
—Koo. —llamó.
—¿Sí?
—¿Al-alguna vez te arrepentiste de… Separarnos? —miró de soslayo los ojos brillantes contrarios y se sintió tan abrumado que desvío la mirada.
—¿Cómo está tu madre, Tae? —. Era un cobarde por evadirlo, lo sabía pero no le importaba. No cuando su corazón latía tan rápido.
—Vieja. —respondió, Jeon no pudo evitar sentirse mal por la mueca que se formó en los labios del mayor. Kim siempre había sido así, tan transparente que intimidaba. —, igual de exigente y amargada.
Él y esa señora nunca se llevaron bien, ni cuando estaban juntos, ni cuando se separaron. Aún recuerda los escalofríos que su presencia le provocaba. Y también recordaba la cantidad de problemas que estar juntos le generó al trigueño. Para Jeon, ella no lo acuchillaba solo porque era el papi de Jimin. Porque una cosa es cierta, es un amor con su nieto, a pesar de ser tan cabeza dura con todos.
—Ella… Preguntó por ti. —sus ojos se abrieron extrañados, ella nunca quería saber nada de él más que fuera por algo relacionado a Jimin. —Me preguntó si te extrañaba.
Temblorosamente, preguntó— ¿Q-qué respondiste?
—Le dije que nunca te dejé de amar. —el terror que sentía se equiparaba al de un tsunami tierno de emociones. —Ella… Ella me abofeteó. —Taehyung no sabía definir si su risa era de dolor por lo mudo que se quedó el pelinegro o porque en realidad le daba risa.
Jeon Jungkook estaba apunto de vomitar, del torbellino que arrasaba con su estómago—y corazón—volcándolo sin piedad en esa laguna total de incertidumbre. Dejó de mirarlo y los recuerdos fugaces de su relación casi lo hacen caer de espaldas.
No eran de las parejas que pelearan mucho en aquel entonces, su convivencia era en su mayoría pacífica. Hasta que el éxito de Taehyung y la banda despegó, por obvias razones, les solicitaban para muchos lugares, con muchas personas. Y digamos que Jungkook nunca fue la persona más confiada de todos, dudaba de todo y eso los llevó a la ruina.
Entonces, lo que alguna vez construyeron se derrumbó como un casa de naipes, gracias al eslabón débil que la brisa movió. Jeon no se creía tan egoísta como para pedirle a su pareja que dejara de hacer lo que ama por sus inseguridades. Jungkook era un joven sin aspiraciones, un bueno para nada que era ridículamente inocente y aunque no quisiera, esa semilla de desconfianza no dejó de crecer.
Pronto, pasaban poco tiempo juntos y ese poco tiempo se resumía en discutir por lo mismo una y otra vez. La virtud de estar enamorado era saber continuar juntos sin importar qué.
Eso desapareció de la mente de Jungkook en el momento en que empezó a celar a la nueva amiga de los chicos. Una agradable baterista que estudió con Hoseok.
La adopción de Jimin fue aprobada en los peores meses. Y ese pequeño niño alumbró su camino mientras tomaba la decisión de dejarlo atrás por lo sano, mirar la expresión rota y derrotada de Taehyung fue un golpe en las bolas que merecía.
Una risa tranquila se escuchó a su lado y fue a mirar. Encontró a Taehyung rompiendo el envoltorio del obvio regalo que el pequeño le había hecho. Un objeto grande, redondo y plano no pasaba desapercibido.
—Esto es increíble… —pasó su pulgar suavemente por el centro del disco de vinilo con el nombre de su artista favorita. —¿El tocadiscos de tu mamá sigue aquí? —cosas así eran los fugaces recuerdos de su madre así que lo atesoraba con muchas ganas, asintió, señalando el lugar.
Taehyung corrió como un bebé con una paleta nueva, la música inundó la estancia. El castaño inició un pequeño bailecito, dejándose llevar por la hermosa voz de Etta James contando como el clima tempestuoso llegó para quedarse luego de que ella y su hombre ya no estaban juntos.
—Stormy weather… —casi le da un manotazo al mayor cuando lo arrastró al medio de la casa para bailar juntos, como si nada. Como si no hubieran errores, como si él no hubiera destruido su relación.
Taehyung pasó su mano por encima de su cabeza y lo hizo girar. Volvió a mirarlo de esa forma que lo ponía a aullar. Era él quien más disfrutaba, saliéndose del esquema inexistente de baile que había.
—Feliz año nuevo, Koo. —su mirada recayó en el balcón, donde los fuegos artificiales estallaban —Mira allá.
Y cuando miró, perdonar tuvo más sentido. —¿Sería tan malo, intentarlo una vez más? —sus pupilas brillantes se conectaron. —Esta vez tienes que confiar en mí. —tragó duro y pensó en que quizás la volvería a cagar, lo volvería a lastimar. —Por Jimin, por ti, por nosotros.
Sin querer, se volvió a sumergir por la pasión de los ojos de Taehyung.
Y teniendo un deja vú, respondió:—Acepto.
• hecho por ; Arepahyung
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❝Jazz &
(V)lues❞
• hecho por ; YaYaBoddah9592
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