Capítulo I: Prólogo
Si existe un lugar que está en perfecto desacuerdo con el famoso "menos es más", es Londres. Parece que entre más tiene, más interesante se vuelve, es la cuna del comercio y sobre todo uno de los lugares turísticos más importantes en el mundo.
Gael Legendre, arquitecto inglés, descendiente de una de las familias más poderosas de Londres, su abuelo y su padre, Randall Legendre Sr y Randall Legendre Jr, habían colaborado en numerosos proyectos importantes en toda Inglaterra, él no era la excepción, no solo su padre y su abuelo le habían heredado una preciosa fortuna para él solo sino que también había destacado por todo su talento y ahora sus ojos estaban atentamente enfocados en ganar la presidencia del Real Instituto de Arquitectos Británicos (RIAB). Si lograba ganar la presidencia, su éxito subiría como la espuma pero si se postulaba y perdía, se encontraría pendiente abajo, así que sabía que tenía que usar todo su poder para aumentar el mismo cada vez más.
Gael a sus treinta y tres años mantenía un aspecto impecable, su estilizado físico y su fino cabello castaño le conferían un aspecto dandi, a simple vista parecía un hombre carismático y agradable pero era solo cuando se le conocía bien que se podía notar que era hosco y hasta cierto punto cruel, la frialdad que mantenía en los negocios y el poco tacto que tenía con la gente que se le cruzaba en el camino, le había sumado muchos puntos en contra, no era bondadoso o compartido, mucho menos una persona con buenas intenciones pero a pesar de todo esto, era inteligente y sabía arreglárselas, por eso tenía que poner en práctica todos sus años de experiencia para ganar la presidencia del RIAB.
No se le conocían muchas amantes y mucho menos prometidas o novias, nunca algo que durara más de lo que dura una estación, era obvio que lo último a lo que se aferraba era a tener una familia, hasta que una serie de eventos hizo que esto se volviera en su prioridad momentánea, en su primer recurso para conseguir lo que estaba ambicionando.
A su representante de campaña a la presidencia del RIAB, se le había ocurrido algo que el otro candidato no tenía y que además por simplísimo que pareciera, no habían pensado en ello: necesitaba una familia, por lo menos una esposa.
¿Y qué había acerca de mí? Sigyn, nombrada como la diosa de la fidelidad, era curioso que me llamara precisamente así porque mi madre Adelina, había huido con un escultor, dejando a su suerte a mi padre y a su única hija de 5 años.
Mi padre era cobrador de impuestos, esto logró que me diera una vida lo suficientemente buena, nunca me faltó nada, pero mi padre Andy Sue, no había sido tan honesto y podría decir que el ochenta por ciento de sus ganancias eran malhabidas y para cuando yo tenía veinte, mi padre estaba en banca rota y mi vida no era la misma, ni volvió a serlo. Pero lo peor no era haber perdido ganancias sino encontrarse a punto de perder lo poco que quedaba... Y en manos de la persona menos acertada.