Eisherz

By leisydiaz14

123K 20.9K 14.2K

«Él está encerrado en mi sótano y yo estoy condenada a enamorarme de él.» Desde el día en que Madison descubr... More

ADVERTENCIA
PREFACIO
Capítulo 1: Malakai
Capítulo 2: Despertar
Capítulo 3: Extraño
Capítulo 4: Sonrisa
Capítulo 5: Hambre
Capítulo 6: Genio
Capítulo 7: Volar
Capítulo 8: Secuestradora
Capítulo 9: Cavernícola
Capítulo 10: Temperatura
Personajes
Capítulo 11: Aren
Capítulo 13: Importante
Capítulo 14: Corazón
Capítulo 15: Beso
Capítulo 16: ¿Sorpresa?
Capítulo 17: Hermano
Capítulo 18: Proteger
Capítulo 19: Cita
Capítulo 20: Dibujo
Capítulo 21: Betsy
Capítulo 22: Límites
Capítulo 23: Almas
Capítulo 24: Pensamientos
Capítulo 25: Traición
Capítulo 26: Órganos
Capítulo 27: Cuento
Capítulo 28: Luz

Capítulo 12: Reloj

4.8K 810 441
By leisydiaz14

No tuve mucho tiempo para procesar lo que Eisherz acababa de decirme porque, en ese mismo instante, Aren bajaba por de las escaleras canturreando y yo me hice a un lado con rapidez. Podía sentir mis mejillas calientes y mi corazón latiendo a toda velocidad. Tuve que tomar dos respiraciones profundas, intentando calmarme.

—Los espero aquí mientras ustedes... —balbuceó Aren, lanzándose en el sofá— terminan.

Al principio pensé que se refería al momento que acabábamos de tener, pero no, el muy idiota se refería a recoger el desastre que él mismo había provocado.

Lo hubiera puesto a ordenar todo por él solo, pero apenas podía pensar como para decir algo. Las palabras de Eisherz seguían en mi mente, repitiéndose una y otra vez. Tenerlo a una distancia tan corta, no me hacía para nada bien. A cada nada, me sentía a mí misma mirándolo por encima del hombro mientras él apilaba el desorden.

¿Y saben qué?

Él no me había mirado ni una sola vez.

Algo desanimada, agarré las dos bolsas de basura y las saqué para echarlas en el contenedor de basura de nuestra calle. Me sobresalté cuando alguien hizo sonar el pito de un vehículo a mis espaldas.

—¡Hey, Madison! —exclamó Betsy al girarme hacia ella.— ¿Haciendo limpieza?

Se encontraba en el que suponía que era su auto, saliendo del garaje de su casa y deteniéndose junto a mí. Llevaba unos lentes de sol, los cuales se bajó lo suficiente para que pudiera verle los ojos.

—Ja sí. Algo así. —suspiré.

—Voy al centro comercial. ¿Necesitas que te traiga algo? —preguntó con una media sonrisa.

Había olvidado por completo que necesitaba ir a comprarme la bicicleta para no tener que depender más de Landon. Pero con la aparición de Aren, se me había ido de la mente por completo. Aún tenía que terminar mi conversación con él, pero podía tomarme una hora para ir al centro.

—¿Puedo ir contigo? —me atreví a preguntar. Definitivamente sería mucho mejor ir en auto que caminando— Necesito comprar algunas cosas.

—Por supuesto. —respondió con una sonrisa de oreja a oreja.

—Dame unos minutos para cambiarme de ropa. —ella asintió y yo me dispuse a caminar de vuelta a mi casa mientras me sacudía las manos.

Al entrar, visualicé a Aren de rodillas sobre la butaca junto a la ventana, mirando hacia afuera.

—Me gusta tu vecina. —farfulló con la cabeza inclinada hacia un costado.

—Está casada, por dios.

—¿No querrá una nueva mascota? ¿Sabes que animal es su favorito? Puedo convertirme en lo que ella quiera.

—¿Y qué vas a conseguir con eso? ¿Qué te acaricie de vez en cuando? —me mofé con una mueca.— No creo que quiera tener sexo con un animal.

—No te imaginas hasta donde puedo llegar para corromper la mente de alguien, hasta el punto de que desaparezcan todos los tabús que existen en este mundo.

Enarcó una ceja en mi dirección y, por alguna razón que desconozco, sentí que mi rostro de ponía de mil colores.

¡¿Acaso te pone Mr. Hugs?!

—Imposible... —mascullé casi para mí misma, como respondiéndole a mi conciencia.

—Te lo puedo probar cuando quieras. —añadió Aren, encogiéndose de hombros.— Eso sí, no me hago responsable de lo dañada psicológicamente que puedas quedar cuando terminemos.

Dije lo primero que me vino a la cabeza, tratando de parecer amenazante.

—No te atreverías. —en cuanto vi su expresión malévola, supe que eso había sonado más como una incitación que como una advertencia.— No me refería a-

Antes de que pudiera mediar palabra, Aren se había abalanzado sobre mí como un auténtico depredador. Mis muñecas estaban presas por sus manos contra el suelo, sus rodillas estaban hincadas a ambos lados de mi cuerpo y su rostro solo era separado del mío por unos pocos centímetros.

Sentí algo extraño en el ambiente. Era como si estuviera siendo abducida por una fuerza extraña y embelecadora.

—¿Sabías que nosotros, los Cambiantes, fuimos creados para proteger? —murmura con nuestras narices rozándose— Y como mecanismo de protección, desprendemos una toxina en nuestro aroma que puede resultar... abrumadora para los humanos.

Era eso. Su olor.

—Antes de que te des cuenta, podrías estar arrodillada a mis pies, haciendo lo que sea con tal de obedecerme.

Su nariz hacía contacto con la piel de mi mejilla, mientras aspiraba mi fragancia con los ojos cerrados, inmerso en sus pensamientos o sentidos. Tragué saliva sin ser capaz de moverme o reaccionar de otra forma.

Volvió a hacer contacto visual conmigo, para luego esbozar una pequeña sonrisa.

—Pero no te preocupes. —soltó el agarre de mis brazos y se impulsó hacia arriba— Prefiero lograr que te arrodilles por tu cuenta a obligarte a hacerlo. Me resulta más... placentero.

Me puse de pie antes de que Eisherz pudiera regresar y me viera en esa posición.

—No lo hagas de nuevo. —mascullé intentando sonar amenazante.

Aren levantó los brazos en señal de rendición y me guiñó un ojo. Me sobresalté, y no tuve más remedio que apresurar el paso hasta mi habitación. Sabía que mi cara estaba roja como un tomate, pero confirmarlo cuando me detuve frente al espejo, fue como si me hubieran arrojado a un volcán en erupción.

*-*

Mi tarde con Betsy en el centro comercial, me sirvió para desconectar un poco de todo lo que había sucedido en estos días. Solo era una simple mujer yendo de compras con su vecina, la cual apenas conocía, y que no tenía que lidiar con la existencia de seres sobrenaturales.

No quise pensar en todo el desastre que me esperaba en casa, porque ahora que sabía que Mr. Hugs era un humano (o algo así) entendía el por qué Eisherz siempre discutía con él. No obstante, tenía demasiadas preguntas para ambos y necesitaba saber el contexto de la conversación que habían mantenido mientras yo fingía que estaba dormida.

—La bicicleta habrá que sujetarla en la parrilla porque en el maletero no cabe. —declaró Betsy mientras introducíamos las bolsas en su auto.

—¿Tienes sogas o algo para eso? —ella asintió y en seguida procedimos a amarrar la bicicleta eléctrica que me había comprado al techo del auto. Era negra con detalles azules y contrastaba con el color plateado del auto.

—Creo que así podrá aguantar el viaje de vuelta. Trataré de no ir con mucha velocidad.

—Gracias y perdón por ponerte en estos aprietos. —mascullé.

—No te preocupes.

Ya en el auto, Betsy encendió la radio y reprodujo canciones que desconocía pero que, por alguna razón, parecía haberlas oído en algún momento de mi vida. Ella se pasó todo el camino tarareando mientras que yo me escribía con Logan que estaba igual de intenso como siempre, esta vez, preguntándome por mi chico.

Como que tu amigo parece tener mucho interés en nuestro hombre de hielo.

¿Ya no es "chico"?

Bueno tía, creo que luego de haber notado el tamaño del bulto en su entrepierna, ya podemos definirlo como un "hombre".

De repente, me removí en el asiento, yéndome hacia delante. De no haber sido por el cinturón de seguridad, mi cabeza se habría estrellado con el cristal frente a mí. La mano de Betsy se encontraba estirada frente a mi pecho, mientras ella sostenía el volante con la otra y me miraba con los ojos muy abiertos.

—¿Estás bien? —cuestionó con preocupación. Asentí.— Algún idiota no pudo frenar y nos golpeó en la parte trasera.

—Deja ver si la bicicleta sigue en su puesto.

Me quité el cinturón y bajé del auto para asegurarme de que mi bicicleta estuviera bien asegurada aún, pero tuve que meterme en el auto nuevamente de forma apresurada al ver bajar del otro auto detrás de nosotras al cavernícola de mi jefe.

—¿Qué ha pasado? ¿Está bien? —preguntó Betsy.

—Está en perfecto estado. —mentí, ni siquiera me había dado tiempo a comprobarlo— Creo que ya podemos irnos.

—¿Hola?

Mi jefe se encontraba repiqueteando la ventanilla al lado de Betsy, mientras trataba de enfocar hacia adentro poniendo los ojos chinitos. Por suerte y gracia de los dioses, los vidrios eran tintados.

—Vámonos. —insistí antes de que Betsy girará el rostro.— Es mi jefe, no quiero que me vea.

—Pero me acaba de golpear con su auto. Creo que primero deber-

La chica se quedó en silencio cuando sus ojos visualizaron al hombre en el exterior. Casi pude ver como su rostro perdía el color. Sus pupilas se movían de un lado a otro y sentí como si hubiera dejado de respirar.

—Creo que... Nos vamos. —y dicho esto, presionó el acelerador, haciéndome abrazar mi cinturón de seguridad de la sorpresa.

Las calles pasaban más rápido de lo normal. Temía por mi bicicleta en la velocidad que íbamos. No era de extrañar que llegáramos a nuestro barrio diez minutos antes de lo que tenía previsto. Betsy miraba con tanta furia la carretera mientras conducía, que me daba corte interrumpir su concentración.

Aparcamos frente a la fachada de mi hogar y fue en ese momento cuando expulsé todo el aire que no sabía que estaba conteniendo.

—Pero... ¿Qué ha sido eso? —me deshice de mi cinturón, estupefacta.

Mi vecina se bajó del auto primero, llevándose las manos al cabello con frustración. Al poner un pie afuera, me fijé primero en mi bicicleta y noté que estaba en perfecto estado, y seguido, rodeé el auto hasta colocarme a su lado.

—¿Qué te pasa?

—Lo siento. Es que... Él, me recordó a alguien que no quería recordar. —expulsó, aun intranquila.

No sabía si tenía que preguntar más allá, entrar en detalles sobre su recuerdo, pero ya eso me parecía exceder en la confianza que teníamos por la otra, que no era mucha. Es decir, apenas nos conocíamos.

—No pasa nada. —fue lo único que pude decir, mientras me abrazaba a mí misma algo incómoda.

—Si no te importa, podrías sacar tus cosas del auto rápido. Es que... ya quiero darme una ducha.

No me lo dijo con mala forma, de hecho, parecía apresurada por estar en soledad. Por eso, no le tomé mucha importancia.

Ella me ayudó a meter la bicicleta al garaje de mi casa, el cual parecía más un almacén de trastos que otra cosa, mientras yo agarraba todas las bolsas del maletero. Me fijé en la abolladura en la parte trasera del auto, a consecuencia del golpe con mi jefe, pero no creía que era un buen momento como para decírselo. Ya ella se daría cuenta.

—Gracias por el paseo. —añadí cuando ella ya estaba nuevamente dentro del auto.

—De nada. Estoy al lado cuando me necesites.

—Adiós.

—Nos vemos.

Me despidió con una sonrisa algo incómoda para luego encender el auto e ir hacia su garaje. No tenía ni la menor idea sobre lo que pasaba por su mente, pero no debía ser nada bueno.

Miré la fachada de mi hogar por unos segundos, antes de soltar un gran suspiro y caminar hacia la que ahora era mi vida.

—¡Madison ya está en casa! —Eisherz no me dio tiempo ni a cerrar la puerta del todo cuando ya estaba sobre mí, abrazándome mientras flotaba en el aire.

—Sí... —mascullé, mordiéndome el labio inferior.

—Te eché mucho de menos.

—¿En serio? —no pude evitar preguntar.

—¡Claro que sí! Los minutos sin ti son una tortura, así que imagínate como son las horas. —sus ojitos de cachorrito tenían a mi corazón latiendo con rapidez.

—Traigo regalos. —dije, levantando las bolsas cuando se alejó un poco de mí, desviando la conversación hacia otro punto.

La voltereta que dio en el aire era de esperarse. A Eisherz le emocionaba que le trajera cosas, si eran cosas de comer, pues mucho mejor.

—¿Qué compraste? —el cabello azul de Aren apareció detrás de Eisherz para que luego sus ojos rojos me miraran con expectación. Vale, me había olvidado de su existencia en cuanto tuve a mi chico delante.

—Para ti no traje nada. —recalqué— Te recuerdo que aún no sé casi nada de ti y puedo echarte en cualquier momento.

—¡Vamos! No puedes hablar en serio. ¡Sabes que soy un Cambiante!

—Sí, claro. Como si eso fuera suficiente.

—¡Quiero mis regalos!

Eisherz me tomó de la muñeca, llevándome con él hacia el sofá mientras que yo fulminaba a Aren con la mirada.

—¡Enséñame! —la emoción con la que mi chico zarandeaba sus manos frente a él, nervioso, provocó que una sonrisa se asentara en mis labios.

Abrí las bolsas, colocando sobre él todas las chucherías que le había comprado. Había tardado una eternidad, eligiendo una de cada una para que las probara todas. Sabía que le encantaría y mi chico se merecía lo mejor. No veía mejor forma para comenzar a gastar la herencia de mis padres, la cual nunca había tocado, que usarla en la persona que más quería en esta vida.

Verlo a él, saborear cada uno de los dulces con desespero mientras evitaba que Aren le robara ninguno, no tenía precio.

También le había comprado algo de ropa para que dejara de usar la de mi hermano. No me sentaba bien tener que entrar al cuarto de Malik a sacar ropa cada día.

Saqué la última caja, abriéndola sobre mis piernas cruzadas.

—Dame tu mano. —le pedí a Eisherz. Se terminó de comer una barra de chocolate, para luego extender su brazo hacia mí

Saqué el reloj especial que había comprado y lo ajusté a su muñeca.

—Este reloj puede verificar tus signos vitales.

Presioné el botón que lo encendía para luego soltar su mano. Eisherz lo estudiaba con la mirada.

—Te dirá la temperatura que tiene tu cuerpo y la rapidez con la que late tu corazón al instante. Si tu temperatura comienza a elevarse, este reloj hará sonar una alarma de advertencia.

—¿Y qué tiene que ver mi corazón con la temperatura? —preguntó con el ceño fruncido.

—La temperatura de tu cuerpo aumenta cuando tu corazón late de repente más rápido. —declaré— Por eso, debes asegurarte de que tu ritmo cardíaco no suba.

—¿Y qué hago para que mi ritmo cardíaco no suba?

—Primero, no corras ni vueles muy rápido. Segundo, no te preocupes. Te aseguro que nada de lo que pase, merecerá que te inquietes demasiado. —me miraba con atención, mientras yo le hablaba. Me fijé que Aren estuviera lo suficiente lejos de nosotros para lo que le iba a decir seguido.— Y tercero... no mires porno.

—¿Eso puede subir mi ritmo cardíaco? —preguntó con inocencia.

—Puede subir eso y más.

Espera. ¿Tú acabas de decir eso?

Mis ojos se abrieron con vergüenza. Se suponía que sería mi conciencia la que se encargaría de mis pensamientos guarros para evitar una situación como esta en la que Eisherz no apartara la vista de mí, gracias a mi comentario tan fuera de lugar.

—En fin, que si crees que te pondrás nervioso con algo que hagas, te das una ducha de agua fría primero y luego haces lo que quieras sin excederte.

Asintió y yo me puse de pie al instante. Podía sentir mis mejillas hirviendo.

—Pero —su voz me hizo volver la vista hacia él— ¿Cómo sabemos que esto funciona de verdad?

—Está encendido. Puedes ver tu ritmo cardíaco ahora mismo.

—Sí, pero aún no sabemos si sonará cuando este se eleve.

—Lo hará, créeme. —declaré, segura— De todos modos, no es como que vayamos a provocar que tu ritmo se eleve solo para saber si funciona. Esperemos que nunca tenga que sonar para que no corras peligro.

—Pero creo que hay otra forma en la que mi corazón se puede acelerar y no es ninguna de las que mencionaste antes.

Fruncí el ceño, confundida.

—¿Cuál?

Sin previo aviso, Eisherz me tomó de la muñeca, jalándome hacia él. Nuestros labios, rozándose prácticamente. Solo necesitaba moverme unos milímetros para besarlo y moría por hacerlo. No obstante, el sonido de su reloj me sacó de mi ensañamiento, devolviéndome a la realidad.

¿Qué está provocando que su corazón se acelere?

A veces, me avergüenzo de ser tu conciencia.

—Tú. —masculló con un tono de voz ronca— Tú me pones nervioso, Madison.

Mi corazón también se aceleró, mi respiración de detuvo y sentí mi garganta secarse. ¿Eso significa lo que creo que significa?

—No puedo creer lo que están viendo mis ojos. —ambos giramos la cabeza en dirección a Aren, quien nos miraba atónito.

—¿A qué te refieres? —mascullé.

—Ya sabes. Tú y alguien como... —se detuvo antes de terminar la frase, para luego fruncir el ceño y poner los ojos en blanco, como si se estuviera dando un golpe mental él mismo— Cierto, aún no te he contado toda la historia.

—Y crees que este es el momento perfecto para ello, ¿cierto? —Eisherz parecía algo molesto porque Aren nos hubiera interrumpido. Se separó de mí y dejó caer su trasero en el sofá con los brazos cruzados.

—Supongo... —Aren pasaba la mirada de Eisherz a mí, debatiéndose sobre qué hacer— Aunque puedo esperar un poco si-

—No. —lo detuve antes de que se fuera— Quiero saberlo todo. Ahora.

❄❄❄❄❄❄❄❄❄❄

¡Holiss, mis congeladas!

¡Volvemos con los #ViernesDeEisherz! ¿Quién está emocionado? AHHHHHH

Me he demorado en actualizar por el problema que tenía con mi laptop, he logrado recuperar gran parte de mis cosas, algunas de Eisherz, pero no todo lo que tenía. Y pos, en eso he estado. Uniendo hilos, escribiendo capítulos que ya tenía escritos antes, todo un dilema. Pero poco a poco, estoy regresando.

Por aquí dejen vuestras opiniones de:

Nuestra vecina misteriosa

El cavernícola

Mad la que va a tener un ataque al corazón

Aren el metiche

Eisherz el hot

Os amo y espero regresar pronto Muasss

Continue Reading

You'll Also Like

16.3K 736 60
Los Caballeros y Las Sailor se conoceran y se enamoraran profundamente pero deben enfrentar enemigos tambien deben averiguar el verdadero significado...
21.2K 1.2K 33
El sargento Hank Voight y Camille, no solo tuvieron un hijo,tiempo después de que Justin naciera, llegó a sus vidas T/N Voight, era una bebé muy dulc...
54.3K 1.8K 42
Les vengo a informar que si demoró en publicar más capítulos es por falta de ideas o porque estoy ocupada y si no les gusta el ship por favor no haga...
307 105 7
«Familia, ese tribunal de amor y crítica constante, donde cada día es un juicio y cada miembro un jurado difícil de complacer.» _____________________...