CAPITULO XIII
Elektra había pasado horas contándole a Mika todo lo que sabía de Petrova; en cuántas calles estaba dividida, cuántos habitantes aproximadamente tenía, los diversos labores a los que estaban destinados casi todos los que vivían en ella, con los chips de carrera insertados en sus manos, así como el entrenamiento que recibía la milicia.
Le había contado acerca de los planos que había visto en la biblioteca, aquellos que detallaban a la perfección la extensión de la ciudad; le habló sobre los cambios de guardias, sobre los nombres de los altos cargos de la milicia y sus ocupaciones; sobre la importancia que tenía el "Poder" para Viktor Petrova, y cómo había querido casar a su hija con uno de los regentes de las otras Repúblicas, solo para extender su mandato más allá de Petrova.
—Su hija lo rechazó, por supuesto — Dijo cansinamente mientras rememoraba su propia historia como si fuese ajena — Se rebeló contra sus padres y decidió no casarse con ninguno; estaba en secreto enamorada de alguien más.
—¿Cómo sabes todo esto?
Elektra sabía que no podía mentir, no si quería que Mika confiara en ella. Alzó la mirada cansada, el sueño se estaba apoderando de ella, pero sabía que debía continuar, tenía que ganarse la confianza de aquel chico si quería ayudarlo.
—Se podría decir que éramos la misma persona — Murmuró suavemente intentando creer que lo que decía era cierto, después de todo, Mika le había enseñado cómo burlar su don — La conocía igual que ella me conocía a mí.
—¿Una sirviente amiga de un miembro de la familia real? — Inquirió escépticamente — Es difícil de creer.
—Nunca vio a los demás como inferiores a ella, los respetaba y los quería como semejantes; nunca fue igual que su padre.
Mika frunció el ceño, podía deducir que parte de lo que decía la chica era cierto, le había dado datos importantes, información por la que la hermandad daría su vida; pero había prometido guardarla para él, no decírselo a nadie hasta que no fuese completamente necesario. No podía faltar a su promesa, incluso aunque aquella información significara un avance importante en el plan que llevaban años armando; no podía romper la confianza que Eli había depositado en él, además, ya no estaba seguro de que contarlo fuese lo mejor, no cuando sabía que el Gobernador no confiaba en Eli; si él se atrevía a darle un solo motivo para dudar de ella, entonces no quería ni imaginar lo que el Gobernador le haría.
—Lo que me has dicho es de mucha ayuda — Agradeció — Ahora tengo una idea general de cómo es Petrova por dentro; incluso aunque sea imposible penetrar sus defensas directamente desde las entradas, al menos ahora sé que los túneles están libres, que los cerraste después de escapar y pueden volver a ser utilizados. Sin embargo...
Mika podía ver ciertas fallas y obstáculos en su plan. No podían atacar la ciudad, no sin nadie que los ayudase desde el interior, y ahora que Tai había muerto, ya no quedaba nadie; ninguna otra persona se atrevería a rebelarse contra su propia ciudad por algo que ni siquiera sabían que existía.
—¿Sin embargo, qué? — Inquirió Eli escudriñando sus ojos.
—Sin embargo, sin nadie adentro de la ciudad, no sabremos cuándo atacar, no sabremos cuántos guardias hay, cuándo sería el momento idóneo; estaríamos entrando a Petrova a ciegas.
—No... — Susurró Elektra casi con miedo, se mordió el labio por un segundo antes de decidirse a hablar, cerró los ojos y suspiró profundamente como si aquello fuese difícil de decir — Tengo personas leales a mí en el interior, Mika; personas que pueden ayudarnos.
—¿Personas leales? Eli, eres una desertora, una traidora a la República, la milicia te está buscando por todas las aldeas, ¿Realmente crees que alguien se atrevería a enfrentarse al Maestre o sus guardias solo para ayudarte?
Elektra lo contempló en silencio por un minuto; Mika tenía razón en parte, ahora era una desertora, una traidora, y toda Petrova estaba buscándola; pero se había equivocado cuando había dicho que nadie sería capaz de enfrentar a Viktor para ayudarla; ella conocía a alguien que lo haría, alguien que la quería y la ayudaría sin importar el costo.
—Hay una persona — Aseguró tranquilamente mientras dejaba que su rostro se dibujara en su mente.
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Noah despertó a la mañana siguiente con un fuerte dolor de cabeza, había vuelto a beber demasiado; su sien palpitaba y su boca estaba completamente seca. Salió de la habitación medio tambaleándose, y se dirigió a la cocina por algo de agua.
Elektra giró la vista en lo que escuchó pasos detrás de ella, apenas había logrado pegar un ojo en toda la noche; Mika y ella habían dormido un par de horas antes de que amaneciera, ahora se sentía más cansada que nunca; pero todos sus sentidos se pusieron alerta en lo que vislumbró la tenue figura de Noah acercándose.
Tragó en cuanto vio el torso desnudo del chico. Su pantalón desabrochado colgaba precariamente de sus caderas, dejando al descubierto dos pequeños huesos en forma de V y un abdomen dorado y perfectamente marcado que subía remarcando su clavícula y largo cuello. Llevaba el cabello dorado alborotado, como si se acabase de despertar, y una pequeña sombra de barba comenzaba oscurecerle la barbilla.
—Parece que no pasaste muy buena noche — Replicó Mika alcanzándole un vaso de agua fría — Deberías dejar de beber.
Noah tomó el vaso mientras pasaba su mano contra su frente como si estuviese en dolor.
—¿Desde cuándo te importa si bebo o no?
—Desde que los tributos están cada vez más cerca y no hemos encontrado aún una caza lo suficientemente grande como para ofrecérsela a la milicia.
Noah dejó a un lado el vaso de agua y enfrentó con la mirada a su hermano; Elektra se encogió en la silla sin saber muy bien qué hacer, nunca los había visto discutiendo, al menos no de aquella forma, Mika jamás perdía los estribos con Noah, y éste no solía mirar a su hermano de aquella manera.
—Pues no te he visto intentando cazar ningún tributo, hermanito — Siseó Noah — No sabía que la responsabilidad completa de la aldea recaía sólo sobre mis hombros. ¿Crees que es fácil para mí salir todos los días al bosque en busca de algún animal que nos salve? ¿Crees que no sé lo que está en juego aquí?
Mika calló por un segundo, Elektra se daba cuenta de que intentaba controlarse, mantener la compostura.
—No pretendo hacer recaer toda la responsabilidad sobre ti, Noah; pero este no eres tú, nunca te has emborrachado dos noches seguidas, mucho menos teniendo los tributos y los juegos tan cerca, ¿A qué estás jugando?
—¿Jugando? — Bufó Noah entre risas — Me he destrozado las manos y los pies intentando cazar algo para los tributos. Desde que tengo uso de razón lo único que he hecho es cazar para salvar a la aldea; es para lo único que les importo, para salvarles el pellejo una y otra vez.
—Sabes muy bien que eso no es cierto.
Mika nunca lo había visto así, Noah era arrogante, rebelde y desobediente; era parte de su personalidad, podía ser insolente cuando lo quería; pero nunca se había referido a sí mismo de esa manera, nunca había imaginado que era así como se sentía.
—Es para lo único que les importo, ¿Crees que no sé lo que opinan todos de mí?
—Noah...
Mika quiso replicar, decir que eso no era cierto, que estaba equivocado, pero su hermano había dado media vuelta hasta su habitación y los había dejado solos.
—Lo siento — Se disculpó Mika en dirección a Eli — Lamento que hayas tenido que ver eso.
Elektra negó con la cabeza sin saber qué decir; no se atrevía a hacer ningún comentario, sentía que aquello no le correspondía a ella, que era una intrusa en su familia, y las opiniones de terceros siempre salían sobrando. Mika tomó los platos donde habían desayunado y se dirigió a la cocina dejándola sola.
La puerta de la habitación de Noah volvió a abrirse y el chico apareció en el pasillo con las botas y la camisa puesta. Elektra lo contempló queriendo decir algo; su corazón palpitaba fuertemente en su pecho, sabía que se había prometido mantenerse alejada de Noah, pero no podía evitar sentir las intensas ganas de confortarlo.
—Noah... — Llamó suavemente desde su silla.
El chico se detuvo a medio camino en la sala y la contempló a los ojos por unos segundos. Elektra intentó ponerse de pie, pero Noah meneó la cabeza con hastío mientras bufaba, y salió de la casa sin mirar atrás.
Elektra se dejó caer en la silla nuevamente preguntándose qué sucedía, mientras clavaba la mirada en la puerta por la que el chico había desaparecido; nunca lo había visto así, y de alguna manera, el sentirse rechazada por Noah la había hecho sentir peor que cualquier otra cosa.
—Hoy iremos de caza — Anunció Mika saliendo de la cocina — Eres buena con el arco, ahora necesito comprobar que eres igual de buena con objetos en movimiento; dijiste que quería ayudar, por los momentos no hay nada que podamos hacer para derrocar a Viktor Petrova, pero hay algo que hacer si queremos salvar a la aldea.
Elektra asintió mientras se ponía de pie; sabía que su vendetta debería esperar hasta que la aldea se encontrase a salvo, era su turno de ayudar a salvaguardar lo que su padre se empeñaba en destruir.
Caminaron en silencio hasta dejar la aldea atrás, no había animales que cazar tan cerca de las casas, debían incursionarse más profundamente en el bosque si querían encontrar algo.
Los altos árboles verdes con hojas naranjas, pronto comenzaron a alzarse cientos de metros por encima de sus cabezas; el aire se tornó más puro y el frío les hacía castañar sus dientes; pero corriendo a través de aquel espectacular bosque de matices verdes, naranjas y marrones, Elektra se sintió más viva que nunca. El arco golpeaba suavemente contra su espalda mientras corría esquivando árboles caídos o rocas que se atravesaban en su camino.
—Tenemos que buscar animales grandes — Advirtió Mika, deteniéndose en mitad del claro — Tenemos suficiente caza menor para entregar a la milicia, pero sin un ciervo, un oso o un venado, no tendremos caza mayor, y pagaremos el precio.
Elektra asintió, comprendía la importancia de la caza mayor, necesitaban encontrar algo que sirviese de tributo, algo lo suficientemente grande como para compensar el montón de caza menor que habían recolectado; pero no era tan fácil como creía, lo único que divisaba a su alrededor eran aves silvestres, ardillas o liebres corriendo asustadas lejos de ellos, nada que realmente valiera la pena.
—No lo entiendo — Se quejó tomando asiento sobre una de las rocas que estaban en el suelo; un moho verdoso estaba creciendo en uno de sus lados y le manchaba el pantalón — Hemos andado por horas y no hemos visto nada; ningún animal lo suficientemente grande para que sirva.
—No podemos darnos por vencidos.
—Pero qué si no hay — Insistió Elektra sintiéndose derrotada, ni siquiera el constante entusiasmo o positivismo de Mika lograba animarla — ¿Cómo puedes estar seguro de que encontraremos algo? Nos estamos acercando al invierno, la mayoría de los animales hibernan, el frío me cala los huesos y el suelo comienza a ponerse más duro; es casi imposible encontrar algo.
Mika colgó el arco nuevamente en su espalda, por primera vez lucía cansado y su aura de positivismo comenzaba a menguar. Tomó asiento junto a Eli y respiró profundamente.
—Para el tributo pasado casi perdíamos la fe — Dijo suavemente contemplando la extensa planicie verduzca que se presentaba frente a él — Apenas logramos encontrar un animal el último día; fue Noah quien lo encontró, supongo que en parte tiene razón sobre lo que dijo en la casa. La aldea confía en él para encontrar los tributos, le atribuyen una responsabilidad que debería ser de todos.
Elektra lo contempló con compasión, intuía que Mika nunca discutía con su hermano de esa manera, ambos estaban asustados por el inminente día de los tributos; pero ella estaba dispuesta a hacer cualquier cosa con tal de ayudarlos.
—No será solo su responsabilidad — Aseguró tomando la mano del chico — Lo ayudaremos, conseguiremos lo que necesitamos. Tienes razón, Mika, no podemos rendirnos.
El chico sonrió y apretó la mano de Eli; su piel fría hacía contraste con el calor que emanaba de la suya. Aquel simple gesto, el simple y sutil roce de su mano lo estremecía; sentía que desde hacía días los únicos ojos que contemplaba eran los de Eli.
—Continuemos — Exclamó poniéndose de pie — Aun tenemos trabajo por hacer.
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El sol brillaba en el horizonte con fuerza, pero sus rayos no lograban calentar del todo el cuerpo de Noah. Había corrido sin detenerse ni una sola vez, llegando incluso más lejos de lo que jamás lo había hecho. Las inmensas colinas y montañas de tonos marrones con blanco se dibujaban frente a sus ojos en la distancia y el furioso viento batía sus dorados cabellos sin misericordia.
Noah se detuvo en la cima de una de las últimas colinas antes de cruzar las fronteras. Ese era su lugar favorito, desde ahí podía ver Petrova en todo su esplendor; el sinfín de terreno salvaje que se extendía frente a él, inmensos e inacabables pinos cubiertos por las primeras escarchas de nieve; y más allá, casi en lo que para él parecía el fin del mundo, las amplias y colosales olas del mar embravecido rompían con un estruendo contra las inmensas rocas de la orilla.
El chico tomó aliento nuevamente respirando el sutil aroma a salitre que se extendía por la planicie; lo habría dado todo en ese momento por no detenerse, por continuar corriendo, por llegar hasta el fin del mundo y no dar marcha atrás; pero aún había muchas cosas por hacer, aún tenía un cometido que cumplir. Cerró sus ojos fuertemente concentrándose en sus otros sentidos; podía escuchar los suaves pasos de algún animal a lo lejos, pero eran demasiado livianos, demasiado cortos para ser de un animal grande; las aves revoloteaban sobre los árboles, los conejos se internaban nerviosos en sus madrigueras, y el aire se había llenado del inconfundible olor a inverno. Nada de eso le servía, no había nada que cazar en esas tierras.
Contempló nuevamente la planicie frente a él; miles de hectáreas sin examinar; las contempló casi con anhelo, tal vez en ese pedazo de paraíso perdido estuviese la clave para salvarlos; pero Noah no se atrevía a adentrarse más allá de las fronteras, no temía por él, sino por lo que pasaría con Mika y con la aldea si no volviese.
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—¿Algo? — Preguntó suplicante el anciano frente a Mika mientras volvían a la aldea — Dime que encontraron algo, un rastro, lo que sea.
Mika negó apesadumbrado, habían pasado toda la mañana y la mitad de la tarde rastreando en la zona, alejándose cada vez más de la aldea; pero no habían dado ni con el más mínimo rastro de algún animal; nada salvo pequeñas criaturas que no servirían para los tributos.
—Lo siento, Karim, no hemos encontrado nada.
El anciano respiró profundamente mientras dirigía la mirada hacia los más jóvenes que jugaban en el centro de la plaza; los ánimos de todos decaían a medida que pasaban los días y los tributos se acercaban, "Tal vez este sea el fin" se leía en los ojos de los cientos de habitantes; todos se habían unido a la caza, luchando y rastreando en pos de un bien común, pero cada uno de ellos volvía con las manos vacías.
—El Gobernador envió a todos sus hombres al bosque esta mañana — Dijo, volviendo su mirada a Mika — Se dividieron en grupos, pero ninguno ha tenido suerte. Escuchamos de dos de las otras aldeas, ninguna ha tenido suerte hasta los momentos tampoco.
—¿Qué hay de las montañas? — Inquirió Mika y Elektra pudo notar la preocupación en su voz.
—Nada. Noah viene de allá, llegó hasta las fronteras, pero no pudo rastrear la pista de ningún animal.
Mika respiró profundamente; solo quedaban cuatro días para los tributos y cada vez se hacía más claro el hecho de que tal vez no encontrarían nada que ofrecer a tiempo.
—Encontraremos algo — Aseguró — Quizás podamos darles más armas; Roger estaba trabajando en un nuevo dispositivo, tal vez les interese, y podemos pedirle a las costureras que redoblen la manufactura de telas para entregar... no lo sé, encontraremos una manera.
El anciano asintió, pero estaba claro en sus ojos que no estaba seguro de que las ideas de Mika dieran resultado, sin embargo, era todo lo que tenían.
—Encontraremos una forma — Lo tranquilizó Elektra apretando suavemente su mano — No nos rendiremos.
Mika asintió y le sostuvo la mirada, era capaz de perderse en la profundidad de aquellos ojos verdes por toda la eternidad.
Elektra le sonrió hasta que vislumbró una cabellera rubí a lo lejos, que se aproximaba hasta donde ellos se encontraban. No necesitó verla dos veces para distinguir enseguida a la chica que había visto en el lago cuando estaba con Noah; era Irina.
—Mika — Saludó ignorando por completo a la chica — El Gobernador te estuvo buscando toda la mañana; envió a todos los cazadores al bosque.
—Eso me acaba de decir Karim — Replicó apartando finalmente la mirada de Eli y clavándola en la de la otra chica — Estuve afuera cazando por mi cuenta; pero no hay novedades.
—¿Cazando? — Inquirió enarcando la ceja y desviando momentáneamente la vista hasta Elektra — ¿O entreteniéndote?
Mika se puso derecho ante el comentario de Irina, su rostro siempre sonriente y amable se tornó serio y amargo.
—No sé a qué te refieres.
—A nada en específico — Replicó con aire de superioridad — Solo hacía un comentario.
Elektra clavó sus ojos en ella con desprecio, sabía lo que estaba haciendo, su comentario no tenía que ver con Mika y ella, sino con Noah. Y casi como si aquel pensamiento saliese volando de la cabeza de Elektra, la figura de Noah se dibujó detrás de Irina.
—¿Qué haces aquí, Irina?
La voz de Noah era fría como el hielo e hizo que Elektra se estremeciera. La fina sombra de la barba seguía en su rostro oscureciendo sus facciones y dándole un aire salvaje; la chica lo contempló absorta sin darse cuenta, pero Noah nunca le devolvió la mirada.
—Oh, solo conversaba con tu hermano y tu amiga — Replicó haciendo énfasis en "Tu" — ¿Algún problema?
Ambos se sostuvieron la mirada retadoramente durante varios segundos; Elektra sabía que Noah la estaba desafiando a decir algo sobre lo que había visto, y que Irina se moría por dejar escapar el comentario frente a Mika; pero en cambio, para el completo asombro de Elektra, Noah le dedicó una sonrisa de medio lado a la chica, que frunció el ceño confundida, y luego rodeó su cintura con un brazo.
—¿Por qué no vamos a un lugar más privado? — Casi murmuró a su oído — Estoy seguro de que Mika y Eli tienen cosas por hacer.
Irina lo contempló anonadada sin dar crédito a lo que escuchaba; pero también sonrió y miró a la chica con suficiencia, casi restregándole en la cara que Noah le pertenecía; y Elektra no pudo evitar sentir que de alguna forma era cierto, él la había besado, y había jurado que lo que había sucedido entre ellos había sido sincero, pero ahora que contemplaba la forma en la que Irina contoneaba su cintura contra Noah, y pasaba sus dedos seductoramente por su rostro, sabía que se había equivocado por completo.
—¿Por qué no vamos a mi casa? — Inquirió Irina a Noah mientras acercaba provocativamente su cuerpo al suyo.
Noah sonrió ampliamente sin encontrarse con la mirada de Eli, no deseaba ver aquellos ojos, quería hacer lo que debía hacer y no pensar en nada más. Bajó la mano por la cintura de Irina hasta llegar a su espalda baja y la acercó hasta besar sus labios.
—¿Por qué no buscan una habitación? – Espetó Mika frente a ellos; Elektra apenas era consciente de lo que estaba diciendo, no podía creer lo que sus ojos estaban viendo; Noah no solo era un falso, si no que la había engañado, la había hecho creer que era sincero, que ella era especial, cuando todas sus palabras habían sido vacías — Hay personas presentes.
—¿Desde cuándo tan pudoroso y moralista, hermanito? — Inquirió finalmente soltándose de Irina — No veo mucha diferencia con lo que haces en las noches en tu cuarto.
La rabia recorrió las terminaciones nerviosas de Mika, Noah nunca le había hablado de esa manera; no entendía qué era lo que le estaba sucediendo; iba a replicar, pero esta vez fue Eli quien habló.
—No tienes idea de lo que estás hablando — Espetó con fuerza, la ira escabulléndose de sus poros. Tenía los puños tan apretados que creía que sangraría, pero era justo ese dolor el que le permitía devolverle la mirada a Noah sin venirse abajo — Mika y yo...
—¿Mika y tú qué? — Interrumpió clavando finalmente la mirada en ella; sus manos temblaban, podía ver el claro dolor en los ojos de Eli, pero no podía dejarse vencer, Mika estaba presente y sabría leer sus emociones si no las disfrazaba.
—Noah, basta.
La voz de Mika era una advertencia, pero ni Eli ni su hermano lo observaban, estaban concentrados únicamente en su conversación, mientras Irina contemplaba con placer la escena.
—Oh, déjalos — Dijo Irina con una sonrisa a su lado — Parece que tienen muchas cosas que decirse.
—Este no es tu problema, Irina.
—Lo es cuando tiene que ver con Noah.
—Esto no tiene que ver con él.
—Tienes razón hermanito, no tiene que ver conmigo — Coincidió Noah, dándole la espalda a Eli — No me gustan los triángulos amorosos.
Mika tomó a Noah por el brazo y lo haló hasta él. Ambos se contemplaron a los ojos por unos segundos sin decir nada, hasta que el primero rompió el silencio.
—¿Qué demonios te sucede, Noah?
Su hermano estuvo a punto de hablar, pero una fuerte voz resonó en la aldea haciendo guardar silencio a todos. Elektra miró a su alrededor buscando la fuente del ruido, hasta que se fijó en el punto por encima de ellos, sobre el cual todos tenían la vista clavada.
Una inmensa pantalla holográfica se dibujó en el cielo de colores naranjas y rosados; era un rostro de fuertes ángulos rectos, una barbilla cuadrada, un cabello negro como la noche y unos ojos profundos y oscuros como un abismo. Ante ella estaba uno de los rostros que conocía desde que era una niña y comenzaba a dar sus primeros pasos en Petrova.
—Las aldeas serán revisadas una a una esta noche — Bramó la voz del General Straus, uno de los oficiales de su padre — Todas las fronteras estarán cerradas, Petrova castigará con severidad a cualquiera que se atreva a huir o esconderse.
Los ojos del hombre recorrieron la aldea de un lado al otro como si los estuviese observando, pero Elektra sabía que no era así; ese tipo de holograma no funcionaba en sentido inverso, no era una holollamada, era un mensaje, un mensaje grabado previamente que servía únicamente para infundir miedo.
Contempló a su alrededor mientras el mensaje continuaba sobre ellos. Todos en la aldea estaban aterrorizados, los más pequeños se abrazaban a sus padres intentando protegerse, mientras los cazadores y herreros contemplaban con odio al hombre sobre sus cabezas. Elektra respiró profundamente, el miedo también había llegado hasta ella; faltaba menos de una hora para el anochecer, a medida que el mensaje continuaba, el firmamento se iba oscureciendo con rapidez. Si el General entraba en la aldea, no habría disfraz que pudiese usar, sabría que era ella al instante, ¿Cómo no iba a reconocer a su propia sobrina?