Querida Kitty:
Mi padre ya se ha retirado de su trabajo y ahora pasa mucho tiempo en casa. Imagino que ha de ser muy difícil para el sentirse inútil.
El otro día, cuándo nos paseabamos alrededor de nuestra plaza, papá empezó a hablar de un escondite. Decía que iba a ser muy difícil para nosotros vivir completamente separados del mundo exterior.
— ¿De qué hablas, padre? — le pregunté.
— Nada, hija, nada — me respondió, solo es bueno estar preparados por si los alemanes nos persiguieran. Tú sabes bien que desde hace más de un año, nosotros transportamos muebles, ropas y cosas a casa de otras gentes. No queremos que nuestro bienes caigan en manos de los alemanes, y menos aún queremos caer nosotros mismos. No los esperaremos para irnos. Podrían venir a buscarnos. Pero no te preocupes, disfruta de tu tiempo que nosotros nos encargaremos de todo.
Mi padre trataba de que no me angustiara, pero su seriedad me había preocupado mucho. ¡ Ojalá no sea necesario usar ese dichoso escondite!
Hasta pronto.
Tuya. Ana