Llegando a la clínica Santa Elena, Amelia y Dylan estaban preocupados. Los dos tenían una angustia que no podían manejar.
La clínica estaba muy movida, bueno, era una clínica y eso era normal. Ellos preguntaron a una enfermera dónde era que quedaba la gente ingresada por trauma, y ella los guió.
Cuando ambos llegaron afuera de la habitación de Thiago vieron una escena que no esperaron ver nunca. Bartolomé y Mar abrazados. Bueno, en realidad él la estaba abrazando, pero ninguno esperaba eso.
Carraspeando Amelia, llamó la atención de ambos. Tenía la garganta seca. – ¿Les dijeron como e-esta?
Mar negó con la cabeza mientras que se levantaba y se iba a abrazar a su amiga. La necesitaba. Por el lado de Dylan fue con Bartolomé, ambos tenían una buena relación y él no podía imaginarse lo que debía estar sintiendo el hombre.
Lía cuando Mar estuvo cerca la abrazó y sintió como ella lloraba y sollozaba. Se fueron a sentar mientras que, la rubia la consolaba y calmaba.
Llegó Justina y ella empezó a consolar a Bartolomé.
Amelia, Dylan y Marianella estaban en silencio, los tres. Dylan no aguantó más y abrazó a las dos chicas. Estaba mal por su amigo y no sabía que podía llegar a pasarle.
– Hay que pensar en positivo. Va a salir todo bien. Yo lo puedo sentir. – y cuando terminó de hablar salió un médico de la habitación de Thiago. Inmediatamente todos se levantaron y miraron atentos al médico, tenían esperanzas de que él estuviera bien.
El médico miró solamente a los adultos. A él le tenían que hacer una transfusión de sangre, y el único que tenía la misma sangre que él era Bartolomé.
Cuando Bartolome entró en la habitación con el médico detrás de él, Dylan se levantó. – Voy a buscar café. ¿Quieren? – sus amigas negaron por lo que él miró a Justina y ella asintió. Justina le iba a dar plata pero él se negó. –Yo invito.
Y se fue. Inmediatamente después de eso Justina miro a las dos amigas que estaban paradas y miro mal solamente a Mar. – Óiganme pedazos de tarro de mugre, se van inmediatamente para la mansión. Acá no tienen nada que hacer. – señaló la puerta y ambas negaron.
– Nosotras no nos vamos a ningún lado, Justina.– le contestó Mar.
– Y si no quiero armar un alboroto, le recomiendo que cierre la boca y se siente. – cuando terminó Amelia de decir eso le hizo una sonrisa demasiado falsa. Justina miró ofendida a ambas, mientras se sentaba en el banco.
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Al otro día, Mar dormía en el hombro de Amelia y la rubia repetía lo mismo con el morocho. Los tres se habían negado a irse, querían acompañar a Thiago.
Cielo al verlos se acercó a ellos y se arrodilló frente a los tres. – ¿Cómo está Thiago, chicos?
– No nos dijeron nada todavía, y tampoco nos dicen. No doy más, Cielo. – respondió Mar con la voz rasposa de no hablar.
– Estamos esperando, recién entró Justina. – Dylan recibió un mensaje de su papá y se tuvo que ir, se despidió diciendo que iba a volver y que cualquier cosa que pasará le dijeran.
Cuando cielo abrazo a las chicas, salieron Bartolomé y Justina de la habitación. Ambos tenían la cara que reflejaba cuán cansados estaban y lo preocupados que se sentían.
Justina al ver a Cielo casi se cae, era obvio que ella no la esperaba ahí. – Pero cómo te atreves a venir acá, rata.
– Barto, ¿Podemos entrar a ver a Thiago un minuto?
El hombre miró a Justina y después a las dos rubia y a la morocha y habló. Justina estaba más que negada. – No se permiten visitas, pero… – Justina volteo la cabeza como si dependiera de eso su vida y lo miro más que confundida. Pero Bartolome sin tomarle importancia, señaló la puerta con la cabeza.– Pasen, él las necesita.
Mar y Lia se levantaron cuando terminó de decir eso, y entraron a la habitación de Thiago las tres juntas.
Cuando vieron a Thiago en esa cama, a las tres se les oprimió el pecho al ver cómo estaba el de lunares.
Mar inmediatamente se acercó a él para hablarle. Tenía la voz rota. – Vamos Bedoya, no me aflojes ahora. – miró a Cielo y Lia que estaban una de cada lado de la camilla y preguntó.– ¿Él me estará escuchando?
– Seguro que si, mí amor. – le respondió Cielo mientras le hacía mimos en el hombro.
– Él es f-fuerte, y va a estar bien. – dijo Lía y Cielo asintió a lo que había dicho la rubia. Después de que dijo eso entró el médico y enfermero detrás de él.
– ¿Qué hacen ustedes acá?
– Doctor disculpe. Queríamos saber cómo estaba, nada más. – le habló Cielo cuando vio que se estaban acercando a Thiago.
– ¿Doctor se va a salvar? ¿L-lo pueden salvar? – Mar empezó a hacer preguntas una detrás de otra de forma acelerada, sin darles tiempo de comprender que decía correctamente. El médico al ver el estado en el que ella estaba, las echó de la habitación.
Amelia al ver qué las estaban sacando de la habitación, se acercó a Thiago y agarró su mano, y la sintió fría. – Vas a estar bien, morocho.
Cielo se frenó para poder hablar con el médico, ella quería estar segura de que pasaba con el menor. Mar y Lia al ver a cielo hablando con el médico se quedaron escuchando, era obvio que a ellas no les iban a dar una explicación de cómo estaba.
Cielo le hizo algunas preguntas, pero la respuesta del médico las dejó heladas a ambas.
Y después de eso las tres salieron de la habitación, nuevamente a esperar noticias de Thiago y de su estado. Sabiendo que quizás Thiago no iba a despertar.
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Amelia frustrada por toda la información que había recibido se levantó de la silla, y salió a caminar por la clínica.
Necesitaba estar sola, y pensar.
Caminando por un pasillo en el que no había nadie, se sentó y apoyó su cabeza contra la pared. Decir que estaba cansada era poco. Sentía que su espalda no daba más, y soltó una risita.
– Parezco una mujer de ochenta años. – dijo a nadie en específico, mientras reía suavemente.
Después de su comentario se quedó en silencio, mientras miraba a su alrededor. El pasillo estaba un poco alejado de todos, y se podía ver cómo la gente pasaba por el pasillo general.
No le estaba prestando atención a la gente, pero cuando vio a un hombre mirándola con una sonrisa suave se percató que la gente no lo miraba, que lo pasaban por alto.
Levantándose se acercó al hombre y vio como él se alejaba a otro pasillo parecido en el que se encontraba anteriormente ella.
El sintiendo la presencia de ella se giró y la vio con una sonrisa suave y al mismo tiempo tierna. Amelia se confundió al ver cómo él la miraba como si la conociera.
– ¿Te conozco? – fue lo único que pudo salir de sus labios.
Él ignorando su pregunta sonrió de lado y le contestó. – Nunca pierdas las esperanzas, Amelia. Sos fuerte. – se giró y después susurró algo que Amelia cuando lo escucho sintió una cosa en el pecho. – Nunca dejes de buscar.
Y se fue. Amelia cuando el hombre mayor se fue sintió algo en el pecho, como si ya lo conociera de otra parte. Estaba sorprendida por el aura blanca que emanaba, como solo ella lo podía ver.
Estoy loca, esto es lo único que me faltaba, ver gente, pensó mientras volvía con sus amigos.
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Ya en la mansión, ya habían pasado dos días, y Thiago estaba muchísimo mejor.
Había un par de cambios. Por ejemplo, Thiago había preferido estar en la habitación de los chicos que en la suya. Bartolome estaba raro, en el sentido de que ahora era un santo con los chicos.
Jaz, Rama, Brenda, Mar, Aleli, Lia y Thiago se encontraban en la habitación de los chicos. Brenda les había propuesto ayudarlos con el tema de sus familias por lo que había pasado con Lleca.
Thiago había atendido una llamada de su viejo, y se había enterado de que Bartolomé le había pagado a una pareja para que se hicieran pasar por los papás de Lleca y así desilusionar lo.
Brenda estaba anotando todo en una libreta.
– ¿Ella va a ir a buscar a mí mamá? – preguntó Aleli mirando a su hermano, intercalando la mirada en Brenda.
– No, no, pero va a tratar de averiguar algo con su padre que es policía. – miró a Brenda. – Pero que de esto no sospeche tu viejo.
– No entendí.– lo miro y después a su hermana.– ¿Seguimos?
Vio a algunos asentir con la cabeza mientras que Amelia y Jaz se quedaron quietas. Alelí miró a Brenda y empezó a hablar. – Mi mamá se apellida Ordóñez y fue con la familia Binolo a Miami. Encontrala, una dirección o algo. – le pidió suplicando. – Tengo muchas cartas para ella.
– Voy a hacer lo imposible para poder encontrarla, quédate tranquila. – dijo anotando todo el la libreta con una sonrisa. – Bueno, ¿Mar?
– Ehh, no, no te gastes, en serio, seguí con otro.
– Sandra Rinaldi. – le respondió Thiago a la pregunta de Brenda y Amelia sonrió con ternura a Thiago, era obvio que él amaba todavía a Mar, y esas cositas "chiquitas" eran tiernas. – Es la mamá.
– Bueno, solo quedan ustedes chicas. – dijo mirando a Jaz y Lía. Ambas estaban incómodas. Jaz respondió primero.
– Murieron mis papás.
– Uy, perdón. ¿Que paso? – preguntó Brenda interesada.
– L-los mataron. – Brenda aparto la mirada con tristeza y después miró a Lía.
– ¿Lía?
– Mis papás también murieron. – Brenda la miró con tristeza. Pero antes de que Amelia pudiera decir otra cosa, Rama habló primero.
– Pero, ¿No eran tus papás adoptivos? – le dijo sacándole una sonrisa a Amelia. Ella no podía creer que él se acordará de eso, Rama sonrió con ternura cuando la vio y Brenda, sin querer admitirlo, sintió celos al ver cómo su novio le sonría a la rubia. Ella tenía una inseguridad con Mar, pero jamás pensó que tendría una inseguridad con la rubia. Sentía celos su novio y su amiga pudieran tener química, o que haya algo más entre ellos.
– Si, eran mis papás adoptivos. – respondió sonriendo, y sus amigas no pasaron por algo las sonrisas de ambos, como todos en la habitación en sí.
– ¿Tenés algo de ellos, o algo que sepas de tus papás biológicos? – preguntó Brenda forzando una sonrisa.
– No. Me abandonaron cuando era chica y no me dejaron nada. Solo el collar que tengo puesto con mí nombre. – suspiró incómoda. Ella no sabía que a Brenda le iba a afectar una sonrisa, pero se reprendió a sí misma, Brenda era su amiga.
Bartolomé entró a la habitación cortando todo tipo de conversación y saludó suavemente con la mano a todos. – H-hola. –miró a Thiago.– ¿E-estas mejor?– Thiago solo asintió con la cabeza.
– Si, estoy mejor. Los chicos me cuidan. Mar me preparó el desayuno. Mejor imposible, ¿No?
– Gracias, Mar. – dijo Bartolome sorprendió a todos. – Gracias a todos. Thiaguito los necesita purretes. No lo dejen, eh.
– No pensábamos hacerlo. – fijo Amelia intentando cortar un poco la tensión que había. Cuando Bartolomé la miró, él empezó a tener recuerdos de cuánto los había lastimado. Primero con Mar, recordó todo lo que le dijo e hizo. Después con Aleli. Con Rama, y con Jaz.
Cuando pasó con Amelia también tuvo flashbacks.
Flashback
Bartolomé estaba agarrando del cuello a Amelia, la tenía del cuello porque ella no le quería dar toda la recaída. Era algo tonto, pero ese día Bartolomé estaba con los cables pelados y en cualquier momento iba a ver cortó, y le tocó a Amelia pagar los platos rotos.
Enojado, llevó de los pelos a Amelia al cuarto dónde los encerraba y los dejaba sin comer y sin agua.
La encerró ahí, ignorando todo los que ella le decía.
– ¡Sacame! –exclamó Amelia golpeando la puerta.
– Pimpollo, tendrias que empezar a pensar un poco las cosas. – Dijo yéndose con furia.
– Lo odio, odio, odio, ¡Lo odio con todo mí ser! ¡Mierda! – grito enojada. Literalmente Amelia no había hecho nada malo, solo le había escondido una billetera. Sentía un poco de dolor en el cuello por la presión que había hecho Bartolomé.
– Don Barto, ¿Está bien? – preguntó Rama sacándolo de su trance. Todos lo miraban confundidos.
– Eh, si claro. – respondió suavemente. – Sigan, sigan che. – hizo una mueca algo parecido como una sonrisa y se fue.
– Esta raro. ¿Qué onda? – preguntó Thiago, y Mar intentó distraerlo ignorando a medias su pregunta.
Brenda empezó a preguntar quiénes faltaban para ver si podía investigar sobre el pasado, y Amelia le cayó la ficha de que Tachó no estaba.
Jaz empezó a preguntar por él, y Thiago le respondió que se hizo un bolso y que iba a lavar ropa. Cosa que le pareció estúpida a Amelia, era obvio que se estaba yendo. Jaz en la desesperación salió a buscar a tacho.
Brenda preguntó qué había pasado, y Mar le resumió la relación rara que tenían Jaz y Tacho, y lo que había pasado entre ellos. Jaz se había ido a firmar un comercial, y se ve que Tachó la vio besándose con Nacho.
Amelia sintió que su celular vibraba, cuando lo miro era un número desconocido y sintió que su corazón iba más rápido. Ella pensaba que cada vez que la llamaban era su tía de un nuevo número, y cuando atendía se daba cuenta de que no era así.
Atendió.
– ¿Hola?
– Rubia, soy Tacho. – le dijo del otro lado Tacho suspirando.
– Rubio. – la miraron confundida por lo que dijo "Tacho" con los labios. – ¿Dónde estás? ¿Que onda?
– Telón.
– Si, ya se, ¿Telón con todo?
– Si, telón con todo. No aguanto más. – dijo tacho con la voz un poco más suave y un poco desanimada.
– Rubio… ¿Que pasa?
– Nada… bardos del pasado que tengo que resolver.
– Decime donde estás. – pregunto un poco desesperada porque conocía la locura de su mejor amigo.
– Te quiero mucho, Lía. Sos mí mejor amiga.
– ¿Tacho, donde estás?
– Saluda a todos de mí parte, y pásame con Rama, por favor, rubia. – dijo ignorando nuevamente las preguntas de la rubia. Enojada con él, le pasó el teléfono a Rama, sabía que no le iba a decir nada y no quería pelear con él.
Le dio el teléfono a Rama y se fue de la habitación, para poder estar sola. Antes de irse le había pedido a Rama que se lo dejara en la cama de ella cuando terminara de hablar con Tacho.
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En el salón de baile estaban todos hablando de Tacho. El al final se había ido, y no sabían a dónde.
Mientras veían cómo hacer para que él vuelva, entró Bartolomé con unas bolsas y con una sonrisa.
– ¿Rama? – él dijo algo y Bartolomé hizo una seña con las manos. – No eh, tranquilo, tranquilo. Quería decirle a tu media naranja si se quería quedar a comer con nosotros. – Rama miró confundido a Bartolomé y después miró a Brenda. – Tranquila, no le voy a decir nada a tu papá. Les traje unos regalitos. Toma Ramita. – le pasó las bolsas a Rama. – Bueno, ¡a lavarse las manos que hoy hice milanesas con puré!
– ¿Usted? – le preguntó Aleli como si tuviera tres cabezas en vez de una.
– ¡Si! Y para vos un regalo muy especial. –saco un chocolate y se lo dio.– ¿Qué rico, no? – pregúntale emocionado.– Bueno, a lavarse las manos.
Después de eso se acercó a Thiago y le dijo algo que Amelia no pudo escuchar. Ella estaba un poco confundida con el comportamiento de Bartolomé y como los estaba tratando últimamente.
holaa, como están??
El capítulo está narrado en narrador omnisciente.
Perdón por haber desaparecer por más de una semana, pero tuve una semana difícil y me estuve sintiendo muy mal y no tenía muchos ánimos de escribir.
Prometo que está semana voy subir uno o dos capítulos más narrados de esta manera, pregunta, ¿Les gustan los capítulos así, o quieren que los empiece a narrar Amelia?
Digo Amelia porque es la protagonista, y se cómo piensa, pero puede llevar a ser otro personaje. Sería un desafío kahsjs
¿Ustedes cómo están?
Muchas gracias por el apoyo a la novela :)
No sé olviden de votar y comentar💐
lxs quiero<33