❧ 𝗹𝗲𝗻𝗴𝘂𝗮𝗷𝗲 𝘀𝗲𝘅𝘂𝗮𝗹 𝗲𝘅𝗽𝗹𝗶́𝗰𝗶𝘁𝗼
❧ 𝗽𝗲𝗿𝘀𝗼𝗻𝗮𝗷𝗲𝘀: natasha x mujer
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❝¿𝓶𝓮 𝓭𝓮𝓼𝓮𝓪𝓼?❞
pt. 2
Después de su último encuentro, Romanoff contaba cada minuto del día para toparse con cierta morena de ojos claros.
Un día por la noche, después de buscarla por todos lados, Natasha pasó su mirada por el laboratorio, y en uno de los escritorios, pudo observar a Maia haciendo un análisis de alguna cosa extraña, mientras Tony se encargaba de monitorear el proceso.
— Mira quién viene a molestar — se quejó el castaño, cuando la rusa se acercó a observar
— No vine a molestar, Stark. Vine a ver su trabajo.
La morena sonrió para sí misma, imaginando el por qué del repentino interés de Natasha en los proyectos del laboratorio.
— ¿Puedo? — la pelirroja señaló la silla a un lado de su compañera, y esta asintió casi de inmediato, dándole un pequeño vistazo al ajustado traje de cuero que llevaba la agente.
El cierre que iba desde su pecho hasta su ombligo, parecía más abierto de lo normal, dejando ver un poco el inicio de los senos de la pelirroja, lo cual no ayudaba mucho a la increíble imaginación de la morena.
El castaño se acomodó en el escritorio de enfrente, dándole la espalda a ambas, mientras usaba el destornillador para desarmar cuidadosamente a Red Wing.
A Stark le daba igual quién fuera a ver su trabajo, mientras no fueran una molestia, y no hablaran mientras él intentaba concentrarse.
— ¿En qué trabajas? — cuestionó Natasha en un tono bajo, observando con atención el rostro concentrado de Maia
— El traje de Scott tiene algunas fallas —explicó, moviendo algunos pequeños cables en lo que parecía ser un cinturón
La pelirroja asintió, y se recargó sobre la mesa para fijar su mirada nada más en la preciosa morena a su lado, quien sonrió apenas sintió esos preciosos ojos verdes recorrerla de arriba a abajo.
La mano de Natasha se posó sobre el muslo de la ojiazul, y de inmediato, un escalofrío recorrió su cuerpo.
El hecho de tener las manos de Natasha sobre ella, la ponía nerviosa, y la desconcentraba de su importante trabajo.
El desarmador se resbaló de sus manos cuando la mano de la pelirroja comenzó a subir y bajar por su muslo, acariciando suavemente por encima del pantalón color negro.
— Nat... — trató de detenerla, pero cuando su mirada chocó con los ojos verdes de la pelirroja, y la pequeña sonrisa que esta tenía, no pudo imponerse.
— Dime — sonrió inocentemente — ¿Necesitas ayuda con algo?
Maia tragó saliva cuando la mano de Natasha se colocó en el borde de su pantalón, moviéndose lentamente hasta el broche.
— No podemos hacer esto aquí — murmuró, señalando con la vista a su compañero
— ¿Hacer qué? — susurró Natasha cerca de su oído, fingiendo inocencia — Sólo quiero ayudarte
Sus hábiles dedos finalmente desabrocharon el pantalón de la morena, y su mano se deslizó entre la tela de sus bragas y la de su pantalón.
Maia tuvo que morderse con fuerza el labio inferior para evitar soltar un gemido que las exhibiera
— Parece que alguien está mojada— murmuró Nat
Trató de retomar lo que hacía, concentrándose en los cables cruzados, pues sabía que Natasha no se detendría, y ella tampoco quería que lo hiciera, sólo que en ese momento, tenía algo que arreglar antes de envolverse en la tentación.
Natasha dejó un pequeño beso en la mejilla de la morena, y sonrió para sí misma cuando observó sus mejillas volverse rojizas de a poco.
Los dedos de la pelirroja hicieron a un lado las bragas de su compañera, y jugó un momento con todas las sensaciones que sabía que le provocaba haciendo eso.
Por más que la chica intentaba concentrarse en no gemir, o jadear, o hacer cualquier movimiento que la delatara, era casi imposible cuando los dedos de Natasha jugaban sobre su entrada, deslizándose con su humedad.
El ruido de un teléfono las hizo dar un brinquito del susto a ambas, y sus miradas se dirigieron a Tony.
El castaño mantenía una mueca mientras buscaba su celular por toda la habitación.
— Lo dejaste en el escritorio de Banner — balbuceó Maia, tratando de mantener un tono firme
El multimillonario asintió, y cuando por fin encontró su teléfono, en su rostro pudieron ver sólo caos.
— ¿Les importa si me voy? Tengo un asunto que arreglar — anunció, preocupado
— Oh, no te preocupes Tony, nosotros nos encargamos de terminar — habló Natasha con una sonrisa, y el castaño de inmediato asintió, para luego tomar su abrigo y salir de ahí
La pelirroja le dedicó una mirada a la morena y luego se levantó lentamente de su asiento, para interponerse entre ella y el aburrido traje de Scott.
Se sentó a horcajadas sobre sus piernas, y la morena llevó sus manos hasta la cadera de Natasha.
La pelirroja se inclinó hasta el rostro de Maia, y atrapó sus labios en un lento beso.
Su lengua comenzó a jugar dentro de su boca, y de pronto ambas peleaban por dominar el beso.
Las manos de Natasha sostenían el rostro de la morena mientras esta llevaba sus manos hasta el trasero de la pelirroja.
— No podemos hacer esto aquí — murmuró Maia de repente, preocupada
— ¿Quién dice? — retó Nat, divertida — Vamos, nadie se va a dar cuenta, ya es tarde como para que alguien venga
Natasha tenía razón, a esa hora sólo Maia y Stark trabajaban en el laboratorio, porque los demás tenían hogares que atender.
La rusa bajó sus besos por el cuello de la morena, haciéndola soltar un pequeño gemido, muy cerca de su oído.
Sus manos se posaron en la cintura de Maia y lentamente se escabullieron debajo de la tela de su camiseta para viajar hasta el borde de su sostén, del que se deshizo en un segundo.
Los dedos de Natasha delinearon los pezones de la ojiazul, mientras la besaba intensamente y sentía como ahogaba cada uno de los gemidos que le provocaba.
El cierre del traje de la agente rusa, comenzaba a bajarse de a poco con cada movimiento que hacía, dejando ver cada vez más la piel de sus redondos senos.
Maia se alejó un poco de ella, para dedicarse a observarla por un segundo, y luego echó un vistazo a los escritorios, buscando el más vacío.
Tomó a Natasha por los muslos, y la levantó para caminar con ella enredada en su cintura hasta el final de la habitación, donde la dejó suavemente sobre la única mesa de trabajo vacía.
Con cuidado, bajó el cierre de Natasha, e hizo la tela hacia un lado para dejar ver su torso desnudo.
Sus manos se deslizaron por la cintura de Natasha, y con rapidez se deshizo de lo último que quedaba del traje.
No había rastro de ropa interior, más que de las bragas rojas que comenzaban a empaparse.
La morena pasó su lengua por los pezones de Natasha, quien gimió por lo bajo, echando la cabeza hacia atrás, mientras colocaba sus manos en el borde de la mesa, apretando con fuerza.
Los besos de Maia bajaron por todo su cuerpo hasta llegar al borde de sus bragas, y con su dedo índice, bajó estas hasta los tobillos de la pelirroja.
Colocó su rostro entre sus piernas y dejó un pequeño beso sobre la feminidad de la pelirroja.
Las manos de Natasha apretaron con más fuerza el borde de la mesa cuando un dedo delineó sus pliegues suavemente.
La morena dio un lenguetazo recorriendo cada parte de la intimidad de Natasha, y esta no pudo evitar gemir.
Dos de sus dedos viajaron hasta su entrada, y con total lentitud, introdujo de a poco ambos dentro de Natasha.
La pelirroja se deshizo en un gemido, y a la ojiazul no le quedó más que ahogar esos gemidos en un beso, mientras que con sus dedos, se encargaba de darle placer a su chica.
Sus dedos entraban y salían en diferentes velocidades, creando un vaivén vibrante dentro de Natasha, que se retorcía suavemente llena de placer.
Los brazos de la rusa se envolvieron alrededor del cuello de Maia, acercandola más hacia ella, mientras escondía su rostro en su cuello, y ahogaba los gemidos como podía.
Su cuerpo comenzó a tensarse y sus paredes comenzaron a contraerse, indicándole que estaba próxima a un maravilloso orgasmo.
La morena no dejó de empujar sus dedos dentro de ella, mientras dejaba pequeños besos húmedos en el cuello de Natasha.
La pelirroja buscó sus labios, para besarla apasionadamente mientras sentía una ola de placer recorrer cada parte de su cuerpo, sintiendo como se deshacía sobre los dedos de la morena.
Entre espasmos, Natasha gimió en su oído una y otra vez, repitiendo su nombre con suavidad.
Maia dejó una pequeña mordida sobre el hombro de Natasha, y la abrazó hacia ella por la cintura.
La respiración de la rusa se escuchaba agitada, y su corazón latía fuertemente contra su pecho.
Esa, había sido probablemente la mejor idea que habían tenido en sus vidas.
Maia depositó un beso en la suave mejilla de la pelirroja, mientras acariciaba su espalda con las puntas de sus dedos.
Las luces del pasillo se encendieron de pronto, y la primera en percatarse fue la morena.
— Creo que Tony regresó — murmuró asustada.
Se separó de Natasha, y de inmediato le devolvió el catsuit.
La pelirroja hizo una mueca de disgusto, y se bajó del escritorio para vestirse con rapidez.
En un movimiento, ambas estaban en sus lugares, y Tony estaba a punto de entrar sin sospechar absolutamente nada.