Nezuko abrazó ambos obsequios marchándose sin decir palabra.
Tanjiro no lo malinterpretó, la expresión de completa felicidad y a la vez curiosidad habían nublado a Nezuko al punto de no agradecer.
Cuando el dinero de Kiriya les había llegado, pensó en devolver una buena parte, al menos la mitad. Era una cantidad de dinero muy desmesurada, y con una buena administración tal cantidad conseguiría sostenerlos por toda su vida.
Pero al ser negada la opción de devolución, Tanjiro y Nezuko guardaron su parte sin dejar de trabajar; a su cuidado también quedó la parte de Zenitsu y Inosuke.
El más largo viaje consistía en ir a la fimca Mariposa durante tres tranquilos meses, pero de pronto Tanjiro expresó su deseo de viajar a la gran ciudad solo.
Nezuko se opuso. No le parecía adecuado un viaje de tal calibre, al menos sin compañía.
Siendo Zenitsu el voluntario. Él pudo distinguir su “sonido” y adivinó las intenciones.
Y es que su amigo jamás había olvidado la promesa realizada en la página más crítica de su vida. Darle a Nezuko todo lo que el destino negó a sus hermanos menores, comenzando por un kimono, cosa que ella deseaba pero priorizaba lo que necesitaban en aquellos momentos difíciles.
- Gracias Zenitsu – susurró Kamado, antes de acomodar mejor toda la comida que le había entregado un conocido de Asakusa
Al rubio siempre le había dolido no poder distinguir sonidos afables en persona que había juzgado bien y por eso ignoraba los sonidos que resonaban en las personas.
Tanjiro y Nezuko tenía un sonido que valía la pena escuchar, por lo suave del timbre y lo fuerte de la honestidad.
- Es muy hermoso – balbuceó la ojirosa al examinar el regalo de su hermano.
Era de un color rosa similar al de su antiguo kimono, pero a cambio del patrón asanoha, tenía imágenes dispuesta de forma armoniosa de las flores de sakura junto a lo que parecían perlas de color blanco.
Pero no conseguía eclipsar el regalo de Zenitsu.
Era como una ropa de ciudad, destellaba elegancia y delicadeza.
- No puede ser…
La madera cayendo estrepitosamente y la expresión enojada de Inosuke.
- ¡¿Hoy era día de darle regalos a la secuaz número tres?! ¿Acaso quieren dejar mal a su jefe? – tronó antes de perseguirlos.
Para la cena, Inosuke le extendió una gran bolsa de bellotas como regalo. Antes de prometer que desde ese momento la nombraba la líder de los cuatro por todo el día.
🌸
- Vaya – inspeccionando curiosa aquel vestido que se le hacía conocido sonrió ampliamente – Juraba que se quedó en casa de mi hermano.
La muchacha de quince años que se sentaba al otro extremo del baúl admiró la prenda.
- ¿Te lo regalaron? – preguntó.
- Si, fue tu padre. Tu tío me dio este kimono, fue una grata sorpresa luego de aquel viaje improvisado.
- Me pregunto como se conocieron… es decir, papá y tú. ¿Fue gracias a mi tío Tanjiro?
La actual señora Agatsuma sonrió ampliamente.
- Tu padre se encuentra escribiendo acerca de ello, es el más adecuado para contarte sobre nuestro primer encuentro.
Conociendo como su madre valoraba cada recuerdo, a Saori le costó entender que ella no recuerde detalles.
- Las cosas no eran fáciles en aquel entonces. Es una historia larga, ¿la escucharás? De lo contrario entender todo de golpe será complicado al no tener contexto - recordando que Inosuke contaba historias de sus hazañas a veces, advirtió - Un pequeño adelanto, las historias de tu tío Inosuke no son una invención.
Saori asintió, comprometiéndose a escuchar, mucho más animada y confusa al descubrir que "las leyendas del rey de la montaña", que habían marcado su infancia no eran fantasía.
Y fue directo donde su padre a pedir explicación.
Nezuko guardó ambos recuerdos cuidadosamente en el gran baúl.
- Ahora que lo pienso, no agradecí el regalo de forma correcta en aquella ocasión