—Te amo —susurró Seonghwa cerca del oído de su joven esposo, quien yacía con la cabeza apoyada en su pecho y con una linda sonrisa dibujada en su rostro.
Hicieron el amor esa mañana y los dos permanecían sobre la cama, abrazándose con cariño mientras la luz del sol se colaba por la ventana.
—Y-Yo tam-mbién te amo. —Yeosang afianzó más el agarre que tenía sobre la cintura del dueño del restaurante y éste lo beso en la frente, tomando su mentón para dejarle otro tierno beso en los labios, y Kang suspiró al tiempo que extraños y divertidos revoloteos de incontables mariposas le hacían cosquillas en el estómago.
El mayor le regaló una suave sonrisa y también exhaló un lento suspiro, trayendo a su mente el recuerdo de Yeosang cuando había recuperado la consciencia, en el hospital en Vancouver, varias semanas atrás.
En aquellos momentos Park se sintió perdido. Por breves instantes llegó a creer que el muchacho de ojos pequeños lo iba a dejar solo. Llegó a imaginar que nunca más volvería a ver el hermoso brillo de sus ojos, besar sus delicados labios o tocar su pálida y tibia piel.
Pero la vida era tan sabia y tan justa, que le dio otra oportunidad de ser una mejor persona y corregir los errores que cometió en el pasado con Yeosang cuando le hizo mucho daño con su indiferencia, con sus indecisiones, con sus desprecios y con sus venenosas palabras.
Solamente al recordar aquello su estómago se estrujaba, su corazón se comprimía y un sentimiento de culpa crecía en su pecho sin remedio. Seonghwa estaba tan arrepentido de todo el dolor que le había hecho sentir a su marido, pero al mismo tiempo la esperanza de sobrescribir la historia le hacía sentir un poco de calma.
Kang era tan dulce, sensible y comprensivo, que Park sabía con seguridad que podían empezar de nuevo, y sin tantas heridas. Porque la falta de memoria del menor no era impedimento para que su amor siguiera creciendo, aunque el dueño del restaurante se estuviera muriendo de ansias para que Yeosang recordara que estaban casados.
A veces sentía que no podía esperar mucho más para que eso sucediera.
—¿Has recordado otras cosas? —preguntó Park, entrelazando los dedos con los de su esposo. Kang suspiró despacio y asintió, algo que le aceleró el corazón al mayor.
—Recuer-rdo... —empezó, apretando los labios por un par de segundos—. Recuerdo cuan-ndo te fui a b-buscar al res-staurante y tú... est-tabas besándote c-con una chica.
Park se sorprendió y los nervios le invadieron el cuerpo. Porque su joven consorte había evocado una situación muy desagradable y por ningún motivo quería que se hiciera a la idea de que antes había jugado con él. En aquel momento, Seonghwa sabía muy bien que ya amaba a Sung Ku con toda su alma.
—Amor, creo que no miraste bien. Yo no estaba besando a esa chica —mencionó con toda la certeza del mundo y apretando más el agarre que había entre sus manos. Aunque no hubo ninguna reacción por parte de su pareja, y eso lo puso aún más nervioso.
—Lo sé —dijo de pronto, y Seonghwa abrió más los ojos—. Tam-mbién recuerd-do que esa noche, me d-dijiste que me amabas, p-por primera v-vez.
Y Park exhaló un largo y tranquilizador suspiro, acomodándose encima del muchacho y presionándole los labios en un sonoro beso.
—Y te lo voy a decir siempre, por todo lo que me reste de vida. Hasta que mi corazón deje de latir, o hasta que mi cuerpo deje de sentir, y después, cuando nuestras almas existan en otra vida, te encontraré otra vez y te amaré de nuevo. Tan fuerte y tan profundo como lo hago ahora.
Por enésima vez esa mañana de sábado, Yeosang suspiró, debido a las ocurrencias de los hermanos Lee. Desayunaban juntos en el comedor y Felix no dejaba de reprender a Minho por todas las "tonterías" que éste decía con respecto al guapo gerente del restaurante de Seonghwa. Kang se entretenía observándolos discutir y no podía evitar que la alegría le llenara el pecho.
Era tan reconfortante tener una hermosa y divertida familia, incluso sentía que eso le ayudaba a recuperarse mejor que cualquier medicina. Tenía un "novio" que lo amaba y unos lindos primos que lo hacía reír a cada momento.
Yeosang observó al mayor de reojo y lo sintió ajeno a lo que los chicos alegaban, pues tal parecía que le era más interesante fijar la mirada sobre su persona que poner atención a cualquier cosa de la que estuvieran hablando los niños. Y Kang se sonrojó en el instante en que Seonghwa le giñó un ojo con coquetería para después tomarlo de la mano con delicadeza y regalarle un dulce beso en el dorso. Yeosang suspiró en silencio y sintió latir su corazón con apresuramiento al mismo tiempo que le mostraba una pequeña sonrisa al amor de su vida.
—¡Eres un salvaje! —gritó de pronto Minho cuando su hermano mayor le dio un puñetazo en el brazo. Yeosang parpadeó varias veces y Seonghwa entrecerró los ojos, listo para callar a sus primos.
—¡Y tú eres un terco estúpido!
—¡Felix! —intervino Park—. Cuidado con lo que le dices a tu hermano.
—¡Pero, Seonghwa! ¡No entiende!
—¿Qué es lo que no entiende, según tú?
—Que debe desistir de la idea de acercarse a Hyunjin.
Y Park enarcó una ceja con desconcierto. ¿Desde cuándo el gerente de su restaurante era motivo para una pelea en su casa?
—¿Cómo dices? ¿Qué tiene que ver Hyunjin en todo eso?
—¡Que le gusta a este mocoso!
—¿Qué?
—¡Sí! Minho no deja de hablar sobre ese hombre y de cómo piensa hacerse su amigo para "conocerlo mejor" —mencionó Felix, haciendo énfasis en las últimas palabras.
—¿Y por qué te molesta tanto? —cuestionó Seonghwa en lugar de ponerse de su lado, algo que no pudo comprender el mayor de los Lee.
—Pues, ¡porque Minho es un chiquillo! ¿Cómo puede pensar en esas tonterías?
—¿Y q-que tiene de m-malo, F-Felix? —preguntó Kang de pronto, haciendo que los tres pares de ojos se posaran en su persona.
—Yeosang, ¿tú también? —cuestionó el joven de regreso, algo consternado.
—Felix, s-si minho q-quiere ser am-migo de Hyunjin, déjalo. En l-lugar de pel-lear con él, mejor sé un b-buen hermano may-yor y aním-malo.
—Sólo es un capricho. Ya verás que se le pasará pronto —dijo Seonghwa, y Minho hizo un puchero, pero no se atrevió a contradecirlo.
—T-tal vez —siguió Yeosang—. Pero deber-rías comprend-derlo. Hyun J-Jinen un hom-mbre muy apuesto —aseguró, Felix rodó los ojos con fastidio y Minho dibujó una enorme sonrisa antes de que Kang le correspondiera el gesto.
Pero Seonghwa no estaba nada contento con su aseveración, porque nunca antes había escuchado a su esposo hablar así de otro hombre, y por ello no pudo evitar que unos celos irracionales surgieran de pronto en su pecho, y éstos fueron tan estresantes y molestos que, sin decir una sola palabra más, se levantó de la mesa y se dirigió a su despacho ante la desconcertada mirada de sus primos y Yeosang, quien parpadeó varias veces antes de verlo desaparecer por el pasillo.
Seonghwa suspiró hondo y la molestia en la boca de su estómago se hacía más grande debido a las palabras que había dicho su joven marido. No estaba preparado para algo como eso y aún no sabía cómo lidiar con los celos. Esos eran muy diferentes de los que había sentido en el pasado por Dong Woo, porque aquel muchacho era el mejor amigo de Yeosang y prácticamente Park había cambiado su recelo por cariño hacia él cuando lo conoció.
Pero con su gerente era distinto y tenía miedo de que su joven esposo lo "notara" más de la cuenta. Debido a su amnesia, tal vez su relación corría peligro si Yeosang no recordaba que estaban casados.
Y Seonghwa no podría hacer nada al respecto, ¿cómo culpar a su esposo por fijarse en otro hombre si creía que sólo eran novios? Aunque le repitiera a cada momento que lo amaba, existía la remota posibilidad de que el amor que Yeosang sentía por él, se pudiera acabar de la noche a la mañana.
El dueño del restaurante suspiró de nueva cuenta con algo de frustración y tomó un par de libros que yacían sobre su escritorio para regresarlos a su lugar en el librero, y fue entonces que escuchó un par de golpes en la puerta antes de que ésta se abriera, notando de soslayo que se trataba de Yeosang.
Su marido se acercó y se detuvo a su espalda, sujetándolo con suavidad de un brazo.
—¿Pas-sa algo?
—No, nada. No te preocupes —dijo, terminando de acomodar los ejemplares.
—Sé que t-te molest-taste —comentó con su voz apenada—. ¿A-acaso dije algo m-malo?
Y Seonghwa apretó los labios mientras se daba la vuelta. Acunó el rostro de Yeosang entre sus manos y luego lo miró fijamente con un poco de tristeza y preocupación.
—Es sólo que... no me gusta que hables de otros hombres —confesó, bajando las manos hasta posarlas en los hombros del joven antes de ceñir los dedos en su blanca piel—. No quiero que mires a otros hombres.
Y Yeosang entreabrió los labios cuando el agarre de Seonghwa se hizo más fuerte, aunque aquello, en lugar de causarle molestia, sólo hizo que su corazón se agitara y una corriente eléctrica subiera por su espalda. El mayor observó sus labios por un par de segundos antes de atraparlos con impaciencia entre los suyos, obligando al muchacho a enredar los brazos alrededor de su cuello cuando sus tibias lenguas se enredaban.
Kang acarició el cabello de su pareja y él lo apretó por la cintura, acorralándolo contra el escritorio una vez que lo tuvo bien sujeto. Varias cosas cayeron al suelo cuando Yeosang se recargó en la mesa y luego Seonghwa se separó un poco, juntando la punta de su nariz con la de su esposo.
—L-lo siento —dijo Kang, con la voz entrecortada—, p-pero tú eres el único p-para mí. N-no puedo m-mirar a nad-die más. Y-yo, te pertenezco p-por completo...
Y sus palabras estremecieron a Seonghwa de pies a cabeza, así que no pudo hacer otra cosa más que volverlo a besar, dejando que la esencia de Yeosang le llenara los sentidos.
El más joven se aferró a la camisa de su novio y luego jadeó entre su necesitado contacto. Seonghwa deslizó una mano por debajo de su playera y le rozó los pezones con delicadeza, haciendo que Kang arqueara un poco la espalda antes de sentarse sobre el escritorio, abriendo las piernas y dejando que el mayor se acomodara entre ellas.
Sus respiraciones comenzaron a agitarse y sus corazones apresuraron sus latidos, perdiéndose después en un mundo donde sólo existían ellos dos y la creciente excitación de sus ansiosos cuerpos.
Y por eso no fueron capaces de escuchar cuando se abrió la puerta, hasta que un sorpresivo gritito del menor de los Lee los sacó de golpe de la maravillosa fantasía en la que estaban envueltos.
—Perdón... yo sólo...
Las mejillas de Minho se tiñeron de rojo y decidió regresar sobre sus pasos cuando notó la vergüenza en la expresión de Yeosang, quien de pronto había enterrado el rostro en el hueco del cuello de Seonghwa.
Kang oyó la puerta cerrarse y un suave suspiro escapó de sus labios. Levantó otra vez el rostro y su esposo lo miró mientras le acariciaba las mejillas con ternura.
—Olvid-dé ponerle el pes-stillo —dijo, aún avergonzado, y Seonghwa sólo sonrió con picardía antes de volver a besar sus labios.
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Capítulo 31 💜