El coraje no es tener la fuerza para seguir adelante, es seguir adelante cuando no tienes la fuerza
—Napoleón Bonaparte
|Perdón|
RONAN
Son las cinco de la mañana cuando me despierto porque un hombre afirma haber visto a un hombre merodear por la zona, no me hubiera importado si no hubiera sido porque me habían descrito al mismo hombre que vi meses atrás en un ataúd
— ¿Ronan, como va a ser su padre?, nosotros le vimos más tieso que el cemento?
— Ya lo sé, pero no cuesta nada, irá ver.
— ¿A ver qué?, se le escapó.
— Bueno, lo buscaremos entonces, no tenemos nada mejor que hacer.
— No, claro que no.
Responde con ironía.
— Vístete.
Se pone en pie, y se coloca lo primero que tiene a mano, es decir, un traje. No permito que conduzca, pues aún sigue adormilado, y lo último que querría es que se accidentara. Como últimamente, no me importa saltarme los semáforos y conducir más rápido de lo permitido. Cuando llegamos a la zona boscosa, detengo el coche, y salgo de él, con Callum, mirando su alrededor.
— Por allí.
Le digo. Me sigue sin ánimo, hasta que vemos a uno de sus hombres muertos.
— Dudo que entre los nuestros se maten.
— Yo también.
— Pero también dudo que sea el padre del Riley, el cual está muerto...
— No, he sido yo.
La sangre se me va del cuerpo al ver a Riley... viva.
RILEY
A punto, firmemente, con la pistola a Callum y a Ronan, tengo el corazón en la boca, y a mi padre detrás susurrándome que es lo correcto. No sé cómo supo que estaba viva. Pero lo sabía, y me convenció para que acabara mi trabajo, por eso los apuntaba. Ver las caras de estupefacción de los dos, me hacía sentir algo raro. No sentía felicidad al verlos ahora, pues les estaba apuntando, y sabía con qué finalidad.
— Riley
Sin importar que le apunte, Ronan me abrazó, y todo mi cuerpo se calentó de manera agradable, pero sabía lo que quería, sabía que no descansaría en paz si no me los llevaba por delante. Cuando caí desde el acantilado, lo había hecho sobre una pequeña malformación, malformación, que no pudo soportar mi peso haciendo que, cayera al agua, lo único buen fue que no fue a tanta altura. Iba a contra reloj, debía salir del agua, o moriría ahogada, poco faltó, he de decir, pero también podía morir desangrada.
Pero acabé con las heridas que ya tenía y una hipotermia. Sabía que mi puntería no había sido magistral a la hora de disparar, por lo cual cabía la posibilidad de que Seth siguiese vivo. Pero papa lo terminó.
Salgo de mis pensamientos, apretando contra su pecho la pistola
— Te dije que había algo más que temer en un bosque.
— ¿Q-qué?
— Protegíais al asesino que tanto buscabais.
Ronan niega.
— ¿Era solo actuación?
— Me alegra que lo comprendas tan rápido Lúdop. Dame un beso y seré el amor de tu vida; dame un arma y me convertiré en tu asesina.
Quería acabar con esto lo más rápido posible, ver sus rostros, con expresiones de decepción. No sé si por decir lo que estaba diciendo, o porque se acababan de percatar de que podría hacer lo mismo que ellos, sin ningún cargo de conciencia en el acto.
— Acaba con ellos.
— No tienes porque Riley.
— Estaba a punto de morir sabéis, caí del acantilado, pensando que morirá en paz, pero no... No había acabado con todos los que hicieron que mi madre y mi hermana murieran.
— Mátalos de una vez, verás que te sentirás bien, serás normal.
Era de todo menos normal, ya lo había asumido, y ya no trataría de serlo más. Esa vez que Jenkins me mandó a llamar a la mesa fue para contarme la historia real. Porque empezó, porque mató a mis seres queridos.
— Vosotros no tuvisteis nada que ver en eso...
Murmuro
— Pero sí, en las brechas que desgastéis en mi corazón, y no puedo culparos por ello. No tengo el derecho.
— Riley dispara de una vez.
Presiona papa, una lagrimita se cae, antes de asegurarme de que entiendo que estuve sola y estaré sola durante todo lo que me queda de vida. Es por eso que doy un paso más hacia delante, para poderme girar correctamente y disparar a papa.
— Ellas estarían aquí si tú hubieras sido un buen marido.
La pistola vuelve a apuntar a los dos hombres mientras veo la sangre brotar de la boca de papa.
— Ahora sí que moriré en paz.
Digo antes de apuntarme a mí misma y disparar. Viendo como caen los dos hombres a los que quiero.