Capítulo 04:
Columbia
LA PRIMERA VEZ QUE KEILA supo que quería estudiar medicina fue cuando tenía cuatro años. Su madre le regaló una kit de medicina para niños, y la pequeña se la pasó toda la tarde jugando con sus peluches al hospital.
Su tío siempre quiso que ella fuera científica como él, pues la chica era bastante inteligente, pero Kei siempre tuvo claro su amor por la medicina, y nadie se lo quitó hasta ahora, que estaba a sólo unos segundos de graduarse de la secundaria y poder cumplir sus sueños.
La chica dirigió su mirada a su mejor amigo. Decidió cumplir su promesa de dejarlo ir, aprovechando que los dos tomarían caminos bastante diferentes.
—mi niña— el padre de Keila se acercó a abrazarla —estoy muy orgulloso de ti—.
—gracias, pa—.
—¡Kei!— la chica sonrió con ternura al ver a la tía May acercarse a ella. La muerte de Ben había sido muy dura, pero con el tiempo todos la habían superado, o eso es lo que Peter le hacia creer a ella —felicitaciones, querida—.
El trío de amigos se reunió, los tres habían logrado salir de la escuela, aunque no se confiaba mucho que Harry lo lograra —mi padre nos compró un departamento en Nueva York, Pete— anunció Osborn.
—eso es genial, chicos— dijo Keila con una gran sonrisa.
Su conversación fue interrumpida por Norman Osborn felicitando a su hijo. De alguna manera, Kei sentía que su amigo estaba siendo presionado por su padre, y le ponía feliz ver como Norman estaba al menos orgulloso de él.
—señorita Keila— el señor Osborn se acercó a ella —supongo que seguirás tu sueño de ser médica. Harry me contó que entraste a Columbia—.
—así es— respondió la chica con una gran sonrisa.
—eres muy importante para Harry, y quiero que sepas que si en algún momento necesitas algo, eres más que bienvenida en mi casa—.
Kei quedó un poco sorprendida por las palabras de Norman, nunca pensó que Harry hablara de ella, menos para que alguien tan grande como Osborn le dijera que era bienvenida cuando quisiera.
—¿hablas de mi con frecuencia?— preguntó con un poco de diversión.
—solo de lo insoportable que eres— bromeó Harry de la misma manera.
Los dos chicos se miraron por unos segundos y se dieron un último abrazo.
Keila se iría en unos días para acomodarse a la ciudad, aunque no empezaría clases hasta unos meses después. Sus dos amigos harían lo mismo, por lo que sólo les quedaban unos días juntos.
—¿sabes a dónde se fue Peter?— preguntó la chica a su padre.
—lo vi irse hace un segundo con la tía May— contestó.
Desde la muerte de Ben, Peter había estado actuando muy raro. Entendía lo duro que fue para él perder a lo más cercano que tenía a un padre, pero Keila siempre esperó que su mejor amigo confiara en ella en los momentos más duros.
—voy a buscar a Peter, nos vemos en la casa— la chica le dejó un beso en la mejilla a su padre y salió corriendo a la casa de su amigo.
—¡recuerda que tendremos una comida con tu tío! ¡No llegues tarde!— alcanzó a escuchar la voz de Dean.
La chica llegó un poco agitada a la casa de los Parker. Quería hablar con Peter una última vez antes de irse.
No sabían si se volverían a encontrar en un futuro, Keila esperaba que fuera así, y lo último que les quedaba era pasar unos últimos días juntos.
—Kei, me imagino que quieres hablar con Pete, ¿verdad?— preguntó May al abrir la puerta de su casa. La chica asintió y siguió al interior de la casa —está en su cuarto, estoy segura que le hará bien verte—.
La chica Octavious fue hasta el cuarto de su mejor amigo, tocó la puerta y entró en silencio para no molestarlo.
—Peter— lo llamó.
El chico giró su cabeza encontrando a su mejor amiga recostada en la puerta. Keila notó las lágrimas que salían de sus ojos azules, y rápidamente se acercó a abrazar a Peter.
—hoy lo extrañé mucho— murmuró aceptando el abrazo de Kei.
—me imagino— respondió la chica —estoy segura que está muy orgulloso de ti, Pete—.
Los dos se quedaron abrazados por unos segundos, hasta que Keila decidió ir por un poco de comida para los dos. En ese momento solo le importaba que Peter estuviera bien.
—Harry me contó que entraste a Columbia— la chica giró a ver a su amigo —felicidades, Kei, te lo mereces.
Entre todo lo que había pasado en los últimos días Keila no le había querido decir nada a Peter de su logro.
—gracias— dijo en un susurro.
—supongo que eso significa que nos vamos a dejar de ver—.
La chica asintió en silencio mientras veía la pequeña mueca de tristeza que tenía su amigo.
—perdí a mi tío, ahora supongo que voy a perderte a ti también—.
—oye no, no digas eso— Kei tomó la cara de Peter en sus manos limpiando las lágrimas que rodeaban por sus mejillas —escúchame bien Parker, tú jamás, jamás me vas a perder— los ojos azules del chico dirigieron su mirada a su mejor amiga —puede que nos dejemos de ver, pero cada vez que me necesites solo tienes que llamarme y voy a estar ahí—.
Peter asintió en silencio y los dos se volvieron a abrazar.
Keila dirigió una mirada de asombro al ver la gran universidad que estaba frente a ella.
—¿es como te lo imaginabas?— preguntó su padre.
—es mucho mejor— contestó con una sonrisa en su cara.
Los dos buscaron la habitación que le correspondía a la chica, y se la pasaron toda la tarde ordenando el lugar para que estuviera cómoda.
También esa misma tarde conocieron a las compañeras de cuarto de Kei. Se llamaban Rachel y Rosa, y la verdad eran bastante amables.
Al final del día padre e hija se despidieron.
Y Keila empezó el camino de su sueño.
Alejada de sus mejores amigos.
Alejada de Peter Parker.