Kevin 10:14am
Estoy llegando a lo de Cam. Ayer me dijo que tiene varias cosas planeadas. Que también quiere pasar todo el día conmigo. Después de todo hoy cumplimos dos meses.
Me estacione a un lado de la calle, antes de bajar me aseguro de que no haya algún reportero o algo así. Después del funeral de Cas se habían calmado un poco, pero pasados unos días volvieron a perseguirnos. No veo a nadie cerca asique me dirijo hacia la puerta tranquilo.
Entro a la casa después de tocar la puerta y haber escuchado a Gulia decir que pase. Se está preparando para irse. Lleva su pelo negro atado en un rodete, una camisa blanca que le queda bastante holgada y una calza gris. También noto que lleva unos zapatos rojos, y unos pequeños aritos de un color rosa. Termina de poner unas cuantas cosas en una cartera azul y me ve cruzar la puerta.
–¡Hola, Kevin! –Me saluda sonriente y acercándose para darme un abrazo.
–Hola, Gulia –La saludo devolviéndole el abrazo.
–¿Cómo has estado, mijo? Cami está arriba, no me sorprendería si sigue dormido, sus planetas en tauro lo ayudan bastante con dormirse la vida.
Me rio a pesar de no entender mucho de su referencia a la astrología.
–¿Queres agua? ¿O algo para tomar?
–No, estoy bien, iré a ver a Cam.
–Bueno, yo me tengo que ir, hasta luego –dice cruzando la puerta.
Subo las escaleras, viendo las fotos que cuelgan de la pared. Todas son de la familia, mayormente de Cam y sus hermanos. Hay una de la boda de Gulia y Esteban. Fotos de graduación, y de los 15 de Anahí, Damián y Cam. Si no me equivoco, Magi sigue teniendo 14 y sus 15 los cumplirá en Octubre, falta poco.
Entro a la habitación de Camilo, y como dijo Gulia, esta dormido. Eso explica porque no respondía los mensajes. Me detengo a observar mi alrededor, es la primera vez que me tomo el tiempo de mirar a detalle el lugar. Veo cada rincón, color y objeto. No lo había notado antes, pero rebosa de la energía de Camilo. Resulta obvio que la decoró solo y sin ayuda. Es calmo y luminoso. Ninguna pared es de un solo color. Todo el espacio está lleno de colores y manchas. Artilugios random en cada estante y varios atrapasueños repartidos por las paredes.
Me acerco a él y empiezo a darle besos en la nuca para despertarlo. Cuando abre los ojos le sonrió.
–¿Kevin? ¿Qué...? ¿Qué hora es?
–Ya son las diez, planeaba venir a las nueve, pero no respondías.
–Ah, todavía es temprano –se da media vuelta y se tapa hasta la cabeza.
–Despertate, bello durmiente, no me hagas irme a mi casa cuando estamos cumpliendo dos meses.
Se incorpora entre las cobijas y se queda un rato pensativo.
–¡Cierto! Hoy es quince.
Me da alegría ver lo feliz que le hace sentir. Se acerca a la orilla de la cama y me besa.
–Felices dos meses, mi pelirrojo.
–Felices dos meses, mi enano –le digo sonriendo.
Camilo también está sonriendo. Me encanta como sonríe. Tan ampliamente, como si las preocupaciones y los problemas no existieran. Eso es lo que su sonrisa me hace sentir, solo paz y felicidad. Entonces, mirándolo perdido en su belleza, tan adorable e inocente. Sin pensarlo le digo:
–No sabes lo mucho que te amo, Cam.
Él se sorprende y se tapa la boca con una mano. Y aun así no puede tapar su sonrisa, por la cual se le achinan los ojos.
–Ay, Kevin... Yo también te amo.
Lo beso, y él también me besa.
–Debería vestirme ¿No crees? –Me dice sobre mis labios.
–¿Es necesario? Para mi estas más que bien así.
Se levanta separándose de mí. Se sintió tan bien besarlo recién despierto. Me encantaría poder hacerlo cada mañana. De tan solo pensar un futuro en el que lo último y lo primero que hago es besarlo, mi corazón se ensancha y un cálido y suave calor me recorre como veces anteriores me ha pasado, como cuando por primera vez nos agarramos de la mano, como cuando lo vi sonreír por mí por primera vez, como cuando lo bese por primera vez, como cuando tuvimos sexo juntos por primera vez y como cuando me llamo su novio por primera vez.
Veo como se viste con una remera blanca de mangas largas y un pantalón body negro. Observo como toda su ropa le queda grande. Es realmente flaco. Si no lo hubiese visto comer cuando estamos juntos, pensaría que jamás come. No hemos hablado de eso, más que, según él, no es de comer mucho. Y que no le gusta comer con mucha gente en el mismo lugar. Debería investigar un poco, entonces podría hablar con Cam del tema estando seguro de que se trata.
–¿Hace frio? –Pregunta.
–No, pero para vos sí.
–Okey.
Luego de eso se pone un buzo de un anime del cual me estuvo hablando como por dos semanas seguidas. Creo que se llamaba "Yuri on ice".
–Si no me equivoco, tendremos que cocinar porque vamos a estar solos la mayor parte del tiempo.
–¿Esteban no va a estar?
–No, se va con Damián a no sé dónde a comprar cosas para Mag.
–Bien, tenemos la casa sola –le digo sonriente.
–¡Kevin! Controla tus hormonas, hoy yo no tengo ganas.
Bajamos a la cocina y Cam se fija que es lo que hay.
–¿No vas a desayunar? –Le pregunto.
–No, no suelo desayunar.
–¿Por?
–Por nada, Kev, solo no me gusta comer mucho, ya lo sabes.
–Mh.
Se sienta sobre la mesada y me explica:
–Bueno, tenía planeado que cocináramos cosas dulces también, para poder salir al parque en el cual nos besamos por primera vez y hacer algo como un picnic.
–¿Pero?
–Pero, literalmente no hay nada más que fideos.
–Podemos salir a comprar.
–Bueno, hay un almacén en la esquina, pero yo no tengo plata.
–Camilo, ya sabes que con eso no hay problemas –le digo alzando una mano –vivo en un puto edificio de cuarenta y tres pisos, de los cuales solo uso veinticinco.
–Pero no quiero parecer un interesado.
–Espero que no tengas esa inseguridad por las cosas que dice Fran –me apoyo en la mesada con las manos, acorralándolo entre mis brazos –yo sé que no estás conmigo por el dinero, no te preocupes por eso, enano.
Al final logre convencerlo de que salgamos a comprar y de que yo pagaría. Al salir de la casa noto que en la cuadra de al frente, en un terreno vacío con pastos altos, hay un caballo atado a un poste. Nos observaba y relinchaba, y yo me quede mirándolo mientras caminamos al almacén.
–¿Acaso nunca viste un caballo? –Me pregunta Camilo.
–Desde tan cerca no... Me negué a ir a clases de equitación –. Explico –¿No es extraño que tengas uno frente a tu casa?
–No, tonto –me dice mientras se ríe –. Fuera del centro de la ciudad y de tu barrio de millonarios es lo más normal del mundo.
Lo miro extrañado por lo que me dice.
–Que bien que llegue a tu vida para sacarte de tu burbuja de oro –exclama.
El caballo regresa a pastar y nosotros seguimos caminando hasta llegar al almacén. Entramos y, como en todos los lugares, nos toman la temperatura y nos ponen alcohol en gel. Luego de cargar varias cosas dentro de la canasta vamos a la fila para pagar. Delante nuestro hay una señora, se nota que es mayor, por sus canas en el pelo y la lentitud de sus movimientos. Se está tardando años en pagar. Haciéndole un millón de preguntas a la cajera. Me empiezo a impacientar, por lo que trato de concentrarme en los detalles del lugar, los precios, las cantidades de cosas, la decoración y la música religiosa, que me recuerda a mi familia fanática de Dios. Camilo nota lo difícil que se me está haciendo esto de esperar.
–Deberás practicar tu paciencia ¿Sabes? –Me dice –. Pronto la señora se irá, solo intenta pagar virtualmente, por las preguntas se nota que es su primera vez.
Presto atención y resulta que Camilo tenía razón. Está haciendo una paga virtual y la cajera le está explicando cómo hacerlo. Unos pocos minutos después llega nuestro turno, y saludo con energía a la joven, a diferencia de Cam, que solo hace un gesto con la cabeza y sonríe.
Le doy las cosas a la chica para que nos cobre, manejando todo con confianza y seguridad. Cam me mira sorprendido, y me pregunto a mí mismo si podré obtener un futuro en el que pueda pasar días así con Cam, nada más que salir a hacer compras, y que el me observe con sus hermosos ojos que me recuerdan al cielo despejado y brillante. Me encanta esa idea, tanto como la del beso por las noches y las mañanas. Me pone feliz pensar, que tengo la posibilidad de conseguirlo.
Miro a Cam y agacho un poco la cabeza sonriéndole y sacando la lengua entre los dientes. Eso lo hace reír silenciosamente. Luego de pagar todo salimos y yo le digo a Cam:
–Se sintió raro tener que ir a comprar, jamás tuve la necesidad de hacerlo antes.
–¿En serio? No se notó, te veías muy confiado.
–Tampoco es tan complicado, es solo ir y pagar cosas.
–Si, lo sé, pero a mí, se me complica, me pongo nervioso, y me trabo al hablar o me confundo y...
Le agarro de la mano con la que está empezando a rascarse la cara de los nervios.
–Bueno, yo también tengo mis beneficios al crecer con una madre empresaria –trato de distraerlo para que deje de preocuparse por estupideces –como ser, mostrarte seguro al hablar, es importante cuando negocias con alguien y esas cosas.
Al llegar al lugar donde estaba el caballo, este se nos acerca moviendo la cabeza. Lo que hace que yo retroceda un poco, de manera algo torpe. Causándole gracia a Cam. Lo veo con mirada acusadora mientras se acerca al animal para acariciarlo con su mano libre.
Cuando el caballo toma confianza intenta agarrar la bolsa con las cosas que compramos.
–Ah ya entendí, tienes hambre –, dice Cam dirigiéndose al animal, lo cual me sorprende, ¿Por qué le hablaría al caballo? –Lo siento, no tengo nada para vos.
Me mira y levantando las cejas me agarra de la muñeca y acerca mi mano a la cabeza de su nuevo amigo.
–No, ¿Qué haces? –Exclamo un poco paniqueado.
–Dale, acarícialo, no te va a hacer nada.
Desconfiado deslizo la palma de mi mano, y noto que la reacción es calma. Por lo que tomo más confianza y lo acaricio más tranquilo.
–Hubiera jurado que me arrancaría la mano –suelto con aire aliviado.
Luego de eso, lo dejamos y entramos a la casa. Todavía no había nadie, aun seguíamos solos. Ayudo a Cam a guardar las cosas.
–Te tengo buenas noticias –. Digo con una amplia sonrisa – ¿Recuerdas a Evangeline? Luego de explicarle todo el asunto del plan de mi madre, le hable de ti, y de que estas buscando trabajar, por lo que ella me conto sus planes, y logre conseguirte trabajo para el año entrante.
–¿Que? ¿Como? –No puede ocultar su sorpresa.
–Tan solo tuve que usar mis influencias y hablar mucho, pero logre conseguirte un puesto al que Evangeline llamo educador de museo.
–Pero, Kev, no tengo ni la menor idea de cómo trabajar en un museo.
– No te preocupes, pensé que te podrías poner nervioso, por eso me aseguré de saber todos los detalles. Evangeline quiere un educador para talleres de niños, y seamos honestos, eres increíble con los chiquitos.
–Bueno, sí, pero ¿No tendría que saber cultura e historia general?
–Le hable de eso a Eva, y me dijo que, si no te animabas a ir directo al puesto de educador, podrías ser asistente de educador. Solo tendrás que prestar atención de que todos estén bien.
–Creo, que si me agrada la idea –. Dice con una sonrisa leve –. Eres impresionante, me conseguiste empleo dos días, y no en cualquier lugar, en Vie Artistique, donde nos...
–Donde nos conocimos –interrumpe Kevin.