MARINETTE:
No sé dónde estoy, pero si soy consciente de la luminosidad del lugar y que nunca había estado en el antes.
Al parecer estoy sola, pero no recuerdo nada antes de llegar aquí. Sin embargo no estoy asustada o frustrada por no tener respuestas, al contrario, me siento en paz conmigo misma.
No tenía idea del tiempo que transcurría en el cual me dedicaba a caminar al frente sin rumbo fijo por alguna razón que desconocía.
De vez en cuando llegaban a mí algunos recuerdos de forma simultánea.
Uno de ellos fue la primer vez que papá me enseño a hornear, mientras las galletas salían del horno nos pusimos a jugar con la harina para después recibir una reprenda de mamá.
Recuerdo cuando el maestro Fu me dio mi miraculous, bueno, literalmente lo dejo en mi habitación.
Recuerdo mi primer encuentro con Adrien, que no fue tan grato y bueno para ninguno de los dos.
También recuerdo cuando me rechazo, y esa misma noche Chat Noir me beso.
Nunca podré entender porque lo hizo, digo, acababa de rechazarme en la escuela y en su alter ego fue y me beso.
Paso de la paz a la confusión por todo lo que estoy recordando, comenzarme cuestionarme que está pasando conmigo.
Comenzando a preocuparme por no ver alguna salida y por no obtener respuestas de nada y esa preocupación pasa a desesperación.
Necesito salir de aquí, y rápido.
Vuelvo a caminar pero ahora en sentido contrario, pero el panorama no cambia y tengo la sensación de que no estoy avanzando a ningún lado, o que si lo hago regreso al mismo punto.
Así que decido parar y buscar alguna otra salida.
Me quedo estática de nueva cuenta, regulando mi respiración y cerrando los ojos, dejando mi mente en blanco.
Escucho sonidos que no logro identificar a mí alrededor y decido volver a abrir los ojos.
Pero cuando lo hago, ya no estoy en ese lugar tan blanco y luminoso, sino que no puedo moverme por más que lo intento, mi cuerpo pesa.
Un dolor agudo recorre todo mi cuerpo, instalándose en algunos partes pero con más fuerza en mi cabeza.
Y la luz en el techo no ayudaba en nada.
Logro mover una de mis manos, pero solo logro subirla a mi regazo con pesar.
-¿Marinette?- la voz tan familiar de mi madre reina en mis oídos y casi me hace llorar de alivio. No poder hacer nada me frustraba de sobremanera- no puedo creerlo, despertaste- dice con lágrimas en los ojos.
Estoy tan confundida, primero no entiendo como cambie de lugar tan rápido, el dolor en mi cuerpo me confunde más al igual que la conmoción en el rostro de mi madre.
-¿Qué...?- mi garganta raspa cuando intento hablar, por lo que guardo silencio al igual que mamá me hace una seña.
-Tranquila cariño, iré por el doctor- afirma, seguido de desparecer de la habitación.
Cierro los ojos unos instantes, y con un poco más de fuerza que al principio logro incorporarme un poco en la cama con uno solo de mis brazos, el otro estaba enyesado por alguna razón.
El brazo sano se encuentra conectado por varias intravenosas a maquinas que hacen un ruido extraño y tengo una sonda rodeando mi rostro.
¿Qué diablos me paso?
Más convencida puedo afirmo que estoy en un hospital por alguna razón que desconozco y que no recuerdo por más que intento.
Y hacer ese esfuerzo de recordar solo aumentaba el dolor en mi cabeza.
-No se levante señorita- me pide el doctor, entrando a la habitación apresuradamente.
Obedezco con el ceño fruncido, volviendo a mi posición inicial con algo de dificultad.
-¿Cómo se siente?- pregunta, encendiendo una linterna y pasándola por cada uno de mis ojos, antes de revisar las maquinas.
¿A demás de que pareciera que me paso un tren por encima?
-Mal- respondo resumidamente y con voz rasposa- me duele todo- concluyo.
-Es normal después del accidente- responde.
¿Accidente?
-Le administraremos algunos medicamentos después de que le hagamos un chequeo completo- informa, regalándome una sonrisa- no se preocupe, estará bien- dice, tranquilizándome un poco.
[...]
Durante las próximas horas, en las que solo vienen doctores y en más de una ocasión me trasladaban a otras habitaciones en el hospital, y finalmente regreso a la habitación inicial.
-¿Cómo te sientes ahora cariño?- pregunta mamá.
Había estado conmigo en todo momento, lo que me daba confianza.
-Mejor- admito, ya que gracias a los medicamentos administrados y a que me retiraron el suero, el dolor había disminuido, solo estaba adolorida de todo el cuerpo.
-Llamare a tu padre, no le he podido avisar la gran noticia- dic con emoción, dándose la vuelta para tomar su bolso de uno de los sofás de la habitación.
-¿Qué me paso?- pregunto lo que ha estado atormentándome.
Ella me hace una seña de disculpa antes de comenzar una corta conversación por el celular en un tono bajo, volviendo a prestarme atención cuando finaliza.
-¿Qué me paso?- vuelvo a repetir.
-¿Qué es lo último que recuerdas?- me pregunta, y yo muerdo mi labio inferior mientras hago mi mayor esfuerzo por hacerlo.
-Estaba en el departamento, sola- respondo, omitiendo decir que Tikki estaba conmigo.
Podía no recordar varias cosas, pero tampoco era estúpida.
-¿Nada más eso?- pregunta, y yo asiento con la cabeza débilmente.
-¿Dónde está Adrien?- pregunto curiosa, extrañándome por no verlo aquí en ningún momento.
-Seguramente descansando, ha estado aquí muy temprano y se ha ido tarde- responde.
Cierro los ojos un momento, agotada por todo el extraño día que he tenido.
-¿Qué me paso?- vuelvo a preguntar a la vez que la miro sin ignorar que mamá cambio el tema.
-Tuviste un accidente, cruzaste la calle sin fijarte- responde mamá, acariciando mi cabello y parte de mi mejilla con ternura.
Cierro los ojos nuevamente en un intento de recordarlo, pero no obtengo nada.
-Que estúpida- murmuro, ganándome una mirada desaprobatoria de mi madre.
-Tu padre viene en camino, ¿quieres que le llame a Adrien?- pregunta.
Asiento tímidamente con la cabeza mientras ella vuelve a tomar su celular.
ADRIEN:
Kagami ríe mientras se remueve en el sofá, contagiándome de su risa. Marinette llevaba sin despertar trece días, y hoy como era sábado, había aprovechado para pasar todo el día posible en el hospital, hasta que Sabine llego a relevarme.
-Creo que nunca te había visto reír tanto- le digo a Kagami, que jala aire con fuerza en un intento de recomponerse.
-Creo que nunca había reído de esta forma- confiesa ella, soltando un suspiro al final al igual que una de sus manos en mis hombros.
Cuando levanta la vista me mira directamente a los ojos con una sonrisa divertida adornando sus labios, los cuales se encuentran algo cerca de los míos.
No me muevo y ella tampoco, al contrario, acerca su rostro un poco más al mío.
Pero antes de que algo más suceda, mi celular vibrando en la mesa de centro me regresa a la realidad.
¿Iba a besar a Kagami?
¿En qué estoy pensando?
Sí, es linda y una excelente persona, pero nunca podría remplazar a Marinette en ningún sentido, ni podrá hacer que deje de amarla como lo hago.
-Lo siento- le digo, apartándome completamente a la vez que tomo mi celular.
-No, yo lo lamento- responde, completamente avergonzada.
La tensión en el ambiente es palpable, por lo que decido ver de qué se trata la notificación en mi dispositivo.
Sabine: Marinette despertó. Quiere verte.
Me levanto lo más rápido que puedo del sofá mientras releo el mensaje, pensando en que es una mala broma o que estoy leyendo mal.
Pero no es así, el mensaje es auténtico.
-¿Sucede algo?, estas pálido- dice Kagami, levantándose y posicionándose a mi lado. Cuando no le contesto se toma la libertad de quitarme el celular de las manos.
-Oh- murmura, igual de sorprendida que yo.
-Necesito ir a verla- balbuceo, tomando mi chaqueta que por suerte deje en uno de los sofás al llegar, cerciorándome que mis llaves se encuentren dentro.
-Voy contigo- afirma Kagami, y sin darle respuesta ambos salimos del departamento.
[...]
Avanzo rápidamente por el pasillo tras recibir una reprenda por correr, hasta que llego a la habitación, donde la puerta está abierta.
Me quedo estático cuando la veo, tan hermosa como siempre y con una pequeña sonrisa adornando su rostro, al menos un par de segundos.
Desvía la vista un momento como si estuviera pensando o recordando algo, antes de volver su vista a mí con una expresión de sorpresa y los ojos cristalizados.
-No quiero verlo- le dice a su padre, y ambos mayores se sorprenden por su respuesta.
-¿Estás segura cariño?- pregunta Sabine, interviniendo por mí.
-Sí, quiero que se vaya- asegura con dureza en su voz que se cala hasta mi corazón.
No se dirigía a mí, y eso hacia peor la situación.
-Marinette- la nombro finalmente, deleitándome por la mirada que me dedica, aunque sea de enfado había extrañado el azul de sus ojos.
-¡Vete!- se exalta, logrando que detenga mi intento de acercarme a ella.
Tom se acerca a donde estoy y pone una mano en mi hombro, invitándome a salir con amabilidad. Y cuando ambos estamos fuera me mira con tristeza.
-Ahora esta confundida, debes entender que no es fácil para ella- me dice en forma de consuelo Tom, pero no creo que nada pueda calmar el dolor que siento ahora. Solo ella podría.- Dale algo de tiempo, al menos hasta que le den la alta médica-.
Sonrio con amargura, estos días habían sido una agonía, ¿y ahora debía esperar más?
MARINETTE:
Es inexplicable la emoción que siento al ver al rubio, cuando sus ojos hacen contacto con los míos.
O al menos hasta que varios recuerdos golpean mi mente.
-¿Tu si puedes decir estupideces y yo no?- pregunta con las cejas arqueadas.
-Eres un idiota- le digo molesta, sintiendo las lágrimas acumulándose en mis ojos por la forma de tratarme- solo vete, estaba mejor cuando no estabas- le digo, aunque no lo sentía realmente.
Lo extrañaba cada que se iba, lo estaba extrañando mucho.
-Ya somos dos que piensan lo mismo- responde, saliendo de la habitación.
[...]
-Espera, ¿A dónde vas con esa maleta?- me pregunta cuando salgo de la habitación.
-Estuve pensándolo, y creo que será mejor que me vaya- respondo, pasando el dorso de mi mano por mi mejilla en un intento de llevarme las lágrimas que ruedan silenciosas por la misma.
-No bugaboo, yo lamento lo que dije, por favor no te vayas- me suplico.
-Yo igual lamento lo que dije- respondo- pero no podemos seguir así, me estoy cansando de estas peleas interminables, de esta distancia- digo, señalándonos mutuamente- un poco de distanciamiento nos vendrá bien a los dos, quizá aceleramos mucho las cosas- respondo con un hilo de voz, soltando algunas lágrimas.
-¿Y a dónde vas a ir?- pregunta, como si se estuviera resignando.
-No lo sé, encontrare algo- respondo, ya tendría tiempo para pensar en eso.
-No te vayas, en ese caso me iré yo- dice con desesperación.
Niego con la cabeza a la vez que me suelto de su agarre.
-Este es tu departamento, además yo soy la que quiere irse- menciono con una mueca, tomando con más fuerza mi maleta- ya no quiero seguir con esto- digo lo último en un tono más bajo.
-¿A qué te refieres con eso?-pregunta, con expresión incrédula.
-Estoy terminando contigo, con lo nuestro- respondo con todo el valor que puedo reunir.
-No bugaboo, no digas eso- pide, volviendo a tomar mi mano entre las suyas.
-Déjame ir- pido sin querer verlo al igual que intento soltarme de su agarre. Estoy segura que si lo veía mi decisión tambalearía.
-¿Es que acaso ya no me quieres?, ¿todo lo que vivimos juntos fue en vano?- pregunta ahora con evidente frustración.
-Claro que te quiero, por eso me voy- respondo.
-Eso es estúpido-dice con una risa amarga e irónica.
-Si me quedo, seguiremos en la misma situación a tal punto de no soportarnos, yo no quiero eso- respondo, aun sin mirarlo.
-¿Y la mejor solución es terminar?- pregunta incrédulo.
-Por ahora sí- respondo, logrando finalmente soltarme de su agarre.
-Dime que no es definitivo, por favor- suplica, pero esta vez mantiene distancias.
Un nudo se instala en mi garganta y la necesidad de salir de aquí se hace más fuerte.
Logro recordar todo lo que paso, por qué salí corriendo del departamento y nuestras terribles peleas recurrentes.
Mis ojos se cristalizan por eso al igual que mi enfado crece.
-No quiero verlo- le digo a papá, intentando no flaquear ante la mirada sorprendida de mis padres y dolida del rubio.
-¿Estás segura cariño?- pregunta mamá con duda.
-Sí, quiero que se vaya- aseguro con dureza en mi voz, haciendo un gran esfuerzo por no llorar, aunque el nudo de mi garganta no ayuda en nada.
-Marinette- me nombro finalmente, y no puedo hacer más que verlo enfadada.
-¡Vete!- le grito, haciendo que detenga su andar.
Por suerte papá lo saca de la habitación y puedo llorar libremente.