Because Of You

By Kaede1yoshida

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Lucy no cree en el matrimonio pero quiere una hija y vio en Natsu Dragneel al hombre perfecto, con los genes... More

Familias
Capítulo 2.- Deseo de ser madre.
Capítulo 3
Capítulo cuatro.- Intento de seducción.
Capítulo cinco.- Natsu ¿es gay?
Capítulo seis-Dolor
Capítulo 7.- Un hueso duro de roer.
Capítulo 8.- La jugada de Lucy.
Capítulo 9.- Ilusión.
Capítulo 10.- Entre el pasado y el futuro.
Capítulo 11. - La desesperación de Yukino y la Determinación de Natsu
ME HACKEARON Y PLAGEARON MIS HISTORIAS
Capítulo 13.- Nuevo sentimiento.
Capítulo 14.- Sobresaltos.
Capítulo 15.- Encuentro inesperado.
Capítulo 16.- Miedo.

Capítulo 12.- Cosas que lastiman

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By Kaede1yoshida

(COMO SIEMPRE LES DIGO, SI ME EQUIVOQUE EN ALGO AVISENME PUES LO ADAPTE EN LA MADRUGADA Y YA ME MORÍA DE SUEÑO :'V)

Lucy salió de la clínica con una gran sonrisa y el corazón desbordante de felicidad. Su sueño estaba por cumplirse, pronto tendría una hermosa niña entre sus brazos.

Antes de subirse a su carro, acarició su vientre. —Serás la niña más amada del mundo. —susurró. Después subió a su carro y se fue a su casa, se tomaría el resto del día libre.

Decidió esperar hasta el día siguiente para contarle a su familia la buena noticia.

/X/X/X/X/X/X/X/X/

Yukino esa mañana también fue a nadar un rato después de que su hijo se fuera a la escuela. Al menos en esos momentos que estaba en el agua, podía estar en paz y olvidarse de todo y de todos.

Pero ahora, dentro de las paredes de su recámara, volvía a acordarse de su dolor. De nuevo la imagen de su esposo besando a aquella mujer le rondaba la cabeza.

Como estaba sola no reprimió el llanto. Extrañaba a su esposo, la cama se sentía muy vacía y fría sin él.

Aún no entendía porque si se había dedicado por completo a él, la hería de ese modo, a pesar de que una vez prometió protegerla.

Yukino se sentó en la orilla de la cama en el lado que ocupaba Sting, el izquierdo. Pasó su mano sobre la almohada, no se la llevó a la nariz porque sabía que el aroma masculino de su esposo ya se había extinguido.

Dejó de tocar la almohada y se secó las lágrimas. Recordó que ese día su esposo regresaría para cumplir con el pacto.

Cuando se lo comentó a Juvia recibió un regaño por parte de su amiga, porque le dijo que eso era ya ser muy masoquista.

Pero es que ella no comprendía su amor por Sting, él era el único hombre en su vida, quien la protegía de todo. No comprendía que sin él no podría sobrevivir ante la crueldad del mundo.

Yukino estaba segura que Sting la quería, sólo que Minerva lo deslumbró con su encanto, pero que pronto él reaccionaría y volvería con ella, por eso le pidió que viviera con ella un año más.

Ella haría que volviera a recordar la promesa que le hizo muchos años atrás.

.

.

Yukino regresaba a casa sola después de un día de escuela, tenía dieciséis años e iba en preparatoria. Ella acababa de cambiarse de casa y escuela ya que su padre acababa de morir y su madre no soportaba vivir en donde todo le recordaba a su esposo.

Por eso ella no tenía amigos todavía y se sentía sola. Y su carácter reservado y un poco tímido no le permitía hacer amigos con facilidad.

A unas cuadras de llegar a su casa, le salieron al paso cuatro chicos. Ella los conocía por lo que escuchaba de los vecinos, eran los vagos de la cuadra.

Enseguida la rodearon. Yukino sintió miedo y trató de escabullirse de ellos, pero uno le cerró el paso.

—Hola preciosa. —A Yukino no le gustó el tono en el que le habló, enseguida se notaba la lujuria en sus ojos. —¿No te gustaría divertirte con nosotros un rato?

Los demás comenzaron a reírse. Yukino empujó al hombre que le tapaba el paso con su cuerpo y comenzó a caminar a prisa.

Escuchó risas atrás de ella y los pasos de ellos siguiéndola, comenzó a correr con el corazón acelerado. Las calles estaban vacías y no conocía a nadie para pedir su ayuda.

Yukino se tropezó y cayó al suelo de rodillas, pero alcanzó a meter las manos para no estrellar su cara en el pavimento.

Después uno de los chicos la tomó del brazo, ella comenzó a gritar para que la soltara, pero él mantenía el agarre y le divertía escucharla desesperada.

—¿No la oíste? —escuchó una voz varonil. —suéltala. —ordenó.

El chico la soltó y de nuevo cayó al piso, ella aprovechó para ver al hombre que había llegado. Era un joven de cabello rubio y ojos azules. Más tarde se enteraría que se llamaba Sting, en ese tiempo tenía veintitrés años y ya estudiaba medicina.

Yukino lo contempló fijamente. Se asombró al verlo pelear y vencer a esos tipos, que después salieron corriendo.

Sting se acercó a ella.

—¿Estás bien? —le preguntó agachándose. Ella sólo pudo asentir, ya que se había perdido en la mirada del joven. Era tan apuesto, pero aparte era amable, pues con cuidado le curó la herida y luego se ofreció llevarla en su espalda hasta su casa.

Pero lo que más le gustó de él fue su sonrisa amable, transmitía una sensación tan agradable, tan reconfortante, que podía haberse quedado mirándola por horas.

En el camino a su casa ella le contó que tenía miedo de que esos hombres la volvieran a atacar.

—No te preocupes, que yo te cuidaré. —le dijo él mientras la llevaba a su espalda. —no dejaré que nadie te lastime. —le prometió, pues ella había despertado un sentimiento de ternura en él.

Y desde ese día ellos se volvieron amigos, y poco a poco en ella fue creciendo un sentimiento más fuerte por él.

.

.

El timbre del teléfono la regresó a la realidad. Se apresuró a ir a la sala para contestarlo. Era Juvia que le pidió que recogiera a Umi por ella, ya que le había surgido un imprevisto.

Después de decirle que no había problema, colgó el teléfono y continuó con sus labores, tratando de no pensar en su todavía esposo.

/X/X/X/X/X/X/X/X/

Yukino regresó al edificio sujetando a los niños de cada mano, ellos iban muy contentos platicándole sobre las calificaciones que habían obtenido en el examen de matemáticas.

—Me alegra que les fuera tan bien. —dijo ella. —eso se merece que hornee unas galletas de chocolate.

—Sí. —gritaron los niños contentos, pues las galletas de Yukino sabían muy ricas.

Ella sonrió al verlos felices, pero su sonrisa se borró al ver parada en la entrada del edificio a Minerva, la mujer por la que su esposo la estaba dejando.

—Niños suban con Juvia. —comentó, calculó que para entonces ella ya estaría ahí.

Los niños obedecieron y entraron al edificio sin voltear a ver a la mujer pelinegra.

Yukino respiró hondo y caminó hacia la doctora.

Minerva lucía una blusa blanca de botones en frente, encima una chaqueta también blanca de mangas tres cuartos y una falda roja. Su cabello largo lo llevaba suelto y ondulado.

Se sintió inferior, pues su atuendo era muy sencillo y muy poco maquillaje. No se atrevió a verla a la cara.

—Hola. —saludó Minerva, para Yukino no pasó desapercibida su incomodidad.

Yukino respondió tímidamente y sin elevar el rostro. Tras unos minutos de silencio por fin se atrevió a verla a la cara y romper el silencio.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Yukino. Su tono no era hostil, más bien era de confusión.

—Quiero pedir tu ayuda. —le dijo la pelinegra. Yukino la miró confusa. —Entiendo cómo te sientes y sé que debes odiarme, pero también quiero que me entiendas. Por todo este tiempo he vivido en las sombras, teniendo que ser la otra. —comentó. Yukino arrugó la falda azul que llevaba puesta. —No soportaría otro año más así.

—¿Me estas pidiendo que me divorcie? —preguntó incrédula.

—Por favor, de todas formas se divorciarán.

—No puedo creer que seas tan descarada. —dijo con irritación la mujer de baja estatura.

—Y yo que seas tan patética. —le gritó Minerva explotando su frustración. —Tu esposo claramente no te quiere y tú sigues mendingando su amor. —Yukino sólo abrió los ojos por la sorpresa, abrió la boca para protestar pero al momento la volvió a cerrar. —Ahora entiendo porque Sting me prefirió a mí, eres tan insulsa y poca cosa. —escupió con veneno.

Minerva por lo general no se comportaba así, pero el saber que Sting de nuevo viviría bajo el mismo techo que ella, la ponía mal. No quería seguir siendo la otra, o quería ocultar su relación a los ojos de los demás, de su familia, quien la presionaba para que le presentara a su pareja.

Ella era buena persona, simplemente se enamoró del hombre equivocado.

—¿Qué pasa aquí? —interrumpió Sting a espaldas de Minerva. Posó su vista en Yukino, quien tenía el semblante triste y estaba llorando. —¿Qué hiciste? —le preguntó a Minerva, quien ya se había girado para verlos a los dos.

—Vine a pedirle que ya te dejé en paz, que dejé de humillarse y ser tan patética. —señaló la pelinegra.

—No hables así de ella, es la madre de mi hijo. —sentenció autoritario. Ya le había hecho mucho daño como para permitir que alguien más también la lastimara.

En Yukino se encendió la luz de la esperanza, si él la estaba defendiendo es porque aún sentía algo por ella - (Kaede: Amiga ya daté cuenta, por favor ya no te humilles ToT)-

Minerva ahogó un gritó de frustración y enojo y empezó a caminar hacia el frente, golpeando a Yukino con el hombro.

—Cariño, gracias. —dijo Yukino acercándose a él y lo tomó del brazo. Él volteó a verla.

—No confundas las cosas. —declaró deshaciendo su agarre.

Después caminó en la dirección que había tomado Minerva.

Yukino comenzó a llorar desesperadamente, de nuevo su ilusión se había hecho añicos.

Sin saber a dónde ir, comenzó a caminar por las calles. En su mente una y otra vez se repetían los momentos dolorosos que había sufrido, cuando encontró a Sting con Minerva en su cuarto, cuando le rogó que no se fuera y él la ignoró, cuando su hijo suplicó que no lo abandonara, y ver a su esposo marcharse detrás de aquella mujer.

Su celular sonó, al sacarlo vio que era Juvia, seguramente estaba preocupada por su tardanza, y más si Seth le había dicho con quién se había quedado.

Apagó el celular y lo volvió a guardar en su bolsa, no quería hablar con nadie, necesitaba estar sola hasta que ese dolor que la estaba consumiendo por dentro se extinguiera.

Se detuvo frente a una tienda de conveniencia y entró. Necesitaba olvidar sus penas, y que mejor que con alcohol.

.

.

Rogue estaba por subirse a su auto cuando vio hacía la banqueta de enfrente, vio salir a Yukino de una tienda con un six de cerveza en una mano y bebiendo una más.

Abrió la puerta de su coche dispuesto a no prestar atención, pues no era algo que le incumbiera. Pero a pesar de ser un chico frío a veces, no era de mal corazón, se preocupó por ella. Así que cerró la portezuela del carro y puso el seguro, después se atravesó la calle corriendo y siguió a Yukino por la calle.

A buena hora a Gray se le había ocurrido presentársela, de lo contrario en este momento no tendía que lidiar con esa situación.

Siguió a Yukino hasta la banca de un parque, donde se sentó a seguir tomando. Ya le quedaban tres latas del six.

El parque no estaba muy concurrido, una pareja estaba platicando en una banca del otro lado de la fuente, unos niños jugaban pelota y una pareja de ancianos les daba de comer a las palomas, ninguno de ellos les prestaba atención.

—No deberías de tomar de esa forma. —dijo él sentándose en la banca, las cervezas estaban en medio de los dos.

—No deberías de estar aquí, vete. —le indicó abriendo otra lata de cerveza.

Rogue se limitó a verla mientras ella bebía.

—Dije que te fueras, no quiero que me veas así. —su voz estaba distorsionada por el alcohol.

—No puedo irme mientras sigas tomando de esa forma. —comentó él.

Yukino siguió bebiendo.

—Actué tan patética frente a la mujer que me robó a mi esposo. —comentó con dolor. No sintió vergüenza al decirlo, pues él ya conocía su historia y el alcohol nublaba su juicio. —sólo quiero olvidar.

—Está no es la manera. —dijo él quitándole la lata de cerveza de las manos.

—Yo estoy bien, así que vete. —le ordenó.

Pero Rogue siguió sin moverse y la veía fijamente en silencio.

—Está bien, me voy yo. —Yukino se puso de pie. —de todas formas quiero ir a un lugar. —comenzó a caminar.

Rogue tomó la bolsa que ella había dejado en la banca y comenzó a caminar tras ella.

/X/X/X/X/X/X/X/X/

En un departamento ubicado en una zona residencial de Karakura se encontraba Minerva sentada sobre su cama, Sting estaba de pie recargado en el marco de la puerta.

Las ventanas estaban abiertas permitiendo que el viento y la luz se filtraran a la recámara. Es departamento era de ella, pero desde hacía unos días Sting se había mudado a vivir ahí.

—No debiste ir a verla. —dijo él con tono calmado, su furia ya se había apaciguado.

—Y tú no debiste aceptar ese trato. —le reprochó sin despegar la vista de la pared de color crema.

—Es sólo un año, pasará rápido. No pude a negarme a su petición, es la mamá de mi hijo.

Minerva lo volteó a ver, sus ojos verdes destellaban enojo.

—¿Es por qué es la madre de tu hijo o por qué aun la amas? —preguntó poniéndose de pie.

Sting se acercó a ella y quiso acariciar su rostro, pero ella volteó la cara, él retrocedió un paso.

—Respóndeme. —exigió ella.

—Es sólo porque es la madre de mi hijo. —le respondió, pero ya no estaba tan seguro.

Ella sonrió tranquilizándose, luego rodeó el cuello de Sting con sus brazos y lo besó.

/X/X/X/X/X/X/X/X/

Mientras tanto en la oficina que ocupaba Natsu en la facultad, el chico estaba sentado tras su escritorio leyendo detenidamente un libro, en su escritorio reposaban otros tres.

En eso la puerta se abrió estrepitosamente, asustándolo.

—Sabía que te encontraría aquí. —dijo Igneel caminando hacia él.

—¡Papá! —exclamó sorprendido el chico. Trató de ocultar los libros que tenía sobre la mesa, pero Igneel fue más rápido y los tomó.

—Entre sábanas, Como complacer a tu pareja, Consejos para mejorar tu vida afectiva y sexual. —Igneel fue leyendo los títulos del libro y los depositaba en el escritorio. Natsu se preocupó, ahora su padre no dudaría en avergonzarlo. —Igneel miró con la ceja levantada a su hijo después de leer el último título. —¿Cincuenta sombras de Grey? (Kaede: No puede ser Natsu ¿En qué te has convertido? xD) —preguntó incrédulo. —¿en serio?

—Me lo recomendó la muchacha de la librería. —respondió despreocupado.

Igneel río, como le gustaría ver la cara de su hijo al leer el libro. Estaba tan concentrado imaginándolo que se le olvidó burlarse de él por la literatura elegida.

—¿Y a que has venido? —preguntó Natsu, encontrando la oportunidad perfecta para desviar la atención de su padre en los libros.

Igneel se sentó y cambió su sonrisa por un gesto serio.

—Tu abuelo ya empezó a mover sus fichas. —comentó. —Mandó a llamar a tu vieja amiga de la infancia. ¿La recuerdas?

—Claro que sí. —sonrió.

Ella era su mejor amiga y siempre estuvieron juntos hasta que se separaron por sus trabajos.

—Pues tu abuelo está seguro de que esa chica es la adecuada para ti, ya está haciendo planes para comprometerlos.

Natsu se paró de golpe.

—Pero yo ya he encontrado a la chica adecuada. —informó exaltado, con los brazos estirados y las manos sobre el escritorio.

Igneel mostró una gran sonrisa.

—Hijo pervertido, por eso tienes estos libros. —comentó divertido.

Natsu se sonrojó y volvió a sentarse.

—No es lo que crees. —se defendió inútilmente.

—No te preocupes, la familia te apoyará aunque seas pervertido. —Natsu bufó exasperado, su padre tenía la facilidad de sacarlo de quicio. —Las cosas cambian entonces, me encargaré de que el abuelo no te moleste por un tiempo, pero tienes que apúrate en presentarnos a la chica. —le guiñó el ojo y se levantó del asiento.

—Papá me encontré con Loke. —le comentó.

—Me alegro hijo. —sonrió con nostalgia. —hace tanto que no lo veo a él ni a sus hermanos. Espero que puedas retomar la relación con ellos.

Natsu asintió y se despidió de su padre. Estaba seguro que aunque su padre no lo demostraba estaba triste al recordar a su familia, familia que tenía años sin ver.

Natsu volvió a concentrarse en su lectura.

/X/X/X/X/X/X/X/X/

Rogue había seguido a Yukino hasta un callejón, ella caminaba al frente, tambaleándose de un lado a otro, apenas agarrándose de las paredes para no caer.

El callejón tenía arios locales de lado y lado, algunos de comida, otros de venta de diversos productos. Yukino se detuvo frente a un local de productos esotéricos.

Entró después de Yukino, el olor a incienso no hizo esperar. Una mujer de cabello negro entrenzado y con algunas líneas de expresión en el rostro estaba tras un mostrador, acomodando algunos frascos de vidrio que contenían hierbas.

—Tu. —exclamó Yukino señalándola. La mujer dejó lo que estaba haciendo y le prestó atención, Rogue estaba detrás de Yukino. —Tú me dijiste que él era bueno, que sería muy feliz a su lado. —le gritó enfadada. —Me dijiste que no había nadie mejor para mí, pero ahora tiene una aventura. —Yukino pateó el suelo con fuerza.

—¿Cuánto tiempo han estado juntos? —preguntó la mujer viéndola con comprensión.

—Por ocho años, pero ahora él quiere el divorcio. —seguía exaltada. —Creí en todo lo que me dijiste, pero ahora ¿Qué debería hacer?

—Yo no me puedo hacer responsable de tu vida. —comentó la señora. —cada quien con sus acciones es el responsable de construir nuestro destino. Lo que te dije fue lo que vi en ese momento, no sé qué hicieron ustedes para perderse del camino.

—¿Pero por qué me dijo que sería feliz si no era seguro? —gritó enojada.

—Tranquilízate. —dijo Rogue.

Yukino volteó a verlo y se frotó los ojos, pues creyó ver a su esposo frente a ella. Él la tomó de la mano y después de disculparse con la señora, la sacó del local.

Yukino se soltó de él antes de que salieran del callejón, quedaron frente a frente.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó enojada. Estaba confundiendo al chico de ojos negros con su esposo a causa del alcohol. —Tu prometiste amarme, respetarme y protegerme. —le recriminó. —y ahora me lastimas de este modo. —las lágrimas empezaron a fluir. Él sólo la escuchó en silencio y con tristeza. —¿Por qué me pediste matrimonio si no te ibas a quedar hasta el final? —le preguntó mientras le pegaba con sus puños en el pecho. —¿por qué me dijiste que me amarías siempre? —su voz y sus ojos demostraban su profundo dolor y su tristeza, y sus golpes demostraban el enojo que tenía. —¿Por qué? ¿Por qué? —preguntaba mientras seguía pegándole en el pecho. Sus sollozos se hicieron más fuertes, sintió que las fuerzas se le iba y se recargó en el pecho de Rogue sin dejar de llorar.

Él la abrazó con fuerza y la consoló hasta que se calmó. Le causaba pena verla en ese estado, y le inquietaba saber que a pesar de engañarla ella quería que regresara con él.

Cuando se tranquilizó se fueron a sentar al malecón, para contemplar la inmensidad del mar. Estuvieron ahí hasta que anocheció y ella recibió la llamada de Sting preguntando por Ren, pues no lo había encontrado en la casa.

—Lo siento pero debo irme. —se disculpó ella. —mi esposo ya regresó a casa.

Después Yukino salió corriendo. Rogue la vio marchar con una sonrisa, esa mujer le parecía tierna e inocente, y le provocó ganas de cuidarla y ayudarla.

Quizá fingir ser su pareja no era mala idea después de todo.

/X/X/X/X/X/X/X/X/

Cuando Yukino llegó a su casa, Seth ya estaba dormido y Sting estaba sentado viendo la televisión.

—¡Cariño! —dijo ella saludándolo.

—¿Dónde estabas? —preguntó él, pues ya era tarde y ella nunca se había quedado afuera tanto tiempo.

Ella se puso nerviosa y agachó la mirada. Él se levantó del sillón y se acercó a ella.

—Fui a caminar pero no me di cuenta de la hora. —comentó tímidamente.

El peste a alcohol le llegó a la nariz de Sting.

—¿Estuviste bebiendo? —preguntó. En verdad estaba sorprendido, pues en los años que llevaban casados nunca había tomado más de una cerveza, y sólo cuando él estaba. Ella lo miró angustiada, iba a comentar algo pero él se adelantó. —Y estuviste con un hombre. —pues mezclado con el alcohol había un rastro de perfume de hombre.

—No...yo... —No sabía que decir, no quería quedar mal ante su esposo. —Me encontré con un amigo de Gray que conocí en su casa.

—Así que ahora firmado el pacto, ya eres libre. —dijo él y se dio la media vuelta para ir a su cuarto, cerró la puerta con fuerza.

—No es lo que crees. —murmuró ella.

Yukino fue a comprobar que su hijo dormía y luego se metió a bañar. Cuando entró a su recamara vio que Sting dormía de lado, controló el impulso que sentía de abrazarlo por la espalda y también se acostó a dormir.

/X/X/X/X/X/X/X/X/

La mañana siguiente, Lucy se encontraba eligiendo la ropa que se pondría esa día. Era sábado así que no tenía que ir al trabajo, pero quería visitar a su hermano para contarle de su embarazo y salir a hacer unas compras.

Estaba eligiendo entre sus vestidos, cuando su celular comenzó a timbrar. Al levantarlo vio en la pantalla el nombre de Natsu Dragneel, así que dejó el celular nuevamente sobre el mueble.

¿Es que no se iba a rendir?

El celular siguió timbrando, así que optó por contestar. Natsu la invitó a salir un rato, Lucy aceptó pues se le había ocurrido hacer algo para que definitivamente se alejará de ella.

—Tengo que líbrame de él antes de que se dé cuenta que estoy embarazada. —comentó en voz alta. —pues si se llega a dar cuenta estoy segura de que no me lo quitaré de encima. —Y entre sus planes no estaban tener un hombre en su vida, ya tenía a su hija y con eso era feliz. De nuevo acarició su vientre y bajó la vista para verlo. —la operación alejando a papá comienza hoy pequeña. —susurró, es lo mejor, así no sufriremos después.

No, ella no quería que su hija mirara la espalda de su padre cuando se marchara, ni que llorara tanto como lo hizo ella.

.

.

Lucy llegó a su cita una hora después del horario acordado. Sabía que a los hombres no les gustaba esperar.

Natsu la esperaba sentado en la banca blanca del parque, llevaba un pantalón de vestir azul y camisa azul, entre las manos llevaba un ramo de seis tulipanes rojos.

Detrás de él estaba una fuente de agua y junto un frondoso árbol con hojas de tonos verdes, cafés y amarillos.

Al verla, Natsu la saludó con la mano y sonrió, en ese momento una fresca brisa se sintió moviendo las ramas de los árboles provocando una lluvia de hojas. Lucy creyó ver una luz brillar detrás de él.

Movió la cabeza para salir del aturdimiento, seguramente era el exceso de sol.

—Disculpa el retraso. —comentó con fingida pena.

—No te preocupes. —dijo él entregándole las flores. —tuve tiempo de observar unos Helianthus Annuus. —comentó con una sonrisa.

—¿Unos qué?

—Girasoles. —aclaró Natsu.

—¡Ah! ¿A poco te interesan plantas tan sencillas? —preguntó curiosa mientras se sentaba en la banca.

—Todas las plantas tienen su encanto. —comentó Natsu. Y comenzó a contar sobre sus orígenes y usos, y Lucy sin ser consciente de ello, disfrutó de la conversación.

—Creo que deberíamos ir a otro sitio. —interrumpió ella cuando se dio cuenta que se estaba desviando de su meta, se suponía que tenía que lograr que él se incomodara con ella.

—¿A dónde quieres ir? —preguntó él.

—De compras. —sonrió con malicia. Natsu asintió, pues la quería complacer.

Caminaron hasta un centro comercial.

.

.

Lucy enseguida se encaminó hacia el área de las tiendas de ropa.

—¡Mira que hermoso vestido! —exclamó ella al ver en un maniquí un vestido amarillo de corte sirena. —es de la colección de Yumichika. —¡Creo que me probaré esa blusa! —dijo viendo hacia otro maniquí con una blusa azul. —¿no te importa esperar? —preguntó volteando a verlo y fingiendo inocencia.

—Claro que no. —comentó rascándose la cabeza. Aunque en realidad no tenía pensado pasar su cita comprando ropa. Pero total, ¿cuánto se podía tardar?

Tres horas después Natsu seguía sentado en un sillón afuera del probador. Lucy se había probado, a su parecer, toda la tienda. Y cuando escogía que ropa probarse revisaba detenidamente cada prenda, buscando cualquier desperfecto por pequeño que fuera.

En eso una muchacha de cabello rubio salió del probador contiguo al de Lucy, con un vestido negro colgado en los brazos.

—Me decidí por este. —le dijo a un chico de cabello castaño sentado al lado de Natsu. Y sin esperar a su novio la chica se dirigió a la caja para pagar.

—Menos mal que sólo fue una hora. —le susurró el joven a Natsu. —¡Suerte! —le dijo enseñándole el pulgar.

El probador de Lucy se abrió.

—Me gusta este. —dijo Lucy enseñándole un conjunto de falda y saco en color vino. Natsu se paró del asiento. —pero no me lo voy a llevar, mejor vengo otro día.

—¿No vas a comprar nada? —preguntó entre incrédulo y enfadado.

Lucy río internamente, no tardaría en estallar.

—No. ¿Te molesta? —preguntó con pena.

—No, claro que no. —respondió.

Lucy sonrió forzadamente. ¿Qué tenía que hacer para desesperar a ese chico?

Ellos salieron de la tienda y siguieron recorriendo los pasillos del centro comercial, que estaban alumbrados por las luces de las grandes tiendas, letreros de luces neón se veían en los locales, las personas caminaban por todos lados.

—Lucy. —Natsu hablo con mucha seriedad, iba a decirle algo importante.

Ella intuyó que de nuevo le iba a hablar de matrimonio.

—Mira Natsu. —dijo señalando una zapatería. —entremos ahí, necesito nuevos zapatos.

Natsu miró horrorizado como Lucy caminaba hacia la zapatería. Si se había tardado tres horas con la ropa, no quería ni imaginarse cuanto tiempo estaría en la zapatería, pues por su asistente sí sabía que los zapatos eran el punto débil de las mujeres.

Corrió para alcanzarla antes de que entrara a la tienda.

—Lucy. —la llamó agarrándola del brazo. —Es mejor que comamos algo. —le propuso.

Ella aceptó, pues recordó que alguien dependía de ella y por eso tenía que alimentarse bien y comer a tiempo.

En el trayecto al área de restaurantes pasaron por un local que vendía peluches. Lucy se detuvo al observar un peluche de Chappy, puso su mano en el vidrio mientras lo veía.

Sus ojos se oscurecieron por la nostalgia. Su primer peluche se lo había regalado su padre, cuando aún eran una familia.

—¿Qué tienes? —preguntó Natsu, al ver que su atención estaba puesta en el peluche de conejo con una corbata de moño roja.

—Nada. —respondió sonriendo tristemente. —sólo me acordé de algo. Ya tengo mucha hambre, así que démonos prisa. —dijo y retomó su camino.

Se sentaron en una de las mesas de un pequeño restaurante, estaban eligiendo el menú.

—("Es mi oportunidad para hacer que se aleje") —pensó la chica mientras veía los precios del menú.

Cuando llegaron a tomarle la orden ella comenzó a pedir lo más caro de la carta. Lo sentía por Natsu pero era necesario.

Él se preocupó un poco, era cierto que su familia tenía dinero, pero él no lo aceptaba, se mantenía de lo que ganaba en la universidad.

—Lo siento Natsu, pero mis gustos son exigentes. —comentó Lucy. —De hecho el chico que conociste me llevaba a los sitios más caros de Magnolia y cumplía todos mis caprichos. —intentó sonar arrogante.

Entonces la iluminación llegó a Natsu.

—Así que él cumplía todos tus caprichos.

—Sí, pero como me insistía en el matrimonio rompí con él. —sonrió.

—No importa, yo también cumpliré tus caprichos. —le dijo Natsu con una sonrisa.

A Lucy casi se le desencaja la mandíbula por la impresión. Tenía que actuar de otra forma para lograr que él desistiera de salir con ella.

El camarero llegó con los platos, interrumpiendo el momento tan tenso. Natsu aprovechó para levantarse, excusándose con ir al baño.

Cuando Natsu regresó la comida no transcurrió en calma, pues ella comenzó a actuar de forma caprichosa. Regresó los platillos que había pedido diciendo que tenían mal sabor, pedía otras cosas y también se quejaba de ellas.

Finalmente Lucy alegó sentirse cansada así que Natsu la llevó a su casa, pues ella no llevaba su carro.

Natsu acompañó a Lucy hasta la puerta de su casa.

—Lucy ¿Por qué actuaste así hoy? —preguntó él antes de que ella entrara. —Sé que no eres así de caprichosa, pero actuaste así para mentirme.

Lucy no supo que decir al verse descubierta.

—¿Por qué me haces esto? ¿Me estas probando? —Natsu se sentía mal, le dolía que ella actuara así con él, pero sabía porque lo hacía y no se rendiría.

A Lucy la invadió la culpa, él no se merecía que lo tratara así, lo sabía, pero no podía hacer nada para evitarlo.

—Lo siento, pero no me quiero casar, nunca he pensado en el matrimonio. —se sinceró.

—Pues es tiempo de que lo vayas pensando. —dijo Natsu cortando la distancia entre ellos. —Porqué me convertiré en la persona que te proteja. —le dijo decidido. Sus palabras causaron impacto en ella e Natsu aprovechó su distracción para inclinarse y besarla en los labios, fue solamente un toque leve y rápido.

Después se separó de ella y depositó en sus manos el peluche de conejo que había visto en la tienda.

—Natsu...—murmuró ella sin saber que decir.

—Te quiero Lucy. —declaró el chico. —y no pienso dejarte.

Dicho esto se dio la media vuelta y salió de la privada.

Lucy entró en la casa con las piernas temblándole, cerró la puerta y se recostó en ella. Bajó su vista al peluche en la mano y se dio cuenta que estaba llorando por las gotas que caían sobre el peluche.

Apretó el peluche con fuerza.

Quería creer en las palabras de Natsu, pero no podía.

La imagen de su padre dándole la espalda mientras ella lloraba y su mamá gritaba desesperada, le recordó que los hombres eran mentirosos.

—Lo siento pequeña, pero debemos alejar a tu terco padre.

::::::::::::::::::::::::::

KAEDE HABLA

Hola a todos jejeje como lo prometí un nuevo capítulo de este hermoso fic, acepto que ya se me había olvidado pero ya que lo empecé a leer (nuevamente) recordé porque me encanta este fic es que es hermoso y nuevamente le agradezco a mi escritora favorita lovetamaki1 que escribe bellas historias (Ickiruki) le agradezco infinitamente por dejarme adaptar este hermoso fic a Nalu <3 TuT 

Espero y la historia les siga gustando porque ya casi entramos al drama donde llorarán ToT me acorde y me dolió pero esperenlo...

Muchas gracias por su apoyo, Kaede se despide y los veré muy pronto ^^

 

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(Fanfic Kwon) 𝐏𝐨𝐫 𝐚𝐥𝐠𝐮𝐧𝐚 𝐞𝐱𝐭𝐫𝐚𝐧̃𝐚 𝐫𝐚𝐳𝐨́𝐧, 𝐬𝐢𝐞𝐦𝐩𝐫𝐞 𝐜𝐨𝐧𝐜𝐞𝐦𝐨𝐬 𝐚 𝐚𝐥𝐠𝐮𝐢𝐞𝐧 𝐪𝐮𝐞 𝐚𝐜𝐚𝐛𝐚 𝐬𝐢𝐞𝐧𝐝𝐨 𝐧𝐮�...
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FANTIC ORIGINAL "Hate You" (Yoontae) de dalixzsha