Agradecimiento especial a @berthatadeo7, eres un sol... gracias por estos bellos edits.
"Te amé antes de que naciéramos, te amé cuando nos conocimos y hoy que estamos juntos te prometo que te amaré hasta que muera..." (Desconocido)
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El vuelo a New York habia sido bastante incómodo para Rey, apenas y le dirigió la palabra a su clérigo amigo y su relación algo fuera de lo común con él, para no hacer más embarazosa la situación, se acomodó en el asiento, se colocó unos auriculares y fingió dormirse durante todo el vuelo. No quería hablar con Ben de los últimos sucesos que habían sucedido entre ellos, y el ultimo de todos todavía menos, su casi entrega a un sacerdote en el bosque, de solo recordarlo se le erizaba la piel y no era que no lo deseara como nada en el universo, pero ella sabía que era un algo prohibido, así que lo único que le quedaba era resignarse.
Ben estaba que se lo llevaban los demonios solamente con estar cerca de Rey compartiendo espacio, sintiendo su aroma y respiración acompasada mientras dormía le hacía hervir la sangre como nunca. Los recuerdos de los días anteriores y lo que sucedió en el bosque entre ellos, lo tenía con el corazón desbocado de sólo recordarse se estremecía, Rey rendida en sus brazos jadeando su nombre, semidesnuda... tenía que sacarse esos pensamientos de la mente sino se volvería loco, más si eso era posible.
«No debo» se recriminaba en la mente como si otra parte suya lo reprendiera por su debilidad. «Concéntrate, Ben... tienes una boda que oficializar» fue lo que el mismo, trató de mentalizarse.
Cuando llegaron al hangar privado, los recibió uno de los choferes de la compañía Solo. Rey no pudo objetar a que la llevara a su penthouse, pues el plan ya se habia hecho así. Durante el trayecto a su casa, ella apenas habló, solamente para indicarle al chófer la ubicación, mirando a Ben de soslayo y respondiéndole asuntos en lo referente a la boda de su amiga.
—Gracias por traerme... le dijo ella, con amabilidad mientras Ben le ayudaba con el ligero bolso.
—Puedo acompañarte, si gustas —sugirió él, con timidez.
—Ben... no hagamos esto más incómodo ¿quieres?
—Rey, escucha... yo... —quiso acercarse pero ella lo detuvo.
—No me pidas disculpas —susurró—, pero por favor no lo hagas más difícil para mí, —la voz le tembló— mejor me voy sabes que ya es bastante extraño ver un cura con una chica, imagínate si me acompañas hasta mi penthouse...
—Solamente... sería un amigo tratando de ser amable... —ella lo interrumpió con una dulce sonrisa.
—Dos amigos que están enamorados, Ben por favor... mejor esforcémonos en ocultar nuestros sentimientos delante de los demás... y no ponernos en evidencia.
—Ángel mio... —susurró, conteniéndose las ganas que tenia de acariciarle la mejilla y acunarla en sus brazos.
—Yo... tengo que irme, necesito descansar un poco y tú, trata de hacerlo también —se giró dedicándole una débil sonrisa y se dirigió a la entrada del rascacielos, dejándolo con el corazón palpitando frenéticamente.
Ben, se quedó de pie frente a la camioneta, mirando a Rey desparecer de su vista y meditando en las palabras de ella. «Rey tiene razón, es lo único que podemos hacer por los momentos... contenernos» se dijo a sí mismo. Entonces subió al auto y recibió una llamada de Jacen Jarrus, el encargado de sus asuntos personales.
—Joven, perdón... Padre...
—Jacen, dime Ben o joven como siempre, eres casi como mi hermano mayor —le dijo sincero.
—Perdone Joven, es que... lo hago por respeto a su investidura.
—De acuerdo Jacen, pero dime una cosa... ¿ya llegaron mis tíos en la mansión?—Indagó.
—Sí, me acaban de llamar que lo están esperando.
—Diles que voy en camino.
—Como usted ordene, joven.
Se despidió de Jacen y le ordenó al chofer que se dirigiera a la mansión. Tenía ya un buen tiempo de no aparecerse por allí y aprovechando que estaba en New York y que necesitaba hablar con sus tíos, se quedaría en la casa para la hora del almuerzo. Luego se iría al hotel que Hux habia alquilado por tres días para su despedida de soltero, la boda y un día extra para dedicárselo a sus amigos, Poe y Arms casi le habían rogado y no pudo negarse pues quería tenerlos cerca por unos días.
Mientras tanto, Rey, entró a su penthouse encontrándose con algunos paquetes que Rose le habia dejado, junto con dos cajas de zapatos y dos vestidos empaquetados. Puso los ojos en blanco cuando los vio y miró la nota su querida amiga habia dejado junto a los paquetes.
—Rey, dejo esto para ti, uno es para la despedida de soltera de ahora y... no me discutas jovencita... —decía la nota, entonces Rey sonrió y abrió el paquete. Abrió los ojos como platos al observar aquel vestido tan peculiar, color rosa y de aspecto griego y unas joyas que le hacían juego —. El tema de la despedida será: Las diosas del Olimpo. —Se imaginó a Rose guiñándole un ojo y solamente resopló por la boca. Luego miró los zapatos y los demás accesorios y el que debía ser el vestido de dama de honor.
—Espero te gusten... y ya que me estas regalando la luna de miel, y tu sexy cura el banquete y la decoración, quise agasajarte con esto —decía la nota con un deje de diversión—. Perdón, sé que no querías hablar de tu curita... pero no lo pude evitar. Te quiere Rosie y Kaydel.
Suspiró con pesadez y se dirigió a su alcoba, dejando todo en el living incluyendo su pequeño equipaje. Necesitaba dormir, ya que las últimas noches apenas lo habia hecho y cuando lo hacía era para soñar con Ben y luego se levantaba temblando por aquellos besos que se daban en esa realidad, y los cuales no evolucionaban pues siempre se despertaba. Bastante cansada, se dejó caer en el mullido colchón y como todavía era de mañana y, la despedida era a las nueve de la noche se dispuso a dormir.
Ben, llegó a la mansión Solo, después de un buen tiempo de no asomarse por allí, la última vez que lo hizo fue para visitar a su Nana Holdo, quien se encargaba de esa casa por órdenes de sus tíos. Recordaba que fue antes de ordenarse y había estado dos días encerrado en la habitación que había pertenecido a Rey cuya estancia, el joven mantenía como un altar, intacta tal y como Rey la había dejado. Esa vez había prometido sellar su dolor y no volver a ese dormitorio, hasta que su pena se hubiera sanado y la verdad, nunca lo hizo, solamente se engañó él mismo, encapsulándola en su corazón.
Cuando entró a la mansión, el mayordomo lo recibió con una cálida sonrisa junto con el poco equipaje que traía y luego la Nana Amilyn corrió a su encuentro.
— ¡Mi niño...! —Lo saludó efusivamente... Luego le besó la mano— discúlpame, pero me cuesta verte como un cura, pequeño Ben.
—Nana, para ti siempre seré tu niño —la abrazó con mucho cariño.
—Mírate estas más apuesto, te pareces mucho a tu padre... y esos ojos tan expresivos que heredaste de tu madre, deben atraer a muchas parroquianas —le guiñó un ojo.
— ¡Nana... Que cosas dices! —se sonrojó.
—Cómo sea... eres mi niño guapo... ahora acompáñame, tu tíos te esperan en el despacho. Arreglé tu habitación —le mencionó.
—Ohh bueno... Creo que pasaré estos días en el hotel que alquiló Armitage.
—Mi niño... ¿no estarás aquí? —Le reprochó.
—Vendré a verte todos los días y me quedaré un día probablemente, ahora sólo quiero hablar con mis tíos y después del almuerzo, descansar un poco, porque tengo una reunión con Dameron y Hux en la noche.
—De acuerdo, descansa, pero después que hables con tus tíos te tengo preparado un delicioso almuerzo y no quiero un no como respuesta... Diles a tus tíos que están invitados.
—Por supuesto, Nana —la besó en la frente y se fue al despacho.
—Mi pequeño caza estelar —Lando lo recibió con alegría.
—Me alegra verte, tío.
—Pequeño Ben, mírate cada día te pareces más a Han —lo elogió Chewie levantándose del mueble para saludarlo.
— ¡Tío Chewie! —lo abrazó alegremente.
—Me alegra verlos a ambos.
—Desde que casaste a tu amigo Dameron, no te mirábamos y eso que sólo fueron unos cuantos días —le reprochó Lando.
—Vale, vale —se disculpó frotándose el cabello—. Tomen asiento —les pidió a ambos.
Ambos hombres se acomodaron y Ben se sentó en frente de ellos.
—Tú dirás, muchacho —hablaron casi al mismo tiempo lo dos hombres.
—Bueno —empezó Ben, —respiró profundamente y prosiguió— necesito contarles algo.
—De acuerdo, muchacho... pero me preocupas, te veo ojeroso y pálido —lo examinó Chewie— ¿te sucede algo?
—Sí... y necesito que lo sepan, mis amigos se enteraron hace poco y no quiero seguir ocultándoselos a ustedes dos, que son mi familia.
— ¿Es acerca de la fundación? ¿Pasa algo en Takodama?
—Sí... y perdonen que hace poco les revelé dónde estaba misionando, pero tengo que decirles lo que me ha pasado estos cuatro meses, sino me voy a volver loco —sus tíos asintieron con un movimiento de cabeza algo preocupados.
Ben empezó a relatarles todo de principio a fin, y sus tíos no lo interrumpieron, pero si estaban con la boca abierta por el asombro. Cuando Ben terminó, estaba al borde de las lágrimas y ellos trataron de consolarlo pero se controló.
—Pero... ¿cómo puede ser posible tanta infamia? —rugió Lando.
— ¡Maldito viejo! —Bramó Chewie con rencor—. Sabíamos que ese viejo mentía —apretó los puños.
—Pero, como nos dijo que la niña había muerto y nos hizo ir a Inglaterra le terminamos creyendo —protestó Lando.
—Y luego de eso, hizo una sociedad anónima y cuando el vejete murió quise comunicarme con Mitaka... pero él no me pudo dar mucha información y luego no quise seguir indagando porque Dopheld y los cuervos esos que el vejestorio tenía por abogados, me cortaban el paso —recordó Chewie— por eso no seguimos con ese asunto... lo olvidamos por la paz y para protegerte.
—Pero sólo de pensar, que también usaron miembros del clero para tenerte lejos, me da más rabia —se enardeció Lando.
—Ya no tiene caso —se lamentó Ben, con la voz quebrada.
—Mi querido muchacho... ¿Aún la amas... no es así? Y por lo poco que nos mencionaste, tú y ella...
—No hablaré de eso —respondió Ben, limpiándose las lágrimas.
—Está bien, sé que eres un caballero pero sabes que esto es arriesgado. —Le recordó Lando.
—No te preocupes, tío... sigo casto si a eso te refieres... pero no sé cuánto más podré soportarlo, la amo demasiado y ella también, pero...
—Entiendo Ben, tienes un compromiso que cumplir... no mencionaré el hecho que te lo dijimos, porque no tiene caso, pero sabes que lo que hagas o decidas siempre tendrás nuestro apoyo y nunca te juzgaremos... jamás lo haríamos, solamente ten cuidado. —Le palmeó el hombro Lando.
—Por eso quiero poner una distancia con ella, pero esto me está matando por dentro... no quiero involucrarla y exponerla, es mejor que por los momentos ella esté al margen.
—Muchacho... pero eso será imposible, estás demasiado cerca de ella, trabajan juntos, tienen en común a sus amigos... y vaya quien diría que la tenías tan cerca.
Ben resopló por la boca.
—Eso es lo que más me llena de rabia, saber que estuvo tan cerca y... —Apretó los puños.
—Está bien, cálmate —lo animó Chewie, palmeándole la mano—. Te apoyaremos y te protegeremos... enviaremos un grupo de vigilancia para que desarticulen cualquier complot hacía ti y tu novia.
—Tío... Rey no es mi novia —se sonrojó— soy sacerdote no te olvides, todavía porto la sotana —puntualizó avergonzado.
— ¡Bah! es tu novia de siempre —secundó Lando— además esa chica se ha mantenido sola, y eso quiero decir que te sigue esperando... ¿sabes una cosa? tu madre tenía razón, en verdad tú y esa criatura son almas gemelas.
Ben hizo una sonrisa que parecía más una mueca.
Siguieron platicando acerca de las medidas que usarían para desarticular cualquier plan siniestro acerca de esos "cardenales", luego hablaron de las empresas y lo felices que estaban con la colaboración de Dameron y Hux. Almorzaron, hablaron un rato en la sobremesa mientras la Nana ordenaba que se les sirviera el té. Después de una buena charla con sus tíos se fue a descansar, pero no lo hizo en su alcoba, sino que se dirigió a la habitación de Rey. Quitó las sábanas blancas que cubrían todos los muebles y contempló por un buen rato, toda la estancia decorada en tonos rosas y morados, se acomodó en la cama con dosel y miró todas las muñecas, el juego de té de Rey y sus ponis.
—Todavía conservan tu aroma, mi amor... Te amo tanto que me duele el corazón, pero no permitiré que nadie te haga daño... ni siquiera yo mismo —poco a poco se le fueron cerrando los ojos, entonces se acomodó en los almohadones abrazando un oso de peluche y se quedó dormido.
Rey estaba bebiéndose una piña colada, mirando la decoración griega que Rose había ordenado en el salón. Había pasado una tarde arreglándose junto a sus amigas en el hotel, donde literalmente la arrastraron casi en estado de somnolencia después de haber dormido cuatro horas continuas sin interrupciones, hasta que sus amigas irrumpieron en su penthouse para sacarla y llevársela al hotel. No le quedó más remedio que irse con ellas y compensarles el tiempo que les debía. Había estado callada en todo el tiempo durante las maquillaron y trató de ocultar su tristeza pero sabía que ellas no estaban tranquilas con sus embustes. Entonces como todavía era temprano, y como eran las anfitrionas por ser las damas de honor junto con la novia, solamente estaban ellas tres con las meseras que Rose había ordenado.
—Cariño —se acercó Rose junto a Kaydel— luces algo cansada, pero aun así te ves hermosa.
Rey hizo una sonrisa forzada y un gesto con la mano.
—Estoy bien y... —quiso cambiarles el tema— ¿a quién se supone que representamos? Me dijeron que somos algo así, como las diosas del Olimpo... y la estancia parece como si estuviéramos en Atenas pero en el Partenón —las observó arqueando una ceja y señalándolas a ambas.
Rey iba de rosa, Rose de blanco y Kaydel de azul celeste.
—Se supone que yo represento a Atenea —se señaló Rose.
—Ohh... entiendo eso lo explica todo —sonrió Rey— ya sabes esa corona y la lechuza que llevas en la tiara.
— ¿Y no me digas que Kaydel es Artemisa...? Digo por el dije de arco y las flechas.
—Si —Kay respondió risueña.
—Pero... ¿y yo quién soy?
—Sencillo cariño, eres la diosa Afrodita... no viste el corazón que te pusieron en la tiara. Eres la diosa del amor —Rose suspiró soñadora— y tú Adonis, está en el otro salón con los chicos.
Entonces Rey se atragantó con el Coctel.
—Pero... ¿cómo...? Yo... —Kay le propinó unas suaves palmaditas.
—No te preocupes, ellos en lo suyo y nosotras en lo nuestro. Aunque me tranquiliza que esté con ellos, así les destruye los planes de contratar nudistas —Rose puso los ojos en blanco, de sólo imaginarlo.
—Sabes que, Hux no lo haría —le aseguró Kay.
—No, pero tú flamante Poe sería capaz. —Kay iba a replicar, pero mejor cerró la boca, aunque sabía que Poe ya no hacía esas cosas si lo creía capaz solo para gastarle una broma a su querido amigo Palidux, como le decía a espaldas de él. Pero con el Padre Solo, dudaba que lo hiciera.
Estuvieron riéndose de trivialidades, recordando sus tiempos en la universidad, pero entonces Rose quería saber los efugios de Rey con el ardiente cura como Kay y ella lo habían bautizado.
Rose Iba a preguntar cuando Rey la miró fijamente.
—Ya sé lo que me vas a preguntar, Rosie querida... y se los voy a resumir porque quiero zanjar este tema por lo menos esta noche —susurró con la voz quebrada— y antes que vengan las invitadas.
—Rey, cariño... no es necesario, sino te sientes cómoda...
—Si lo es... Necesito sacarlo porque me está matando... y aunque me da vergüenza tengo que decirlo —sollozó.
—Cálmate —la alentó Kay, sirviéndole un vaso con agua que había en la mesa donde estaban.
—Estuve a punto de acostarme con Ben... y no sola una vez, dos veces —soltó sin ningún remedio.
Las chicas abrieron los ojos como platos y Rose casi se atraganta con su gin tónica.
—Pero... ¿cómo? ¿Cuándo...? —Preguntaron ambas en coro— nos dijiste que todo estaba bien...
Entonces Rey les relató todo de principio a fin.
— ¡Cielo santo! —Expresó Kay— esto es... ¡Rayos! ¿No sé qué decir...?
—Relájate, Kay, tampoco es para tanto... continua querida —la alentó Rose bastante tranquila, y secretamente alegre por la situación.
—Lo amo chicas... me muero de amor por él... Yo, lo deseo ardientemente y... —Empezó a llorar, entonces ambas amigas se colocaron a su vera para consolarla.
—No llores, cariño... respira hondo.
—No sé qué hacer y si Ben no hubiera detenido la situación las dos veces... me habría entregado a sus brazos irremediablemente, no saben lo que me hace sentir yo... —se le erizó la piel y tiritó.
—Créeme... lo sabemos —respondió Kay y Rose concordó.
Después les contó, lo que había sucedido el día que descubrió una conversación que Ben mantuvo con Hux, y para colmo lo del arzobispo. Los arrumacos fogosos de los días anteriores y lo del bosque que solamente les había resumido.
—Por eso tenemos que alejarnos... por el bien de todos... y porque el mismo Ben me lo pidió.
—Y por lo visto, tu sexy sacerdote, no puede mantener las manos quietas... por eso pone la barrera de la distancia, aunque él es el primero en caer —hizo una mueca Rose.
—Así es —respondió Rey— ¿y saben qué...? Está noche quiero olvidarme de todo y divertirme con ustedes... las amo chicas y no quiero que mi tristeza opaque tu felicidad, Rosie, la unión en matrimonio con tu ardiente pelirrojo —le aseguró abrazándola.
—Gracias, Rey... y nosotras deseamos que la pases bien, no queremos verte sufrir.
—Lo amo tanto —suspiró— pero quiero divertirme.
—Tiene razón —coincidió Kay, alzando la copa y brindando con su daiquiri.
Rose también hizo un brindis y luego añadió:
— ¡Rayos! serán dos días de abstinencia con mi pelirrojo... pero ya verá en la noche de bodas lo que le espera —sonrió malévola y sus amigas soltaron una risilla—. Que comience la fiesta —anunció Rose, cuando abrieron el salón y pusieron la música y, también se iluminó la pantalla de karaoke que estaba lista para los juegos.
En el otro lado del salón, los chicos estaban con la música algo moderada, tenían un partido de baseball en la pantalla, tres mesas de billar y unos grupos jugando póquer mientras bebían y se reían. Ben estaba sentado en un rincón algo enfurruñado, igual que en sus tiempos de la facultad. Esos ambientes ruidosos le causaban ansiedad social y agradecía que no se les ocurriera traer nudistas, porque estaba casi seguro que, la bella Rose lo había mandado como policía del bien, para que el infierno no llegara por ese salón. Se imaginaba que, la Señorita Tico, tenía radares y era capaz de irrumpir en el recinto, si se llegara a dar cuenta de cualquier intento de ingresar ese tipo de actos en la despedida de soltero de su prometido y, sacarlos a latigazos a todos del salón como la mujer maravilla. Sonrió divertido, de sólo imaginarlo, ya que algo había escuchado acerca del carácter de la chica. Pero lo que más lo tenía ansioso y con el corazón en la garganta, era que en otro salón cerca de donde estaban, era la despedida de Rose y allí estaba Rey, se moría por verla, por estar cerca de ella, pero tenía que controlarse por el bien suyo, los demás y por la boda de su amigo cuya ceremonia tenía que oficializar.
Había accedido a tomar solamente un vaso de whisky, cuyo liquido bebía a sorbos, y el cual tenía más de un buen rato de tener pues hasta el hielo estaba empezando a derretirse.
Poe se acercó, al verlo todavía con el vaso que le habia servido hacía más de media hora.
—Ya deja de contemplar ese trago y termínalo de una vez —le ordenó Poe arqueando una ceja.
—Yo... Ya debería de irme.
— ¿Qué dices? Si apenas llevamos una hora, no seas gruñón.
—Te recuerdo que soy cura —se señaló el clériman.
— ¡Rayos, Ren! Toma esta bufanda —se le tendió.
—No tengo frío —resopló Ben, por la nariz.
—No es para el frío, zoquete.
— ¡Oye respétame...!
—No seas gruñón, eres mi amigo antes que ser cura.
—Qué remedio —bufó Ben.
—Y te recuerdo, que Arms y yo, te llevamos tres años aunque tú seas un gigante en tamaño —le recordó divertido.
Ben sonrió y luego añadió:
—Entonces... ¿para que me das la bufanda?
—Para que escondas el clériman, los chicos se pueden poner nerviosos con el cura policía —le explicó Poe, hablándole bajito— aunque sea por esta noche te lo hubieras quitado.
—Soy sacerdote, Poe... y mientras no renuncie a mis votos, sigo siéndolo y debo portar la sotana.
Hux se acercó y escuchó lo último.
—Un sacerdote enamorado ardientemente de una chica... mejor dicho de un angelito, quien se encuentra en la otra estancia. —Se encogió de hombros Armitage, confirmando lo obvio.
— ¡Shhh baja la voz, zoquete! —Refunfuñó Ben— pueden escucharnos.
—Nadie escucha desde este rincón, Ren— refutó Poe.
—Cómo sea... —gruñó Ben, haciendo un ademán de falso fastidio.
—Que acertado que eres, Ren —ironizó Hux— mira que un sacerdote enamorado de un ángel.
— ¡Ya por favor! —lo silenció Ben.
—Son bromas, amigo... sabes muy bien que te apoyaremos según lo que decidas.
—Gracias... y por los momentos tengo que alejarme de ella, sino...
—Está bien, te entendemos y como el caballero que eres, no indagaremos en cualquier cosa que haya pasado con ella —lo reconfortó Poe y Hux coincidió.
—Sigo casto... no crean que... —les confesó sonrojado.
Ellos le sonrieron y trataron de no carcajearse porque lo respetaban como sacerdote.
—Aunque no fuese así —le aseveró Hux— no te juzgaríamos, pero entendemos tu posición por los momentos —Ben Asintió.
—Sólo les diré, que la amo demasiado y la deseo como un loco. —Le tembló la voz y apretó lo puños tanto que los nudillos se estaban tornado blancos.
Hux y Poe le pusieron una mano en cada hombro para tranquilizarlo.
— ¿No sé qué hacer con todo esto que siento por ella...? me atormenta, me abruma y siento que la sangre me hierve cuando estoy cerca de ella... —se bebió el ultimo sorbo que le quedaba del whisky— No puedo pensar, su sola presencia, me hace olvidarme de quién soy... de mis votos, yo...
—Te entendemos, amigo —repitieron ambos hombres.
—Por eso, tengo que mantenerme alejado de ella.
—Lo sé —lo alentó Hux— te apoyaremos, pase lo que pase y no te preocupes, tu tío Lando contrató una agencia de vigilancia especializada, para desarticular cualquier plan de esos dos "cardenales" de quienes nos hablaste... también van a cuidar al Arzobispo y a tu novia.
— ¡Que no es mi novia, soy cura! —rebatió Ben.
—Es tu novia, desde que eras un chiquillo... y que yo sepa nunca terminaron —le recordó Poe, entonces Ben quería responder pero no tenía nada que objetar.
Luego de esa conversación, estuvieron charlando de sus tiempos del instituto, la facultad y carcajeándose de lo que Rose era capaz de hacer si llevaban nudistas a la fiesta. Cuando habían pasado casi cuatro horas, Ben quería irse, pues al día siguiente tenía que empezar a preparar el sermón que daría en la boda, ya tenía dos borradores pero no lo convencían, aunque faltaban dos días para el enlace, él quería tener todo listo, también quería ir a su casa a visitar a su nana pues ya se lo habia prometido, pero cuando estaba a punto de irse de la fiesta, Hux se acercó junto a Poe con rostros de preocupación.
— ¿Qué sucede? —les preguntó
—Ejem... —Carraspeó Hux.
—Tu ángel, se encuentra en estado de total ebriedad y está cantando en el karaoke que montaron las chicas... Rose y Kay, están preocupadas porque está muy ebria y por esa razón nos pidieron tu ayuda.
—Si —continuó Hux— ellas piensan que tú eres el único que la puedes ayudar... y sacarla de allí.
— ¡Dios mío! —Expresó preocupado Ben, mientras se levantaba de su asiento abruptamente— esto es mi culpa —susurró para sí mismo.
—Si quieres te acompañamos a la entrada, aunque no podemos pasar nosotros, pero como soy el que está pagando todo —alegó Hux— les diré que es urgente que te dejen pasar.
—Diles que es un bailarín exótico —bromeó Poe, entonces Hux le dio un zape en la cabeza y Ben le dedicó una mirada envenenada.
— ¡Auch...! yo sólo decía.
—Colócate la gabardina y cúbrete el clériman... con el caos, nadie sabrá que eres cura —le indicó Poe.
—Y usa este gorro de lana, aunque está oscuro y hay luces de colores, no podemos arriesgarnos a qué te descubran y luego te vean las invitadas oficiando la boda.
Ben asintió con un movimiento de cabeza en respuesta.
—Vamos, Rose y Kay te esperan en la entrada. —Salieron apresurados hacía el otro salón. Cuando llegaron Rose y Kay los esperaba en la entrada, lo último que vio, fue a sus amigos en la puerta deseándole buena suerte.
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—Kay, estoy preocupada... Rey ha bebido demasiado y ella nunca lo hace, solamente se toma una copa de vino en nuestras reuniones, —le recordó Rose, alarmada.
—Sí, tienes razón tenemos que hacer algo... ya tiene ratos bailando en las mesas y no deja el karaoke, está desinhibida —se preocupó Kay.
—Tenemos que hacer algo, antes que empiece a decir... Ejem, tú sabes los ebrios sueltan secretos.
— ¡Rayos! —Se inquietó, Kay— y no sólo eso, tengo miedo que le pase algo, que se intoxique, porque casi no probó alimento.
—Cierto... Necesito pensar en cómo sacarla del escenario —Rose se quedó pensativa, mirando en la dirección hacia Rey quien estaba cantando la quinta canción, expresando palabras incoherentes y con una copa de champagne en la mano mientras las chicas no dejan de incentivarla para que continuara.
Y eso era lo que Rey deseaba, olvidarse del dolor que la embargaba. Esa pena por estar enamorada de un hombre prohibido, quien por alguna razón, la estaba alejando y eso le dolía en sobremanera, ya que cuando al fin había decidido arriesgarlo todo por él, la rechazaba, y también existían asuntos que Ben le ocultaba y cuyos motivos desconocía porque no le había dado muchas explicaciones, solamente lo poco que miró en un chat que descubrió por accidente. Entonces, sólo por esa noche, quería arrancárselo de la mente pero en cuanto se enteró que Ben estaba en otro de los salones tan cerca, quería huir de la realidad para olvidarse, y por eso empezó a beber sin reprimirse. La cuestión era, que entre más bebía, menos se olvidaba de Ben, así que, se le ocurrió descargar su pena cantando, porque era la única manera de gritar su secreto con canciones, cada melodía era dedicada a él.
—Quie... quiero dedicar esta... can...canción a mi amor, lo amo tanto y no puedo estar con él... Salud a mi príncipe —hablaba moviendo su copa al aire y tambaleándose.
— ¡Vamos Rey... sigue, eres una diosa! —Le gritaban sus amigas de la facultad— grítaselo a tu hombre, dónde quiera que esté.
Rose y Kaydel, se miraron alarmadas cuando Rey gritó a los cuatro vientos su amor por un hombre prohibido, ambas temieron que soltara en algún momento la verdad.
—Márcale a Poe... y yo lo haré con Armie. —Y justo en esos momentos, Rey empezó a cantar La Vie en Rose, en un perfecto francés.
—Armie, cariño... necesito tu ayuda con urgencia —empezó Rose, cuando su prometido le contestó. Unos minutos después que, Hux y Poe le dieron una solución, la cual le pareció arriesgada, apareció el Padre Solo tratando de pasar desapercibido con un gabardina, bufanda y un gorro de lana, algo que a Rose y Kaydel les causó gracia, porque aun así no dejaba de verse realmente apuesto.
—Nadie lo reconocerá, Padre —bufó Rose, refiriéndose a su improvisado disfraz— todo está a oscuras... y las luces de colores ocultan todo —soltó una risilla.
—Emmm... los chicos me dijeron que era lo mejor —contestó Ben, algo avergonzado.
—De acuerdo, acompáñenos —le señaló Kay interrumpiendo a Rose y al clérigo. Él asintió.
Ben, se sentía extraño entre tantas mujeres gritando y riéndose con el sonido de la música. Observó a su alrededor, dándose cuenta que la decoración algo peculiar, era como estar en una especie de altar de los dioses del Olimpo. Y casi se le saltó un latido, cuando contempló a Rey en un escenario de Karaoke, cantando La Vie en Rose, con la voz más hermosa que había escuchado jamás y, en un perfecto francés, sin titubear a pesar de su notorio estado de ebriedad. Parecía una diosa con ese vestido... Magnífica, hermosa, sensual y... Ebria.
—Padre, no se quede allí parado como un pasmarote viendo a *la bella Madonna —le guiñó un ojo Rose, hablándole en italiano.
— ¡Rose! —la reprendió Kaydel.
— ¿Qué...? Rey es una hermosa virgen ¿No le cree usted Padre? —Le preguntó con fingida inocencia. Ben solamente se aclaró la garganta con nerviosismo y aseveró con un movimiento de cabeza.
Cuando estuvieron en frente del escenario, Rose se subió para animarla a bajar mientras Ben se quedaba en frente para sacarla de ahí, aunque fuera en los hombros.
—Cariño... creo que es hora de cederle el turno a otra de las chicas —la instó.
—Naaa... si... Estoy magnífica —trastabilló y Rose la sujetó mientras Kaydel y Ben estaban de los nervios.
— ¡Déjala Rosie! —Gritaban las invitadas en estado de ebriedad— ¡Regina es una cantante espectacular...! ¡Vamos Rey...!
—Rey no se está sintiendo bien, chicas —les anunció arrebatándole el micrófono a su beoda amiga. Entonces le ofreció el micrófono a otra de las chicas para animarlas a cantar y, una de ellas se subió al escenario bastante sonriente y empezó a cantar una canción más movida. En medio de esa distracción; Rose se llevó a Rey casi de arrastras, Ben y Kaydel rodearon la tarima para ir en dirección de Rose.
Ben subió los escalones para tratar de llevársela por la fuerza si era necesario.
—Vamos, Rey... es hora de llevarte a tu habitación para qué duermas un poco —la persuadió Ben.
—Pa... Patito... ¡Por todos los cielos! ¡¿Por qué tienes que verte tan malditamente apuesto esta noche?! —se acercó para acariciarle el rostro, entonces Ben no pudo evitar cerrar los ojos ante el suave contacto de Rey.
«Concéntrate Ben» se reprochó a sí mismo.
—Mi amor... —Sonrió ella— como me haces sufrir... —y cuando dijo eso estuvo a punto de caerse.
Ben la sujetó de los hombros pero ella se lo quitó de encima.
— ¡Suéltame, no es justo lo que nos han hecho! —protestó dolida.
— ¡Rey! —Exclamaron las chicas y, agradecían que nadie les pusiera atención porque estaban entretenidas bailando con una canción que una de las chicas interpretaba.
— ¡Vamos! ya deja de decir esas cosas, la gente se puede dar cuenta —la reprendió Rose entre dientes, pero Rey no entendía de razones y continuó con su reproche.
— ¡Me importa un comino, quiero que todos sepan que...! —en ese momento Ben la tomó de la cintura, se la subió a los hombros y ella empezó a patalear.
— ¡Suéltame!—gruñó hecha una furia. Rose y Kay soltaron una risilla y le dieron el bolso de Rey a Ben con la tarjeta de la habitación.
— ¡Sáquela de aquí, Padre...! ahorita que todas están distraídas, la habitación está en el mismo pasillo que estamos todos —le informó Rose, señalándole el número de la tarjeta.
—Entiendo —respondió Ben, mientras una furiosa Rey, no dejaba de patalear y gruñir incoherencias.
Las chicas lo ayudaron a salir y lo acompañaron al ascensor, mientras Poe y Hux observaban desde lejos el espectáculo y de inmediato, se alegraron haber ordenado apagar las cámaras en ese piso, pues Poe y Hux eran los mayores propietarios de ese hotel, lo cual agradecían haber adquirido unos meses atrás.
Cuando estuvieron solos en el ascensor, Ben hizo un hábil movimiento para cargar a Rey en brazos, ya que no le agradaba la idea de cargarla como a un saco de patatas, pero no le había quedado más remedio pues ella no había cooperado.
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— ¡Suéltame, Ben! —le soltaba manotazos en el pecho.
— ¡Rey, cálmate! no te encuentras bien... te llevaré a tu habitación.
— ¡Claro que no estoy bien...! —Sollozó— estoy volviéndome loca por, ti... mmm... —se acercó a su cuello y Ben tragó en seco— que bien hueles —aspiró rozándole la bufanda y luego intentó quitársela pero él, la detuvo.
— ¡Esto es mi culpa! —gruñó desesperado, por ponerla a salvo y de él mismo.
—No me siento bien... —murmuró Rey, acomodándose en el pecho de Ben.
—Creo... que ingeriste mucho alcohol, Rey. —Ella no contestó solamente se acomodó en su pecho.
Cuando al fin logró acceder a la habitación de Rey, la bajó para buscar acomodarla en la cama de la suite, pero sin dejar de sostenerla de la cintura. Encendió la luz de la lámpara de noche y cuando intentó cargarla nuevamente, ella lo sujetó de la bufanda para acercarlo a sus labios, plantándole un ardiente beso y restregándose en él. Ben no pudo evitarlo, la rodeó de la cintura respondiéndole con la misma pasión, gimiendo entre besos y acercándola a la pared para continuar con su ardiente danza de caderas.
«Ben, esto es poco honorable» se decía besándola y acariciándola por encima del vestido, luego le subió una pierna para acceder por debajo de la prenda, y no pudo evitar ahogar un gruñido gutural que salió de su garganta, cuando sintió el liguero de encaje de Rey y parte de su pantaleta del mismo material.
—Te amo Ben... Eres solo mío yo... te deseo... —sin previo aviso, ella hizo una arcada apartándose de él.
De inmediato, Ben, la tomó en brazos para llevarla al baño. La ayudó a quedar en frente del retrete, entonces ella cayó lentamente de rodillas sujetándose desesperada. Rey comenzó a vomitar todo, Ben le acariciaba el peinado y empezó a soltarle las horquillas de la tiara. Estuvo un buen rato hasta que ya no salió nada más.
— ¡Hermosa...! ¿Por qué bebiste tanto? —ella solamente contestaba con monosílabos, pálida y lánguida.
Estaba hecha un desastre, pero aun así, no dejaba de verse hermosa. Ben la acomodó en sus brazos, le ayudó a lavarse la cara y le pasó un paño húmedo por el rostro, el cuello y el cabello. Sentado en el suelo junto a ella, le sacó los zapatos altos que llevaba y aunque pensó que eran sensuales, no entendía cómo podía caminar con esas cosas.
«Las mujeres definitivamente hacen sacrificios para verse guapas» pensó «aunque debo reconocer que ella se ve espectacular». Luego se reprendió y continuó con su labor.
La dejó apoyada en la pared semi dormida y trató de buscar ponerle algo más cómodo para dormir. Le dio vergüenza buscar en las maletas o el armario, entonces se encontró un albornoz de seda rosa en el baño. Le quitó las joyas y le terminó de deshacer el peinado. Con cuidado la cargó hasta la cama y la acomodó para despojarla del vestido, trató de concentrarse en la comodidad de la chica, puesto que casi sufre un colapso cuando la vio con el conjunto de lencería rosa de encaje, que solamente habia palpado cuando estaban besándose, tuvo que respirar varias veces para no caer en la tentación de acariciarle la delicada piel de porcelana que lo tentaba.
Le colocó el albornoz y la acomodó en los almohadones. Buscó en el botiquín del baño y encontró analgésicos y medicamentos para las indigestiones con una botella de agua mineral.
—Rey... Angelo... —Le acomodó la nuca para hacerla beber los medicamentos. Ella los tomó sin rechistar. Luego volvió a cerrar los ojos y acomodarse.
Ben la contempló por un buen rato, acariciándole el cabello y el rostro con la yema de los dedos, luego le colocó una sábana.
—Mi dulce Rey... tengo que alejarme de ti... —suspiró— no puedo seguir haciéndote daño, mi amor... Esto es mi culpa y no es justo para ti...
—Ben... n-no te vayas —articuló entre susurros— quédate conmigo... por favor...
—Rey...
—Te lo ruego, Patito.
Entonces sonrió mirándola con ternura, se despojó los zapatos y otras prendas, solamente se quedó con la camisa a medio abrir y el pantalón, luego la abrazó de costado y la acomodó en su pecho.
—Descansa, amor mío... yo velaré tus sueños.
—Ben... Prometiste que estaríamos juntos... —susurró ella con voz átona— desde ese día te amé, cuando perseguías mariposas...
—Rey... yo...
—Rompiste los votos que hiciste conmigo, Ben —musitó, quedándose dormidas y con lágrimas en los ojos.
—Perdóname, amor mío... es verdad, te fallé, rompí los votos que hice contigo —le besó la coronilla meditando en ese reproche. Se durmió abrazado a ella.
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*La bella Madonna: la hermosa virgen.
Fecha de actualización: 11/03/21
Holis... espero que hayan disfrutado este capítulo, tanto como yo disfruté escribiéndolo e imaginando toda la situación. Las leo el próximo viernes.