— ¿Qué haces?
— Oh, ¡Hola Harry! — Pansy saludó al chico y bajó su varita — Estoy practicando unos hechizos... ¡Hamelín! — exclamó y un grupo de Bowtruckle caminaron hacia ellos — Se ven sumamente lindos cuando caminan en hilerita — mencionó arrodillándose y viéndolos encantada.
— ¡Woow! ¿Tú hiciste eso? — Harry miraba con curiosidad a las "ramitas", que seguían acercándose — ¿Cómo lo hiciste?
— Pues... solo los llamo, ellos son los que deciden venir... el hechizo los hace escucharme en donde quiera que estén ...
— ¿Puedo intentarlo? — preguntó Harry, interesado en probar el hechizo — ¿Solo lo digo y ya?
— Tienes que escoger a una especie de criatura y visualizarla en tu mente. Intenta con alguna especie pequeña para empezar.
— ¡Hamelín! — exclamó él joven, esperó unos minutos, sin embargo, nada pasó.
— ¿A qué criatura intentaste llamar?
— A un Abraxan... Blake está por allá, creí que vendría.
— Mmmm veamos... ¡Hamelín! — Pansy no tuvo que esperar ni dos minutos para tener a un grupo de tres Abraxan, además de Blake, frente a ella — Tal vez solo necesitas practicar — le dijo a Harry.
— Seguro... Nunca había escuchado ese hechizo antes...
— ¡Oh! Eso es por qué Zach, Isa y Yo lo inventamos durante las primeras semanas aquí — comentó la pelinegra acariciando a Blake.
— ¡Vaya! ¿Entre los tres?
— ¡Sí!... Bueno, Yo hice el movimiento de varita y la conexión entre el efecto y el movimiento, Zach e Isa escogieron la palabra — explicó Pansy, usando su varita para elevarse un poco y sentarse en el lomo del caballo alado.
— Wooow, creí que solo pensarías en descansar y recuperarte luego de que tú padre mur... bueno... luego de todo lo que pasó — Harry acarició a Blake con cariño, y no se le escapó el semblante de su amiga. La confusión y la tristeza se hacían presentes cada vez que recordaba lo que había pasado — ¿Puedo Blake? — preguntó el chico, pidiendo permiso al Abraxan para subir a su lomo y sentarse junto a su amiga, recibiendo un relincho afirmativo.
— En realidad... no podía dejar de pensar en todo eso. Sí me quedaba quieta, si no hacía nada o, incluso sí dormía, soñaba con eso o de pronto lo recordaba — dijo ayudando a su amigo a subir al lomo del enorme caballo alado — Solo haciendo cosas logré distraerme y dejar de pensar en eso.
— Fue duro, muy duro. Ron, Ginny, Neville, Tracey y Yo habíamos regresado a Hogwarts por el resto de tus cosas cuando nos informaron que habías regresado a Grimmauld Place... pero...
— Pero no regresé como todos esperábamos — Pansy seguía acariciando a Blake con cariño, pero era evidente que recordar lo ocurrido meses atrás aún le provocaba una sensación abrumadora. Habían sido emociones muy fuertes en un período verdaderamente corto de tiempo.
Flashback.
Pansy estaba parada frente al enorme cuadro, donde ella y su padre estaban juntos y, en donde ella aún era pequeña. La mirada que veía en los ojos de su padre le causó curiosidad, siempre lo había hecho. Nunca, en todos esos años, logró descifrar de qué modo la miraba Sebastián en ese cuadro. El brillo en los ojos de su padre la confundía, parecía estar feliz, pero la chica no recordaba ver en el rostro de su padre esas facciones, y mucho menos ese maldito brillo que iluminaba sus ojos. Ese cuadro, donde Sebastián y ella parecían felices, siempre fue un enigma para ella, indescifrable.
— Ya estás aquí — la voz rasposa de Sebastián se hizo presente a sus espaldas.
— Sí, vine por unas cosas, solo por algunas, no puedo llevarlas todas. Y me voy a llevar a mis amigos...
— ¿A tus amigos...?
— Lita, Plio y Rupp.
— ¡Oh! Los elfos... claro, tus amigos... nunca entendí cómo fue que te hiciste tan cercana a ellos — mencionó Sebastián con un tono pensativo.
— Ellos siempre han sido buenos conmigo, siempre me trataron bien... ellos sí lo hicieron, no como tú — respondió la chica, reprochando a su padre.
— Mírate, tu memoria es tan selectiva. No recuerdas nada importante — Sebastián habló mirando el cuadro frente a ellos — Nada importante...
— Recuerdo lo necesario.
— ¿Recuerdas cómo eran tus abuelos? — preguntó su padre mirándola. En su mente, Sebastián rogaba que su hija tuviera algún recuerdo de esa época.
— No realmente. Alice y Máximo murieron hace mucho y no pase mucho tiempo con ellos.
— Pasaste más tiempo con ellos del que me hubiera gustado — dijo abrazando a su hija con mucho cariño, sorprendiéndola a ella y a sí mismo por tan inesperado comportamiento.
— Como sea — respondió Pansy rompiendo el abrazo confundida — Iré por mis cosas. ¡Plio, Lita, Rupp!
— ¿Sí ama Pansy? — en coro, los dos elfos y la elfina aparecieron junto a ella.
— Vengan conmigo. Vamos a mi cuarto.
Sebastián observó a su hija caminar en dirección a su habitación, siendo acompañada por sus pequeños amigos, quienes, él tenía muy claro, le eran fieles a Pansy y no a él. Cuando los cuatro desaparecieron al doblar una esquina, él mismo subió las escaleras y se encaminó a su propia habitación, había algo ahí que deseaba que su hija tuviera. Al entrar al enorme cuarto, que estaba decorado por piezas carísimas, por bellas pinturas de artistas sobresalientes, una de ellas desentonaba del resto. Un cuadro al óleo, de tres escarbatos en el bosque, llamaba la atención. El dibujo, los trazos y la forma en que estaba enmarcado, se veía como si un principiante lo hubiera hecho, y en efecto, así era. Era uno de los primeros cuadros que Pansy pintó, y en secreto Sebastián lo había conservado. Se quedó de pie contemplando el cuadro por unos segundos, y después llevó su varita a su sien, la despegó lentamente, con una tira de ese fluido viscoso que siempre le dio asco. Depósito sus recuerdos en un frasquito y los puso en una de las mesitas que tenía en la habitación, junto a un traje, un atuendo de duelista, que había comprado hacía años, con la esperanza de que su hija lo usará cuando fuera mayor. Casi por coincidencia, en el petó de metal estaban talladas diferentes criaturas mágicas, y el traje en sí mismo era de un color verde con tonos azules y amarillos.
Dejó el traje y el frasco juntos, y se sentó en su cama, regresando su mirada al cuadro de los escarbatos, y esperó a que Pansy terminará de empacar.
— Gracias por ayudarme — Pansy aún no decidía qué prendas llevar, y observaba la ropa en su cama intentando decidir — Ojalá todo cupiera en una maleta...
— ¿Quiere llevarse todo? — preguntó Lita — Lo hubiera mencionado antes, ya sabe que sí es posible— con un movimiento de mano la elfina puso a doblar toda la ropa en la cama — Solo esperemos a que esté doblada y la echaremos a la maletita.
— Entonces... ¿Se va ama Pansy? — preguntó Rupp sentándose junto a Pansy en el suelo.
— Sí... pero bueno, sobre eso... quiero hablar con ustedes — dijo sacando una cajita de su ropa — Sí, me iré, pero quiero que vengan conmigo.
— Eso sería un honor señorita Pansy, pero dudo que el amo Sebastián esté de acuerdo — dijo Plio con tristeza.
— Puede ser, sin embargo, espero que sean ustedes los que decidan — Pansy abrió la cajita y dentro se podían apreciar tres pulseras de plata, una con una "L", una con una "P" y una con una "R", respectivamente — Es una suerte tener el dinero de mi padre a mi disposición — dijo con una sonrisa de lado que adornaba su rostro.
— Ama Pansy, pero... ¿Por qué...?
— Espero que no te molestes Lita, pero les voy a poner esto — Pansy tomó el delgado bracito de la elfina y colocó la pulsera con la "L" en la muñeca de Lita — No quiero que piensen que, ahora que me voy, me olvidaré de ustedes. Nunca podría hacerlo — dijo tomando el bracito de Plio y colocando la pulsera con la "P" en su muñeca — Son mis primeros amigos, dentro y fuera de esta casa, también mis primeros maestros y, sin duda los primeros en arreglar mis estropicios — comentó riendo un poco — Y me han dado algo valiosísimo dentro de este lugar... me han dejado ser libre y explorar, explorar todo lo que quise. Es por eso que — la chica terminó de colocar la pulsera con la "R" en la muñeca de Rupp — Yo quiero darles lo mismo a ustedes.
— Ama Pansy...
— Solo Pansy, Rupp solo llámame Pansy — abrazó al regordete elfo — Soy tu amiga, solo eso.
— ¿Por qué? — Plio observaba la pulsera en su muñeca, era consciente de que, en otra época añoro justo eso, una prenda que le diera su libertad — ¿Por qué?
— Me encantaría que los tres vinieran conmigo, pero quiero que venir o no sea su elección y, de cualquier forma, en donde quiera que Yo me encuentre siempre habrá un lugar para ustedes — terminó de decir y sacó unos gorritos que fueron suyos cuando era bebé — Este es un obsequio — dijo colocando los gorritos en las cabezas de sus amigos — Supongo que tengo que darme prisa y guardar todo esto sola — mencionó girando el rostro para evitar que sus amigos vieran las tenues lágrimas que se empezaron a formar en sus ojos.
— Gracias Pansy — Lita la interrumpió con un abrazo, que Pansy enseguida correspondió y al que se unieron Plio y Rupp.
Mientras tanto en Grimmauld Place, la familia Tremblay-Vital, Luna, Hermione, y gran parte de la Orden del Fénix aguardaba la llegada de la joven Parkinson. Hermione intentó acercarse a hablar con Elliott y Emilia, sin embargo, los adultos lo ignoraban. Después de un rato no quiso insistir más, por lo que decidió caminar por la gran mansión.
El año anterior estuvo mucho tiempo en ese lugar, recorrió los pasillos, las escaleras e incluso espío a los miembros de la Orden, que ahora tenía nuevos miembros. Elliott y Emilia eran miembros oficiales de la Orden desde principios de marzo, luego de que Dumbledore se los pidiera personalmente. Le resultaba muy curioso que ni a ella, ni a Pansy, ni a ninguno de sus amigos se les ocurriera que Elliott y Emilia eran candidatos perfectos para pertenecer a la Orden del Fénix.
Se recargó en el barandal y observó pisos abajo, en dónde los padres de su novia hablaban animadamente con Tonks y Remus.
— Deben de estar felices de que Pansy por fin pueda quedarse con ellos ahora... — murmuró para sí misma.
— Sí, están muy felices — Zach llegó a recargarse en el barandal al lado de ella.
— En serio están muy felices, y nosotros también — Isa pasó por detrás suyo y se recargo en el barandal al otro lado de ella — Me emociona que Pansy por fin pueda ocupar su cuarto... es diminuto en comparación el que tiene en la mansión Parkinson, pero siempre me dice que el que tenemos le gusta más.
— Eso es seguro. Ella también debe de estar muy feliz — Hermione notaba que Zach e Isa se esforzaban por no demostrar que estaban en extremo felices de que al fin su hermana mayor estaría con ellos — De seguro cuando llegué a casa lo primero cara es saltar en la cama ¿No creen?
— ¡Sí! ¡Nosotros saltaremos con ella! — exclamó el pequeño — Digo... puede ser, Pansy es muy infantil a veces... — mencionó con una voz seria.
— Sí, y ama que ustedes dos hagan travesuras con ella — comentó la castaña intentando no reír al ver semblante de seriedad extrema en el rostro de Zach.
— ¡Cierto! ¡Yo sí saltaré en la cama con ella! ¡Si tú no quieres Zach, entonces habrá más espacio para las dos! — exclamó Isa y le dio un zape en la frente a su hermano, para después irse corriendo.
— ¡Hey! ¡Yo también saltaré con Pansy! — gritó, apresurándose a seguir a su hermana.
Hermione no podía evitar sonreír al imaginar a su novia y a sus hermanitos saltando como niños pequeños sobre la cama, y como Emilia y Elliott, lejos de enojarse, amarían arreglar todos los desperfectos que sus hijas e hijo provocarán, presa de su felicidad... solo faltaba que Pansy regresará y todo comenzaría a ser un caos, en el buen sentido, claro.
— Veo que los liberaste — Sebastián observó las pulseras en las muñecas de los elfos — Dudo que eso haya sido barato.
— Es joyería Davies, claro que no es barata — comentó Pansy bajando con sus maletas, acompañada de sus dos amigos y su amiga.
— Es tu dinero, al fin y al cabo tú decides cómo gastarlo. La herencia Parkinson es tuya y solo tuya — comentó Sebastián, que esperaba a su hija al pie de las escaleras — Tengo algo para ti — apareció el traje de duelos y el frasquito con sus recuerdos — Un regalo — dijo dándole las dos cosas.
— No tiene algo que me pueda rastrear ¿O sí? — preguntó con desconfianza.
— No, nada de eso... — Sebastián sujetó de pronto el brazo izquierdo de su hija con cuidado — Déjame ver...
— ¡¿Para qué?! — espetó con ira, soltándose bruscamente de la agarré de su padre — ¡¿De qué serviría?! ¡¿Sabes cómo quitarla acaso?!
— Sólo quiero verla — Sebastián escondía sus ojos de la vista de su hija, ocultando las lágrimas qué no tardaban en salir.
— Suenas igual a ellos — gruñó la chica buscando su mirada — ¡Igual a ellos! ¡¿Acaso te uniste al "club"?! — gritó con ironía, pero muy furiosa, acercándose a su padre y señalándolo con su mano — ¡No me sorprendería! ¡No he sabido nada de ti en todo este año! ¡Solo me buscabas para darme tareas estúpidas o algo así! ¡¿Dónde mierda estabas cuando peleé con esos lobos?! — preguntó comenzando llorar presa de la rabia que sentía — ¡¿Dónde demonios estabas cuando casi cincuenta estudiantes me atacaron o cuándo murió Dumbledore?! — gritó iracunda — ¡¿En dónde estabas hace tres días cuando Amycus casi me mata...!? ¡Mírame! — gritó jalando a su padre, con su brazo derecho, que no estaba tan lastimado, — ¡¿Qué mierda est...?!
— Estaba peleando — Sebastián miró a Pansy con el rostro cubierto de lágrimas. Al voltearla a ver se dio cuenta de que había cometido el mismo error, error que repetía una y otra vez. Al voltear, cayó en cuenta de que no había visto a su hija, no realmente al menos. La chica llevaba un artefacto en la pierna izquierda que le ayudaba a estar de pie, y la pierna derecha tenía unos puntos que iban desde su tobillo y que sospecho, terminaban debajo del short que Pansy llevaba, además en las dos piernas podía apreciar varios hematomas. Su brazo izquierdo estaba en cabestrillo y el derecho tenía algunas puntadas. El rostro de Pansy se veía un poco hinchado, y en su pómulo derecho había una línea de puntos, la herida que había sido cocida se veía muy reciente, al igual que el resto de las lesiones en su cuerpo. — Nunca te había visto así...
— Estoy así una vez al mes más o menos. Solo tienes que esperar sentado y alguien vendrá a pelear contra mí — habló con ironía. Sacó el brazo izquierdo del cabestrillo y lo estiró, haciendo una mueca — ¡Morsmordre! — exclamó y la marca apareció en su brazo — Ahí está ¿Feliz?
— Es horrible... es mi culpa que tengas eso — mencionó Sebastián con la voz entrecortada.
— Sí, lo es. Al menos lo aceptas... me voy — dijo mirando a su padre con desdén y caminando hacia la puerta. Por el rabillo del ojo noto que su padre tomó dos maletas y la acompañaba — No tienes que...
— Vaya, vaya, vaya ¿Vamos a algún lado? — la fría voz que de repente se hizo presente, provocó que un escalofrío recorriera a la espalda de Pansy.
— Amycus — dijo en voz baja — ¿Qué demo...?
— ¡¿Qué demonios haces aquí escoria?! — Sebastián había dado unos pasos al frente, colocándose delante de Pansy y protegiéndola con su cuerpo — ¡¿Cómo te atreves a presentar aquí?! — gruñó con furia y clavó su varita en el cuello del hombre, mirándolo de tal modo que, por unos segundos los ojos de Amycus reflejaron temor.
— Vine a hablar — dijo Amycus levantando los brazos — Con un amigo, con un simpatizante de la causa — mencionó y dio dos pasos adentrándose a la mansión.
— Deja de decir tonterías — gruñó Sebastián — Y más te vale lárgate de aquí.
— ¿O sino qué? ¿Me matarás como tú mocosa asesinó a mi hermana?
— Cualquier cosa que le haya pasado a Alecto se lo merecía...
— De seguro crees eso... Pansy, ¿Tú padre te muestro ya su marca? — preguntó Amycus observando a la chica — Supongo que no — dijo al ver el rostro confundido de la joven.
— ¡Ustedes me engañaron! — exclamó Sebastián — ¡Me prometieron que nunca la marcarían si Yo dejaba que me pusieran esa cosa!
— Solo un crédulo confiaría en algo así...
— ¡Destructo! — Sebastián sentía tal furia que no imaginaba volver a sentir paz, solo quería destruir a Amycus, a Bellatrix... a todos — ¡Acabaré contigo! ¡Destructo! — exclamó y el ataque consiguió arrojar a Amycus contra un escudo que se encontraba colgado en una de las paredes de la gran sala — ¡Acabaré contigo y después con ese malnacido de Voldemort! — gruñó, presa de una irá desmedida.
— Dudo que puedas acabar conmigo... al menos no ahora — dijo Amycus mientras se ponía de pie con dificultad.
— Solo aguarda y ve... — un hechizo golpeó a Sebastián arrojándolo contra las escaleras.
Pansy, que hasta ese momento había observado todo en silencio, perpleja por la situación, notó como varias personas, muchas personas, entraban a la mansión por la puerta.
— Los mercenarios son realmente útiles en algunos casos Pansy — comentó Amycus colocándose al lado del hombre que atacó a su padre — Te subestimé hace unos días, creí que podría acabar contigo fácilmente en tu condición, pero me equivoqué... ¡Mátenlos! — gritó con rabia.
En un santiamén, los ataques comenzaron a caer a su alrededor y Pansy no guardo ni un segundo para defenderse, está vez, siendo acompañada por su padre, que peleaba a su lado. Pansy agradeció la ayuda de su padre, era la primera vez en dieciséis años que peleaban lado a lado y no uno contra el otro.
— ¡Navalla mort! — exclamó Pansy, consiguiendo herir a Amycus — ¡Gracias por enseñarme ese hechizo imbécil! — dijo bloqueando el ataque de un mercenario.
— ¡Depulso! — Sebastián atacó con éxito a tres mercenarios, que cayeron contra una pared — ¡No te distraigas hija! — le indicó a Pansy.
Sin pausa alguna, los ataques caían con más violencia sobre ambos Parkinson, quiénes a pesar de ser excelentes duelistas y tener experiencia en batallas, se veían superados, los números no los favorecían. Dentro de la mansión Parkinson había casi treinta mercenarios y Pansy y Sebastián eran insuficientes para hacerles frente, lo que se hizo evidente muy pronto.
Pansy peleaba lo mejor que podía contra seis mercenarios, bloqueando sus hechizos. La técnica de sus oponentes no era nada sobresaliente, su superioridad numérica era lo que les daba ventaja, y sin que la joven pudiera hacer nada, dos potentes ataques impactaron contra ella, haciéndola salir disparada contra el barandal del piso superior el cual se rompió al impactar contra él.
Por su lado, Sebastián se encontraba en condiciones similares, luchaba contra diez mercenarios y mercenarias, quiénes de nuevo solo estaban en ventaja por su superioridad numérica. El hombre vio cómo su hija era arrojada con violencia al piso superior, distrayéndose y causando que no viera los cuatro ataques que lo golpearon, arrojándolo contra una vitrina de vidrio.
— ¡Acabemos con ellos! — gritó una mercenaria.
Un grupo subió las escaleras, colocándose frente a Pansy, que apenas se estaba poniendo de pie, y el otro grupo avanzó hasta Sebastián, que aún no se recuperaba del golpe — ¡Ahora! ¡Avada...!
¡BOOM! ¡BOOM! ¡BOOM!
Tres explosiones arrojaron a los mercenarios en direcciones diferentes. Plio había aparecido frente a Pansy, y con un poderoso hechizo alejó a los atacantes de su amiga. Rupp se colocó frente a Sebastián y consiguió evitar que hirieran al padre de su amiga al moverlo del lugar y apareciendo en otra zona de la sala. Y Lita estaba parada sobre un pedazo de barandal, desde donde había lanzado dos ataques, uno contra los mercenarios que atacaron a Pansy y otro contra los que atacaron a Sebastián.
— ¡Awwwww! ¡Qué tiernos! Los sirvientes vienen ayudar a sus inútiles amos — bramó Amycus con sorna — ¡Depulso!
— ¡Incarcerous! — Pansy evitó que el hombre le hiciera daño a Lita, y con su hechizo lo arrojó contra un mueble de la sala — ¡Váyanse! — gritó dirigiéndose a sus pequeños amigos — ¡Váyanse ahora...! — la joven de nuevo fue atacada en grupo y los hechizos en su contra volvían a superarla — ¡Váyan...! — una daga pasó tan cerca de su rostro que logró hacerle un corte en el pómulo por el que Pansy sintió salir la sangre — ¡VÁYANSE! — gritó de nuevo, caminó hasta Lita y siguió peleando a su lado. La chica comenzaba a cansarse y su poca movilidad le hacía responder más lento a los ataques en su contra — ¡LITA! ¡VÁYANSE! ¡No sé que...!
— ¡Nos quedaremos! ¡Elegimos quedarnos! — respondió la elfina, atacando a unas mercenarias que estaban por lastimar a su amiga.
— No podrán salir de esta. No podrá salir viva de aquí Pansy Parkinson — Amycus fijo su vista en Pansy y de pronto más personas comenzaron a llegar — ¡Me aseguraré de eso!
— ¡Destructo! — Sebastián llegó junto a Pansy, acompañado de Rupp y Plio — Amycus... los Parkinson siempre seremos mejores que cualquier Carrow... ¡Destructo! — ¡BOOM! Una explosión sorprendente salió de la varita de Sebastián, con lo que muchos de sus oponentes cayeron al piso inconscientes, para sorpresa de Amycus — Mi hija, ella es la mejor Parkinson, y nadie puede contra ella — sentenció Sebastián, sin ningún ápice de duda.
— ¡Tanto tú como tu hija son unos arrogantes! ¡Devastier! — Amycus comenzó una pelea contra Sebastián mientras que Pansy, Lita, Plio y Rupp combatían con los mercenarios, quienes rondaban ya los cuarenta, por lo que cada uno peleaba, intentaba hacerlo, contra diez de ellos.
Pansy se esforzaba, pero su rendimiento no era lo que podría haber sido de encontrarse en buenas condiciones. Dos hechizos la lanzaron contra las escaleras, al chocar con los escalones sintió un dolor intenso nacer en su pecho y expandirse recorriendo cada parte de su cuerpo. Puso las palmas de sus manos en el piso, y al intentar ponerse de pie sintió un nuevo dolor nacer en su pecho, intentó respirar, pero parecía que en su garganta un incendio iniciaba con violencia. Sintió algo tibio bajar por su frente, la sangre bajaba formando un camino que cruzaba por su nariz hasta llegar a su barbilla y goteaba sobre su camisa negra.
Se logró poner de pie con la respiración entrecortada y sintiendo dolor en su vientre, en donde vio formarse una mancha de sangre.
¡CRACK!
Un estruendo se escuchó y la joven temió que se tratara de más mercenarios, pero no era el caso. En medio de la sala divisó a Arrow y Blake, ellos habían ido con ella la mansión y la llevarían a Grimmauld Place, era posible que, al escuchar el alboroto, decidieron entrar a ver qué ocurría, y ahora ambas criaturas embestían a los mercenarios.
Aun intentando recuperarse, de forma repentina sintió "algo". Su visión se volvió nubosa y comenzó a caminar despacio, no entendía qué pasaba, pero a lo lejos puedo ver qué se dirigía hasta Plio. "Mátalo" escuchó en su cabeza.
— ¿Qué? — murmuró la chica. "Mátalo" volvió a escuchar. Pansy vio cómo su varita se levantaba, sin que ella tuviera la intención de hacerlo, "Mátalo, solo es un elfo" — ¡No! — exclamó al comprender lo que sucedió — ¡No! — giró sobre sus pies y divisó a una mercenaria que la veía perpleja — ¡No vuelvas a usar un Imperio contra mí en tu vida! ¡Destructo! — gritó y su ataque dejó inconsciente a la mujer.
Siguió peleando lo mejor que pudo, atacando en compañía de Lita que no se despegaba de su lado. En determinado momento, luego de que un ataque la lanzará contra una pared noto que su padre ya no peleaba contra Amycus. Al levantarse observó el lugar y entre todo el caos no pudo divisar al hombre, eso no le dio buena espina, sin embargo, no podía perder tiempo buscándolo. Aunque aún sentía el dolor del último ataque que recibió, volvió a lanzar ataques una vez más, ya que los mercenarios parecían cobrar fuerza a ratos.
Mientras peleaba le llamó la atención ver a dos de ellos lanzando hechizos al techo, y al levantar la vista se dio cuenta de que intentaban hacer caer a el enorme candelabro que colgaba del techo. Al bajar la vista al suelo de inmediato vio quién era el objetivo de los mercenarios. Rupp peleaba debajo de la gran araña de metal, logrando mantener a raya a unas ocho personas. ¡Crack! ¡Crack!... El agarre del candelabro cedió y comenzó a caer. Pansy sintió un dolor intenso en su pierna, que subió hasta llegar a su pecho, bajó la mirada y entonces se dio cuenta de que había comenzado a correr directo a Rupp. No le faltaba casi nada para llegar hasta su amigo, unos cuantos centímetros la separaban de él, cuando de pronto, Rupp la vio y acto seguido levantó la vista, dándose cuenta de que el candelabro estaba muy, muy cerca. Rupp levantó la mano y dijo algo que Pansy no pudo escuchar, para después sonreír, entonces la chica sintió cómo era empujada hacia atrás con fuerza, cayendo unos metros lejos.
— ¡Aaagh! ¡Mierda! — se quejó notando un fuerte dolor en la cabeza — No...— dijo al ver el candelabro hecho añicos en el piso — No, no, no... — chilló desesperada corriendo hasta el, ignorando por completo el dolor en su cuerpo — ¡NO! — gritó al ver el cuerpecito de su amigo Rupp debajo del pesado objeto — ¡No! ¡Rupp! ¡Rupp! — lo llamó con desesperación mientras intentaba quitar los restos de metal que había sobre el elfo — ¡Rupp! ¡Háblame! ¡Por f...! —
¡BAAM! Un hechizo la apartó con violencia del candelabro, haciéndola caer sobre las escaleras.
Antes de que pudiera levantarse otro hechizo la arrojó escaleras arriba, llegando hasta el descanso y golpeándose la espalda contra un mueble de metal que seguía de pie, y que por suerte no cayó sobre ella. Levantó la vista aún el piso y vio a Amycus subir las escaleras despacio, mirándola directamente a los ojos. Pansy se puso de pie, sintiendo que su cuerpo ardía por completo. El mortífago le lanzó un hechizo que consiguió bloquear y de inmediato notó como los ojos del hombre se nublaban de ira.
— Ni así podrás vencerme — dijo la joven lo más claro que pudo.
— Ya veremos — siseo Amycus y volvió a atacar.
Pansy no necesitaba atacarlo, no tenía la fuerza para hacerlo, y con solo bloquear los ataques del hombre podía mantenerlo a raya, sin embargo, dos hechizos que salieron de la nada, chocaron contra su costado y la hicieron golpear el enorme cuadro de su padre, manchandolo con sangre.
— ¡Estás a punto de morir! ¡Avada...! — un hechizo hizo rodar a Amycus escaleras abajo.
— ¡No se atreva a tocar a mi amiga Pansy! — Plio estaba parado frente al cuadro de Pansy, y miraba desafiante al mortífago, que había llegado al piso inferior.
— ¡Tú! ¡Maldita alimaña! — Amycus comenzó a atacar al elfo, pero Plio logró hacerle frente. El elfo era quién le había enseñado a Pansy formas de defenderse de su tío Jason cuando era una niña.
Pansy tomó aliento, aprovechando que Plio mantenía alejado a Amycus. La chica se sentía al límite, las heridas en su cuerpo, nuevas y viejas, ardían en su piel, y haciendo que se diera cuenta de que la situación en la que se encontraba era mil veces peor que hacía unos días. Giró la vista para observar la pelea que Plio mantenía contra su atacante y, como si alguien hubiera lanzado un 'Aresto Momentum', en cámara lenta vio cómo un rayo verde se impactó en el cuerpo de Plio, quién fue arrojado hacia atrás, y cayendo justo delante de ella.
— No... por favor no... — dijo agachándose — ¡No! — gritó apretando los dientes al sentir el cuerpo frío de su diminuto amigo — ¡NO! — gritó con furia, levantando la vista, divisando a dos mercenarios que reían con cinismo — ¡DESTRUCTO! — exclamó atacando a los hombres, que cayeron al piso de abajo inconscientes, y con heridas visibles por todo el cuerpo.
— ¿La pobrecita Pansy perdió a sus sirvientes? — Amycus la veía con regocijo desde abajo de las escaleras.
— Esto ya llegó muy lejos Amycus...
— ¿Eso cre...? — Amycus sintió su cuerpo chocar contra el candelabro.
— Sí. Lo creo — contestó la chica volviéndolo a atacar de forma no verbal, y el hombre cayó cerca de donde Sebastián peleaba contra algunos mercenarios — Acaba con esto antes de que sea muy tarde para ti Amycus — la voz que usó Pansy provocó un escalofrío que heló la sangre del hombre y un sudor frío recorrió su cuerpo. Amycus se sorprendió al pensar que era imposible que una simple niña pudiera causar tanto miedo — No tengo miedo de acabar con la familia Carrow por completo — los ojos de Pansy lo miraron fijamente, tan enojados, tan decididos y tan... calculadores que el mortífago sintió que algo, una fuerza invisible, impedía que se moviera.
— No... — fue lo único que Amycus logró decir presa del miedo.
— Bien, como tú quieras — Pansy levantó su varita dispuesta a atacar a ese hombre, no obstante, los ataques contra ella se hicieron presentes de nuevo, siendo más fuertes, y antes de poder atacar al mortífago tuvo que volver a defenderse de los mercenarios que lo protegían.
Amycus veía la pelea, pero sentía que era un espectador, no se sentía en su cuerpo, de una forma extraña, sentía qué, observaba todo lo que sucedía desde otro lugar... incluso pensó que podía verse parado, estático y sin poder moverse presa de un miedo repentino, pero más real que había sentido en toda su vida. Aún con algo de estupor noto que Pansy peleaba contra unos mercenarios, totalmente ajena a lo que él hacía. Ver cómo esa niña podía pelear aún esas condiciones tan decadentes, su ropa estaba casi hecha trizas, sangraba profusamente, el aparato de su pierna se había desprendido hacía tiempo y su brazo izquierdo se había liberado del cabestrillo... él sabía que necesitaba todo eso, él mismo le había hecho todo el daño posible solo unos días atrás ... y ella peleaba como si nada. Fue ahí que se dio cuenta que, si Pansy Parkinson sobrevivía sería su fin.
Amycus comenzó a caminar con sigilo, buscando una posición que le permitiera tener una vista clara de la chica.
— Es tu fin niña... — dijo parándose varios metros detrás de ella.
Pansy por su parte, seguía peleando contra los mercenarios, intentando divisar en dónde se encontraba Amycus.
— ¡PANSY! — la voz de su padre se escuchó igual a un alarido a sus espaldas.
— ¿Padre? — la joven Slytherin giró un poco y notó como un rayo verde chocaba contra el pecho de Sebastián, que inmediatamente cayó al piso unos metros delante de ella — ¿Padre...? ¿Sebastián...? — dijo acercándose a él — ¡¿Papá?! — llegó hasta él solo para confirmar lo que ya sabía — Papá... — habló y unas cuantas lágrimas escaparon al ver el cuerpo sin vida de su padre.
— ¡NO! — gritó Amycus — ¡No es posible! ¡Navalla mort! — exclamó aterrorizado, y su miedo se hizo un millón de veces más grande, al ver a la chica bloquear el hechizo como si nada, para después acercarse a él.
Pansy solo pensaba en una cosa, eliminar a esa sabandija que tenía frente a ella, por que no estaba dispuesta a perder a nadie más por su culpa. Camino hacia Amycus que seguía lanzando hechizos con desesperación, decidida a poner fin a esa situación, pero antes de poder hacerlo, sintió que alguien la tomaba del brazo, al mismo tiempo que una daga se clavaba en su costilla muy cerca de su pecho y, de pronto, dejó de ver la mansión.
— ¡NO! — exclamó Amycus al ver que Pansy había desaparecido.
Era treinta de mayo, Pansy le había dicho a Hermione que justo faltaba un mes para el cumpleaños de Sebastián. Ya habían pasado varias horas desde que su novia estaba en Hidden Valley Silver Manor, lugar mejor conocido como la mansión Parkinson. El tiempo se había extendido demasiado y comenzaba a ponerse nerviosa, ya que no se suponía que tardará tanto. Intentó no ser paranoica e hizo a un lado su preocupación para comenzar a divertirse en compañía de Zach e Isa, esos dos eran adorables y tenían la habilidad de sacarle una sonrisa a quién quisieran, entendía por completo que Pansy los quisiera tanto.
— ¡Isa, Zach! ¡Listos o no allá v...!
¡CRACK! Un sonoro estruendo proveniente de la sala de juntas hizo a Hermione callar. La castaña bajó las escaleras con rapidez, dirigiéndose al lugar de dónde provino el ruido... la escena que vio al abrir la puerta la hizo parar en seco y un quejido se quedó atrapado en su garganta.
— ¿Qué f...? ¡¿PANSY?! — el gritó cargado de terror de Zach hizo a Hermione reaccionar.
Pansy estaba tirada en la mesa de la sala, mostrando nuevos cortes por todo su cuerpo, y con una daga sobresaliendo debajo de su pecho. Vio como Emilia apartó a todos... la sala de reuniones estaba llena, ahí estaban Tonks, Remus, Molly, Arthur, Moody, Shacklebolt, y en la entrada Luna, Fred, George, Zach, Isa y Hermione. De inmediato la mamá de Pansy la comenzó a examinar para poder curar las heridas de su hija.
— No mamá ... por favor, sal... salva a Lita... por favor mamá sálvala — sólo entonces Hermione notó que junto al cuerpo de Pansy había una pequeña elfina doméstica, que no se encontraba en mejores condiciones que la chica — ¡Mamá! ¡Cúrala primero a ella! ¡Por favor! — Pansy sollozaba y casi sin poder hablar le suplicaba a su madre salvar la vida de la elfina.
— Ama Parkinson... señorita Parkinson — la voz de la elfina salió de su cuerpo en un susurro.
— L... Lita, estar... estarás bien, mamá te salvará... ¿La recu... recuerdas? Ella es excelente, solo tesis... resiste un poco... por favor — el llanto entorpecía a la chica al hablar.
— No mi niña ... mi tiempo ha terminado... Me dio gusto servirle...
— ¡No! Lita, por favor... no digas eso... aún nos falta tener aventuras juntas — las lágrimas de Pansy recorrían su rostro, limpiando la sangre que había de diminutas zonas — No me dejes tú también... por favor, te lo ruego — suplicó la chica cerrando los ojos con fuerza.
— Ha sido todo un honor servirle Pansy Parkinson...
— ¡No, no! Tú eres mi amiga Lita... ¡Mamá haz algo! — suplicó desesperada — ¡Por favor! ¡Eres mi amiga Lita!... ¡No me dejes!
— Ha sido todo un honor ser tu amiga Pansy... — las últimas palabras de la pequeña elfina salieron de sus labios en dónde ahora reposaba una sonrisa tranquila.
Los sollozos de Pansy se transformaron en sonoros quejidos. Hermione sabía que Pansy quería a esos elfos, ella misma se lo había dicho, pero nunca pensó que el amor que su novia sentía por ellos fuera tanto... y tan puro.
Nadie decía nada, solo el llanto de Pansy y sus quejidos de dolor, producto de sus múltiples heridas podían escucharse, aunque Hermione estaba segura de que, el dolor que la joven de ojos grises sentía en su pecho, por perder de esa forma su amiga, era un millón de veces más insoportable. El cuerpo maltratado de Pansy se retorcía sobre la mesa, mientras Emilia recitaba hechizos para curarla y mantenerla consciente.
— Elliott, saca a Isa y a Zach de aquí — la voz firme de Emilia impidió a los más pequeños alegar, y acompañados de su papá, fueron los primeros en salir. Cuándo pasaron a su lado, Hermione notó que ambos lloraban en silencio, era seguro que nada había preparado los pequeños para ver a su hermana en esas condiciones dos veces seguidas en menos de una semana.
Sin que nada nadie se los pidiera, el resto de personas salió de la sala de juntas y Hermione vio a Molly dirigirse a la cocina.
— Yo... ¿Cómo puedo ayudar? — solo al escuchar su propia voz Hermione notó cuán afectada estaba por lo que estaba viendo.
— Hermione, cielo, podrías ayudar a Molly, estoy segura de que fue a preparar algunas pociones que necesitaremos — Emilia notó que la chica deseaba ayudar y olvidó su enojo hacía ella por unos momentos.
— Ella... ¿Se pondrá bien? — no aguanto más y la pregunta salió de sus labios acompañada de un sollozo.
— Claro que estará bien, Yo misma salvaré a mi hija, pero necesito esas pociones. Hermione, por favor, apresúrate.
La joven Gryffindor salió para dirigirse a la cocina y ayudar a la señora Weasley a hacer las pociones. Estaba segura de que Emilia salvaría a su hija, pero ella no se quedaría sin hacer nada mientras la chica que amaba estaba en esas condiciones y cuándo las pociones estuvieron listas, las llevó con Emilia, quién las usó en su hija.
Hermione observó en directo como su novia se retorcía, y además... escuchó sus gritos cuando la poción crece huesos hacía efecto. Una vez que Pansy se encontró a salvo, tarea que no fue sencilla, Emilia llevó a su hija a una de las habitaciones y la dejó descansar.
Horas después, cerca de las ocho de la noche, se encontraban reunidos en el comedor de Grimmauld Place. Los gemelos y Ginny estaban parados en una esquina, Remus y Tonks sentados justo al lado de Elliott y Emilia, y junto a ellos estaba Tracey. Ron, Harry y Hermione estaban sentados junto al señor y la señora Weasley, y al lado, parados junto a una mesa estaban Luna, y Neville. Zach e Isa estaban con Pansy, ya que nadie había logrado alejarlos de su hermana.
— No pudo decirte nada de lo que pasó ¿Verdad? — preguntó Remus con interés.
— No... la pobre no dejaba de llorar. Nunca había visto a mi Pansy llorar así, ni siquiera hace unos días — solo después de salvar a su hija Emilia se permitió llorar.
— Ojalá se recupere pronto, es importante que nos diga todo lo que sucedió
— ¡Remus! Por favor, no podemos preguntarle eso, primero debe recuperarse y para eso tiene que descansar.
— Estoy de acuerdo contigo Elliott, tu hija tiene heridas graves, esa herida cerca de su pecho, sobre todo — Molly también pensaba que lo mejor era que Pansy descansará.
— Es muy necia, no querrá hacerlo...
— Vamos Emilia, no me dirás qué piensas hacer que nos cuente todo en cuanto abra los ojos ¿O sí?
— No Molly, en definitiva, no quiero hacer eso, pero esa ya no es mi decisión. Pansy sigue siendo una niña... después de todo esto, de todo lo que ha tenido que hacer, lo único que quiero es protegerla, con mi vida si es necesario, aunque... a decir verdad, no estoy segura de poder hacerlo. No tengo ninguna duda de que mi hija pronto será mucho más poderosa que Yo, más poderosa que Elliott y que Sebastián... no falta mucho para eso. Creo que, sin duda, ella será la que me proteja a mi — Emilia comenzó a llorar al darse cuenta de esa horrenda verdad. Era cierto, Pansy le demostró que era una hechicera poderosa, no la más poderosa, pero sin duda era formidable y con una fuerza que muy pocas personas podían superar a pesar de la corta edad de su hija.
— Mamá, papá, Pansy despertó... quiere bajar — Isa asomó su cabeza por la puerta del comedor.
— ¡Pansy! ¡Espera! ¡Debes quedarte en la cama! — el pequeño Hufflepuff venía atrás de Pansy, quién estaba entrando al comedor con dificultades y tratando de esconder sus muecas de dolor.
— Tranquilo mocosin, será rápido, te aseguro que tengo ganas de dormir por mil años — comentó la chica tomando asiento en un banquito. Todos la veían expectantes, inspeccionando cada una de sus heridas y las vendas que cubrían su cuerpo — Por favor... no... no me vean así... estoy b... sigo viva ¿De acuerdo?... quiero decirles lo que sucedió, es importante que lo sepan.
— ¿Estás segura de que quieres contarnos ahora? — preguntó Emilia limpiando los rastros de lágrimas de su rostro.
— Sí... fue Amycus, creo que no me va a dejar en paz mamá...
— Pansy, ¿ese hombre sabe algo de tu familia o de que estás aquí? — inquirió Remus.
— No, no tiene idea, solo me persigue por lo de Alecto... ella... ella descubrió lo de mi familia...
— ¿Cómo lo descubrió Pansy? — preguntó de nuevo el licántropo.
— ¿Qué sucedió hoy? — Tracey había notado que el semblante de su amiga había cambiado, ensombreciendo su rostro al recordar a Alecto, y evidenciando que no quería volver a hablar de lo ocurrido con ella, así que decidió preguntar por los acontecimientos de ese día para cambiar un poco de tema.
— Mi padre... Sebastián... papá... está muerto.
— ¿Cómo? — Emilia escuchó a la perfección, pero no podía entender lo que su hija acababa de decir — ¿Él de verdad está...?
— Sí... Amycus lanzó una maldición asesina en contra mía y mi padre se puso frente a mí... él murió — los ojos de Pansy se humedecieron de nuevo al recordar el cuerpo sin vida de su padre, algo en esa escena le así le había recordado a su tío Jason muerto frente a ella, y que su padre luciera tan parecido él, le hacía creer a la joven que está muerte también era culpa suya — Igual Plio y Rupp mamá... tenemos que volver, por favor, por favor. Tengo que enterrarlos a los c... a los cuatro — la voz de Pansy era temblorosa, y sus lágrimas se colaron por sus labios — Tengo que ir a buscar a Blake y a Arrow mamá... por favor — la joven Slytherin volteó para ver los ojos color miel de su madre, que al igual que los suyos estaban cristalinos.
La joven, de tan solo dieciséis años, les contó todo lo ocurrido horas atrás. En todo el rato que duró su relato no dejo de llorar, contando con un dolor tan intenso como fue la muerte de sus amigos que hizo llorar a varios de los presentes. Elliott no ocultó su dolor al ver a su hija sufriendo de esa manera, sintiendo la resignación más inmensa al saber que no tenía forma de consolarla... nada de eso tendría que haberle sucedido a Pansy. Hermione se acercó y tomó la mano de Pansy, haciéndole saber que estaba con ella y que continuaría a su lado aún en momentos tan dolorosos cómo ese.
Al terminar de contar todo, el silencio, acompañado de quedos sollozos impregnó la habitación. Jóvenes y adultos intentaban asimilar lo que Pansy contó. Elliott y Emilia veían a su hija, sintiendo una angustia inmensa oprimir sus corazones. Zach e Isa estaban sentados en el suelo alrededor de su hermana, observando el piso como si se encontrarán en un trance.
— Yo... Yo no estoy bien. Tuve miedo... pero estoy segura que con un abrazo de ustedes algo de mi fuerza y valor regresarán — dijo, viendo a sus hermanitos, que de inmediato se pusieron de pie y la abrazaron, al parecer esas palabras los habían sacado del trance — Los amo...
— Isa, Zach, tengan cuidado, sus heridas podrían abrirse — Emilia avisó a los pequeños — Ahora ve a descansar Pansy.
— Tengo que ir por ellos mamá... Bellatrix... estoy segura que me buscara, y si no me encuentra en Hogwarts, el próximo lugar que visitará será la mansión, me buscará sin descanso, y si hay alguien más ahí cuando ella llegué, es capaz de matarlo...
— Pansy, lo entiendo, pero tienes que descansar, ahora mismo — Emilia estaba decidida a que su hija se recuperará — Ahora ve, anda, te llevo...
— ¡Tengo una idea! — Luna dio un brinquito que sobresaltó a Emilia y a Pansy — Tengo una idea — repitió viendo a su amiga — Solo que no estoy segura de que te vaya a gustar — comentó mirando Emilia.
— ¿Por qué no?
— Pansy podría fingir su muerte, como tú lo hiciste en algún momento... dejaste de ser Sofía Parkinson y ...
— Estás en lo correcto. No me agrada para nada esa idea. Además, esa no era Yo, simplemente deje ir a la persona que Sebastián quería que fuera...
— De esa forma los mortífagos podrían dejar de buscarla — Luna hablaba en serio. Tampoco le hacía mucha gracia que su mejor amiga tuviera que "morir", solo quería que viviera tranquila, que pudiera recuperarse — Solo quiero que la dejen en paz. Si piensan que ya no está, si lo ven, la dejaran tranquila.
— ¿Qué tienes en mente? — Elliott rompió el incómodo silencio que se había producido — Sólo cuéntanos tu plan, tu idea, y veremos qué hacer — mencionó pensativo.
— Bien, para empezar, tienen que preparar una poción de filtro de muertos en vida, Pansy la tomara y el efecto hará parecer que no tiene pulso. Cuando Bellatrix la vaya a buscar en la mansión, encontrará su cuerpo y...
— ¿Y cómo estamos seguros que Bellatrix o alguno de ellos la buscará? — preguntó Emilia.
— Haremos que la busquen, de alguna forma tienen que enterarse de que Pansy fue atacada hace unos días... si esto funciona puede que la dejen en paz...la dejaran en paz, estoy segura
— Cuéntanos todo lo que tienes en mente Luna, por favor — Pansy estaba dispuesta a escuchar a su amiga, por más descabellado que pudiera ser su plan no sería la primera mujer en su familia hacerlo, pero con suerte, nadie después de ella tendría que repetir esa hazaña.
Luna les contó su plan. Ellos mismos harían llegar la información del ataque de Pansy a oídos que los llevarían hasta los mortífagos y, cuando eso sucediera, confiaban en que la intentarían encontrar luego de que ella no respondiera a sus mensajes. De tal modo que tuvieran que preguntar en Hogwarts, en donde ellos ya habrían informado acerca de que les tenían que dar la información de qué Pansy se encontraba en Hidden Valley Silver Manor, y así llevarlos hasta el lugar en donde la encontrarían el "cuerpo en sin vida" de Pansy.
No a todos les convenció el plan, tenía detalles que pulir y deberían ponerlo en marcha pronto, muy, muy pronto.
Zach no quería que su hermana fingiera su muerte y Emilia compartió la opinión de su hijo, sin embargo, Elliott, Isa y Pansy, creían que el plan podría funcionar. Tracey se negaba por completo al plan, al igual que Ginny, Neville y Ron, pero Fred, George, Harry y Tonks creían que valía la pena intentarlo... Hermione le dejó claro que no le agradaba la idea, pero a falta de otro plan la apoyaría con ese.
Fue así que pulieron los detalles, ya que la última palabra la tenía Pansy, y había decidido intentarlo. Acordaron que la forma más efectiva de hacer que los mortífagos conocieran del ataque de Pansy era mostrándoles una visión de lo sucedido, pero no podía hacer Pansy sí quién se los mostrará... y Emilia era una legeremante más que apta para hacerlo, entonces esa misma madrugada, se alejó lo más que pudo de Grimmauld Place en compañía de Tonks, Remus y Elliott, y estableció una conexión que le mostró a Bellatrix la ocurrido.
El resto de ellos, menos Pansy, Zach e Isa, se presentaron en la mansión Parkinson, en dónde para su sorpresa, Amycus estaba esperando, totalmente solo, y con la intención de terminar el trabajo. No fue complicado atraparlo, al final eran muchos contra él, y lo petrificaron, dejándolo escondido en una habitación. Se llevaron los cuerpos de Plio y de Rupp, pero por fortuna, Arrow y Blake habían conseguido salir con vida de la situación. Algo que los sorprendió fue que, al llegar a Grimmauld Place habían recibido la noticia de que los profesores ya habían compartido la información de Pansy, a una supuesta coleccionista de arte, interesada en los cuadros de Pansy, cosa inusual, ya que en la escuela el talento de la Slytherin era poco conocido, y de inmediato supieron de quién se trataba.
De forma apresurada pusieron el resto de plan en marcha, el cuerpo maltrecho de Pansy serviría para hacer creíble el truco y la poción de filtro de muerto en vida daría el toque final.
Fin del flashback.
— Fue una noche muy agitada, pero funcionó ¿O no? — preguntó Harry con una sonrisa.
— Mejor de lo que imaginé... ¿Sabes?... antes de que eso ocurriera... Yo liberé a Plio, a Rupp y a Lita.
— Sí... pude ver las pulseras en sus muñecas.
— Cuándo les pedí que se fueran... me dijeron que era su elección quedarse ahí... sí tan solo les hubiera liberado después... puede que siguieran vivos — Pansy aún podía sentir ese dolor angustioso en su pecho.
— No fue tu culpa Pansy — una mano cálida se posó en su muslo — Tú peleaste con ellos, los protegiste como ellos a ti — Hermione miraba a su novia parándose de puntitas, intentando alcanzar, sin mucho éxito, a Pansy — Los protegiste y ellos decidieron hacer lo mismo.
— Solo pensaba en sacarlos de ahí — dijo Pansy, bajando del lomo de Blake y parándose junto a su novia.
— Ellos pensaban lo mismo... Pansy, te querían tanto como tú a ellos — Hermione la abrazó con cariño.
— Todo salió tan bien como pudo salir — comentó Harry desde el lomo de Blake — Tengo una duda... ¿Cómo es que tú y Emilia son tan buenas en legeremancia y oclumancia?
— Mi abuela Eulalia, la mamá de mi mamá, también fue legeremante de nacimiento... mi mamá prendió, pero creo que eso la ayudó mucho, además, Helena Parkinson, mi bisabuela, también fue legeremante de nacimiento. Creo que por eso soy tan buena — comentó Pansy y dejando de llorar y limpiando su rostro — En fin, entremos o mamá se volverá loca si me ve aquí jugando.
Los tres jóvenes regresaron al interior de la casa de campo, en dónde Harry, Hermione, sus padres, Ron, y todos los Weasley, la familia Tremblay-Vital y Tracey estaban quedándose. Era en realidad una casa de seguridad, propiedad de Elliott y Emilia, que ahora servía para ocultarlos a todos, por unos días... o tal vez, unos meses.
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