•Two Lads• •McLennon•

By loverofgeorge

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El centro de adopciones en Liverpool ayuda a parejas homosexuales a tener una familia feliz. More

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By loverofgeorge

Grace estaba caminando junto a Julian, ambos teniendo una plática amena. El jovencito de cabello largo le sonreía un a qué otra vez cuando la pelirroja le había un comentario con humor, pero aún así, no era suficiente para subir sus ánimos.

—Aunque en las escuela era distinto.

La pelirroja notó que el menor no prestaba atención, en lugar de enojarse solo preguntó qué sucedía.

—Creo...no lo sé. Es que con todo lo que me ha pasado estos meses —Volteó a la chica. Su cara era desanimada. —no entiendo mi vida. No sé quién soy, no sé que estoy haciendo con mi vida. Es algo que me causa mucho conflicto y...he estado pensando en muchas cosas.

—¿En qué?

—Que extraño mucho a Paul. Siento que él es mi casa.

La muchacha sonrió con ternura y asintió.

—Seguro que si. Apuesto a que él siente lo mismo.

—No. Yo he dicho cosas muy malas que solo lo han herido.

—Y si lo hiciste tal vez deberías pedir disculpas.

—No tengo los suficientes cojones para decirle que lo siento, mucho menos que lo extraño mucho.

—Hey, mira. —La chica se acercó a él y le robó un beso. Julian se quedó quieto, casi le daba un infarto. —Ya me atreví a besar al tipo que me gusta, tú deberías tener los suficientes "cojones" para pedirle disculpas a tu padre. Así que no seas un imbécil e inténtalo.

—Me...

—Si. ¿No escuchaste lo demás?

—Eh, si. —Julian se volteó para ocultar su sonrojo y la pelirroja empezó a besarle el cuello. —No, no...—La muchacha se rió y lo dejó. —Ahora me siento más raro.

—¿Por qué?

—Tengo tristeza y felicidad mezclada.

—Bueno, hay que hacer algo al respecto.

La pelirroja lo sujetó del borde de la camisa y le dió un beso más intenso y duradero. Julian solo se ponía nervioso, todo un muchachito "inocente"

•••

John arregló dos maletas: una para él y otra para Julian. Se suponía que ya todo estaba bien, eran como las doce de la tarde, pero ya debían irse.

Astrid ya estaba afuera esperando a Stuart y a John. Ambos estaban bajando las escaleras con las maletas. Se despidieron del anciano y salieron del edificio.

—Listo. —Stuart dejó la maleta en el suelo y tomó bastante aire. —Ahg, me cansé.

—Stu, no me jodas. Te di mi maleta, ni siquiera llevo mucha.

—Pero pesa.

John rodó los ojos y agarró su maleta. Astrid abrió la cajuela y John las metió.

—¿Entonces ya nos vamos?

—Si. Pero antes voy hacer una llamada, ¿Me dan un segundo?

Astrid asintió mientras que Stuart ponía una cara pervertida. John le saco el dedo de enmedio y se apartó de ellos unos cuantos metros.

Primero hizo una corta llamada a Grace, era la indicación para que bajarán y así poder encontrarlos. Y la segunda llamada fue para Paul, quien no tardó en contestar ni un segundo.

—Hey ¿Cómo está el caramelo más dulce de la tierra?

Paul se rió por ese ¿Halago? Y contesto con un simple:—Bien ¿Cómo estás tú?

—Algo nervioso, para ser honesto.

—Imagina como estoy yo. Realmente acomode todo para poder tener decente mi casa y la de mis padres.

—¿Entonces en donde llegaremos?

—En casa de mis padres. Ellos quieren ver a Jules.

—Ah, si. Por cierto ¿Cómo siguen?

—¿Que te digo? Mi madre está más enferma que papá. Compré algunos medicamentos y el doctor ha ayudado a mamá con la respiración.

—Cuando llegué ahí te voy a ayudar.

—¿Me vas a ayudar?

—Claro que si. Puedo ser lo que tú quieras, para lo que tú quieras. —Al escuchar a Paul reír él también lo hizo. —Bueno, querido bombón de chocolate blanco, te dejo ¿Está bien? Te veo en unas horas y prepara tu corazón para ver al amor de tu vida.

—Insisto en que las conversaciones contigo son raras, pero está bien. —Dijo con un sonrisa de oro medio. —Los veo.

—Adiós.

John colgó el teléfono y volvió con los otros dos.

—¿Así que bombón de chocolate blanco? —Stuart soltó la carcajada y John le dió un empujón.

—Si, si, enano. Vámonos de una vez.

•••

Julian no dejaba de hacer preguntas: ¿A dónde vamos? ¿Ya duramos mucho? ¿Por qué hay maletas? ¿A quien vamos a ver?, Y una infinidad más, parecía un interrogatorio policial o algo del estilo, pero en este no habían respuestas. Al final Grace lo calmó con un beso en los labios y con caricias en la cabeza y cara que lo hicieron caer de sueño.

John recordó las épocas cuando solía hacer eso. Todo tipo de cursilerías con tal de atraer a las mujeres, porque de joven solo tuvo experiencias con chicas.

Serían como las seis cincuenta cuando ya estaban llegando al lugar. John estaba impresionado por las casas ya que eran grandes, bonitas y como una que, según él, jamás podría tener en su vida.

—¿Aquí es?

John revisó su celular y asintió.

—Supongo. Esta cosa dice que aquí es.

La chica se estacionó justo delante y abrió las puertas. John bajó y abrió la cajuela, saco las maletas con ayuda de Stuart.

—Ahora sigue lo difícil.

Presionó el timbre y esperó a que abrieran. Salió un hombre mucho mayor a ellos dos, se acercó a la entrada y los saludo bastante amigable.

—Buenas noches, jóvenes. ¿Son los amigos de Paul?

—Si. ¿Está en casa?

—Si, los estaba esperando. Menos mal que ya llegaron porque está temblando más que yo, y eso que yo tengo Parkinson.

John y Stuart no pudieron aguantar la carcajada. No se esperan ese comentario por parte del mayor.

—Pero que educación la mía. —Se hizo a un lado. —Pasen.

—Se lo agradezco mucho. —Dijo Stuart. —Pero yo tengo que irme. Oye, John ¿Y Julian?

—Primero quiero meter esto.

—Ah, no hay problema. —Dijo Jim. —Yo lo hago.

John le iba decir que no había problema, que él lo haría, pero junto las tomo ambas y se metió a la casa.

—Que vergüenza.

—¿Por qué?

—Porque el señor pudo con las dos maletas y tú no pudiste ni con la mía.

—Mira...

—¿Que hacemos aquí?

La panza de John tembló al escuchar la voz de su hijo, para ser honestos, se oía enojada.

—Ah...—Se volteó lentamente y le sonrió con pena. —¿Qué tal el sueño, eh?

—¿Qué hacemos aquí?

—Escucha, no quiero que te enojes..

—¿Me quieres devolver o...?

—¿Qué? ¡No, no!  No es así.

Stuart se sintió de más, así que se retiró lentamente de ahí y subió a la camioneta. Aún no pensaban irse.

—¿Entonces? ¿Por qué estamos fuera de la casa de los papás de Paul?

—Solo quería que vinieras a verlos.

—¿Solo es por eso, cierto?

—Por supuesto. Sé que los quieres mucho, también que te preocupas por ellos.

—Bien. Pero pudiste decirme en lugar de mentirme.

—Era una pequeña mentira.

—Otra...genial. —Se cruzó de brazos.

—Vamos, Jules. —John sé puso a su lado y lo rodeó con el brazo. —La vamos a pasar bien.

—¿Vamos?

—Yo voy a estar aquí ¿Bien?

El menor asintió, no muy seguro de sus palabras, tenía miedo de ser abandonado de nuevo, como una basura.

—Ahora despídete de esa pelirroja, hum.

Julian se sonrojó ligeramente y con un gesto de fastidio hizo a un lado a John, aún así le hizo caso y se despidió de Grace, y John de Stuart y Astrid.

—Tu abuelo dijo que pasáramos. Por cierto, que fuerza eh, agarró las dos maletas.

—Ah, si. Él estuvo en el ejército toda su vida y era el más fuerte de ahí.

—¿Entonces si me haría mierda?

—Definitivamente.

John se metió al jardín delantero y camino como si nada, pero volteó hacia atrás. Julian estaba detenido en la entrada, estaba inseguro y tenía algo de vergüenza.

—¿Qué pasa?

—No sé si me quieran ver.

—Son tu familia y te aman. Así que ven acá.

Julian negó y fue ahí cuando John tuvo que tomarlo del hombro y animarlo. Al final de cuentas lo logró y entraron a la casa.

Jim estaba bajando las escaleras. Julian se tensó, pero su abuelo, al ir a él y regalarle un abrazo, hizo que el menor sonriera en medio del abrazo.

—Te eché de menos.



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