Inocencia pasional - HeeWon...

By hwnlilac

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Hay 5 cosas que vuelven loco a HeeSeung 1~ La forma en la que el rostro inocente de JungWon se torna carmesí... More

AVISO IMPORTANTE
- CAPÍTULO UNO - MALDITOS PLATOS
- CAPÍTULO DOS - MALDITAS CERVEZAS
- CAPÍTULO TRES - MALDITO DEPARTAMENTO
- CAPÍTULO CUATRO - INSTITUTO
- CAPÍTULO CINCO - SUPERMERCADO
- CAPÍTULO SEIS - CENA
- CAPÍTULO SIETE - MALL
- CAPÍTULO OCHO - MALDITA LLUVIA
- CAPÍTULO NUEVE - DESAYUNO 1/2
- CAPÍTULO NUEVE - DESAYUNO 2/2
- CAPÍTULO DIEZ - JAKE
- CAPÍTULO ONCE - FOTOGRAFÍA
- CAPÍTULO DOCE - FRÍA NOCHE 1/2
- CAPÍTULO DOCE - FRÍA NOCHE 2/2
- CAPÍTULO TRECE - MALDITO REGRESO
- CAPÍTULO CATORCE - FUEGO
- CAPÍTULO QUINCE - MALDITA MIGRAÑA
- CAPÍTULO DIECISEIS - JUNG WON
- CAPÍTULO DIECISIETE - MALDITOS PENSAMIENTOS (1/2)
- CAPÍTULO DIECISIETE - MALDITOS PENSAMIENTOS (2/2)
- CAPÍTULO DIECIOCHO - ASUNTOS INESPERADOS
- CAPÍTULO DIECINUEVE - CELOS
- CAPÍTULO VEINTE - TÚ
- CAPÍTULO VEINTIUNO - ANUNCIO
- CAPÍTULO VEINTIDOS - LO SIENTO
- CAPÍTULO VEINTITRES - ESPUMA
- CAPÍTULO VEINTICUATRO - TARDE 1/2
- CAPÍTULO VEINTICUATRO - TARDE 2/2
- CAPÍTULO VEINTICINCO - PALABRAS
- CAPÍTULO VEINTISEIS - SOPA
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- CAPÍTULO CUARENTA Y CINCO - NOSOTROS 1/2
- CAPÍTULO CUARENTA Y CINCO - NOSOTROS 2/2
- CAPÍTULO CUARENTA Y SEIS - FAMILIA
- CAPÍTULO CUARENTA Y SIETE - PARA SIEMPRE
- CAPÍTULO CUARENTA Y OCHO - LATIDOS APRESURADOS
- CAPÍTULO CUARENTA Y NUEVE - ÚLTIMOS ARREGLOS
- CAPÍTULO CINCUENTA - BESOS CAIDOS
- EPÍLOGO -

CAPÍTULO EXTRA - CAPTURANDO ESTRELLAS

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By hwnlilac

Heeseung elevó finalmente el plato entre sus manos.

- ¿Así está bien?

Observó asentir con entusiasmo a Jungwon, que se encontraba sentado en el suelo con las manos juntas, y se acercó hasta el centro de la sala a rápidos pasos, manteniendo esa típica sonrisa de oreja a oreja que parecía haberse adherido a sus labios desde hace horas atrás.

- Parece que estuviésemos a dieta – confesó, dejando la ensalada sobre la mesa pequeña ubicada en medio de todos los enormes sofás y sentándose junto a él – Sinceramente, Sung Hoon debe ir al supermercado más seguido.

Jungwon soltó una risa graciosa y se aventuró a picar los primeros trozos de verdura con el tenedor, llevándoselas a la boca. El sabor delicioso inundó su paladar y elevó la mirada, encontrándose con los despiertos ojos de Heeseung mirándolo atentamente.

- Heeseung... - susurró, tomando un poco más de verdura para acercársela hasta su boca cuidadosamente - ¿No hay forma de que tu padre lo acepte?

Él abrió los labios para recibir la porción y se encogió de hombros, masticando con calma.

- No lo creo, tampoco importa – indicó, hundiendo las puntas del tenedor sobre un pedazo de tomate para luego llevarlo hacia los labios del menor – Estamos juntos, eso es lo único que importa.

Jungwon capturó el tomate en su boca y esbozó una sonrisa triste.

- ¿Es porque somos dos chicos, verdad? Eso importa demasiado para tu padre y para la sociedad...

Heeseung recogió unos cuantos fragmentos de verdura del recipiente con la mirada plenamente concentrada, vigilando que ningún pedazo se escapase del cubierto.

- No es solo por eso, él no aceptaría ninguna de mis decisiones si estas afectan las suyas. Hay cierto tipo de personas que suelen ser así... Es por eso que quisiera tener una familia como la tuya, que acepte cualquiera que sea mi decisión.

Llevó el tenedor lentamente hasta la boca de Jungwon y este abrió los labios y continuó sonriendo al sentir el sabor de la ensalada humedeciendo sus labios.

- Mi familia siempre está de acuerdo; ellos son capaces de amarlo todo solo por el hecho de que yo lo ame también. Prefiero pensar que tu padre terminará por aceptarlo, porque eres su hijo y sé que te quiere mucho.

- Pero incluso si lo acepta, no creo que yo pueda perdonarlo. Pude haber perdonado todo lo que hizo en el pasado, pero ahora no. Él ha herido lo más importante para mí, que eres tú, y no creo que pueda olvidar o perdonar eso.

Jungwon negó con la cabeza suavemente y recogió cuatro trozos de zanahoria con las agujas del tenedor, mientras se percataba que el depósito quedaba vacío ante sus ojos.

- Eso no cuenta, Heeseung, lo he perdonado e intento entenderlo. – su mano sostuvo el cubierto e hizo agraciados trazos en el aire antes de acercar la verdura hasta los labios de Heeseung, riendo cuando él apresó el tenedor entre sus dientes, sin disponerse a soltarlo del todo - Créeme que lo he perdonado y hasta lo he olvidado, eso mismo debes hacer tú.

Jungwon elevó sus ojos nuevamente y sus miradas se tocaron.

Sintió cómo la luz de su mirada acariciaba delicadamente la suya, conectándose en un mutuo sentimiento que comenzó a circular poco a poco en su interior hasta profundizarse en cada una de las terminaciones nerviosas de su cuerpo, condensando sus corazones en un solo sentimiento, una sola mirada, una sola conexión, haciendo estallar un sinfín de luces coloridas a su alrededor.

Exactamente como la primera vez.

Todo se sentía exactamente como si fuera la primera vez.Las mariposas se escapaban de las cavidades de su corazón, traspasando las murallas que las separaban de la libertad y revoloteando sus alas a su alrededor con emoción, al tiempo que provocaban una sensación cosquillosa, ensoñadora y mágica en cada rincón de su cuerpo.

- Bueno, dejemos de hablar de cosas tristes, porque ahora ha llegado la hora de celebrar. – Heeseung se levantó con una sonrisa divertida y se acercó al estante de bebidas, que se encontraba en una esquina de la sala de estar, y atrapó un vino y dos copas hábilmente entre sus dedos – Tenemos tanto por qué brindar. Primero que nada, brindemos porque Sung Hoon estará afuera toda la noche y tendremos la casa solo para nosotros dos.

Heeseung colocó las copas sobre la diminuta mesa y se movió hacia la radio más cercana, mientras lo escuchaba reír con sutileza. Cambió de emisora hasta encontrar una melodía suave y acompasada y elevó un tanto el volumen, encargándose de destapar el vino y disponerse a servir.

- Segundo, brindemos porque podemos tener una noche tranquila después de todo – el líquido tinto aterrizó sobre las copas, inundando la superficie cristalina - Porque estamos aquí juntos, disfrutando de la noche en paz y tranquilidad.

- Brindemos por el amor, por nuestro amor.

Se dejó caer sobre el suelo y sus ojos se enfocaron en la forma en que Jungwon sonreía con el sonrojo extendiéndose en sus mejillas y ese brillo encantador alumbrándole las dulces pupilas. Podía pasarse cada segundo restante de su vida observándolo y sentiría que valdría la pena haber vivido, porque tan solo contemplándolo se sentía en el paraíso.

- Brindemos porque amo tu sonrisa.

- Brindemos porque estoy tomando mi primera copa contigo.

- Y también porque nos embriagaremos hasta ver estrellas.

Ambos se carcajearon y sus carcajadas parecieron profundizarse con las cálidas notas de la melodía.

- Brindemos porque estamos enamorados.

- Brindemos porque me vuelves loco – afirmó y sostuvo su copa entre sus dedos.

- Brindemos porque esto no es un sueño, Heeseung.

- También porque amo tus ojos.

- Y porque yo amo los tuyos – el menor acunó la copa en su mano derecha, imitando sus movimientos sin que sus labios abandonaran la sonrisa que los delineaba.

Heeseung sonrió ante lo dicho y continuó contemplándolo con el corazón brincándole en enamorados latidos.

- Brindemos porque he renacido a tu lado.

- Brindemos porque eres el ser más guapo y perfecto de mi mundo, Hee.

- Y porque he conseguido tu amor – su voz se convirtió en un acentuado susurro.

- Brindemos porque tú eres la razón de mi existir.

Sí, definitivamente se encontraba perdido en el paraíso.

En su paraíso.

En el paraíso de la curva de su sonrisa, en el paraíso de su mirada, en el paraíso de sus labios, en el paraíso de sus mejillas, en el paraíso de su figura, en su paraíso.

Y ese momento en que sus ojos, sus corazones y sus almas se encontraban era infinito. Realmente infinito. Era su momento, únicamente su momento, un momento que nada ni nadie podría desvanecer, porque era suyo; era el momento de sus vidas y era infinito.

- Brindemos porque puedo escuchar tu voz amándome y no es un sueño. Pero más que todo, brindemos porque aunque sea un problema andante y no te merezca, he conseguido tu amor. Y tu amor es una pieza que no voy a soltar nunca. Nunca.

Jungwon rió entre suspiros liberados, viéndolo guiñarle el ojo.

- ¡Salud! – soltó con el ánimo saturando su voz, mientras elevaba su copa y la acercaba a la suya, escuchando el sonido quebradizo de sus copas al chocar.

- ¡Salud!

Se rieron y aproximaron el vino hacia sus labios, acompañados del pausado sonido de la música. Jungwon bebió el primer trago con calma e hizo una mueca graciosa al sentir el sabor amargo de la bebida, al tiempo que el otro se carcajeaba y bebía un largo trago, recostándose en la parte inferior del sofá sin dejar de contemplarlo y admirarlo.

- Recuerdo que cuando te conocí, tú ignorabas mis técnicas de seducción.

- No lo hacía – el menor tomó otro breve trago y negó con la cabeza, riendo de nuevo – Solo no te entendía mucho.

Heeseung bebió un poco más de su copa con una enamorada sonrisa iluminándole el rostro y se quedó mirándolo por lo que pareció una eternidad, escuchando el castañeante sonido de la aguja del reloj, el cual se mezclaba con los sonoros latidos de su corazón y el ritmo lento de la melodía.

- ¿Cuándo te enamoraste de mí, Jungwon? – la pregunta se escapó de sus labios y su voz se profundizó mucho más, tornándose tibia y expresiva - Yo te diré cuándo me enamoré de ti... Me enamoré de ti la primera vez que me sonreíste de esa manera. En ese momento supe que estaba perdido y que no podría jamás separarme de ti.

Sus miradas se acariciaron de nuevo, prácticamente besándose en el aire. Y Jungwon sonrió mucho más, ruborizándose y dejando escapar otra serie de suspiros empalagosos, mientras tomaba otro trago de vino y separaba sus labios para hablar, rotundamente encantado.

- Yo no podría definir el momento exacto en el que sucedió, creo que he vivido enamorado de ti desde la primera vez que te vi.

- ¿Desde la primera vez? ¿Algo así como un amor a primera vista?

Heeseung lo observó asentir con la cabeza y empezó a servir un poco más de vino en ambas copas, disfrutando de la calidez del momento.

- Hoy he visto a Jake, olvidé los celos y todas las cosas pasadas y le agradecí por estar contigo cuando no pude hacerlo...

Se llevó la copa a los labios y contempló la forma en que Jungwon se reía.

- Yo también se lo he agradecido, es un buen amigo.

- ¿Venía muy seguido?- Solo a llevarme a clases y a traerme de vuelta.

- ¿Desayunaban juntos? – Heeseung mordió el extremo de su copa, más que atento.

- A veces.

- ¿Y qué hablaban mientras te llevaba?

- Sobre su vida y sobre los estudios.

- ¿Nunca intentó sobrepasarse? ¿Ni siquiera un abrazo?

- No, Heeseung, nunca, ni siquiera un abrazo.

La melodía fue reemplazada por una más aguda y Heeseung intentó no sonar celoso.

- Él te ha puesto el ojo.

- No es verdad – Jungwon sacudió la cabeza y continuó riendo – Solo es un buen amigo.

- No me gusta mucho ese buen amigo.

Ambos rieron por unos cuantos segundos y entonces, Jungwon se acercó hasta encontrarse a pocos centímetros de él y le sostuvo el rostro con ambas manos, mirándole fijamente con la misma sonrisa cálida y suave de siempre, casi rozando las puntas de sus narices.

- Hee, ya te he dicho que solo tengo ojos para ti y para nadie más. Así esté rodeado de muchísimas personas, yo solo puedo verte a ti.

Heeseung deslizó sus ojos hasta clavarlos en sus labios y exhaló con lentitud.

- Esos días en los que no estaba contigo, no sabía qué hacer. Era como si estuviese en la oscuridad, a pesar de que podía verlo todo, me sentía oscuro... completamente perdido y solo.

Las manos de Jungwon acariciaron sus pómulos, desplazándose afectuosamente hacia su barbilla, al mismo tiempo que sus ojos brillantes continuaban mirando su alma a través de sus pupilas.

- Pero no lo estás más, estoy aquí contigo.

<Aquí conmigo.>

El sonido de la aguja del reloj pareció detenerse por un segundo con sus palabras.

- Sí, estás aquí conmigo. – Heeseung sonrió y cerró los ojos al sentir la textura de sus dedos trazando círculos sobre su rostro - Tú me salvaste cuando estaba perdido y me enseñaste a amar y a ser amado. Cuando pensé que la vida me lo había enseñado todo y no me podía dar nada mejor, llegaste tú, Jungwon. Eres un ángel.

- No soy un ángel – sus caricias se repartieron en la curva de su nariz, ascendiendo hasta acomodar algunos de sus cabellos y su risa enternecida invadió la habitación.

- Eres mi ángel y estoy completamente perdido por ti.

Sus narices tocándose, sus labios rozándose, sus miradas acariciándose, sus almas besándose.Se acercó lentamente hasta lograr desvanecer el poco espacio que los separaba y entrelazar sus labios del todo, humedeciendo cada espacio de su cavidad, besándolo con lentitud, entregándose por completo en aquel beso, mientras lo sentía cerrar los ojos y suspirar contra su boca. Los latidos de su corazón salpicaron contra su pecho y su alma pareció revivir de nuevo. Había necesitado tanto su contacto durante todos esos días, había necesitado tanto su sabor deshaciéndose en su boca, lo había necesitado tanto. Tanto. Sus manos se situaron en sus hombros y sus labios bajaron por sus mejillas, mordiéndolas y acariciándolas con su lengua antes de continuar su camino hacia su mandíbula, repartiendo besos sobre su barbilla, su cuello y su nuca. Sus labios descendieron hasta su brazo derecho, depositando suaves y lentos besos, a la misma vez que subía a su clavícula y mordisqueaba dulcemente, deslizándose hacia el brazo restante.

- Eres mi alma gemela – susurró, dispersando sus besos y caricias sobre su piel.

- Y tú eres la mía, Heeseung.

Sus miradas se encontraron por un segundo y subió hasta sus labios nuevamente, capturándolos con los suyos y accediendo completamente a su boca, sintiéndolo estremecerse con las sensaciones cosquillosas y noveleras invadiendo su ser. Su boca se profundizó mucho más en la suya y delineó el contorno de su cavidad con la punta de su lengua, mientras saboreaba cada húmedo rincón de su cálida y húmeda boca. Lo empujó tan solo un poco hacia el sofá sin que sus labios dejasen los suyos, mezclándose con su sabor, barriendo su cavidad con plena libertad, mientras cientos de luces estallaban en su cuerpo y en sus entusiasmadas neuronas. Lo sostuvo de las caderas e interrumpió el beso para subir su cuerpo hasta el fondo del sofá, recostándolo sobre uno de sus extremos y trepándose para ubicarse a los costados de sus piernas. Y entonces volvió a encontrarse con sus labios esponjosos y húmedos, que lo recibieron con total confianza, y continuó besándolo con necesidad, al tiempo que el beso se tornaba más y más intenso, al igual que la velocidad de sus respiraciones. Podría perderse en sus labios, en esos labios acorazonados y abultados que lo enloquecieron desde un primer instante y no hacían más que encenderlo cada vez que sentía su sabor delirante, apasionado y adictivo. Sintió sus brazos entrelazándose en su cuello y sus manos situándose su cabeza, acariciando sus cabellos y perdiéndose entre las hebras castañas, mientras él devoraba su caliente cavidad por completo y lo escuchaba soltar aire lentamente. Descendió sus labios, sus manos lo sujetaron contra su cuerpo y depositó besos sobre su pecho todavía cubierto por su camiseta, descendiendo hasta el extremo de esta para apresarlo entre sus dientes y empezar a subirla todo lo que le fue posible. Se profundizó perdidamente en su sudoroso y cálido cuello y paseó su boca en cada escondite de sus curvas, besando y mordisqueando su blanquecina piel hasta observar cómo enrojecía bajo su contacto, mostrándose completamente suya. Lo sentía removerse, ansioso, ante sus besos colmados de afecto, que descendieron hasta abarcar cada uno de sus pezones en su hambrienta cavidad, lamiéndolos y jugueteando con ellos entre sus hábiles dientes. Mordió suavemente y tironeó con rapidez, sintiéndolos endurecerse contra su lengua, mientras el cuerpo del menor se contraía involuntariamente bajo el suyo al recibir su atención.

- Heeseung... - lo escuchó susurrar agitado y el solo sonido de su voz terminó de encender por completo su miembro, que palpitaba enloquecidamente detrás de sus jeans, luchando por su liberación contra la tela de sus bóxers.

Cada parte de él enloquecía y se prendía completamente al oír su voz.

Las gotas de sudor se resbalaron sobre sus sienes y sus ojos lo observaron saturados de amor, pasión y deseo. Lucía tan perfecto de la manera en que se encontraba; con la boca anhelante y entreabierta, los labios esponjosos y enrojecidos, el cabello desordenado por culpa del sudor y su pecho subiendo y bajando sin detenerse. El agarre de sus brazos se presionó en su cuello y volvió a besarlo con más necesidad que antes, deshaciéndose del todo de la bonita camiseta y acariciando su espalda antes de situar la atención de sus dedos en el primer botón de sus shorts y luego descender el cierre con lentitud y quitárselos en menos de medio minuto junto a la última de sus prendas. Sus labios y su caliente lengua continuaron haciendo maravillas en cada punto sensible de su cuello, su mano izquierda se centró en dar traviesos pellizcos en los botoncitos rosados de su pecho y su mano derecha se ciñó alrededor de su despierto miembro, bajando hasta la punta de la extensión para luego subir de golpe, repitiendo los movimientos, cada vez más rápido, mordiendo su clavícula y dando rápidos tirones de sus deliciosos pezones para finalmente presionar su miembro entre sus dedos y sacudirlo una última vez, llevándolo al delirio.

- ¡Heeseung! – su voz se ahogó abiertamente cuando alcanzó el éxtasis, liberando un gemido agudo y resonante, que hizo retemblar las cuatro paredes de la habitación. Se removió en el sofá, completamente sonrojado, mientras Heeseung se dedicaba a quitarse su propia camiseta y él extendía sus manos para intentar ayudarlo.

Aferró sus manos a su angosta y ceñida cintura y su rápida boca descendió por su pecho y llegó hasta sus piernas, besando las caras internas de sus muslos, succionando y dejando un camino de húmedas y juguetonas mordidas hasta sus rodillas.

- Jungwon... - gimió, demasiado excitado e hipnotizado con la visión de su cuerpo deshaciéndose ante el tacto de su boca – Me vuelves loco, completamente loco. Eres tan precioso, mi Wonnie, mi vida, mi sol, mi amor.

- Te amo tanto, Heeseung, tú eres mucho más precioso...

Quería que él sintiese que lo amaba, quería que él sintiese la forma en que lo deseaba y en que su cuerpo gritaba su nombre a cada segundo. Su aliento acarició su boca, en busca de respiración, y el vapor del caliente ambiente pareció centrarse en su entrepierna, que se sofocaba contra el cierre de sus jeans, incapaz de retenerse más.

Podría enloquecer y prenderse más si tan solo eso fuese posible.

- Créeme que yo te amo más, cariño – sus labios adictos se hundieron en su boca nuevamente y giró un poco, llevándolo consigo - Te amo de todas las formas inimaginables en las que se puede amar.

En un solo movimiento, lo colocó encima y el menor se separó un poco de sus labios para empezar a besar su transpirado cuello con rebosante afecto, al mismo tiempo que sus manos se situaban sobre su bien formado pecho. Sus acorazonados labios se deslizaron sobre sus músculos marcados, besando sus endurecidos pectorales y abdominales entre jadeos inquietos, para finalmente regresar hasta su boca y rodearlo con sus brazos, enredando sus dedos en sus cabellos desordenados, condensándose en un mismo beso, mientras la fricción de sus miembros arrancaba enloquecedores y ásperos gemidos de la boca del mayor, quien volvió a situarse sobre él en pocos segundos. Heeseung bajó sus manos hasta su propio cierre y se deshizo de sus jeans rasgados, quedando solo en sus oscuros bóxers, acariciando su propia longitud con desesperación para luego presionarse contra él, frotando su calentura contra su cuerpo, mientras Jungwon se arqueaba al sentirlo, gimiendo sin reprimirse, y él se acercaba a su oído, inhalando su fragancia.

- ¿Debería seguir o debería detenerme aquí, Wonnie?. Siento que no puedo controlarme y retenerme más, pero por ti, soy capaz de hacerlo.

- No, Hee... - su voz quebrándose, su cabello cayendo sobre sus ojos y sus mejillas completamente enrojecidas – Hazme... hazme el amor.

Una sonrisa se formó en su boca ante sus palabras y la poca respiración que le quedaba se escapó de su caja torácica.

Hasta su manera de decirlo era tan preciosa.

No había manera en que no pudiese hacerle el amor. Lo amaba tanto que sentía que vivía precisamente para amarlo y adorar cada parte de él.

Se apartó de sus oscuros bóxers y lo volvió a besar con más fogosidad, apretando su trasero traviesamente entre sus manos y sintiendo que podría morir plácidamente en sus labios y se separó un solo centímetro, introduciendo su dedo índice en su bonita boca, enjugándolo en su saliva para después hacer lo mismo con el siguiente y continuar besándolo con impaciencia. Su mano izquierda tomó su miembro nuevamente y llevó un primer dedo hasta su entrada, profundizándolo con lentitud e ingresando el segundo, mientras repartía besos en su pecho, movía su mano en su extensión y ahondaba paso a paso un segundo dedo, simulando lentas embestidas con ambos dedos, llegando cada vez más al fondo. Lo vio echar la cabeza de golpe hacia atrás y soltar una serie de dulces gemidos cuando sus dedos lo tocaron con profundidad.

- Hee... - un enternecido gemido se escapó de sus labios y sacudió su cabeza, sintiéndolo llevar sus piernas hasta sus caderas – Mi Heeseung...

- Te amo demasiado, Yang Jungwon – susurró con voz ronca, quedándose sin respiración al alinear su avivado y punzante con su entrada - Te amo hasta que duele.

Y lo embistió suavemente, desarmándose al sentir cómo era abrazado por las paredes de su estrecha cavidad, quedándose quieto durante un momento, mezclando sus aceleradas respiraciones e inclinándose para profundizarse en un nuevo beso mágico, moviéndose con lentitud y cuidado, volviéndose loco según el tiempo avanzaba. Sus caderas chocaron con el movimiento y se atrevió a moverse más rápido, embistiéndolo con desenfreno, mientras sus gemidos ahogados se extinguían en la boca del otro y sus movimientos se perdían en el calor del momento. Lo amaba, lo amaba demasiado, lo amaba más que a su propia vida. Su mano apretujó su miembro y sus embestidas se tornaron más profundas y rápidas, sintiéndolo sacudirse y estremecerse ante el océano de sensaciones que los invadían en su totalidad. Estaban tan cerca. Sus caderas chocaron nuevamente y Heeseung se adentró en su interior con más velocidad, condensando sus cuerpos en uno solo y temblando al alcanzar el clímax mutuo, cayendo sobre él con cuidado; sus labios sobre los suyos.

Se separó un poco y se levantó para colocarse la ropa interior y los jeans, contemplando cada una de sus reacciones con total admiración, sin evitar esbozar una enamorada sonrisa.Jungwon abrió los ojos y sus labios húmedos y enrojecidos se separaron para recuperar la respiración, descendiendo sus piernas del sofá para levantarse también y vestirse por completo, mientras Heeseung lo rodeaba entre sus brazos y le ayudaba a colocarse la camiseta con dedicación, rozando sus ardientes y húmedas mejillas con la punta de su nariz, observándolo sonreír de la misma manera tierna, mágica y candorosa de siempre.

Heeseung se dejó caer en el suelo y lo atrajo consigo, haciéndolo caer entre sus piernas, recostándose sobre la parte inferior del sofá y depositando besos cálidos en su cuello.

- ¿Te gusta ver el anochecer? – cuestionó contra su oído, presionando sus labios justo ahí - ¿Las estrellas, el cielo, ese tipo de cosas?

- Mucho – lo observó asentir, todavía recuperando la respiración.

Se levantó y caminó hasta las cortinas, abriéndolas rápidamente. Las ventanas relucientes se mostraron ante sus ojos, las cuales les permitían una clara y nítida vista del balcón, del cielo oscuro ampliándose sin límites y de las diminutas y curiosas estrellas nocturnas chispeando alegremente a su alrededor.

- Veámoslas juntos – regresó a sentarse a su lado, abrazándolo protectoramente con ambos brazos, acariciando su nariz contra su cuello y sonriendo al sentirlo recostarse sobre su hombro desnudo, descansando todo su peso sobre él.

- Me gusta la forma en que apenas va anocheciendo, las estrellas empiezan a notarse, una a una, lentamente.

Acarició su cabeza suavemente, ordenando las hebras de cabello desperdigadas sin apartar su mirada de él.

- ¿Parece mágico, verdad? Siempre me ha gustado quedarme mirando el amanecer. La forma en que todo es oscuridad y de pronto, el cielo comienza a transformarse y sale el sol frente a tus ojos, es casi mágico, como si fuese una señal de que estás vivo. Te sientes realmente vivo al verlo... Ver que el cielo comienza a iluminarse, es tan precioso.

- Es verdad, a pesar que el cielo cambia de tonos y colores durante el día, siempre se mantiene hermoso – Jungwon suspiró con su mirada clavada en el cielo y tomó una de sus manos entre las suyas, pegándola a su mejilla izquierda - ¿Quieres encontrar constelaciones?

Heeseung siguió acariciando su cabeza, corriendo los dedos sobre su cabello afectuosamente.

- ¿Cómo se encuentra eso?

- Solo tienes que hacer figuras con las estrellas que se encuentran en el cielo. Son demasiadas, pero la que más me gusta es Orión...

- Yo puedo verte a ti.

- Estás mintiendo, ¡eso es imposible! – sus graciosas risas impregnaron la habitación.Soltó una carcajada cansada y continuó con las caricias sobre su cabeza, mientras sus ojos se entrecerraban poco a poco.

- Sí, puedo verte, estás allí, dentro de un corazón.

- No es verdad – Jungwon mantuvo sus risas y se acurrucó más en su pecho cálido.

- Allí está frente a tus ojos. Mira, esa línea de estrellas que está ahí se une con esta de allá y forma tu rostro – su mano capturó su dedo índice y lo hizo rodar en el aire, trazando una figura – Esa constelación se llama Yang Jungwon.

Él negó graciosamente con la cabeza y prosiguió con sus risas cálidas y despiertas.

- Entonces, tú también estás ahí... estás justo al lado de la luna, yo también puedo ver tu rostro – sus ojos chispearon y uno de sus dedos señaló un punto lejano del cielo, al tiempo que la sonrisa que se encontraba dibujaba entre sus labios centelleaba también – Esa constelación es Lee Heeseung y tiene al lado un corazón.

- Eso significa que el cielo está repleto de Yang Jungwon ama a Lee Heeseung.

Jungwon asintió y se volvió con un ligero sonrojo para darle un breve beso en los labios.

- Has desviado el tema, estábamos encontrando constelaciones reales.

- Soy una bestia encontrando eso, pero intentaré encontrar una estrella que se parezca a ti.

- ¿Una estrella como yo? – el entusiasmo salió a relucir en su voz y se encogió más entre sus brazos, riendo mientras miraba quietamente al infinito.

- Sí, veamos... - susurró Heeseung con voz soñolienta, acariciándolo entre bostezos – Tú tienes mucha luz, eres hermoso, dulce, amoroso, así que... eres esa estrella de allá, la que está al centro de todas, la más hermosa y llamativa.

El menor se volvió nuevamente para darle un fugaz beso y reír contra sus labios, apretando sus dedos entre ambas manos y cerrando los párpados ante sus adormecidas caricias.

- No creo ser de esa manera, pero si yo soy una estrella, encontraré una parecida a ti también para que no me dejes solo y me acompañes hasta la eternidad – sonrió y elevó su dedo índice, empezando a buscar la estrella adecuada del desnudo firmamento que resaltaba ante su mirada – Podrías ser esa que está ahí a mi lado, pero no parpadea mucho, es demasiado tranquila para ser tú.

Heeseung soltó una carcajada cálida, mientras continuaba acariciándolo y lo sentía relajarse por completo entre sus brazos y quedarse quieto también. El silencio volvió a invadirlos y el balbuciente sonido de las agujas del reloj volvió a hacerse presente, al igual que la lenta melodía de la radio, que acompañaba sus ensoñadoras miradas centradas en el inmenso cielo.

- Sé mío, Jungwon.

- Soy tuyo.

- Lo sé, pero... quiero que seas completamente mío.

- Soy completamente tuyo, Heeseung.

Se quedó pensando, perdiéndose en la vista de la estrella más brillante de todas, que centelleaba entre todas las demás, transmitiendo su luz a cualquiera que la contemplase. Quiso abrir los labios para añadir algo más, pero la voz entusiasmada de Jungwon lo interrumpió.

- ¡Mira esa de ahí, la que está a la derecha! Creo que esa estrella eres tú, aunque no es tan brillante... creo que no hay una estrella que llegue a parecerse a ti, en todo caso, tú serías la luna – susurró y se acomodó más entre sus brazos, dejando caer su cabeza en la curva de su cuello - No, tú eres el cielo que me acoge entre sus brazos, Hee.

- Entre mis brazos, así como ahora.

Él rió, asintiendo con la cabeza y suspirando finalmente.

- Te amo – Heeseung continuó con sus caricias en sus mejillas y besó suavemente su cabeza - Me gusta el amanecer, pero ahora me gusta mucho más porque estoy amaneciendo contigo.

Esbozó una sonrisa y lo cubrió con su camiseta, abrazándolo con fuerza.

- Buenas noches, Wonnie.

Jungwon deslizó su mirada hasta el reloj, que marcaba las 3:30 de la madrugada y se acurrucó todo lo posible entre sus brazos, suspirando y cerrando nuevamente los ojos, sin abandonar todavía la sonrisa ilusionada que cubría sus labios.

- Buenos días, Heeseung.

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