Nuestro primer protagonista es Harry. Harry Styles; el de la televisión, el de las noticias y el del periódico. Se llama Harry Styles, uno de los boxeadores más destacados; y ésta noche tiene una pelea con Steffan Mcgarrett el ganador del cinturón de oro del año pasado, pero éste año será su año, él vá a ganar ese cinturón. Lo tiene muy claro.
Se encontraba en su vestuario. Desde allí se veía el de Steffan, al cuál era la primera vez que lo lograba observar en persona.
Su contrincante era un poco más corpulento y alto que él, pero no le interesaba, ha podido pelear con hombres de 1.90 cm y ha conseguido salir victorioso.
- Damas y caballeros, niños y niñas - se comenzaba a oír desde el ring - A venido de San Francisco hasta aquí, Los Ángeles, sólo para ganar el premio de oro. Así que sin más dilación... - sonó un redoble de tambores. Le tocaba salir. Se coloquó su bata azul (que le llegaba por las rodillas) y los guantes rojos - A mi derecha, con una altura de 1,83 cm, un peso de 76 kilos y unas ganas demoledoras de ganar.... - señaló en su dirección - ¡Harry Styles! - la multitud aclamó su nombre y todos aplaudieron.
El recién nombrado salió levantando las manos al aire en modo de saludo mientras miraba el público y la gente que entraba. Hubo un chico que le llamó la atención al instante, ¿qué hacía un chico cómo él en un sitio cómo éste? Aquel chico tendría unos 16 años, no más, y se le veía bastante tranquilo y pacífico cómo para querer ir a un campeonato de boxeo.
La pequeña campana que avisaba el comienzo de la pelea sonó sacándole de sus pensamientos dignos de Sherlock Holmes y se coloquó en posición de ataque igual que Steffan (las manos protegiéndose la cara y las piernas levemente flexionadas, una delante de la otra).
El contrincante le lanzó un fallido golpe a la cara y Harry uno a él en el estómago haciendo que se encorvase hacía delante dejando al descubierto la cabeza por lo que usó la oportunidad para darle con el costado del guante en el cuero cabelludo con tal brutalidad que el herido tuvo que parpadear un par de veces.
Tras un par de golpes y caídas consiguió noquearlo al quinto round.
- Diez... - comenzó la cuenta atrás el arbitro - siete... seis... cinco... cuatro... tres... dos... uno... K.O - acabó gritando y levantó su brazo por la muñeca.
Después de todo eso se volvió a meter al vestuario, un tanto adolorido por la pelea.
Se sentó en el banco de madera que estaba pegado a la blanca pared, entre un par de taquillas.
- Harry tienes fans que vienen a conocerte con su pase VIP - le indicó su entrenador desde la puerta de salida.
Tal y cómo le dijeron; casi 30 personas entraron a la habitación interrumpiendo la plácida soledad, pero le dejó de importar a los minutos. Alguien llamó su atención de nuevo. El chico de antes, el del público que tanto lo dejó pensando.
Allí estaba él, aquel chico de pelo liso y castaño cómo el suyo, pero con distinto corte y el de él era rizado (aquel chico lo llevaba corto de los lados y un poco más largo de arriba mientras que Emilio lo tenía por debajo de las orejas, aunque en ese momento lo llevaba recogido en un pequeño moño bajo) de sonrisa angelical y poco más, ya que no habían mantenido ni tan siquiera una mirada hasta ese momento.
Lo miró a los ojos cómo si estuviese analizándolo y él le devolvió la mirada, en cuánto lo hizo pudo ver cómo sus mejillas se sonrojaban y sus manos se comenzaban a mover de forma nerviosa bajo las largas mangas de su sudadera rosa pálido. Aquel chico desconocido le acababa de robar un par de latidos del corazón aunque no conseguía saber el porqué, es decir, lo acababa de ver y Harry no creía en el amor a primera vista.
Tras dar algunos autógrafos y sacarse unas fotos con sus seguidores, todos se fueron, ó eso creía él.
El niño sin nombre esperó a que su, al parecer, compañero saliese y se quedó quieto en la puerta, con la cabeza baja.
- ¿Porqué sigues aquí? - preguntó Harry lo más dulce que pudo.
- ¿Porqué no has dejado de mirarme? - vaya, ese chico no se andaba con rodeos.
- Sólo es que... - ¿porqué no le salían las palabras de entre los labios? - me parece raro que un chico cómo tú esté en un lugar cómo éste - soltó, tras un par de segundos de silencio, cómo si se estuviese quitando un peso de encima.
- No he venido por gusto - la expresión seria e intrigada de su rostro se esfumó dejando paso a una más relajada y levemente confiada - mi amigo me ha obligado a venir - curvó los labios en una pequeña sonrisa sin dientes al mismo tiempo que encogía los hombros.
- ¡¿Louissss?! - se escuchó desde afuera - ¡¿estás por ahí?!
- ¡Sí, ya voy! - respondió también entre gritos.
- ¡Espera! - Harry lo tomó de la muñeca antes de que pudiese salir por la puerta - ¿Vendrás mañana? - preguntó lo más rápido que pudo.
- Claro, si quieres vengo a animarte - propuso encogiéndose de hombros.
- Genial - le sonrió abierta y sinceramente mientras soltaba su amarre.
Salió del cuarto, tras despedirse con la mano y con una gran sonrisa en los labios.
Bien. Harry ya sabía: su nombre y que el chico que le acompañaba era un simple amigo. Sólo faltaba una pequeña, pero importante cuestión; ¿él le podría llegar a interesar en algún momento, según su género?
Desde fuera se oía una conversación a través de la ya cerrada puerta de metal. Eran Louis y otro chico, seguramente el amigo de éste último.
Harry no quería cotillear, pero la curiosidad le mataba por lo que pegó la oreja al metal frío.
- ¿Qué pasa? ¿Te ha gustado el boxeador? - dijo el amigo.
- Ay, Niall, que vá, sólo me ha parecido muy majo y es bastante atractivo - al protagonista de la conversación casi le dá un vuelco al corazón tras oír eso - pero sabes que yo no me fijo en ningún hombre, ni lo haré - Genial. Todo era demasiado bonito - No después de lo de Nick - concluyó.
Harry se separó de la puerta después de ver que los chicos se habían alejado de ésta y por lo tanto, ya no se oía lo que hablaban.
Bueno, algo es algo.
Aquel chico era gay y al primer protagonista sólo le faltaba que se fijara en él, lo cuál parecía bastante difícil.
¿Qué? No, no quería eso. ¿Porqué querría eso? Era simple atracción física. Ya está.
De camino a casa no pudo quitarse de la cabeza la sonrisa y los brillantes ojos de Louis, aunque tampoco le dió importancia; no le importaba.
- ¿En qué piensas, hijo? - preguntó Anne; su madre.
Harry no se había enterado de que ya había llegado a su gran casa, de 3 pisos y unas 4 habitaciones subiendo las escaleras, 2 baños (uno arriba y otro delante del salón), el salón enorme (antes mencionado) y un gimnasio en la planta de abajo del todo.
- En nada - dijo fríamente sin frenarse, mentira, la imagen de la sonrisa resplandeciente de Louis no se le borraba de la mente.
¿Porqué no puedo quitármelo de la cabeza? Sólo lo he visto una vez y el amor a primera vista no existe. Seguro que sólo es atracción física.
En todo el camino de vuelta a casa el amigo de Louis, Niall, lo acompañó.
- Ay ya, admite que al menos si sentiste aunque sea un mínimo de nerviosismo - pedía desesperadamente por tercera vez consecutiva.
- Ya te dije que no, ahora déjame irme a casa que ya es tarde y tengo sueño - le explicó para después despedirse y meterse al lugar indicado.
Hogar dulce hogar
Entró y se fué directamente a su cuarto. No había nadie en casa por lo que se ahorró el tener que saludar y explicar la sonrisa tonta que llevaba en los labios.
Su habitación era bastante modesta; con paredes de un tono morado muy claro, muebles blancos y sábanas azules.
Se tumbó en el colchón y se quedó mirando al techo, pensativo.
Harry pasó por la entrada, subió por las escaleras y se encerró en su cuarto, el cuál compartía con gusto con su hermano (3 años mayor); Zayn.
No, aún no se había ido de casa. No quería. Le gustaba aquel lugar, sobre todo convivir con su hermano y su cuñada.
Tocaron a la puerta y una cabeza de pelo negro liso se asomó; su hermano.
- Pasa - dijo desde el centro de la cama mientras miraba a la pared de delante.
- ¿En que piensas? Nunca te había visto así - se acercó, tras cerrar la puerta y se sentó al lado suyo.
- Hay alguien - se echó hacía atrás hasta quedar tumbado boca arriba sobre la almohada.
- ¿Quién es el afortunado? - le guiñó un ojo divertido.
Zayn era el único, aparte de su esposa, que le apoyaba y que siempre le había demostrado su cariño con pequeñas atenciones.
- Es... Louis, se llama así y... - se cortó en seco mientras el semblante le cambiaba de un aire animado a uno más serio y pensativo - sólo lo he visto una vez, no puede ser que me traiga así - miró a su hermano buscando explicaciones.
- Podría ser amor a primera vista - se escuchó desde la puerta, tímidamente abierta. Era Gigi; la esposa de Zayn.
- Hola, amor - le saludó el hermano mayor - pasa.
Ella entró y se sentó en los pies de la cama, el único sitio libre.
- El amor a primera vista no existe - rechistó el más joven en aquella habitación.
- ¿Quién ha dicho que no? -preguntó ofendida. Ella y su actual marido se habían conocido hacía ya casi 10 años y todo apunta a que fué amor a primera vista; aunque Harry cree que fué simple atracción física, la cuál creció hasta tener que llegar a conocerse.
- Omitiendo vuestro surrealista modo de conoceros - puso los ojos en blanco.
- A ver, ¿qué te parece él? ¿Cómo es? - preguntó animada.
- Pues... es una ternurita de chico - sonrió cómo un bobo y los ojos se le iluminaron con una luz soñadora - con un pelo liso perfectamente peinado, una sonrisa angelical, blanca y sincera y unos ojos... - puso los ojos en blanco al mismo tiempo que suspiraba - unos ojos azules, enormes, brillantes y... y preciosos - tras eso, se tumbó boca arriba en la almohada, de nuevo, mirando al techo.
- Eso, hasta la fecha, se llama amor a primera vista - comentó Zayn con una sonrisa orgullosa.
- Tiene toda la razón del mundo - le elogió su mujer - estás completamente enamorado de un chico.
- Ay, ya - los cayó Harry - ya no empiecen, ¿sí? - agitó la mano delante de él.
La pareja de casados se rió y salieron, pero Gigi entró a los segundos para volver a sentarse al lado del confundido.
- Oye, ¿lo volverás a ver? - preguntó notoriamente interesada.
- Dijo que vendría al campeonato de mañana - le sonrió ilusionado. Con ella era con quién más confianza tenía en esos momentos; respecto a sus sentimientos.
- ¿¡Sí?! - botó emocionada sobre el colchón - ¡Ay! Me cuentas todo lo que habléis - lo señaló con el índice.
- Claro - aseguró.
Gigi le alborotó el pelo. Algo que hacía desde el primer día que se conocieron.
- Tendrás 23 años ya, pero sigues siendo cómo el niño dulce y cariñoso que eras con 13 - le dió un beso en la frente y salió.
Esa mujer sí era cómo su madre. La madre que no llegó a apoyarle en el inicio de su sueño, esa estaba en el piso de abajo con algún hombre que acabase de conocer ó algo.
Buenas mis criaturas aquí les traigo una nueva adaptación Larry.
Espero les guste.
Todos los créditos son de la Autora original Nayara_SC. Gracias por darme permiso de adaptar tu hermosa fic.
Los créditos de la portada y sanador son de mi amiga y cuñada EMIJOALOVE. Gracias de verdad, te quedo hermosa.
Nos vemos AlbertXioW.