Mikey estaba observando la puerta del departamento de su novio, sin saber si tocar. No le había respondido los mensajes de la madrugada por qué no sabía qué decir, pero no le gustaba tener esa sensación de que estaba ocultándole algo, por lo que había decidido ser totalmente sincero con él. Tomó aire antes de golpear con suavidad y esperó.
Y nadie le abrió.
Se extrañó, ya que sabía que era el domingo libre de Takemichi, por lo tanto, el rubio prefería quedarse en casa y si llegaba a salir, lo hacía después de almorzar. ¿Habría ido a comprar? Mikey golpeó una última vez antes de sacar su móvil.
Pero esta vez sí le abrieron, solo que alguien que no esperaba.
Angry lo miraba adormilado mientras se tallaba uno de sus ojos, lanzó un bostezo antes de saludarlo y dejarle entrar al departamento.
Mikey no tardó en darse cuenta que en aquel hogar la pequeña reunión se alargó bastante y seguramente todos tenían una resaca de proporciones. En el salón, observó como Akkun y Smiley seguían dormidos en las colchonetas.
-Takemichi está en el cuarto de Chifuyu -le dijo Angry entre bostezos.
-Gracias.
Mikey le regaló una sonrisa para luego caminar mientras Angry volvía a acomodarse junto a su hermano.
Abrió la puerta con cuidado y entró acercándose a la cama mirando con una sonrisa los dos bultos cubiertos por mantas, dejando a la vista solo los cabellos rubios. Su sonrisa se volvió traviesa, se subió a la cama, dejando caer su peso muerto entre ambos chicos, quiénes se removieron.
-Michi, estás aplastándome -murmuró Chifuyu con la voz adormilada.
-Eres tú -contestó Takemichi mientras se removía.
-Que te muevas.
-Muévete tú.
-¿Tan pesado estoy? -preguntó Mikey con diversión.
Ambos rubios bajaron las mantas de sus rostros, Chifuyu lucía adormilado y Takemichi algo sorprendido, pero rápidamente se recuperó y abrazó a Mikey sonriendo amplio.
-¡Hola! -dijo Takemichi con entusiasmo-. No te esperaba tan temprano.
-Sorpresa -dijo Mikey besándole la mejilla con cariño a su novio-. Buenos días, amor mío.
-Buenos días, bonito -contestó Takemichi, con sus mejillas ruborizadas y rozó su nariz con la de Mikey.
-Dios mío -gruñó Chifuyu cubriéndose hasta la cabeza.
-Buenos días, amargadito -dijo Mikey sonriendo travieso.
-No sé qué tienen de buenos -la voz de Chifuyu sonaba algo ahogada entre las mantas.
-Oh, vamos, dame una sonrisita.
-No.
-Vamoooooos.
Takemichi quería demasiado a ambos y adoraba lo bien que se llevaban. Observó con una sonrisa divertida cómo Mikey picaba el bulto que era Chifuyu a la altura de la cabeza y no pudo evitar reír cuando Chifuyu sacó la cabeza e intentó morder el dedo de Mikey.
-¡Piraña!
-Viven en el Amazonas -contestó Chifuyu, imitando la voz de Darla, la niña de la película Buscando a Nemo, lo que hizo reír a carcajadas a Mikey.
-Eh -dijo Smiley apoyándose con pereza en el marco de la puerta-. Reduzcan el ruido, hay gente con resaca en este lugar.
-Yo también estuve de fiesta y no tengo resaca -dijo Mikey, manteniéndose recostado entre Chifuyu y Takemichi.
-Suerte la tuya, porque yo sí tengo -Smiley hizo puchero.
-No es algo justo -intervino Takemichi-. Mikey no bebe.
-¿No lo haces? -preguntó Angry, apareciendo tras su gemelo.
-No -negó Mikey sonriendo-. No me gusta el sabor, aunque si llego a beber, debe ser dulce.
-Alguna día te dará diabetes con todo el dulce que consumes -opinó Chifuyu sonriéndole divertido.
-Lo tengo controlado -dijo Mikey inflando sus mejillas de forma infantil.
Baji miraba a Shinichiro con curiosidad.
El mayor se había presentado en su departamento justo cuando había colocado la loza del almuerzo en el lavavajillas. A Baji le hacía feliz tener, por primera vez, a Shinichiro en su hogar, por lo que le enseñó el lugar con una sonrisa, después bromearon un buen rato mientras se bebían un café hasta que finalmente su hermanastro mayor le dijo que quería conversar algo especial. Se habían acomodado juntos en el sofá largo y de fondo se podía escuchar la radio.
-Quisiera saber si estás bien con lo de la boda -dijo Shinichiro con una amable sonrisa.
-¿Bien? -se extrañó Baji, aunque podía imaginar a la rata rubia contándole cosas a Shinichiro.
-Sí, ansiedad, miedos, alegrías, dudas...
-Estoy nervioso.
-¿Solo eso?
-¿Mikey te dijo algo?
-Manjiro no necesita decirme nada -dijo Shinichiro con calma-. Tengo ojos y te conozco, Keisuke, me preocupa que te sientas presionado a hacer algo que no quieres.
-Estoy bien, Shin -dijo Baji con una sonrisa algo nerviosa-. Lo hago porque quiero.
-Porque quieres, ¿eh?
-Sí...
-Entonces, no debo pensar que lo haces por complacer a mi perfecto padre, ¿no?
Baji lo miró asintiendo un poco. La inseguridad se vio en sus ojos durante unos segundos, los que fueron suficiente para que Shinichiro supiera que había algo más.
-Mi padre no es perfecto, Keisuke -siguió con su voz calmada y amable, aunque sus ojos solo había una seriedad mortal-. Está lejos de serlo y no quiero que hagas algo de este calibre por complacerlo o porque quieres seguir sus pasos. Yo sé que él siempre habla de familias ideales y todo, pero, créeme, no es nadie para venir a darte cátedras.
-Sé lo que te hizo -dijo Baji, nervioso-. Pero no creo que por eso nosotros...
-No hablo de lo que pasó conmigo -lo interrumpió-.
-¿Ah?
Shinichiro apretó los labios, debatiendo consigo mismo hasta que suspiró con cierta derrota, por lo que sacó su celular y empezó a buscar. Había accedido a hablar con Baji, después de que Mikey, Kazutora y Draken hablaran con él; no le habían dado mucho detalle, pero si alguien tan centrado como Drake estaba de acuerdo, era porque algo pasaba.
-Mira esto.
Baji tomó el celular sin entender y parpadeó. Eran fotos, muchas fotos y en todas salía el mismo chico de piel bronceada, de grandes ojos violetas y su cabello era prácticamente blanco, de sus orejas colgaban pendientes de Hanafuda. Confundido, Baji pinchó una de las fotos: Shinichiro abrazaba al muchacho desde atrás y el peliblanco tenía una gran sonrisa.
-¿Qué...?
-Se llama Izana -contestó Shinichiro-. Es tres años mayor que Manjiro y es nuestro medio hermano.
Los ojos de Baji se abrieron con sorpresa y su boca quedó abierta.
-Manjiro aún no sabe, Emma ya lo conoce.
-¿Qué...? ¿Hace cuánto...? ¿Qué?
-Izana fue el que me encontró -le contó Shinichiro-. Su madre fue amante de mi papá por años incluso después de que Manjiro nació, por lo que supe -pasó una mano por su cabello-. Izana tenía prohibido preguntar sobre nosotros, pero deseaba conocernos, así que cuando supo que estaba viviendo en Alemania, fue a encontrarme.
-¿Y cómo es...? -preguntó Baji, aún con la sorpresa expresada en todo su rostro.
-Es un buen muchacho, Keisuke. De hecho, quiero que Manjiro y tú lo conozcan.
-¿Qué?
-Siendo sincero, iba a aprovechar este viaje para contarles y hacer que se conocieran.
-¿Ese chico va a venir?
-Claro que sí. Y es Izana, no ese chico.
-Perdón -murmuró Baji-. ¿Cuándo le dirás a Mikey?
-Pensaba en después de tu boda.
Baji asintió un poco, quedándose en silencio mientras procesaba la información.
-Te estoy contando esto porque quiero que entiendas que mi padre no es quién para decirte cómo y con quién vivir tu vida.
Baji lo miró con suavidad.
-Nada es más importante que tu felicidad, Keisuke, y si me juras en este minuto que casarte te hará feliz, dejaré de insistir.
-¿No estás molesto conmigo?
-No lo estoy.
-¿De veras?
-De veritas, de veritas.
Mikey rió con ternura antes de robarle un beso, que Takemichi alargó con una sonrisa. Su beso era calmado y cariñoso, los sumergía en su propia burbuja.
-Dejen de comer frente a los pobres.
Mikey no pudo evitar romper el beso de la risa que le dio el comentario de Chifuyu. Takemichi se había sonrojado, pero también reía. Los tres estaban en el salón del departamento, la pareja se encontraba recostada en el sofá largo y Chifuyu en el sofá puf que tenían.
-O por último, vayan a comer al cuarto -refunfuñó el rubio-. Debería haber salido con Smiley.
-Aún tienes tiempo -dijo Mikey con malicia.
-¿Estás echándome de mi propia casa?
-¿Quién es él que se está quejando?
-No me agradas, Manjiro Sano.
-Sabes que me quieres, Chifuyu Matsuno.
-Es tan raro que se llamen por sus nombres -comentó Takemichi, divertido.
Chifuyu volvió a refunfuñar, pero sonreía. Mikey rió por lo bajo antes de soltar a Takemichi e ir donde el rubio, subiéndose encima, logrando que el Puf hiciera un sonido parecido a la queja.
-Vas a reventarlo -dijo Chifuyu riendo.
-Es la segunda vez en el día que me llamas gordo -respondió Mikey, haciéndose el ofendido y lo abrazó por los hombros.
-No lo he hecho -Chifuyu rió, pero lo abrazó con un brazo para sostenerlo.
Takemichi aprovechó la absurda discusión para ir a la cocina y buscar algo de comer, pero al no encontrar nada que realmente quisiera comer, agarró el teléfono.
-Voy a pedir pizza, ¿les parece bien? -preguntó elevando la voz.
-¡Pero si me acaba de decir gordo, Takemicchi! ¿Cómo voy a comer pizza luego de eso?
-Nadie te ha dicho gordo, cariño -rió Takemichi.
-Puedo cocinar una -ofreció Chifuyu entre risas.
-¿Lo harías?
-Claro, creo que falta algo de queso, pero hay de lo demás.
-¡Micchi y yo iremos por lo que falta! -exclamó Mikey con entusiasmo.
-Haré la masa en lo que ustedes van por el queso.
Diez minutos después, Mikey y Takemichi iban caminando entre risas hacia el minimarket y, como cada vez que andaban en lugares públicos, solo se permitían caminar junto al otro, rozando sus brazos al andar.
La verdad era que Mikey se moría por tomarle la mano a Takemichi o incluso darle algún beso sin tener que estar mirando a sus alrededores, pero tenía una palabra que cumplir y su deseo por proteger al chico que le robó el corazón era mayor.
Takemichi lo obligó a esperar fuera del minimarket, argumentando que compraría más rápido solo, ya que Mikey tenía la costumbre de llevar cosas que no habían presupuestado, sobre todo si eran dulces, por lo que Mikey se quedó fuera, intercambiando mensajes con Draken con una sonrisa.
Hasta que se sintió observado.
Llevaba años cargando algo de fama, por lo que era hasta normal sentirse observado, pero esto era distinto. Levantó la cabeza mirando alrededor, pero lo único que vio fue a la espalda de un hombre alto y cabello oscuro, con unos brazos morenos rodeándolos. Sonrió suave, sintiendo un poco de envidia ante la libertad de aquella pareja.
-¿Mikey?
Takemichi ya había salido del minimarket y lo miraba extrañado, con la cabeza algo ladeada.
-¿Todo bien?
-Sí -le sonrió Mikey-. ¿Compraste todo?
-Sí, todo, todito.
-Genial.
-También te compré un dorayaki.
-¡Takemicchi eres el mejor!
Ambos se alejaron entre risas, ignorando una violácea mirada sobre ellos.
Un suspiro nació de sus labios mientras apoyaba su cabeza en el fuerte pecho de su acompañante.
-Así que ese es mi hermanito.
-Iza, deberías hacerle caso a Shin.
Izana levantó la mirada hacia Kakucho Hitto, quién le sacaba un par de centímetros. Su apuesto rostro tenía una cicatriz que iba desde la parte posterior del cráneo, pasando por su ojo izquierdo y terminando en el comienzo de su oreja izquierda. Por la cicatriz, su ojo izquierdo era blanquecino mientras que el derecho era rojizo. De su oreja derecha colgaba un largo pendiente negro y miraba a Izana con tranquilidad.
-Lo sé, solo quería verlo...
-Paciencia, Shinichiro dijo que aún no sabe de ti, no quieres asustarlo, ¿verdad?
-¿Crees que le agrade? -murmuró Izana.
-¿No te basta con mi amor?
-Son diferentes tipos de amor, tonto.
-Ignoras mi pregunta.
-Y tú la mía.
-Creo que es probable que le cueste entenderlo, pero creo que le vas a agradar.
-¿En serio lo crees?
-Sí.
-Tu amor me basta.
Kakucho sonrió con ternura, besándole la sien a Izana antes de pasar uno de sus brazos por los hombros del moreno y ambos emprendieron camino.
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¡Sorpresa!
Adelanté este capítulo porque es más cortito...
Y porque es algo de rellenito jaja
El siguiente capítulo será el lunes
Se vienen capítulos con más drama, así que...
Quién avisa no es traidor jiji
Gracias por su apoyo ♡
Nos leemos en los comentarios, porque disfruto bastante leyéndolos♡
Besos~