You're Losing Me [GoNana][Juj...

By nixkoori

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En un mundo dónde cada persona está destinada a encontrar a su alma gemela, el romance existe sólo en la ficc... More

I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
IX
X
XI
XII
XIII
XIV
XVI
XVII
XVIII
XIX
XX
XXI
XXII
XXIII
XXIV
XXV
XXVI
XXVII
EPÍLOGO

XV

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By nixkoori

⋯ ⊰ ✿ ⊱ ⋯

A Gojo no le gustaba que lo interrogaran, y le gustaba aún menos que alguien que se hacía llamar su mejor amigo intentara manipularlo para que actuara según sus estándares y su estúpida brújula moral. ¿Quién demonios se creía Geto para ir hasta su trabajo y criticar la forma en la que lleva su relación? Y lo que era más importante, ¿cómo se atrevió Nanami a contarle a Geto sobre lo que tenían para que fuera a abogar en su nombre cuando le había dejado claro que lo único que quería de él era su cuerpo y era también lo que podía darle? Lo que faltaba, para coronar la osadía de todos, era que Haibara lo llamara y le dijera que Nanami iba a suicidarse si no devolvía sus afectos.

Irritado, Gojo arrojó su maletín y su saco junto a la puerta de la casa y sin pensarlo dos veces, se dirigió al gabinete de licores de su prometido, de dónde tomó la botella de vino que ya estaba abierta pensando en terminarla el solo. Gojo siempre fue un mal bebedor, y a decir verdad no era una actividad que disfrutara, no obstante, esa noche, encontró en el sabor del vino algo diferente. La primera copa se la bebió tan de golpe, que no pudo saborear el líquido en la lengua, pero el gusto azufrado se quedó atrapado en su garganta, era tan desagradable que se preguntó quién diablos le había aconsejado a Higuruma comprar esa bebida.

No obstante, Gojo se sirvió otra copa, pensando que quizá su forma de beberla fue la incorrecta, casi de inmediato una voz en su cabeza le advirtió que no había manera de que se equivocara en su veredicto, aunque en realidad Gojo no sabía nada de cata de vinos. Su segunda copa fue igual de desastrosa, lo que lo hizo enfadar y vació el resto de la botella en el fregadero antes de pasarse por gabinete, de nuevo, a pesar de que la bebida que menos le gusta era el whisky, fue esa la que eligió para seguir con su plan de beber hasta ahogar sus sentimientos.

Al igual que le pasó con el vino, el sabor resultó diferente a otras veces que lo había probado, era duro e intenso y le encantó. En algún punto, puso una de sus playlists para animar el ambiente, además tomó algunas aceitunas y cubos de queso de la nevera y, después de mucho tiempo, cuando Gojo ya casi se olvidaba hasta de su propio nombre, su prometido apareció en la cocina.

—¿Estás bien, Satoru? —sonaba preocupado, lo que hizo que el aludido se riera—. ¿No te bebiste la botella de vino completa, o sí?

—¡Lo tiré! —anunció con una sonrisa, el ceño de Higuruma se frunció con sospecha—. Era un vino horroroso, el color era pobre, olía acorchado y picaba en el post-gusto.

—Pensé que no sabías nada sobre cata de vinos, suenas casi como un experto, amor.

—No se nada de vino —se encogió de hombros y se mordió la lengua para no añadir que era Nanami el que sabía ese tipo de cosas. Higuruma enarcó una ceja en señal de confusión, así que Gojo cambió de tema—. Te estaba esperando —murmuró en un tono coqueto.

—¿A sí? —preguntó Higuruma, un poco intrigado. Gojo asintió con la cabeza y se tambaleó hasta su lado, en dónde le pasó los brazos por el cuello.

—Ya he decidido la fecha de nuestra boda, si estás de acuerdo —Higuruma lo miró ilusionado y un sentimiento muy similar a la culpa atravesó el pecho de Gojo.

⋯⋯⋯ ⊰ ❀ ⊱ ⋯⋯⋯

Recibir una invitación para una cena formal en casa de Higuruma es una mala señal. Choso se lo dice a Nanami en el mismo instante en que reciben la tarjeta y lo sigue repitiendo todos los días hasta la fecha de la reunión.

Nanami se convenció a sí mismo de que, sin importar para qué era la cena, no puede ser malo, pero Choso no le cree, la sospecha de que sucederá algo desagradable y que es una noche que lo definirá todo, pica debajo de su piel, como si tuviera una colonia de hormigas encima.

Llegan al domicilio de Higuruma un antes de la hora acordada. Como era de esperarse, Gojo salta de alegría en cuanto ve a Nanami, pero hay algo en la mirada que le dirige al rubio, que le pone la piel de gallina y le provoca ganas de sacar a Nanami de sus garras de inmediato. Por desgracia, el aludido es masoquista y en lugar de mantenerse lejos como le prometió que haría, lo sigue igual que un perro a su dueño. Choso lo odia un poco por eso y se pregunta si debe recurrir a formas más agresivas para hacerlo entender que está siendo un idiota.

A la hora acordada aparecen Haibara, Geto y los invitados de Higuruma, todos se saludan con normalidad, pero Choso siente que hay algo raro en el ambiente. Se obliga a sí mismo a calmarse, antes de que comience la cena, o de lo contrario teme que podría vaciarse el vino encima por los nervios.

—Entonces —dice Uro Takako, una de las amigas de toda la vida de Higuruma, según tiene entendido—. ¿Qué celebramos?

—Tan desesperada —comenta su pareja, o lo que quiera que sea, a su lado. Choso no necesitó tener ojos bajo la mesa para saber que ella le clavó el tacón de su zapatilla en el pie por mera venganza.

Al mirar a ese par, Choso se pierde el intercambio de miradas entre Gojo y su prometido, pero sabe que existió debido a la expresión amarga que Nanami intenta disimular y la mueca de disgusto en los labios de Geto. Su cerebro procesa la información demasiado lento y sólo se da cuenta de lo que está ocurriendo cuando Higuruma anuncia que ya decidieron la fecha de la boda, y se celebra exactamente en un mes.

Los invitados de Higuruma aplauden, vitorean, y exclaman sus buenos deseos y felicitaciones. Haibara y el mismo Choso intentan hacer el suficiente ruido para encubrir la ira naciente de Geto y el sonido del corazón roto de Nanami. La botella de vino comienza a circular por la mesa para llenar las copas. Choso nota un brillo de maldad en los ojos de Gojo antes de que se incline hacia su prometido para darle un beso, cuando se separan, Uro aprovecha la oportunidad para susurrarle algo al oído a su amigo, a lo que él asiente con la cabeza y entonces ella se levanta.

—Voy a dar un discurso para los novios y luego será tu turno, Nanami, porque tú eres el padrino de Gojo —anuncia ella con una alegría que le sabe falsa, provocando que Gojo la mire con una mezcla de sorpresa, enojo y miedo.

—De acuerdo —asiente Nanami, con una sonrisa que para el ojo inexperto de los demás parece genuina.

Mientras Uro comienza su discurso, que a todas luces fue ensayado muchas veces antes de esa noche, Choso extiende su mano y aprieta con suavidad la rodilla de Nanami, intentando hacerle saber que está ahí para acompañarlo. Él le sonríe y cuando la mujer termina de hablar y le cede la palabra, se levanta. Choso ve la duda en el rostro de Nanami, e imagina que si ese momento fuera el clímax de una comedia romántica, él miraría a Higuruma y le diría: "Me acosté con tu prometido."

Por supuesto, su vida es más bien una tragedia, y como todo héroe trágico, Kento Nanami elegirá sangrar sus emociones sobre la mesa a través de las palabras, mientras sostiene una delicada copa de vino cuyo diluido sabor se asemeja dolor de su corazón, antes que montar una escena que perjudique a su amante malagradecido, o que lo ayude a sí mismo.

—Estaba reservando esto para el brindis de la boda, pero supongo que es un buen momento ahora —suspira Nanami, luego de su pausa dramática continúa hablando—. Conozco a Gojo desde los doce años y siempre ha tenido la loca idea de forjar su propia historia de amor. Era escéptico, no les voy a mentir —él se ríe, Choso se pregunta cómo es tan bueno para fingir lo que no siente—. Lo vi fracasar muchas veces y pensé que al fin se rendiría. Entonces te conoció, Hiromi, y les puedo asegurar que nunca antes lo vi tan feliz. Cambiaste algo en él, para bien, y me atrevo a decir que él cambió algo en ti también. Espero que su próximo matrimonio los siga haciendo felices y sea duradero. —Otra pausa, por un instante parece que dirá más, al final solo sonríe y levanta su copa, el resto de los invitados hace lo mismo—. Salud para los novios.

Choso vio a todos beber un sorbo, pero lo que más le llamó la atención fue el hecho de que Nanami y Gojo, hicieron la misma mueca de desagrado al probarlo.

—¿Qué te pareció el vino esta vez, amor? —preguntó Higuruma, divertido.

—Está fatigado.

—Vamos Gojo, tú no sabes nada de vinos —se burló Geto—. Kento, ya que has tomado cursos de cata y maridaje, ¿qué opinas?

—No lo sé, la verdad es que estoy un poco enfermo y perdí el gusto —aclaró, Choso lo miró con sospecha—. Pero de seguro se equivoca, la única vez que me acompañó a una cata, se embriagó tan rápido que tuvimos que irnos porque comenzó a coquetear con todos.

Casi todos se rieron de la anécdota, Gojo se sonrojó y apartó la mirada de Nanami, mientras que a este, Higuruma lo miraba con sospecha a Nanami. Choso llegó a la conclusión de que la noche todavía podía empeorar.

⋯⋯⋯ ⊰ ❀ ⊱ ⋯⋯⋯

Algunos amigos de Higuruma que no pudieron llegar para la cena, se unieron más tarde y así, entre copa y copa, la reunión se convirtió en una pequeña fiesta, en la que la mayoría, incluso su prometido, ya estaban muy ebrios.

De todas formas, Gojo echó una mirada a su alrededor para asegurarse de que nadie le prestaba atención, antes de tomar la mano de Nanami que estaba comiendo aceitunas en la cocina y guiarlo hasta el baño.

—Gojo, no cabemos los dos aquí —se quejó Nanami, intentando detener las manos que ya intentaban desnudarlo.

—Oh, estás bastante sobrio —se burló—. Mejor así, me gustas más cuando no eres fácil.

—¿Qué diablos se supone que significa eso? —respondió Nanami empujándolo contra la puerta.

—Un mal intento de charla sucia, creo —respondió, provocando que el rubio pusiera los ojos en blanco—. No te enfades, ¿sí?

—No estoy enojado —suspiró—. Pero no voy a hacer esto en el baño de invitados de la casa de tu prometido.

—Vamos Nanami —jadeo, tirando de la cintura de los jeans para atraerlo hacia su cuerpo—. Me conoces bien, sabes como hacer que me corra rápido —añadió en un tono seductor, mordisqueando la oreja del rubio, haciéndolo temblar.

—Creo que él sospecha de nosotros —con sus labios sobre su garganta, Gojo pudo sentir que pasaba saliva—. Hace rato me preguntó si estuve aquí la semana pasada, dijo que te encontró en la cocina bebiendo whisky y comiendo aceitunas.

—No me importa. —murmuró con sus manos sobre el trasero—. Te deseo tanto, Kento... —la manera en la que se lamió los labios, debió despertar algo en su acompañante, porque de inmediato dejó de forcejear y, en cambio, le rodeo la cintura con un brazo, mientras que su mano libre se posó encima de su nuca. Fue un beso intenso, Gojo gimió cuando la lengua de Nanami se forzó en su boca y se quejó en el momento en que la perdió.

—No aquí, Gojo, por favor, no insistas.

—Once y media, en ese hotel que tanto te gusta —sugirió.

—Doce y cuarto, en la habitación presidencial, además tienes que comprarme algo bonito.

—Qué puta te has vuelto, Nanami —suspiró—. Si llegas tarde te mataré.

—Dime puta otra vez y te haré comer tu propia mierda, Satoru.

—Bien, lo siento —dijo levantando las manos en señal de derrota—. No me dejes plantado, ¿ok?

⋯⋯⋯ ⊰ ❀ ⊱ ⋯⋯⋯

Una vez que Gojo salió del baño, luego de besar su mejilla como despedida, Nanami contó hasta 100 antes de girarse hacia el inodoro y comenzar a toser a flores.

Desde que había llegado a la casa, a pesar de que estuvo más cerca de lo prudente, sintió que todo estaba bajo control, pero en el momento en que Gojo se encerró con él, las flores en su pecho comenzaron a amenazarlo, por lo que dudaba poder ir a la cita esa noche, incluso si se lo prometió.

Por supuesto, existía la posibilidad de usar la medicina experimental que Choso había conseguido de dios sabe dónde. El problema con eso, era que tenía que aumentar la dosis cada vez que las usaba y los efectos secundarios empeoraban en consecuencia. Unas horas de placer con Gojo, por mucho que las deseara, no valían el sufrimiento posterior, se dijo a sí mismo, aunque estaba seguro de que cambiaría de opinión a medida que la hora de la cita se acercara.

—Kento ¿estás bien? —escuchó a Choso preguntar, una mera formalidad para evitar las habladurías.

—Entra —dijo con dificultad.

Choso lo hizo y sin decir más, le pasó el inhalador, que Nanami tomó con urgencia. La medicina que usaba al comienzo había dejado de funcionar en cuanto comenzó a enredarse con Gojo, pero encontraron en internet que el medicamento para el asma ayudaba a frenar los ataques de tos, aunque no servía si se trataba de vómito.

—No sé qué haría sin ti, Choso —dijo Nanami, una vez que pudo volver a respirar—. Gracias.

—No hay de qué —sonrió—. Ahora hay que irnos antes de que comience otro ataque, o algo más doloroso.

Nanami asintió con la cabeza, y prefirió no decirle que acordó una cita con Gojo, para no hacerlo enojar.

⋯ ⊰ ❀ ⊱ ⋯

n/a:

ayer me olvide de poner esta canción

Gracias por leer *arroja pañuelos*

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