–De acuerdo, y ¿cuál es el plan?– pregunté mientras íbamos en camino– No vamos solo a llegar y tocar la puerta de un tipo siniestro que vende drogas, ¿o sí?
–Bueno... de hecho... de hecho sí.– dijo Steve conduciendo.
–Ah... de acuerdo.– dije asintiendo nerviosa– Y luego le preguntamos: ¿De casualidad tienes escondido a Eddie Munson, el tipo más buscado actualmente por la policía local?
–Sí, así es.– dijo Steve.
–Ok... no más preguntas.
El camino se me hizo mucho más largo que cuando visité el lugar con Eddie, no sabía si era por el nerviosismo, por los temas de conversación, o simplemente porque Eddie conducía mucho más deprisa.
Llegamos al lugar al anochecer y al ver la casa recordé que sí me había fijado en ella aquel día, aunque vagamente. Era una linda casa por fuera, pero al acercarnos a las ventanas y ver hacia adentro me di cuenta de que era un desastre.
Sin esperar Dustin se puso a tocar el timbre, luego a golpear la puerta y a gritar:
–EDDIE, ¿ESTÁS AQUÍ? QUEREMOS AYUDARTEEEE. EDDIE, SOLO QUEREMOS HABLAR. EDDIIIEE . ¿RICK? RICK EL GRIFOOO.
–¡Oye, cállate!– le dijimos todos.
Después nos dimos cuenta de que había una pequeña bodega a la par, así que nos dirigimos hasta allí. Steve abrió la puerta y entramos. Vi alrededor, había mucho desorden también ahí y en medio de la bodega había un canal de agua que daba al lago, y sobre él había un bote de motor, que colgaba de cuerdas de metal.
Steve tomó un remo que estaba apoyado en la pared y por alguna razón empezó a picar el bote, cuyo interior estaba cubierto por una lona azul de plástico.
–¿Crees que Eddie está ahí? Entonces ¿por qué no solo quitas la lona?– preguntó Dustin.
–Hazlo tú si eres tan valiente.– dijo Steve, como si temiera que...
–¡Oh, por dios, Eddie!– gritó Dustin.
Eddie había saltado de pronto desde el interior del bote y sujetó a Steve contra la pared, colocando una botella rota de vidrio en la garganta del pobre Steve.
–EDDIE...– gritábamos todos.
–¡Eddie, es Steve, es bueno! Somos buenos, queremos ayudarte.– decía Dustin.
Eddie lo vio como si no lo conociera, como si Dustin fuera también una amenaza. Su rostro... Max no exageró, de verdad parecía aterrado.
–Eddie...– le dije acercándome– Eddie, por favor, déjalo, es Steve, lo conoces bien. No queremos hacerte daño, por favor...
Comenzó a bajar la botella y caminé rápido hacia él.
–Está bien...– le dije y lo abracé.
Cuando se calmó y se sentó, Dustin le dijo que nos contara lo que había sucedido. Cuando terminó su relato yo estaba boquiabierta, ¿qué clase de broma pesada era esa?
Pero no fue nada comparado con lo que nos dijo Dustin después.
–¿Dices que lo que asesinó a Chrissy fue un demogorgon de una dimensión alterna... que está bajo la nuestra?– pregunté viéndolo– Un demogorgon... los demogorgons son de calabozos y dragones, ¿verdad?– pregunté viendo a Eddie esta vez.
–De otra versión, sí.– contestó distraído.
–Bueno, según lo que dijo Eddie, no parece ser que fuera lo mismo, no es la forma en la que asesinan.– dijo Steve.
–Sí, parece más como si Chrissy estuviera poseída por... un demonio o hechizada con magia muy oscura, por un... poderoso hechicero...– dijo Dustin viendo a Eddie.
–Vecna...– dijo este.
–¿Vecna?¿Demogorgons? No entiendo nada.– dije más para mi misma que para ellos.
–Nos hemos enfrentado ya a muchas cosas, no solo demogorgons, solo que antes teníamos a una amiga nuestra con superpoderes, ella siempre nos ayudó, pero perdió sus poderes, así que ahora creo... creo... que estamos en una fase de proponer ideas.– dijo Steve.
–Sí, proponer ideas, es lo que debemos hacer.– dijo Max.
–¿Superpoderes?– pregunté.
–¿Recuerdas la conversación sobre la novia más linda?– dijo Dustin.
–¿Quieres hablar de eso ahora?– pregunté seria.
–No, es que la chica con poderes es la novia de Mike, por eso dijo que te patearía el trasero... y a mi Suzie.
–No tengo idea de qué están hablando, pero tenemos que ponernos en marcha.– dijo Steve.
Todos se pusieron de pie salvo Eddie y yo.
–Tenemos que regresar y averiguar qué es lo que sucede, pero no será esta noche, nuestros padres van a enloquecer si no aparecemos.– dijo Robin, los demás parecían de acuerdo.
–Andrea, tú tienes que quedarte aquí.– dijo Steve.
–¿Por?– preguntó Max.
–Mi mamá ya debe saber que salí a buscar a Eddie y seguro me está buscando como loca, si me ve por ahí o si es que llego a volver a casa, es capaz de cubrir puertas y ventanas con tablas y clavos con tal de que no vuelva a irme.
–¿Por qué lo sabe tu mamá?¿Ya publicaron mi nombre en las noticias?– preguntó Eddie levantándose.
–No, unos policías fueron a mi casa y le dijeron a mamá sobre tu negocio, además de hacerme muchas preguntas durante horas...– le dije seria– Claro que les recalqué que no eres el asesino, ya que a diferencia de ti conmigo jamás dudaría de tu moral como persona.
Al escuchar esto Eddie frunció los labios y vio hacia otro lado. Los demás parecían incómodos y confundidos y el silencio reinó por un minuto, hasta que Steve dijo que era hora de irse.
Cuando se fueron Eddie y yo nos quedamos a solas, encerrados en la bodega, escuchando solamente el murmullo del agua del lago.
Ambos nos sentamos en el suelo, con la espalda apoyada en una pared y separados por más o menos un metro de distancia.
Un rato después abrí mi mochila y saqué el abrigo, hacía frío en ese lugar. Saqué también el radio y empujé la mochila hacia Eddie.
–Hay algunas golosinas ahí... supongo que no has comido nada desde ayer.– le dije viéndolo.
Asintió y las sacó, un segundo después se las comía como si fueran un manjar, sonando las envolturas. Luego de nuevo estuvimos en silencio.
–¿Qué hora es?– pregunté, me volteó a ver y luego a su reloj de mano.
–Son casi las nueve y media.
–Deberías intentar dormir, yo estaré pendiente de cualquier cosa.
–No puedo dormir.– dijo metiendo la cabeza entre sus rodillas.
–Hazlo, ya te dije que yo...
–No, es que en serio no puedo hacerlo.– dijo y me vio muy serio.
–¡Ooh! Lamento que estés pasando por esto... es una mierda.
–Es la peor mierda.
Nos quedamos otra vez en silencio.
–Ya que yo no voy a dormir, tú deberías hacerlo.– me dijo.
–No tengo nada de sueño, solo una terrible jaqueca.
–¿Jaqueca?
–Sí, desde que desperté esta mañana.
–Mierda.– susurró.
–Gracias por venir, no tenías porqué.– dijo tras otro rato de silencio.
–Sí tenía que venir, detesto que la gente sea culpada injustamente.– dije con ironía.
–De acuerdo, hablemos de eso.– dijo y se movió para sentarse junto a mí.
–No quiero hablar de eso.
–Considerando que sacas el tema a flote cada cinco minutos yo diría que sí quieres.– dijo.– Dime lo que tengas para decir, ¿sí?
–Tengo que decir que eres un imbecil.– le dije con voz queda.
–Eso debiste saberlo cuando me conociste.
–Sí, lo sabía, y me parecía adorable.
–¿Cuándo dejó de ser así?– preguntó volteando a verme.
–¿De verdad necesitas que te lo diga?
–Voy a maldecir ese día con mi último aliento.– dijo asintiendo con solemnidad.
–Supongo que yo también.– susurré.
–¿Me odias?– preguntó un rato después.
–No, no te odio.– susurré viendo al frente.
–¿Me amas?– siguió preguntando y me quedé en silencio un momento.
–Sí, cada día, desde que te conocí.
–Cuando esto acabe, ¿dejarías que vuelva a ser parte de tu vida?
–Eso es más difícil de responder.
–¿Por qué?
–No sé si quiero estar contigo sabiendo que no confías en mí.
–No lo entiendes.– dijo viendo al frente esta vez, yo me giré para verlo a él.
–¿Qué es lo que debo entender?
–Tú has tenido amor toda tu vida, Andrea; tus padres, tus amigos, tu Olivia... luego llegaste aquí y conseguiste a otros buenos amigos, a Tom y a mí, que también te amamos. Mi vida ha sido todo lo contrario, no padres, no amigos, no romance adolescente... cuando tú llegaste y empezamos a coquetear me dije que no podía ser real, luego sentí que era real y me enamoré de ti perdidamente, pero con nuestra discusión de nuevo me sentí... como antes: solo, vacío, saliendo con una chica que me daba sexo a cambio de drogas. Y te juro que antes no me importaba, pero no habría podido soportar que fuera así contigo, tú me volviste vulnerable. No quería ofenderte, mucho menos herirte, pero necesitaba saber que lo nuestro era real, solo tenía miedo.
–No lo consideré, en serio, nunca lo vi de esa manera.
–No te culpo.– dijo.
Me quedé pensando en todo lo que dijo y en la nota que me dio en mi cumpleaños.
Eres lo mejor que me ha pasado en la vida.
Un rato después moví su brazo para ver la hora en el reloj, pasaban unos minutos de las diez.
–Por favor intenta dormir.– le dije, estaba jugueteando con uno de sus anillos– Solo inténtalo, no puedes estar tanto tiempo sin descansar.
–Solo si me dejas usar mi almohada favorita.– dijo con una media sonrisa, parecía muy cansado. Llevé mi mano hacia su cabeza y le di un jaloncito dándole a entender que estaba bien, así que se acomodó y se acostó de lado en el suelo, poniendo la cabeza sobre mis piernas.
Pasé mi mano por su cabello, acariciándolo suavemente, sabía lo mucho que le gustaba.
Habían pasado unos diez minutos cuando se volteó quedando boca arriba.
–¿Ya no funciona el masaje capilar?– le dije sonriendo un poco, él también sonrió.
~
–Eddie...– le dije después.
–¿Sí?
–¿Por qué llevaste a Chrissy Cunningham a tu casa?¿Ella y tú...?
–Por supuesto que no.– dijo como si yo estuviera demente– Chrissy parecía algo dañada, como les mencioné antes la encontré en el bosque viendo un árbol como si este fuera a matarla. Intenté venderle hierba, pero me preguntó si tenía algo más fuerte, en serio parecía necesitarlo, pero como no traía nada más en ese momento le dije que fuera a mi casa después del partido.
–¡Oohh!
–¿Celosa?– preguntó con una sonrisa en labios, lo vi a la cara sonriéndole y rodé los ojos– Extrañaba ver ese gesto.
–Mejor duérmete.– le dije.
–Lo intento.
–El primer paso para intentar dormir es que cierres lo ojos, y yo los veo muy abiertos.– le dije y le di un golpecito en la frente con la mano, e inmediatamente los cerró, pero con una sonrisita.
–¿Crees que nos enfrentemos a Vecna?– preguntó abriendo los ojos otra vez– Porque sería increíble.
–No es nuestro Vecna, Eddie, es uno desconocido y no lo venceremos con un pequeño dado de plástico.
–Sí, pero...
–Eddie, duérmete.– lo regañé.
–De acuerdo, de acuerdo.– volvió a cerrar los ojos.
Unos minutos después se levantó y abrió mis piernas para sentarse entre ellas, recostado en mi torso y apoyando la cabeza en mis pechos.
–Así está mejor.– dijo acomodándose bien y tomó mis brazos para ponerlos alrededor de él.
–Pide permiso primero.– le dije riendo.
–Lo olvidé, discúlpame.– murmuró.
–Lo dejaré pasar esta vez.– le dije sonriendo y cerré los ojos.
Seguí rodeándolo con mi brazo izquierdo y con la mano derecha acaricié su cabello. Después de un buen rato su respiración se escuchaba más lenta, parece que al fin se había dormido.
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Holaaaa, sigo de viaje pero tuve la oportunidad de escribir, habría tenido listo el capítulo ayer, pero lo borré y lo reescribí como tres veces porque no me gustaba como quedaba, al final quedó así. Voy a dejarles este por hoy y voy a ver si publico el siguiente mañana, sino va a ser el martes porque siempre borro y reescribo cosas y este va a ser mucho más largo.
¡Gracias por leer! No se desvelen mucho, y cuídense de Vecna. ♡