Xiao cae de rodillas contra el suelo. El odio que contamina su cuerpo ha superado sus propios sentidos y estos fallan bajo un insoportable sonido de interferencia. Uno de sus ojos se frunce y el otro le hace ver borroso, es una sensación de calor abundante que lo arremete hasta dejarlo con las manos apoyadas contra el suelo. Poco a poco su cuerpo se encoge frente al dolor y la falta de aire. No podía conocer otra sensación más liberadora como la muerte, sus labios se curvaron apenas para sonreír por este pensamiento tan repentino y cerró los ojos. Estaba más que listo para enfrentarlo.
Había pasado años cumpliendo con su deber, no podía tener un final más digno, tan similar al de sus otros compañeros adeptus. Xiao nunca se había considerado una persona que necesitara la ayuda de otros, de hecho ello lo dejaba en una posición de deuda. Así como con Rex lápiz. Pero más que deuda, en su sistema estaba prescrito que debía servir siempre a alguien, fuera bueno o malvado debía tener un dueño.
Entre sus pensamientos a él llegó una melodía, interrumpiendo la introducción a su deceso, acariciando su alma del dolor constante y distrayendo el pensamiento fugaz de que solo la muerte podía aplacar todos sus males. La melodía venía con una suave brisa que mecía sus mechones oscuros, le daba segundos de gloria y paz. Pero para cuando Xiao se atrevió a abrir los ojos estos se enfocaron contra el suelo. Seguía allí, en la misma posición pero su vista ahora era clara.
Había cada vez más luz y el sonido de los pájaros se escuchaba por el amanecer, él se levantó del suelo a duras penas, arrancando su lanza de donde la había clavado y se apoyó en ella mientras iba recobrando la fuerza en sus extremidades.
La última persona que pudo ayudarlo fue uno de los propios Siete. Así que esta persona también debe ser...
Barbatos, el arconte anemo que se encontraba tocando en el horizonte, sobre una empinada montaña. Sin siquiera notar su existencia, sin tener la menor idea del sufrimiento de un ser como él, hacia que Xiao se sintiera tan...
— miras en dirección equivocada.
Xiao giró a la defensiva apretando la lanza entre sus manos temblorosas.
—er y no luces bien... — agregó el arconte ladeando el rostro con curiosidad. Aquel adeptus tenía un aspecto maltratado pero su reacción era lo que más le llamaba la atención.
— estoy bien. — respondió reacio pero avergonzado de seguir a la defensiva con aquel arconte, por lo que bajó su lanza dirigiendo su mirada hacia otro lado con fastidio ahora ¿Debería agradecer?
Es decir, le había salvado la vida, una insignificante proeza de la cual parecía no haberse enterado. Pero si tan solo el arconte anemo no fuera tan cercano a Morax las cosas cambiarían de rumbo. Le debía casi el mismo respeto.
— Lord Barbatos yo-
Venti palmeó llamando la atención de Xiao y con una suave risa le dijo: — sígueme sígueme.
Xiao ni siquiera protestó cuando se dirigieron hacia la orilla del pantano, ni cuando el agua del mismo le llegaba a sus tobillos. Solo fue hasta que Venti se inclinó y le salpicó el agua encima. Fue cuando abrió los ojos sorprendido y retrocedió unos pasos. Venti le sacó la lengua y se puso a reír de nuevo por aquella reacción, recogiendo el agua entre sus palmas para tirarsela a Xiao.
— estabas sucio ahí. — trató de excusarse riendo — ahí también. — repitió. Riendo de forma más sonora cuando Xiao se quedaba estático pero con una expresión de terror.
Las mejillas de Xiao comenzaron a arder, sin saber qué tenía que hacer frente a este tipo de situaciones, dejarse mojar o esquivar o tal vez salir corriendo. Venti no era lo que había esperado, lo estaba mojando y reía más fuerte cuando lograba tirarle agua en el rostro.
— vamos despierta.
— ¡ba-basta! — gritó retrocediendo más pasos hasta tropezar con un junco y caer sentado sobre el agua.
A Venti le esperó el mismo destino pero de tanto reír y Xiao le observaba en un pánico interno.
— lo siento, lo siento — le dijo entre risas. — pero no esperé que me dejaras ir tan lejos, estaba tirando agua sobre tu rostro! — exclamó entre carcajadas.
Xiao chasqueó la lengua con fastidio e intentó levantarse para desaparecer de esa escena tan vergonzosa, que osado podía ser este arconte quizá era lo mejor, pero Venti le hizo señales de que se detuviera.
— espera espera, no bromeaba con que no luces bien sabes que necesitas recuperarte y el elemento hydro es bastante bien conocido por sus propiedades sanadoras. — le dijo casi en un atropello de palabras, incluso si no parecía tener sentido Xiao se detuvo. — además no puedes resfriarte ¿verdad?
— no soy un humano. — respondió Xiao tajante, aún así no se levantó.
— exacto, por esa misma razón necesitas un reposo, puedo ver con lo que cargas.
— ¿Puedes?
— uhum. — respondió cantarín, acercándose al adeptus y estirando la mano hacia la mejilla de Xiao para limpiar algo de lodo que le había lanzado junto con el agua. — no eres tan diferente a los humanos, todos tienen cosas con las qué cargar, incluso los siete necesitamos un reposo de nuestro papel de arconte.
Xiao se quedó en silencio, pensando en Morax ¿Él necesitaría un descanso también?
— Morax y yo compartimos ciertas ideas. — contó de pronto, llamando aún más la atención de Xiao. Todo lo que tuviera que ver con el arconte geo le interesaba en gran medida. — siento que pronto él también tomará el camino para adaptarse entre los mortales.
— ¿Por qué haría algo así? ¿Te lo ha dicho directamente?
Venti volvió a sonreír, tenía toda la atención que necesitaba y mejor aún, le había quitado el aspecto doloroso en el rostro a Xiao.
— luces mucho mejor ahora.
Sus palabras fueron más reconfortantes de lo que aquel adepto podría esperar, haciendo que detuviera el interrogatorio. Xiao se sentía ahora como el atrevido, Barbatos le había salvado la vida y él actuando de esa manera tan altanera.
—agradezco su preocupación...
—como arconte ordeno que recuestes tu cabeza sobre mis muslos.
Oh ahí estaba de regreso esa actitud que le sacaba de su zona de confort y por mucho que quisiera negarse Xiao solo obedeció. Ya estaba siendo lo suficientemente juicioso con uno de los siete más cercanos a Morax. Lo único que no pudo evitar fue el calor sobre su rostro cuando su nuca se apoyó sobre los muslos de Venti y definitivamente no podía solo mirarlo a la cara.
El arconte anemo, en cambio, quería reír por hacer uso de su posición para poner contra la espada y la pared a aquel adeptus. Hace tanto que no usaba su posición como tal, pero realmente estaba haciendo algo bueno al hacer que Xiao descansara un poco.
—ahora duerme. — susurró Venti, haciendo que la brisa en aquel lugar fuera lo más suave posible, tal que esta no interfiera en el sueño del adeptus. — duerme Xiao.
Para cuando despertó aún estaba tendido sobre el agua y se levantó sobresaltado, no había más que silencio a su alrededor, no había rastros del arconte anemo y se puso de pie genuinamente ligero. Como si un gran peso hubiera sido removido de sus hombros. Xiao no sabía cuánto tiempo habría dormido pero trato de no pensar ese mucho acontecimiento. Sus sentidos nuevamente lo estaban guiando a su siguiente enfrentamiento.