El ángel del príncipe...

By Verite_damour

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Ania llegó al palacio a la edad de quince años, volviéndose una Odalisca de la madre sultana y adoptando el n... More

L'ANGE DU PRINCE
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Epílogo

Capítulo 5

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By Verite_damour

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Habían pasados algunos días desde que comenzó a servir a la sultana Hurrem y en ese tiempo la sultana Mahidevran y el príncipe Mustafá habían preparado su viaje hasta Manisa y pronto partirían, algo que tranquilizo en sobre manera a Miray pues cada que se cruzaba con Mahidevran podía sentir que esta contenía sus ganas de deshacerse de ella y estaba segura que no se contendría por siempre, ya que la furia en vez de disminuir aumentaba.

—¡Señorita! —la de hebras doradas alzó su mirada mientras veía al príncipe acercarse hasta ella, una vez frente a frente este alzó sus brazos, pidiendo que lo tomara en brazo. Miray sonrió y tomó al menor entre sus brazos, el cual rápidamente se aferro a su cuello.
Cihangir era una verdadera ternura.

—¿Qué sucede, su alteza? —cuestionó la de hebras doradas mientras el pequeño príncipe jugaba con sus dorados cabellos, enredándolos pero poco le importaba.

—Quiero que me lleves al jardín —pidió. El pequeño alzó su rostro para observar a la persona que se acercaba a ellos por detrás, esbozó una sonrisa a divisar a su hermano mayor. —¡Hermano! —exclamó alegre mientras lo saludaba moviendo su mano a cada lado.

Miray se dio la vuelta, encontrándose de inmediato con la mirada oscura del sehzade, inconscientemente sus labios se curvaron, formando una leve sonrisa que no paso desapercibida por Mehmed. Él primogénito de la sultana Hurrem se acercó hasta ambos, con una sonrisa encantadora dibujada en su rostro, la cual era causada por la protagonista de sus pensamientos y sueños, Miray.

—¿A dónde se dirigían? —cuestionó, fijando su mirada en los iris celestes de la rubia.

—Íbamos al jardín, hermano, ven con nosotros —pidió el infante.

—Bien, pero antes, ¿no ya eres lo suficientemente grande para caminar por tu cuenta, Cihangir? —el nombrado hizo un puchero, aferrándose al cuello de la rubia, evitando la mirada del mayor.

—Está bien, su alteza, no tengo problemas en llevarlo —sonrió Miray, enternecida por el actuar del menor. De cierto modo le recordaba a cuando Alyssa era una pequeña niña aún.

Mehmed soltó un suspiro y accedió.

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Miray dejo al pequeño príncipe sobre el suelo una vez llegaron al jardín. 

—¡Atrápame, hermano! —llamó Cihanger, deseando jugar con su hermano.

La rubia esbozó una sonrisa mientras se limitaba a observar a ambos jugar entre sí, la nostalgia la golpeó, recordando aquellos días en los que era libre y jugaba con sus hermanos menores en el jardín, realmente extrañaba aquellos días.
Alzó su mirada al cielo, buscando despejar sus pensamientos pues si seguía reviviendo aquellos momentos en su mente no tardaría en dejar salir sus sentimientos, notó que el cielo se encontraba grisáceo y cubiertos de nubes grises, hizo una mueca, probablemente llovería así que tendrían que ingresar pronto. 

—¡Miray, atrápanos! —la rubia parpadeó confusa cuando fue tocada repentinamente en su mano por el pequeño príncipe, el cual en cuanto finalizó sus palabras salió corriendo como pudo. Al ver que Miray seguía inmóvil el pequeño nuevamente hablo; —¡Atrápanos!

La rubia observo el sehzade mayor, el cual reía en su dirección, al recibir un asentimiento de su parte esbozó una sonrisa traviesa y se apresuro a seguir a los sehzade.
Miray tocó el hombro del castaño y se apresuro a tomar de la mano a Cihanger para huir de Mehmed, el pequeño reía alegremente mientras observaba de reojo que su hermano no los alcanzará. 

—¡Aah! —La rubia soltó un chillido cuando los fuertes brazos del castaño la tomaron de la cintura, alzó su rostro encontrándose con la mirada clara de Cihanger, el cual rio levemente y corrió, dejándola atrás. —Traidor... —murmuró, frunciendo el ceño levemente.

—Te atrape —murmuró Mehmed al oído de la femenina, sin deshacer el agarre en su cintura. Miray poso sus manos sobre las de él, en un intento de liberarse de sus brazos pero el sehzade no tenía intenciones de soltarla. —Mi bello ángel... —Oh dios, Miray sentía que su corazón saldría de su pecho ante la cercanía del castaño, le era posible sentir el aliento del castaño en su cuello y sus manos se negaban a soltarla.

Las gotas comenzaron a caer, mojando poco a poco el pasto y a ellos, la rubia sonrió aliviada al tener una excusa para separarse, no es que le disgustará la cercanía de Mehmed pero la hacía sentir demasiado nerviosa, su corazón comenzaba a latir como loco y emociones desconocidas para ella salían a la luz.

—Lleven al príncipe Cihanger dentro —ordenó a una de las criadas.

Miray frunció su ceño confusa, a la vez que Mehmed quedaba frente a ella y tomaba su rostro entre sus manos. 

La rubia entre abrió sus labios cuando el rostro del castaño fue acercándose, Mehmed fijo su mirada en los rosáceos labios de la femenina, relamió sus labios inconscientemente.
Miray frunció su ceño al ver que la unión en sus labios que estaba esperando no pasaba, así que tomo el cuello al castaño y unió sus labios, sorprendiendo de primera a Mehmed pero al poco tiempo este tomó de la cintura de la rubia con una de sus manos y la otra la puso en su nuca, profundizando el beso.

—¿Mehmed...? —La de hebras doradas empujó el rostro del castaño cuando la voz de la madre de este llegó a sus oídos. El rostro de Miray se tornó rojizo ante la vergüenza.

«¿De nuevo?»
Era la segunda vez que su madre los interrumpía y Miray lo alejaba de golpe.

—¡Perdone, sultana! —Miray realizó una reverencia, completamente roja del rostro.

Hurrem soltó una leve carcajada y negó con su cabeza, era realmente divertido ver a ambos avergonzados, pues el príncipe también se encontraba levemente incómodo de que su madre los viera.

—Vuelvan a dentro y dense un baño, se enfermaran —habló para darse la vuelta y dejar a ambos a solas.

—Volvamos dentro, mi bello ángel —Mehmed entrelazó sus dedos con los de la rubia y comenzó a avanzar sin deshacer la unión de sus manos.

Miray sonrió levemente mientras seguía al sehzade con el corazón como loco, ¿así se sentía... enamorarse? Era un sentimiento raro pero a la vez era tan hermoso.
 Si era un sueño rogaba porque no la despertaran, esperaba que la felicidad que sentía en ese momento durara por siempre.

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La de hebras doradas se encontraba en los aposentos de Hurrem, después de salir de los baños Sumül-ag le informo que la sultana quería verla en sus aposentos, a lo que ella se apresuro a venir a verla, sin tan siquiera deshacer los nudos en su cabello, los cuales fueron hechos por el menor de los hijos del sultán.

—Tienes... nudos —mencionó la pelirroja con un semblante amable, no pudo contener soltar una leve carcajada. Miray sonrió levemente y paso su cabello por detrás.

—Fue... Jugaba con el príncipe Cihangir —respondió, sumisa.

—Oh, me alegra que te lleves bien con mis príncipes —admitió, sinceramente. —Pero no te cité para eso. —el semblante de Hurrem se volvió serio, mientras palmeaba un lugar a su lado, Miray entendió y tomo lugar. —Miray, mi príncipe parece quererte mucho, podría decir que incluso se esta enamorando y no tengo nada en contra de eso, sé que no eres una mala persona pero... —La de hebras doradas sintió sus mejillas sonrojarse, ¿Mehmed, enamorarse de ella? —No sé si seas la indicada para él. Mi príncipe necesita a una mujer fuerte que cuide de él y lo apoye —El semblante de Miray decayó, sabía que no era esa mujer fuerte, pues no era capaz ni de cuidar de ella misma. —Miray, aquí a los débiles se los comen. Y , eres alguien débil.

—Su-sultana, yo eso lo sé... —murmuró, apretando sus manos sobre su regazo. El sentimiento de impotencia la inundo.

—Pero, eso puede cambiar. Yo no llegué a este palacio con el poder que poseo. Luché, lloré, sufrí y lo sigo haciendo, pero no permito que me derrumben. —Miray sabía eso y la admiraba por ello. Llego como una esclava y ahora era la esposa legal del sultán, madre de cinco hijos del sultán, cuatro príncipes y una sultana hermosa y poderosa.
Admiración, eso definiría por completo lo que Miray sentía por Hurrem. —Miray, te elijó para ser aquella que este al lado de mi león, aquella que cuide de él. Ten por seguro que cuando vaya a su provincia irás con él.

Miray bajo su cabeza, no se creía capaz de eso pero en definitiva no permitiría que dañarán a Mehmed y evitaría a todas costa perjudicarlo.

—Entiendo, mi sultana —asintió. —Yo... Espero no decepcionarla, de verdad.

—Miray, sé lista y tendrás al mundo a tus pies.



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:D DIOS, AMO ESTA HISTORIA. En fin, disculpen los errores ortográficos entre otros. Espero les haya gustado <3

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